Epicureísmo
El Epicureísmo es una corriente filosófica desarrollada en el período helenístico por los seguidores de Epicuro (s. IV-III a.C.). Epicuro fundó su primera escuela en Mitilene (311 a.C.), luego en Lámpsaco (312 a.C. según el texto original, aunque otras fuentes suelen indicar 310 a.C.) y, finalmente, en Atenas, fundó la escuela llamada El Jardín, dado que era un jardín donde se reunían.
El Epicureísmo tuvo un carácter polémico, por lo que fue blanco de las críticas de otras escuelas filosóficas, principalmente de los cristianos. Estas críticas, muchas veces, correspondían a una manipulación y tergiversación del Epicureísmo, que ha sido frecuentemente malinterpretado a lo largo de la historia, aunque ha resurgido en diferentes épocas, sobre todo en el Renacimiento y en la Modernidad con figuras como Marx y Nietzsche, por ejemplo. El sistema teórico y el ideal de vida epicúreo representaban una gran coherencia, por lo que la mayoría de sus discípulos siguieron sus doctrinas con pocas modificaciones; respetaban mucho a su maestro, por lo que decían: “Compórtate siempre como si Epicuro te viera”.
Epicuro se acercaba a las concepciones fundamentales de los cirenaicos y partía de una doble necesidad sobre la cual estaba basada su doctrina:
- Eliminar el temor a los dioses. Estos son concebidos como seres tan perfectos que están más allá del alcance del hombre y de su mundo, por lo que son indiferentes a los destinos humanos.
- Desprenderse del temor a la muerte: mientras se vive, no se tiene sensación de muerte y, cuando se está muerto, no se tiene sensación alguna.
La felicidad se consigue con la autarquía (autosuficiencia) y con la ataraxia (tranquilidad), por lo que no se recomienda ocuparse de la vida política, buscando en cambio una vida retirada y serena. Las verdaderas necesidades del hombre son las elementales (comer, beber, tener abrigo). Podríamos reducir la felicidad al placer (entendido no como un goce material desmedido, sino como la ausencia de dolor físico —aponía— y turbación del alma —ataraxia—), a la eliminación de dolores o a la serenidad. El placer debe ser conseguido sin que ninguna afección o turbación compita con él.
Escolástica
La Escolástica (del latín scholasticus, «el que enseña o estudia en la escuela») es un término que, desde el Renacimiento, se aplica al pensamiento filosófico que se desarrolló a lo largo de la Edad Media (en este caso, 476-1453 d.C.). La Escolástica dominó por completo la vida intelectual de este período en la Cristiandad. Sin embargo, además de la escolástica cristiana, existen también, con iguales derechos, una escolástica árabe y una escolástica judía, que se comunicaron e influyeron entre sí.
En un sentido estricto, en el Occidente cristiano se llama Escolástica a la filosofía y teología que se enseñaba durante el período de la Edad Media; es decir, la filosofía medieval, propiamente la ciencia que se impartía en las escuelas. La Escolástica occidental medieval tiene entre sus figuras fundamentales a Agustín de Hipona (considerado un importante precursor), Tomás de Aquino y Guillermo de Ockham.
Toda esta filosofía se caracteriza por un doble y, a menudo, problemático recurso a la autoridad (principalmente las Sagradas Escrituras, los Padres de la Iglesia y filósofos como Aristóteles), la fe y la razón. Estas últimas se aplican de manera creciente a la interpretación de la autoridad y al libre juego de la reflexión propia, bajo el lema agustiniano “fides quaerens intellectum” (la fe que busca comprender).
El Método Escolástico
El método escolástico se elaboró con el objetivo de ser un instrumento didáctico y alcanzó su pleno desarrollo con la llegada de las universidades medievales (siglos XII y XIII). Sus instrumentos fundamentales eran:
- La lectio (lección o lectura de textos): Consistía en la lectura y comentario de textos considerados autoridades (la Biblia, obras de Aristóteles, sentencias de Pedro Lombardo, etc.).
