Virtud y felicidad según la filosofía socrática

La primera raíz antropológica que encontramos en nuestro análisis procede del latín conscientia, cum scientia, es decir, “con conocimiento”. La conciencia se presenta como una ‘voz interior’, que sirve de guía.

Consciencia: Estado mental contrario a la inconsciencia. Funciones mentales relativas al raciocinio y al entendimiento.

Conciencia: Es un término más extenso y global. Hecho de captar o reconocer el sentido más relevante, y a la vez, más escondido de algún aspecto de la realidad.

NIVELES DE CONCIENCIA


Sueño

Los niveles más bajos de conciencia se presentan cuando estamos dormidos, pero incluso en este estado, se pueden diferenciar grados variables según la fase del sueño en la que nos encontremos.

Vigilia

El nivel de conciencia es mayor. Encontramos gradaciones: desde los estados de duermevela, de ensoñación o de alucinación a los más altos estadios de plena lucidez.

Intuición intelectual

En este estadio se situarían los niveles de máxima conciencia derivados, en ocasiones, de ciertas patologías psiquiátricas o producto de algunas prácticas espirituales como la meditación. Podrían indicar la existencia de niveles superiores en la mente del ser humano en los cuales se podría captar de forma directa una “realidad” que transcendería a los sentidos.

Conciencia ética de un mundo ideal

La conciencia en sentido moral no sólo expresaría un mero conocimiento del mundo, sino algo más complejo: un juicio global de valor sobre el mismo.

Evolución HISTÓRICA DEL CONCEPTO DE LIBERTAD


En Grecia, la libertad era un concepto de jurídico-político, pues era libre quien no era esclavo.

¿Cómo se justificaba el hecho de que unos eran ciudadanos y otros no? Por el destino. Este podía derivar del capricho de los dioses, por ejemplo, las vicisitudes que padece Ulises en su accidentado regreso a Ítaca. Pero el destino también puede ser cósmico como el de Edipo.

Con Sócrates, quien atenúa la diferencia entre ser libre y ser esclavo, se apunta la idea de libertad como una realidad interior universal. Sócrates, sin embargo, considera negativamente la libertad individual absoluta, al igual que Platón, pues destruye los cimientos de la sociedad a la anarquía.

En los primeros tiempos del cristianismo se agudizó esa tendencia de entender la libertad como conciencia interior.

Frente a la racionalidad griega, se desarrollo la idea de la voluntad del ser humano como causa única de sus propias acciones. Durante la Edad Media acabó confundíéndose la definición de libertad con la de libre albedrío.

 A partir del Renacimiento y durante toda la Edad Moderna, la idea de libertad no sólo se reformulará, sino que incluso se llegará a cuestionar su propia existencia.

Este cambio obedece a una serie de circunstancias: critica a los principios metafísicos de la Edad Media.

En la Ilustración: Kant, se reconoce que la libertad tiene un carácter moral. A partir del Siglo XIX, el concepto de libertad se retoma en su original acepción griega, como un conjunto básicamente político.

A partir del Siglo XX sigue abierto el debate.


LAS ÉTICAS DE LA FELICIDAD


Todas las épocas y civilizaciones siempre ha existido una preocupación por los intereses, emociones y obligaciones de los seres humanos.

Temas como la felicidad, la virtud, el placer, la justicia y el bien están presentes en todas las culturas.

LA FELICIDAD COMO VIRTUD

En general, la ética griega se caracteriza por ser teológica y eudemonista. Son teológicas existe un fin y que moralidad de las acciones se mide en relación con ese. Dentro de las teleologías destacan las del tipo eudemonistas que consideran que el don de la vida humana es la eudemonía o la uníón entre la felicidad y la virtud.

La felicidad consiste en el desarrollo de las virtudes éticas o del carácter y el ejercicio  de la frónesis o prudencia.

Ideal de la persona entregada a los placeres

Se trata del individuo que obedece las leyes sólo por temor al castigo.

– Ideal del nombre prudente y virtuoso. Consiste en la persona virtuosa implicada plenamente en la vida de la ciudad y que se rige por la prudencia.

– Ideal del sabio. Se trata del individuo que tiene una vida contemplativa perfecta, enfocada a la virtud de la sabiduría.

El ideal del sabio puede ser un referente, el ideal del hombre prudente y virtuoso presupone un ámbito, la sociedad o polis, donde el individuo puede realizar su vida feliz. La felicidad se alcanza al comportarse virtuosamente.

El entendimiento práctico o prudencia nos ayuda a controlar y dominar las pasiones para así lograr la felicidad.

LA FELICIDAD COMO PLACER


El epicureísmo es una corriente filosófica que se desarrolla en la época helenística y romana. Epicuro de Samos.

Al igual que todos los eudemonistas, los pensadores de esta escuela identifican al hombre virtuoso con el hombre feliz. No obstante, a diferencia de Aristóteles, la felicidad consiste para ellos en alcanzar el máximo grado de placer posible. Dicho placer debe ser el fin que guie la vida. ‘Se caracteriza esencialmente por la ausencia de sufrimientos corporales y de turbación del alma’.

Según Epicuro, la persona sabia y virtuosa debe buscar únicamente la satisfacción plena de los deseos naturales y necesarios. En resumen, para Epicuro no hay que abandonarse al primer impulso o deseo y sí considerar las consecuencias de cada acción. Hay que buscar los placeres tranquilos, sosegados y moderados.

LA FELICIDAD COMO UTILIDAD


El fin del ser humano consiste en la búsqueda de la felicidad. Sólo el placer, ya sea corporal, intelectual o moral, y la huida del dolor son sentimientos universales que pueden definir la felicidad. Esto obedece a que todos los seres humanos entienden que el placer es bueno y el dolor es malo. A su vez, este identifica lo útil con lo bueno, puesto que aquello que me resulta beneficioso para aumentar mi felicidad lo considero necesariamente adecuado para mí.

Este utilitarismo individual conduce al egoísmo. De ahí que sea necesario establecer  el “principio de la felicidad”, lo formula de esta manera: para que nuestras acciones sean consideradas morales deben asegurar la mayor cantidad posible de felicidad para el mayor número posible de individuos.

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