Platón
Teología (Dios)
Platón (427-347 a.C.) fue un filósofo griego clave en la historia del pensamiento occidental. Discípulo de Sócrates y maestro de Aristóteles, fundó la Academia en Atenas y desarrolló el idealismo filosófico. Su pensamiento está fuertemente influido por su maestro y se plasma en forma de diálogos. Platón distingue entre dos mundos: el sensible (cambiante e imperfecto) y el inteligible (eterno y perfecto). Esta dualidad es esencial para su teoría del conocimiento.
Platón no desarrolló una teología en sentido cristiano, pero en su filosofía hay elementos que apuntan hacia una noción de divinidad. En su diálogo Timeo, introduce la figura del Demiurgo, un Dios artesano que ordena el cosmos según el modelo eterno de las Ideas. Este ser divino no crea a partir de la nada, sino que organiza una materia preexistente, reflejando la armonía del mundo inteligible. Aunque no es omnipotente, es perfectamente racional y bondadoso. El Demiurgo representa para Platón la racionalidad suprema que da sentido y orden al universo. Su acción está guiada por la contemplación del Bien, Idea suprema que actúa como principio metafísico y fuente de toda verdad. Así, Dios es una instancia ordenadora que imita lo perfecto, sin ser creador absoluto. Esta concepción influirá profundamente en pensadores cristianos como San Agustín, quien reinterpretará al Demiurgo como el Dios creador omnipotente.
En contraposición a San Agustín, que concibe a Dios como creador ex nihilo y fuente del ser, Platón propone un Dios arquitecto limitado, que actúa dentro de una ontología dualista y no omnipotente.
Antropología (Ser Humano)
Platón (427-347 a.C.) fue un filósofo griego clave en la historia del pensamiento occidental. Discípulo de Sócrates y maestro de Aristóteles, fundó la Academia en Atenas y desarrolló el idealismo filosófico. Su pensamiento está fuertemente influido por su maestro y se plasma en forma de diálogos. Platón distingue entre dos mundos: el sensible (cambiante e imperfecto) y el inteligible (eterno y perfecto). Esta dualidad es esencial para su teoría del conocimiento.
Platón entiende al ser humano como una entidad compuesta de cuerpo y alma, pero con una clara superioridad del alma. Esta es inmortal, preexistente y racional, y su unión con el cuerpo es accidental y temporal. El cuerpo es la prisión del alma, que debe purificarse mediante la filosofía para retornar al mundo de las Ideas. Platón estructura el alma en tres partes: racional, irascible y apetitiva, cada una con funciones y virtudes propias. La realización del ser humano consiste en el dominio de la parte racional sobre las otras dos. Solo así se alcanza la armonía interna y se cumple el destino del alma: contemplar el Bien. La educación y la vida filosófica son el camino hacia la liberación de la ignorancia y el retorno al conocimiento verdadero. En esta visión, el ser humano está esencialmente orientado a lo eterno y debe superar su condición sensible para acceder a su esencia verdadera.
En contraposición a Descartes, quien separa radicalmente el alma pensante del cuerpo material, Platón propone una antropología donde el alma es el centro de la vida y la filosofía el camino de liberación del cuerpo.
Ética (Moral)
Platón (427-347 a.C.) fue un filósofo griego clave en la historia del pensamiento occidental. Discípulo de Sócrates y maestro de Aristóteles, fundó la Academia en Atenas y desarrolló el idealismo filosófico. Su pensamiento está fuertemente influido por su maestro y se plasma en forma de diálogos. Platón distingue entre dos mundos: el sensible (cambiante e imperfecto) y el inteligible (eterno y perfecto). Esta dualidad es esencial para su teoría del conocimiento.
La ética platónica parte del intelectualismo moral de Sócrates: nadie obra mal voluntariamente, sino por ignorancia. Para Platón, conocer el Bien es condición suficiente para actuar virtuosamente. Las virtudes (prudencia, valentía, templanza y justicia) se corresponden con las partes del alma, y la justicia surge cuando cada parte cumple su función en armonía. Así, la moral es orden interno del alma reflejado en la conducta justa. La moral platónica tiene un carácter objetivo y universal: el Bien no depende de opiniones ni costumbres, sino que es una realidad ideal accesible solo a través de la razón. La educación filosófica es el proceso que permite al alma elevarse hacia ese conocimiento. El sabio, por tanto, es también el justo, pues actúa en conformidad con la Idea del Bien, y su vida es la más plena y feliz.
En contraposición a Hume, quien defiende una moral basada en los sentimientos como simpatía y utilidad, Platón establece un racionalismo ético en el que la razón guía toda acción moral legítima.