- La disputatio (discusión pública): Podía ser de dos tipos:
- La quaestio disputata ordinaria (cuestión disputada ordinaria): Realizada dos o tres veces por semana, consistía en la discusión de un tema predeterminado por el maestro, quien, tras escuchar los argumentos a favor y en contra, debía dar una respuesta final o solución (determinatio).
- La quaestio de quolibet (cuestión extraordinaria o quodlibetal): Se discutía públicamente sobre cualquier tema (de quolibet) propuesto por los asistentes, generalmente en períodos especiales como Adviento o Cuaresma. El maestro debía responder a todas las cuestiones planteadas.
Estoicismo
El Estoicismo es una corriente filosófica del período helenístico cuyo nombre proviene del lugar en el que su fundador, Zenón de Citio (ca. 333-263 a.C.), ubicó la sede de la escuela: la Stoa Poikilé (Pórtico Pintado) en el ágora de Atenas. Además de Zenón, otros filósofos estoicos destacados incluyen a Cleantes, Crisipo, y posteriormente, en la etapa romana, a Séneca (de origen hispano), el emperador Marco Aurelio y Epicteto (quien fue esclavo).
Los estoicos dividían la filosofía en tres partes:
- Lógica: La lógica formal estoica es principalmente una lógica de las proposiciones y no de los términos (como la aristotélica). Esboza una importante teoría semiótica al distinguir en el signo entre el significante (la palabra, lo material), el significado o lektón (lo expresado, incorpóreo) y el objeto o referente. Su teoría del conocimiento es empirista (el conocimiento proviene de la sensación) y naturalista.
- Física: En física, desarrollan una teoría corporeísta o pansomática (todo es cuerpo; lo único incorpóreo es el vacío, el lugar, el tiempo y el lektón o significado) y panteísta-materialista (Dios es el mundo y el mundo es Dios, identificado con el Logos o Razón Universal, que es un fuego artesano o pneuma, un principio activo y material que penetra toda la materia pasiva). Todos los cuerpos (incluidos el alma humana y el Logos divino) están hechos de dos principios inseparables: la materia (principio pasivo) y el Logos (principio activo). El universo consiste en un cambio continuo que sigue unos ciclos cósmicos eternos, siempre idénticos, en un proceso de eterno retorno que termina con una conflagración universal (ekpyrosis), seguida de una palingénesis o reconstrucción del cosmos.
- Ética: La ética estoica se funda en un determinismo cósmico. Ante esto, la actitud del sabio es aceptar el destino (fatum), ya que todo está regido por la providencia del Logos. Todo es racional y justo. La virtud consiste en vivir conforme a la naturaleza, es decir, conforme a la razón. Así, se sustenta una inmortalidad relativa del alma (que perviviría hasta la conflagración universal). La muerte es la separación de alma y cuerpo. La máxima estoica fundamental es: “Vive de acuerdo con la naturaleza”. Contra las pasiones (consideradas errores del juicio y movimientos irracionales del alma), proponen la apatía (apatheia) o imperturbabilidad, que no es insensibilidad, sino ausencia de pasiones perturbadoras. Esta permite alcanzar la eutimia (alegría serena) y la eudaimonia (felicidad, entendida como el florecimiento humano que se logra viviendo conforme a la virtud). Los sabios estoicos aconsejaban el suicidio (exagogé) antes que verse forzados a actuar en contra del deber o cuando las circunstancias externas impedían una vida virtuosa y racional.
Los estoicos participaron activamente en política (especialmente los de la Stoa media y nueva) y defendieron tesis avanzadas para su tiempo, como el cosmopolitismo (la idea de que todos los seres humanos son ciudadanos de un mismo estado universal, regido por el Logos) y, en algunos casos, propugnaron la abolición de la esclavitud o, al menos, un trato más humano hacia los esclavos, reconociendo la dignidad inherente a todo ser humano.
