Cosmología, Antropología, Política y Ética en la Filosofía de Platón

Cosmología de Platón

Platón explica en el «Timeo» cómo surge el orden del caos mediante el Demiurgo, una entidad intermedia entre la Idea de Bien y el mundo sensible. Este Demiurgo es como un gran arquitecto que, basándose en las ideas y complejas relaciones matemáticas, ordena la materia para crear el universo a imagen y semejanza del mundo de las ideas.

El concepto del Demiurgo

El concepto del Demiurgo se relaciona con el término griego para «artífice» o «obrero». Platón lo usa para referirse al artífice del universo, quien no crea desde la nada, sino que organiza un material preexistente, imponiendo el orden en el caos para construir un universo bello y bueno, siguiendo los modelos de las ideas.

Orden cósmico

Este orden cósmico refleja la creencia de Platón en un isomorfismo entre el individuo, la polis y el cosmos, una relación entre el microcosmos y el macrocosmos. Para él, la justicia en la polis y en el individuo surge cuando las tres partes del alma y los tres estamentos sociales (gobernantes, guardianes, artesanos) están en armonía.

El alma del mundo

Platón sostiene que el origen del mundo es eterno y no creado, proviene de la acción del Demiurgo que, tomando las ideas como modelo, estructura el mundo sensible. Este cosmos ordenado es considerado un organismo viviente con un alma: el alma del mundo.

Relación con la política

En el «Timeo», Platón busca establecer la relación entre el orden del cosmos y la estructura humana para fundamentar un estado político acorde con la naturaleza humana. Su teoría cosmogónica tiene como fin establecer las bases éticas y políticas que deben regir la vida humana.

Antropología

La antropología platónica se basa en una dualidad entre cuerpo y alma. El alma es la parte más importante, conectándonos con lo divino y distinguiéndonos como seres humanos. Platón cree en la reencarnación del alma, la muerte no es el fin, sino una liberación para volver a nacer en otro cuerpo.

División del alma

El alma se nutre de belleza, sabiduría y bondad, y su destino depende de cómo vivimos. Platón divide el alma en tres partes: la parte racional (busca conocimiento), la parte irascible (ligada a las pasiones nobles) y la parte concupiscible (ligada a los deseos corporales).

Mitos y simbolismos

Platón defiende la inmortalidad del alma con argumentos como la reminiscencia y la simplicidad del alma. También presenta el mito del carro alado, donde el auriga representa la parte racional controlando dos caballos, simbolizando las tendencias nobles y materiales del alma.

Política de Platón

La teoría política de Platón se centra en un Estado gobernado por quienes poseen conocimiento sobre el orden y la justicia. En su obra «La República», describe tres clases en el Estado ideal: los gobernantes sabios, los guardianes valientes y los productores moderados, cada una asociada a partes del alma humana: la racional, la irascible y la concupiscible.

Organización social

Platón concibe una sociedad organizada donde cada individuo se adapta a funciones acordes con la tendencia predominante de su alma. La justicia se define por el cumplimiento de la función específica de cada clase social, asegurando que los gobernantes gobiernen sabiamente, los guerreros defiendan con valentía y los productores desempeñen sus tareas con moderación.

Sistema de gobierno

El enfoque educativo se dirige hacia el alma, priorizando la formación de los más aptos para el gobierno y la defensa. Para Platón, el mejor sistema de gobierno varía según las circunstancias, pero idealiza una monarquía aristocrática, donde el más sabio y prudente lidera. Sin embargo, propone la dictadura de la ley si la monarquía no es viable, buscando una organización ideal basada en normas fundamentales del Estado.

La teoría de las ideas de Platón

Platón desarrolló la Teoría de las Ideas como una forma de entender el conocimiento y la realidad. Para él, el verdadero conocimiento se encuentra en lo universal, no en lo particular. Esto significa que para saber algo de manera auténtica, necesitamos comprender su esencia universal, no solo basarnos en ejemplos específicos. Si solo nos enfocamos en lo particular, estaríamos hablando más de opiniones o percepciones cambiantes que de conocimiento real.

Contraste con otros filósofos

Heráclito y Parménides, dos filósofos griegos, tenían visiones opuestas sobre el cambio. Heráclito afirmaba que todo está en constante cambio, mientras que Parménides sostenía que lo que realmente es, es inmutable y no cambia. Platón, a su vez, decía que el mundo sensible, todo lo que percibimos con nuestros sentidos, está constantemente cambiando y en proceso de devenir. Sin embargo, las ideas universales, como los números o las figuras geométricas, son inmutables y eternas.

Dos mundos

Platón argumentaba que todo lo que vemos en el mundo físico es solo una representación imperfecta de una realidad diferente: el mundo de las ideas. Estas ideas universales son eternas, no cambian, y solo pueden ser comprendidas a través de la razón y no de los sentidos. En resumen, hay dos mundos: uno que captamos con nuestros sentidos, siempre en cambio, y otro que entendemos mediante la razón, donde las ideas son estables y permanentes.