Política (Sociedad)
Platón (427-347 a.C.) fue un filósofo griego clave en la historia del pensamiento occidental. Discípulo de Sócrates y maestro de Aristóteles, fundó la Academia en Atenas y desarrolló el idealismo filosófico. Su pensamiento está fuertemente influido por su maestro y se plasma en forma de diálogos. Platón distingue entre dos mundos: el sensible (cambiante e imperfecto) y el inteligible (eterno y perfecto). Esta dualidad es esencial para su teoría del conocimiento.
En su obra La República, Platón describe una sociedad ideal basada en la justicia y el conocimiento. Sostiene que el ser humano es social por naturaleza, pero solo puede alcanzar la virtud en una polis ordenada. La estructura social refleja su antropología tripartita: los gobernantes (alma racional) deben ser filósofos, los guerreros (alma irascible) protegen la ciudad, y los productores (alma apetitiva) satisfacen las necesidades materiales. La justicia social se logra cuando cada clase cumple su función sin interferir en las demás. El gobierno ideal es la aristocracia filosófica, que degenera progresivamente en timocracia, oligarquía, democracia y finalmente tiranía. Platón desconfía de la democracia como sistema político porque fomenta el desorden y la ignorancia. Propone una utopía política en la que el saber filosófico guía el poder y garantiza el bien común.
En contraposición a Rousseau, quien defiende una sociedad fundada en la voluntad general y la soberanía popular, Platón propone un modelo jerárquico guiado por la razón filosófica como fuente de legitimidad política.
Epistemología (Conocimiento)
Platón (427-347 a.C.) fue un filósofo griego clave en la historia del pensamiento occidental. Discípulo de Sócrates y maestro de Aristóteles, fundó la Academia en Atenas y desarrolló el idealismo filosófico. Su pensamiento está fuertemente influido por su maestro y se plasma en forma de diálogos. Platón distingue entre dos mundos: el sensible (cambiante e imperfecto) y el inteligible (eterno y perfecto). Esta dualidad es esencial para su teoría del conocimiento.
Para Platón, el conocimiento verdadero (episteme) no se alcanza a través de los sentidos, sino mediante la razón, que nos permite acceder al mundo de las Ideas. Las cosas sensibles son solo sombras de estas Ideas, y el alma debe recordarlas (anamnesis) porque ya las conocía antes de encarnarse. En este marco, conocer es recordar. La educación, entonces, es un proceso de iluminación del alma para que vuelva a contemplar las Ideas, especialmente la del Bien, que es el fundamento de todo conocimiento y existencia. Este saber no es meramente teórico: implica una transformación del alma hacia lo verdadero y lo justo.
En contraposición a Aristóteles, que defiende que el conocimiento comienza en la experiencia y progresa hacia lo universal mediante la inducción, Platón prioriza un conocimiento racional y trascendente, desconfiando de los sentidos como fuente fiable de saber.
Aristóteles
Epistemología (Conocimiento)
Aristóteles (384–322 a.C.), discípulo de Platón y maestro de Alejandro Magno, fundó el Liceo y desarrolló una filosofía realista que influyó profundamente en el pensamiento occidental. Frente al idealismo platónico, defendió que la verdad se encuentra en el mundo sensible y no en un mundo trascendente. Sus estudios abarcaban todas las ramas del saber, desde la lógica y la ética hasta la biología y la política. Su enfoque se caracteriza por el rigor empírico y sistemático.
En epistemología, Aristóteles sostiene que el conocimiento comienza con los sentidos, que captan lo particular. A través de la experiencia, la mente elabora conceptos universales mediante un proceso de abstracción. Distingue entre el entendimiento pasivo (que recibe los datos sensibles) y el entendimiento activo (que abstrae la esencia de las cosas). Gracias a esta estructura, el ser humano puede alcanzar verdades necesarias y universales. Este conocimiento se organiza mediante silogismos lógicos, que permiten deducir conclusiones válidas desde premisas conocidas. Así, el conocimiento científico parte de lo empírico para alcanzar lo racional, en una síntesis entre experiencia y razón.
En contraposición a Platón, que defendía que el conocimiento verdadero solo se accede mediante la razón y el recuerdo de las Ideas, Aristóteles afirma que la experiencia es el punto de partida necesario para conocer lo universal.
Teología (Dios)
Para Aristóteles, Dios no es un ser personal ni creador, sino el Primer Motor Inmóvil, causa final de todo movimiento en el universo. Esta noción surge dentro de su física y metafísica como solución al problema del cambio. Como todo lo que se mueve necesita una causa, debe existir un ser que mueva sin ser movido. Este Motor es acto puro, inmaterial, eterno, y su actividad consiste en pensarse a sí mismo como forma suprema de perfección.