Racionalismo
El contexto en el que surge el Racionalismo, principalmente el siglo XVII, se enfrenta a una crisis de la autoridad de la razón tal como se entendía en la filosofía escolástica, la cual, para muchos pensadores de la época, había perdido fuerza creativa y se había anquilosado en disputas estériles. Es también la época del Barroco, que en muchos aspectos supone una crisis de la sensibilidad clásica, una ruptura del equilibrio renacentista y una expresión de la necesidad de vivir apasionadamente, así como una profunda reflexión sobre la apariencia y la realidad.
Del Racionalismo se pueden dar dos definiciones:
- Sentido amplio: Se refiere a una actitud filosófica de confianza en la razón como la facultad primordial y adecuada para el conocimiento de la realidad, capaz de alcanzar la verdad por sí misma. En este sentido, no es exclusivo de una época y se puede encontrar en filósofos como Platón, Aristóteles, Agustín de Hipona, Tomás de Aquino, Descartes, Hegel, etc.
- Sentido estricto: Se refiere a la corriente filosófica que surge y se desarrolla en Europa continental durante el siglo XVII (principalmente en Francia, Holanda y Alemania) y que tiene como principales representantes a René Descartes, Baruch Spinoza y Gottfried Wilhelm Leibniz.
Características del Racionalismo (en sentido estricto)
- Confianza plena en la razón: Se considera la razón como la fuente principal y el criterio último del conocimiento verdadero, capaz por sí misma de alcanzar certezas metafísicas sobre Dios, el alma y el mundo.
- Defensa de las ideas innatas: Sostiene que nacemos con ciertas ideas o principios fundamentales del conocimiento (como la idea de Dios, los principios lógicos, etc.), que no derivan de la experiencia sensible, sino que son inherentes a la propia razón. A partir de estas, es posible obtener las demás ideas y construir el sistema del mundo.
- La razón como facultad sistemática y deductiva: Se busca construir sistemas filosóficos deductivos, ordenados y coherentes, donde las verdades se deriven lógicamente de principios evidentes.
- Razón dogmática (inicialmente): Se confía en el poder de la razón para conocer la esencia de la realidad sin haber realizado previamente una crítica exhaustiva de sus límites y capacidades (crítica que emprenderá Immanuel Kant posteriormente, en respuesta tanto al racionalismo como al empirismo).
- Búsqueda de un método universal y riguroso: Se considera crucial encontrar un método seguro y eficaz para dirigir bien la razón y alcanzar la verdad. El modelo para este método se encuentra en las matemáticas (more geometrico), por su rigor deductivo y la certeza de sus demostraciones. Se busca establecer unas definiciones claras y unos axiomas evidentes de los que pueda deducirse con certeza y necesidad un sistema filosófico cerrado y completo. Un ejemplo paradigmático es el Discurso del método de Descartes.
- Subjetivismo y el problema del conocimiento del mundo exterior: El punto de partida suele ser la conciencia del sujeto pensante (el cogito cartesiano). Las cosas del mundo exterior no son conocidas directamente en sí mismas, sino a través de las ideas que tenemos de ellas. Esto plantea el problema de cómo podemos estar seguros de la existencia y naturaleza del mundo exterior a nuestra mente. La realidad extramental ha de ser, en cierto modo, deducida o su existencia demostrada a partir de la certeza de la propia existencia como ser pensante y de la idea de un Dios veraz.
- Superación del escepticismo: A pesar del punto de partida en la duda metódica (en Descartes), la confianza radical en la razón y en la existencia de un Dios bueno y veraz (que no nos engaña) permite a los racionalistas superar el escepticismo y afirmar la posibilidad de un conocimiento cierto y universal.
- Construcción de grandes sistemas metafísicos: Los racionalistas se dedicaron a construir ambiciosos sistemas metafísicos que intentaban explicar la totalidad de lo real: la naturaleza de Dios (sustancia infinita), la estructura del mundo (sustancia extensa) y la naturaleza del alma humana (sustancia pensante), así como sus interrelaciones.