La Filosofía Empirista de David Hume: Conocimiento y Crítica Metafísica

1. Noción de Conocimiento: Racionalismo vs. Empirismo

1.1. El Límite Racionalista: Principio de No-Contradicción

Para el racionalismo, la razón tiene su límite en el principio lógico de no-contradicción. Este es el principio fundamental de lo que Leibniz denominaba «verdades de razón», principalmente verdades lógicas y matemáticas. Son necesarias y su contrario implica contradicción. Este principio es el límite del pensamiento racional; nos resulta imposible pensar o imaginar aquello que implica contradicción lógica.

1.2. La Perspectiva Empirista de Hume: Relaciones de Ideas y Cuestiones de Hecho

Hume está de acuerdo en las propiedades propias de las verdades lógicas y matemáticas, a las que denomina «relaciones de ideas», y en los límites de estas. Una característica de las relaciones de ideas, según Hume, es que no nos ofrecen información alguna sobre el mundo. Hume no aceptará la extensión del método deductivo a las verdades fundadas en la experiencia, las «cuestiones de hecho».

Para el empirismo, la experiencia es la única fuente del conocimiento y su límite, ya que no podemos trascender un conocimiento que vaya más allá de la experiencia. No es posible poseer un conocimiento deductivo sobre hechos.

1.3. El Principio de Copia: Fundamento del Conocimiento Humeano

Para Hume, en referencia a las verdades de la experiencia, suponer lo contrario no implica contradicción lógica. Según Hume, todo nuestro conocimiento proviene de la experiencia: las ideas son copias de las impresiones, más intensas. Este es el primer principio de la ciencia de la naturaleza humana, el principio de copia. Este principio se define mediante dos argumentos:

  • El primero afirma que toda idea procede de otras ideas (copias de impresiones) o es copia de una impresión.
  • El segundo argumento afirma que sabemos que las ideas son copias de impresiones, ya que quienes carecen de un sentido no pueden tener cierto tipo de sensaciones y, por tanto, la idea que les corresponde. Asimismo, quienes carecen de impresiones previas de un objeto no tienen su idea, como tampoco se pueden tener las ideas de pasiones o emociones que nunca se han tenido. Finalmente, no podemos concebir el tipo de ideas que podrían tener seres dotados de sentidos y facultades distintos de los nuestros.

Este criterio de Hume convierte el principio de copia en un principio epistemológico y semántico. Su aplicación permitirá hacer una crítica de la metafísica que dejará sin validez la pretensión racionalista de un conocimiento que no se origine en la experiencia y establecerá los límites del conocimiento: permite distinguir las ideas verdaderas de lo que son términos vacíos de significado o ficciones.

2. La Culminación del Empirismo: David Hume y su Crítica a la Metafísica

Con Hume, el empirismo inglés alcanzará su culminación doctrinal, adquiriendo fuerza revolucionaria. Inicia el movimiento que lleva a las modernas filosofías antimetafísicas. Fue considerado en su época como un escéptico peligroso. Considera a la metafísica como resultado de un infructuoso esfuerzo de la vanidad humana que quiso penetrar en una esfera de objetos absolutamente inasequible para el entendimiento. Para hacer verdadera filosofía, debemos inquirir previamente el poder y la capacidad del entendimiento humano. Al quedar disueltos con su crítica la sustancia y la causalidad, se le quita a la metafísica el fundamento que la sostenía.

Hume establece un criterio empirista para mostrar cuándo una idea es verdadera, cuándo le corresponde una impresión y cuándo no es una ficción. El límite de nuestros conocimientos son las impresiones sensibles, es decir, la experiencia. Este criterio empirista de verdad tiene una serie de consecuencias para la filosofía, sobre todo la tradicional, pues sobre ella recae cierta sospecha. Hume criticará los pilares de la metafísica: el principio de causalidad, la sustancia extensa, la pensante finita y la pensante infinita.

En la sección IV de la Investigación sobre el Entendimiento Humano, Hume añade un segundo principio, conocido como la «horquilla de Hume», que consiste en que solo hay dos tipos o modos de conocimiento:

  • Relaciones de ideas: Este tipo de conocimiento no se refiere a hechos, sino a la relación existente entre las ideas. Aun cuando estas ideas procedan de la experiencia, la relación entre las mismas es independiente de los hechos. A este tipo de conocimiento pertenecen la lógica y la matemática. Son verdades necesarias y también a priori. Hume subdivide los enunciados sobre relaciones de ideas en aquellos que son intuitivamente ciertos y aquellos que son demostrativamente ciertos.
  • Cuestiones de hecho: El conocimiento de hechos tiene como justificación la experiencia y las impresiones. A este conocimiento pertenecen el resto de las ciencias. Las cuestiones de hecho constituyen un tipo de verdad que es probable (pueden ser negadas sin contradicción) y a posteriori (su verdad depende de la experiencia).

