La coherencia entre los principios del conocimiento, los instrumentos del conocimiento y el resultado de conocimiento del proceso de conocimiento

Kant nacíó en 1724 en Konigsberg. Fue un hombre de su tiempo: además de los ideales culturales de la Ilustración que recorrían Europa, podemos encontrar en su pensamiento la huella de movimientos y acontecimientos sociales y políticos decisivos como la Revolución francesa o las guerras napoleónicas, entre otros. En 1740 Kant ingresó en la Universidad de Königsberg, donde estudió, entre otras disciplinas, la filosofía académica y racionalista de Wolff y la física de Newton. Finalizados los estudios universitarios, ejercíó como preceptor de jóvenes de la nobleza prusiana. Poco después se convirtió en profesor de la Universidad de Königsberg. Kant demostró una formación integral y enciclopédica, ya que dio cursos regulares de las materias más diversas: lógica, matemática, antropología, ética, pedagogía, ciencias naturales, metafísica, teología, geografía… Sus obras más relevantes son:
Crítica de la razón pura (1781), donde comenzaron sus años más productivos y brillantes;
Prolegómenos a toda física futura que quiera presentarse como ciencia (1783), donde expuso lo mismo, pero de manera más accesible.
Fundamentación de la metafísica de las costumbres (1785);
Crítica de la razón práctica (1788); y Crítica del juicio (1790), es su última obra, con la que aspiraba a establecer una síntesis de las críticas anteriores. 

ÉTICA

 Hay dos tipos de ética. Por un lado, encontramos la ética teleológica, en la que no importa la acción sino el fin. Se llama fin teleológico. Por otro lado, en la ética deontológica no importa el fin, sino la acción, ya que entraríamos en una ética egoísta, puesto que el fin es bueno o malo dependiendo de quien lo mire. En definitiva, es independiente la acción del fin e importará si la acción que hagamos está bien o mal, no si lo hacemos para conseguir un fin. A partir de la ética deontológica llegaremos a la verdad universal de que mentir, por ejemplo, está mal lo hagamos con el fin que lo hagamos. Kant era defensor de la ética deontológica. Además, establecerá dos principios, en los que lo que importa es la buena voluntad, sin importar si algo está bien o mal. Partiendo de la ética teleológica y deontológica, Kant desarrolla dos éticas: la ética teleológica da lugar a las éticas materiales. Las éticas materiales identifican un bien concreto. Mis acciones serán buenas o malas dependiendo de si me dan placer o no. Son éticas a priori, ya que necesitamos la experiencia para saber si algo nos da placer y si esa acción es buena o mala. Se formulan imperativos hipotéticos, puesto que sin la experiencia no vamos a saber si, por ejemplo, me va a sentar bien una mariscada. Estos imperativos dependen de las circunstancias, ya que dependiendo de la situación hacer algo estará bien o mal. Por último, son éticas heterónomas, ya que se obtiene de fuera el criterio sobre si lo que hacemos está bien o mal; y de la ética deontológica nacen las éticas formales. Las éticas formales no identifican un bien, la acción no estará bien o mal dependiendo de algo, sino que llegaremos a unas reglas que establecerán lo que está bien y mal. Son éticas a priori, puesto que antes de hacer la acción ya sabemos que está mal porque conocemos las reglas. Se formulan imperativos categóricos, ya que sabemos si algo está bien o mal sin necesidad de la experiencia. Estos imperativos no dependen de nada, sino que se aplican a todas las cosas. Son éticas autónomas, ya que sé por mí mismo si lo que hago está bien o mal. Kant dirá que nuestra ética deber ser formal. Para Kant cuando actuamos tenemos que hacerlo por deber. Nuestras acciones tienen un valor, y pueden ser conformes al deber o contrarias al deber. A partir de un proceso de reflexión basado en hacernos preguntas llegaremos al imperativo categórico. Según Kant, tenemos que actuar con buena voluntad, no importa que mintamos a alguien, por ejemplo, si lo hacemos para que no haga el ridículo. Es decir, para Kant, si actuamos por buena voluntad, siempre obraremos bien, porque para Kant la buena voluntad es lo único absolutamente bueno. Dentro de la buena voluntad, encontramos la máxima, el principio que nos mueve a realizar una acción. El último paso para que algo se convierta en un imperativo categórico es que se convierta en una ley universal que pueda cumplir todo el mundo a priori. De esta manera, alguien sabrá qué acciones está mal sin necesidad de realizarlas.

TEORÍA DEL CONOCIMIENTO

En cuanto a la teoría del conocimiento, la doctrina kantiana del conocimiento parte de una distinción fundamental entre dos fuentes de conocimiento: la sensibilidad y el entendimiento. Sensibilidad: Es pasiva y se limita a recibir las impresiones procedentes del exterior -colores, sonidos, de sensación. Entendimiento: Es activo y produce espontáneamente ciertos conceptos e ideas sin derivarlos de la experiencia Clasificamos los juicios en analíticos y sintéticos. Los juicios analíticos no aumentan el conocimiento y, sin embargo, los sintéticos aumentan nuestro conocimiento. Al mismo tiempo, los juicios pueden ser a priori o a posteriori. A priori quiere decir que es previo a la experiencia, por ejemplo, los altos no son bajos, y a posteriori es posterior a la experiencia, por ejemplo, si me gustan las palomitas, primero he tenido que probarlas. Kant dice que la ciencia tiene que ser juicios sintéticos a priori. El problema es que la ciencia es a posteriori, puesto que son hechos que se demuestran. Sin embargo, para Kant es a priori.

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