Perspectivismo y Raciovitalismo: La Filosofía de Ortega y Gasset

Perspectivismo: La Verdad desde Múltiples Ángulos

El perspectivismo, una innovadora forma de comprender el conocimiento, articula la relación entre circunstancia y perspectiva. El sujeto del conocimiento ya no es el «yo puro» del racionalismo, sino un «yo» arraigado en su contexto. La perspectiva es el punto de vista individual, el único desde el cual podemos conocer y captar la realidad. Esta solo puede ser aprehendida en perspectivas individuales, lo que no las invalida, sino que las enriquece al hacerlas únicas.

Ortega y Gasset utiliza el ejemplo de un paisaje: aunque dos personas vean cosas diferentes, ninguna de las dos verdades es falsa; una complementa a la otra. La verdad se alcanza mediante la complementariedad de todas las perspectivas. Cada individuo, pueblo o época posee su propia verdad, lo que convierte a cada individuo en un aparato de conocimiento irremplazable.

Al considerar que el mundo se ve desde cada perspectiva, Ortega transforma el concepto de «mundo» en «horizonte». El mundo, cerrado en sistemas filosóficos anteriores, se convierte en un horizonte móvil que depende del lugar. Esta transformación no niega el mundo, sino que lo interpreta en función del sujeto.

El «error inveterado» se refiere al error del racionalismo al limitarse a una parte del proceso de conocimiento. Al tratar de conocer las cosas únicamente desde nuestra perspectiva, no podríamos afirmar una cosa y su contraria sin caer en contradicción. El racionalismo se queda en la primera fase del proceso, absolutizando una perspectiva que en su origen es individual.

Superando el Escepticismo y el Racionalismo

El perspectivismo supera tanto el escepticismo como el racionalismo. Del escepticismo acepta su apego a lo real y concreto, pero critica su negación de la verdad. Del racionalismo toma su voluntad de alcanzar la verdad, pero critica su pretensión de una verdad universal y absoluta, así como su separación del conocimiento de la vida.

Raciovitalismo: La Razón al Servicio de la Vida

El raciovitalismo supera el vitalismo y el racionalismo, rechazando el irracionalismo del primero y la razón absoluta del segundo. Para Ortega y Gasset, la razón debe estar al servicio de la vida. Las dos perspectivas más radicales son la vida en la que estamos y la razón. La vida es la realidad radical, el sustrato original, y la razón está integrada en ella. El raciovitalismo es la meditación sobre ambas perspectivas.

Ortega distingue tres posiciones dentro del vitalismo:

  • El conocimiento como fruto del proceso biológico, disolviendo la filosofía y la teoría del conocimiento en la biología.
  • La razón no es el modo superior de conocimiento, existiendo un modo más profundo correspondiente a la vivencia íntima con las cosas.
  • El problema de la vida como centro de la reflexión, reconociendo límites a la razón sin descalificarla.

El raciovitalismo busca un punto medio, partiendo de la vida sin ser solo vitalismo, pero tampoco racionalista. Propone la unión estrecha entre razón y vida. La razón pura cede su lugar a la razón vital, la razón en la vida y al servicio de la vida, que es la realidad radical desde la que pensamos y sentimos.

La Vida como Historia

La vida individual es una sucesión constante de creencias que induce a una continua modificación de la circunstancia. El ser humano se define por su memoria genética e histórica, por lo que a la razón vital se le añade la razón histórica. El ser humano es historia, entendida como un sistema de experiencias que concreta y limita nuestros actos.

Teoría de las Generaciones

Para explicar la historia, Ortega utiliza la teoría de las generaciones. Una generación es una unidad cerrada, compuesta por personas con una sensibilidad común. Cada generación recibe lo vivido por la anterior, sintiéndose a gusto con ello (época cumulativa) o sintiendo diferencias (época de crisis). Cada generación tiene su sensibilidad peculiar (ideología, gusto y moralidad), su vocación y su misión histórica.

Ortega no renuncia a la posibilidad de una verdad absoluta, pero solo Dios podría alcanzarla. A diferencia del Dios del racionalismo, que conoce las cosas sin necesitar el conocimiento humano, el Dios de Ortega necesita de los humanos.

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