3. Crítica Humeana a los Pilares Metafísicos

3.1. Crítica al Principio de Causalidad

En Descartes, este principio afirma la existencia de Dios como causa de la idea de infinito en nuestra mente. En Locke, también es usado para aceptar la existencia de la realidad exterior. Para Berkeley, la causa de nuestras ideas es Dios, por lo que el principio de causalidad es un principio fundamental de demostración.

La causalidad es la relación entre dos hechos: cuando se da uno (la causa) se da necesariamente el otro (el efecto). Hay entre ellos una contigüidad y una sucesión temporal, además de una conexión necesaria.

Hume se pregunta de qué impresión proviene esta necesidad. No puede ser de la experiencia, pues no existen impresiones del futuro. A priori, no podemos saber las causas que producen un hecho. El efecto es totalmente diferente a la causa y, en consecuencia, no puede ser nunca descubierto a partir de ella. Las causas y efectos se descubren por la experiencia. Según Hume, existe una contigüidad espacial y una sucesión temporal.

Esta concepción de la causalidad iba contra las pretensiones de la metafísica escolástica y racionalista que trataban de demostrar a priori cuestiones de hecho como la existencia de Dios, la realidad corpórea y el yo. El principio de causalidad, «todo lo que comience a existir tiene una causa», no tiene ninguna justificación: no es un principio lógico ni puede provenir de la experiencia.

La fuerte convicción que tenemos de que los hechos están necesariamente conectados proviene de la costumbre o hábito de haberlos visto siempre juntos. Esto produce en nosotros un sentimiento de necesidad, que resulta reforzado cada vez que se observa un nuevo caso. La constancia del pasado genera en nosotros la creencia de que el futuro será igual, pero el hábito o costumbre no es un fundamento racional. La ciencia no constituye un cuerpo de verdades racionales, sino que sus verdades son probabilísticas. El conocimiento de la naturaleza se basa en la experiencia.

3.2. Crítica a la Idea de Sustancia (Yo, Mundo Exterior, Dios)

Hume, siguiendo el criterio empirista de significación, demostrará que cuando nos referimos a las sustancias no sabemos a qué nos referimos, ya que no sabemos de qué impresión proviene esta idea.

En cuanto a la existencia extrasensorial de un mundo de objetos corpóreos, la imposibilidad de justificación de ese mundo no conlleva necesariamente su negación, pues su desconocimiento queda suplido por la creencia en el mismo. Para Hume, el límite del escepticismo reside en nuestra naturaleza, que nos proporciona la creencia en una realidad exterior.

¿De qué impresión puede provenir la idea de yo (identidad personal), alma o persona? Hume argumenta: «Nunca puedo aprehenderme a mí mismo sin una percepción.» Rechaza la idea de que somos conscientes de un yo que sea simple en sí mismo e idéntico a lo largo del tiempo, dado que no tenemos impresión de ello. El hombre es una colección de percepciones diferentes que están en continuo flujo y movimiento, y la tendencia a enlazar todas nuestras percepciones proviene de la imaginación y la memoria.

En cuanto a la existencia de Dios, toda nuestra idea de una deidad no es más que una composición de aquellas ideas que adquirimos al reflexionar sobre las operaciones de nuestras propias mentes. Dios no es objeto de impresión alguna, por lo que no se puede afirmar o negar su existencia. La postura humeana es agnóstica.

4. Escepticismo y Naturalismo Humeano

El escepticismo con respecto a la causalidad y con respecto a Dios, el yo y la realidad exterior, podría parecer que mostraran la debilidad de la mente, incapaz de demostrar los principios fundamentales sobre los que se asienta la realidad. Según Hume, frente al escepticismo, la naturaleza humana acude en nuestra ayuda, reconciliando el escepticismo con el naturalismo.

Para él, la metafísica no es una ciencia, sino un pseudosaber, que surge de esfuerzos estériles de la vanidad humana y de la astucia de las supersticiones populares. En la Investigación sobre el Entendimiento Humano, introdujo un ensayo sobre los milagros que no había publicado en el Tratado de la Naturaleza Humana. El milagro no tiene a su favor la evidencia de la experiencia sensible; supone una violación de las leyes de la naturaleza de las que sí tenemos evidencia. En la sección XI, critica la idea de Providencia y vida futura. Concluye condenando todo conocimiento que vaya más allá de su «horquilla»: todos los libros que no contengan algún razonamiento abstracto sobre la cantidad y el número o algún razonamiento experimental acerca de cuestiones de hecho o existencia, deben ser arrojados al fuego, pues no pueden contener más que sofistería e ilusión.

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