La Gnoseología Moderna: Perspectivas de Kant, Marx y Nietzsche

Conclusión: El Conocimiento en Kant

Solo puede hablarse de conocimiento cuando se pueden articular **juicios sintéticos a priori**: debe haber materia sensible (lo que se une al aspecto sintético) articulada según las **condiciones trascendentales a priori**.

De esta manera, Kant está reinterpretando la metafísica de Aristóteles en sentido gnoseológico. Dado esto, el ámbito de la razón que se corresponde con la noética platónica, sería el ámbito propio de la metafísica o de la dialéctica. Al basarse en la pura intuición intelectual, esta acaba introduciendo **ideas en sentido platónico**, que van más allá de la experiencia. En primer lugar, las ideas de los números, en cuanto presupuesto de los fenómenos, en ningún caso están justificadas. En cualquier caso, la mente humana busca generalizar todo lo posible y tiende asintóticamente a organizar todo lo real, que según la metafísica se restringe a tres ámbitos: **Dios, alma y mundo**. El **alma** sería para Kant el conjunto de ideas de todos los fenómenos mentales (porque nunca la vamos a alcanzar); el **mundo** como un todo, el conjunto de ideas de todos los fenómenos naturales; y **Dios**, el conjunto de los dos anteriores. Así, con Kant, el **problema de los universales** —el gran problema de la filosofía— se reinterpreta gnoseológicamente a partir del **giro copernicano**, en la línea del nominalismo del siglo XVI.

Marx: El Conocimiento como Praxis Materialista

Aunque no existe una teoría del conocimiento propiamente marxista, podemos extrapolar las consecuencias gnoseológicas o epistemológicas de su **giro materialista** en el contexto global de una cultura europea post-Revolución Francesa. A partir del **giro copernicano**, el supuesto de fondo era que el conocimiento dependería del ser humano, antes que de Dios o de una trascendencia de tipo metafísico (el mundo inteligible). Para Descartes, la **razón humana** es lo primero, y por eso la metafísica se transforma en gnoseología. Con el marxismo se produce otro giro que preserva la prioridad del individuo, pero ahora negando su naturaleza dura y asumiendo que no somos más que pura materia y que, por lo tanto, la razón no se opone a los sentidos, sino que, en línea empirista, emerge de ellos.

Esto significa que el **conocimiento** es una manera más que tiene el ser humano de interactuar con lo que le rodea, y que esa interacción determina el propio conocimiento. Esta interacción, en sentido original, es siempre un impulso a transformar la naturaleza, lo que Marx llama **trabajo** en el sentido de la praxis, de la cual solo a posteriori se deriva la teoría, aunque esta acabe retroalimentando a la primera. Por lo tanto, el ser humano, antes que racional, sería el animal que hábilmente modifica la naturaleza, es decir, el Homo habilis.

Como primera consecuencia, tenemos que lo **universal** no tiene ningún fundamento si con ello asociamos la idea de que el pensamiento es algo independiente de la materia y que, al mismo tiempo, la determina. Cuando se defiende que la **conciencia** es algo independiente de las condiciones socioeconómicas en que nace, estamos ante lo que Marx llama **ideología**. Por eso, el conocimiento marxista apunta a ser una **crítica de la ideología**, presentando las verdaderas relaciones de las ideas con el contexto material en el que surgen, para así liberar al ser humano de la esclavitud o **alienación** a la que está sometido por otros, quienes serían los dueños de las herramientas para transformar la naturaleza, lo que se denomina **medios de producción**.

En cualquier caso, el conocimiento es siempre algo interesado y nunca neutro. Por eso, el marxismo anticipa la **teoría psicoanalítica de Freud**, que distingue el consciente del inconsciente en términos de **superestructura** y **estructura**. De tal manera que los contenidos de la conciencia (superestructura) vendrían determinados por el inconsciente socioeconómico, articulado por las relaciones de los seres humanos entre sí y con la naturaleza, relaciones que se asientan sobre la tecnología que domina cada época. Marx sigue en la línea del **mito de la caverna** y del concepto de verdad como aletheia o desocultación.

Nietzsche: La Voluntad de Poder y el Conocimiento

Nietzsche sigue en la línea marxista al considerar que las ideas como **espíritu, alma y conciencia** (y, por supuesto, Dios) son ideas falsas que se utilizan para esclavizar a los demás. Pero, sobre todo, son una violencia del ser humano consigo mismo, que le ha hecho degenerar en cuanto a especie animal.

El gran giro decimonónico es, por lo tanto, que el ser humano en sentido tradicional sería enfermizo porque ha olvidado su origen biológico, derivado de su función primordial, y por eso ha acabado legitimando la creencia en una **dimensión inmaterial de la realidad**, mediante lo cual se pretendía asumir el miedo a la única realidad consistente en el **puro devenir**.

Esa dimensión inmaterial sería el fundamento tanto de la **verdad en sentido absoluto** como de Dios mismo, concepto que Nietzsche analiza fisiológicamente en términos de un mal uso del lenguaje. La crítica apunta a liberar al ser humano de eso que no existe (**nihilismo**), para después intentar construir un tipo de conocimiento acorde con nuestra naturaleza animal.

El problema es que somos **animales racionales**, y la razón tiende a excederse en sentido kantiano, abandonando lo real. Para controlarla, hay que asumir que en el fondo la razón es un mecanismo de valoración de lo bueno y lo malo, con su correlato en lo verdadero y lo falso, en cuanto construimos **juicios de valor** en relación a lo bueno y lo malo.

De fondo, se encuentra toda la influencia del **evolucionismo darwinista** y la idea de que lo bueno y lo malo tienen un sentido en relación con la **supervivencia**, de donde derivarían el resto de atributos morales, religiosos y gnoseológicos. Esto significa que lo que consideramos bueno es lo que deberíamos querer, de ahí la **voluntad de vivir**, como el amor a la vida. Concluyendo, conceptos como **verdad, mentira**, etc., no tendrían ningún sentido para Nietzsche, más allá de ser una manifestación de una **voluntad de poder** que, en su forma pura, es un concepto de lucha para organizar el caos que es la realidad en continuo devenir.

Al expresar la voluntad, estamos entonces creando formas, es decir, formalizando el caos, y de ahí que el **arte** fuese para Nietzsche la mejor manera de comprender el mundo, sea música o poesía.

En todo caso, somos animales que juzgan, y según valoremos aferrándonos a la vida o huyendo de ella, seremos degenerados o aspiraremos a ser **superhombres**.

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