El Proyecto Filosófico de René Descartes
René Descartes tiene como objetivo fundamental encontrar un conocimiento absolutamente seguro sobre el que poder fundamentar la ciencia. Considera que la filosofía tradicional se apoyaba en principios dudosos y, por ello, propone un nuevo método basado en la razón.
La Búsqueda de la Certeza Absoluta: La Duda Metódica
Para alcanzar este objetivo, Descartes aplica la duda metódica, una duda voluntaria, provisional y radical que no pretende conducir al escepticismo, sino eliminar todo aquello que pueda ser puesto en duda. En este proceso, Descartes duda de:
- La fiabilidad de los sentidos, ya que en ocasiones engañan.
- La diferencia entre el sueño y la vigilia, pues no siempre podemos distinguir con certeza ambos estados.
- La hipótesis del genio maligno, un ser poderoso que podría engañarle incluso en las verdades matemáticas.
Tras este proceso de duda universal, parece que todo ha quedado en cuestión, pero precisamente en ese momento Descartes descubre las primeras verdades absolutamente indudables.
Las Tres Certezas Cartesianas
Primera Certeza: El Cogito (Yo Pensante)
La primera certeza es el cogito: “Pienso, luego existo”. Descartes se da cuenta de que, aunque dude de todo, no puede dudar de que está dudando, y dudar es una forma de pensar. Incluso aunque existiera un genio maligno que le engañara constantemente, no podría engañarle acerca del hecho de que está pensando, ya que para ser engañado es necesario existir.
Por tanto, el pensamiento demuestra de manera inmediata la existencia del sujeto que piensa. Esta verdad no es el resultado de un razonamiento ni de una deducción lógica, sino una intuición clara y distinta del entendimiento, captada de forma inmediata. El cogito se convierte así en la primera verdad absolutamente cierta y en el punto de partida de todo el sistema cartesiano.
A partir del cogito, Descartes define al ser humano como una sustancia pensante (res cogitans). La esencia del yo consiste en pensar, y en el pensamiento se incluyen todas las actividades de la conciencia, como dudar, afirmar, negar, querer, imaginar y sentir. De este modo, Descartes establece una separación radical entre el alma y el cuerpo, dando lugar a su conocido dualismo antropológico, según el cual el ser humano está compuesto por dos sustancias distintas e independientes: la sustancia pensante y la sustancia extensa.
Segunda Certeza: La Existencia de Dios
La segunda certeza es la existencia de Dios, que resulta imprescindible para poder garantizar la verdad del conocimiento. Descartes analiza las ideas que encuentra en su mente y distingue entre:
- Ideas adventicias: Parecen proceder de los sentidos.
- Ideas facticias: Creadas por la imaginación.
- Ideas innatas: Pertenecen a la razón (entre ellas, la idea de Dios).
Entre estas últimas se encuentra la idea de Dios como un ser infinito, eterno, omnipotente y absolutamente perfecto. Descartes sostiene que esta idea no puede proceder de un ser finito e imperfecto como el ser humano, ya que, según el principio de causalidad, la causa de una idea debe poseer al menos tanta realidad como la idea misma. Por tanto, la idea de un ser infinito solo puede haber sido causada por un ser verdaderamente infinito: Dios existe necesariamente.
Además de este argumento causal, Descartes formula el argumento ontológico, según el cual la existencia pertenece a la esencia de un ser absolutamente perfecto. Del mismo modo que no se puede concebir un triángulo sin tres lados, tampoco se puede concebir a Dios sin existencia, ya que un ser absolutamente perfecto no podría carecer de ella. De este modo, la existencia de Dios se demuestra racionalmente y con total certeza.
La existencia de Dios desempeña un papel fundamental en la filosofía cartesiana, ya que garantiza la validez del conocimiento humano. Dios, al ser perfecto, no puede ser engañador ni permitir que el ser humano se equivoque cuando percibe las cosas de manera clara y distinta. Por ello, todo aquello que el entendimiento capta con claridad y distinción debe ser verdadero. Gracias a Dios, Descartes puede eliminar definitivamente la hipótesis del genio maligno y confiar plenamente en la razón y en las verdades matemáticas.
Tercera Certeza: La Existencia del Mundo Exterior (Res Extensa)
La tercera certeza es la existencia del mundo exterior o de la sustancia extensa (res extensa). Descartes observa que posee ideas de cuerpos materiales que no dependen de su voluntad, lo que indica que no han sido producidas por su imaginación. Si el mundo exterior no existiera y estas ideas fueran falsas, Dios estaría permitiendo un engaño constante, lo cual sería incompatible con su perfección. Por tanto, debe existir una realidad material independiente del pensamiento.
Esta sustancia se caracteriza por la extensión, es decir, por ocupar un lugar en el espacio, y está sometida a leyes matemáticas y mecánicas, lo que permite explicar la naturaleza de forma científica.
Conclusión: El Fundamento del Racionalismo Moderno
En conclusión, las certezas de Descartes son tres: la existencia del yo pensante, la existencia de Dios y la existencia del mundo material. Estas certezas le permiten construir un conocimiento seguro, basado en la razón y en ideas claras y distintas. Gracias a ellas, Descartes puede confiar en la verdad de sus conocimientos y establecer las bases del racionalismo moderno, donde la razón es el principal instrumento para conocer la realidad.