El Dios aristotélico no interviene directamente en el mundo ni en los asuntos humanos. Es objeto de deseo e imitación para todos los seres, que tienden hacia su perfección. La relación entre el mundo y Dios es de atracción, no de creación ni voluntad. En este sentido, Dios es más una necesidad ontológica que un ser religioso. Su existencia es demostrada a posteriori, mediante la observación del cambio en el mundo, y no depende de la revelación ni de la fe.
En contraposición a San Agustín, quien concibe a Dios como creador personal, omnipotente y fuente del bien moral, Aristóteles propone una divinidad filosófica que actúa como causa final del cosmos, pero sin providencia ni intervención directa.
Antropología (Ser Humano)
Aristóteles define al ser humano como un compuesto de alma y cuerpo, unidos de forma sustancial. Esta concepción hilemórfica lo aleja del dualismo platónico. El alma es la forma del cuerpo, su principio vital, y no puede existir separada de él. Distingue tres niveles del alma: vegetativa (nutrición), sensitiva (percepción) y racional (pensamiento), siendo esta última exclusiva del ser humano y fundamento de su dignidad.
El fin del ser humano es alcanzar la felicidad (eudaimonía), que consiste en la realización de su naturaleza racional. Esto se logra mediante la práctica de la virtud y la vida en comunidad. Aristóteles también considera al ser humano un animal político, cuya plenitud solo se alcanza en una polis justa. La razón práctica guía su acción moral, mientras que la teoría filosófica le permite contemplar la verdad. De este modo, su antropología es profundamente ética y social.
En contraposición a Descartes, quien separa radicalmente el alma pensante del cuerpo material, Aristóteles propone una unidad ontológica donde cuerpo y alma forman una única sustancia, con un fin racional y terrenal.
Ética (Moral)
La ética aristotélica es eudemonista y teleológica: el fin último del ser humano es la felicidad, entendida como actividad racional de acuerdo con la virtud. Esta se alcanza mediante el ejercicio constante de las virtudes, que son hábitos adquiridos. Distingue entre virtudes éticas (como la valentía o la templanza) y dianoéticas (como la sabiduría). Las primeras regulan las pasiones por la razón práctica, mientras que las segundas perfeccionan el intelecto.
La virtud ética se encuentra en el término medio entre dos extremos viciosos (exceso y defecto), y se adquiere con la repetición de actos justos. La educación moral consiste en formar buenos hábitos que permitan elegir el bien en cada situación concreta. La razón práctica (prudencia) es la guía para actuar correctamente. Así, la ética es una reflexión sobre cómo vivir bien, en comunidad y en conformidad con la razón.
En contraposición a Hume, quien basa la moral en los sentimientos y la simpatía, Aristóteles fundamenta la moralidad en la razón práctica y el hábito, subrayando el carácter racional y formativo de la virtud.
Política (Sociedad)
Aristóteles sostiene que el ser humano es un ser social por naturaleza, y que solo en la polis puede realizarse plenamente. La política no es una mera técnica de gobierno, sino la ciencia que busca el bien común. Clasifica las formas de gobierno en justas (monarquía, aristocracia, democracia) e injustas (tiranía, oligarquía, demagogia), según persigan el bien común o el interés propio.
Para él, la mejor forma de gobierno depende de las circunstancias, pero siempre debe respetar la ley y promover la virtud ciudadana. La participación política y la educación moral son fundamentales para una sociedad justa. A diferencia de su maestro Platón, Aristóteles propone una visión más realista y flexible de la organización política, donde la experiencia histórica y la diversidad social son esenciales.
En contraposición a Rousseau, quien defiende una sociedad ideal fundada en un contrato social y la voluntad general, Aristóteles ofrece una concepción empírica de la política basada en la observación de las constituciones existentes y en la necesidad natural de vivir en comunidad.
San Agustín
Epistemología (Conocimiento)
San Agustín concibe el conocimiento como una jerarquía del conocimiento que culmina en la sabiduría divina. Influenciado por Platón, diferencia entre el conocimiento sensible, racional y el superior, accesible solo mediante la iluminación divina. Este último permite acceder a las verdades eternas depositadas por Dios en el alma humana.
En su teoría del conocimiento, Agustín considera que la verdad no reside en los objetos del mundo sensible, sino en el interior del alma, que participa de las ideas divinas. A través de la introspección, el ser humano se encuentra consigo mismo y con Dios, origen de todo saber verdadero. La iluminación divina es un acto de gracia que permite comprender las esencias eternas. Así, el conocimiento no es producto exclusivo del intelecto, sino de la presencia de Dios en el alma.
En contraposición a Santo Tomás, que construye su epistemología sobre la observación sensible y el razonamiento inductivo, San Agustín sostiene que el verdadero conocimiento proviene de la interioridad iluminada por la divinidad.