Realidad de las ideas

Platón sostiene que la verdadera realidad son las ideas o formas, opuestas al mundo sensible captado por nuestros sentidos, el cual es siempre cambiante. A través de nuestros sentidos, obtenemos conocimiento de lo particular, pero la ciencia real (episteme) se basa en lo universal y es accesible solo a través de la razón. Este mundo de las ideas es más auténtico que el mundo sensible y sirve como modelo para este último, que es simplemente una representación de las ideas. Es importante distinguir las ideas platónicas de las nociones modernas de «mente» y «contenidos mentales». Platón argumenta que las ideas existen independientemente de que las pensemos o no, tienen una realidad propia y son más reales que las cosas del mundo sensible.

La teoría del conocimiento

La teoría del conocimiento de Platón se fundamenta en la existencia de ideas innatas, las cuales son inherentes al alma antes de nacer. Este concepto se ejemplifica en el diálogo «Menón», donde Sócrates, mediante la mayéutica (el arte de guiar hacia la verdad a través de preguntas), demuestra que el conocimiento es intrínseco en el individuo, ayudándole al esclavo a recordar el Teorema de Pitágoras que ya poseía pero había olvidado. Platón argumenta que este conocimiento está presente en nuestra mente antes de cualquier experiencia, y el acto de conocer es recordar o reactualizar, es decir, el alma ya contiene estos conocimientos.

Proceso de conocimiento

Para Platón, el conocimiento es anamnesis o reminiscencia, ya que todo está inscrito en el alma y al recordarlo se activa este proceso de anamnesis. Argumenta que el alma es inmortal, preexistente al cuerpo, y ha habitado en el mundo de las ideas. El conocimiento es un recuerdo del alma que existía con anterioridad, una afirmación de tipo órfico.

Grados de conocimiento

Este proceso de conocimiento implica ejercitar el alma para elevarse de sensaciones múltiples a una unidad inteligible, comprender según la idea y alcanzar un pensamiento filosófico que accede a las esencias. Platón distingue grados de conocimiento que van desde la opinión y la imaginación hasta la creencia y la razón discursiva, solo accesible en la muerte.

El amor y la belleza

En cuanto al amor, Diotima, maestra de Sócrates, explica que este pasa por diferentes grados, desde el amor a lo físico hasta el amor a la belleza suprema, lo cual libera al individuo de limitaciones y lo lleva a producir pensamientos filosóficos y discursos magníficos. Este tipo de belleza no es física ni sensible, sino que existe eternamente por sí misma y se eleva desde las bellezas mundanas hasta la belleza suprema.

La ética de Platón

La ética de Platón se centra en el estudio del ser humano, especialmente en la moral y la justicia. Para él, la vida humana no se reduce simplemente a satisfacer necesidades materiales; va más allá, enfocándose en un desarrollo completo de la personalidad hacia la felicidad, que él identifica con la armonía en la vida.

La justicia y el alma

La justicia, tanto en la ciudad como en el individuo, radica en que cada parte haga lo que le corresponde. Platón ve el alma como compuesta por tres partes distintas que explican los conflictos internos. Asocia el conocimiento y la satisfacción intelectual con la moderación en el disfrute de bienes materiales.

El ascenso hacia las Ideas

En el diálogo «El Banquete», Platón aborda el ascenso hacia las Ideas partiendo del amor a la belleza presente en las cosas sensibles, hasta llegar a la contemplación de la Belleza en sí misma, identificada con el BIEN, que representa el grado superior de conocimiento. La clave para superar la crisis de valores es la conexión entre el BIEN y la JUSTICIA.

La virtud y el conocimiento

Según Platón, la verdadera felicidad y el bienestar se alcanzan a través de la práctica de la virtud. ¿Qué es la virtud? Esencialmente, hacer las cosas correctamente. Para él, la virtud está vinculada al conocimiento. La falta de virtud es equiparable a la ignorancia; quien actúa mal lo hace por desconocimiento del bien.

Las cuatro virtudes

En la «República», Platón menciona cuatro virtudes principales: sabiduría, valentía, templanza y justicia. Establece una correspondencia entre estas virtudes, las partes del alma y las clases sociales en la ciudad ideal. La sabiduría está asociada con la parte racional del alma, mientras que la justicia es la virtud que implica que cada parte del alma cumpla su función propia.

La verdad y la prudencia

Platón sostiene que la verdad en el conocimiento y la capacidad de conocer están ligadas a la idea del bien, que es la causa de la ciencia y la verdad. La prudencia es considerada la virtud fundamental, pues implica la capacidad de reconocer lo que es verdaderamente bueno.

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