Formalismo moral de Kant y críticas de Nietzsche y Hume

Explica el formalismo moral (ética) de Kant

La ética kantiana es deontológica porque se basa en el deber. Lo único que puede considerarse bueno es la buena intención. Actuar según la buena voluntad o por deber son equivalentes:

  • Acuar por deber es lo contrario de actuar por intereses, móviles o inclinaciones.

  • Actuar por deber no es lo mismo que actuar conforme al deber.

Para Kant, se pueden establecer infinitas normas de conducta que pueden recogerse en una única que es la esencia de la acción moral, el imperativo categórico:

  • Es un imperativo porque el deber obliga la voluntad: el deber y, por tanto, la acción moral, imposición.

  • Es categórico, para que la acción moral, no pueda considerarse como medio, sino como fin.

Es universal sirve para todos los casos, y necesario, tiene que ser así y no de otro modo.

Las acciones hechas por imperativo categórico se califican como buenas en sí.

Sus formulaciones son:

  • Actúa de manera que tu acción pueda convertirse en norma universal.

  • Procede de modo que puedas tratar a la humanidad, tanto en tu persona como en la de los demás siempre como un fin en sí mismo y nunca como un medio. Esto resalta la dignidad del ser humano frente al resto de la naturaleza.

  • Los postulados de la razón práctica son: la libertad, la inmortalidad del alma y Dios, para que la vida moral sea posible.


El método cartesiano

El proyecto de Descartes consiste en construir mediante la razón un sistema de proposiciones ciertas, fundamentado en principios verdaderos e indudables. Los primeros trabajos de Descartes están relacionados con la matemática: consideraba que era posible conseguir una representación matemática del mundo, y planteó la idea de una mathesis universal, «una ciencia general que explique todo lo que podemos preguntarnos sobre el orden y la medida».

Considera que el método matemático es aplicable a cualquier otra ciencia. La razón es la misma para todos los seres humanos.

El saber sea también uno: hay una sola ciencia con diversas ramificaciones y, por tanto, un único método científico aplicable a todas las ramas de saber.

Para eso habrá que empezar por los cimientos: la metafísica. Es necesario formular reglas y unas normas morales. Sus reglas son:

  • Evidencia: No caer en la precipitación y admitir únicamente como verdadero aquello que se presente a nuestra razón como evidente.

  • Análisis: descomponer los conocimientos hasta llegar a los elementos más simples, de manera que podamos llegar a percepciones claras, a intuiciones.

  • Síntesis: a partir de las ideas simples reconstruir lo más complejo.

  • Enumeración: Revisar y comprobar todo el proceso de análisis y síntesis.

Surge la duda metódica como exigencia en el momento de análisis, teniendo características propias:

  • Es universal y radical.

  • Es metódica y no escéptica.

  • Es teorética.

Razones para justificar la necesidad de esa duda:

  • El engaño de los sentidos.

  • La imposibilidad de distinguir la vigilia del sueño.

  • La hipótesis del genio maligno.


Crítica de los conceptos metafísicos Hume

La crítica de Hume empieza por el concepto fundamental de la metafísica, el de sustancia, que designa un conjunto de cualidades que nos hemos acostumbrado a encontrar juntas, pero que no se corresponde con una impresión. Hume analiza las tres sustancias cartesianas tradicionales:

• Realidad material. No podemos saber si existen objetos fuera de nosotros, puesto que solo conocemos las impresiones, y no una realidad distinta de las impresiones (aunque nuestro instinto de creer en la realidad no puede eliminarse, porque es útil para la vida).

• Dios. Los argumentos que pretenden demostrar la existencia de Dios se basan en una inferencia causal (Dios como causa de la realidad o del hombre). No son válidos porque relacionan una impresión (la realidad) con algo de lo que no tenemos impresión (Dios).

• Yo. Los filósofos anteriores lo explicaron como una intuición. Hume no puede, por tanto, aplicarle la crítica a la causalidad, pero argumenta que solo tenemos intuiciones de nuestras impresiones, y el yo no puede ser una impresión, sino una realidad permanente donde van a parar las impresiones. Puesto que el yo no puede justificarse racionalmente, Hume lo explica recurriendo a la memoria: nuestra identidad se basa en la memoria, que reconoce la conexión entre las impresiones que se suceden (confundimos sucesión con identidad).


Ética utilitarista Mill

• Es teleológica. Considera que las acciones no tienen un sentido en sí mismas sino por la finalidad a la que tienden.

• Es consecuencialista. Las acciones son buenas en función de sus efectos, sus consecuencias y su utilidad, y no por sus intenciones.

El fin de toda acción es alcanzar la felicidad, que se define como el placer o ausencia de dolor. Todo ser humano aspira a la felicidad, es decir, a obtener placer y no sufrir. Mill identifica, por tanto, la felicidad con el placer o bienestar.

Mill define la utilidad o principio de mayor felicidad como el criterio de moralidad, que permite distinguir entre acciones buenas y malas. La acción buena es aquella que beneficia al mayor número de personas y que les proporciona placer y felicidad. Por el contrario, un acto que solo provoca dolor entre los afectados se considera un acto malo. El utilitarismo es, por tanto, una doctrina según la cual el fundamento de la moral reside en la utilidad.

Los placeres pueden jerarquizarse en placeres inferiores (relacionados con las pasiones) y superiores (relacionados con el intelecto). El ser humano aspira a los placeres intelectuales, que son los más difíciles de alcanzar. Las personas tienen la capacidad de desarrollar sus facultades más elevadas mediante el estudio y el conocimiento. Este aprendizaje es el que le depara mayores placeres.

La felicidad se basa, principalmente, en la dignidad humana y el respeto por uno mismo. Solo se puede ser feliz si las personas más próximas son felices. La felicidad no es, por tanto, individual sino solidaria.


Crítica a la sociedad capitalista Marx

En el modo de producción capitalista, el trabajador se ve obligado a vender su fuerza de trabajo a cambio de un salario, y el producto de su trabajo se convierte en una mercancía, que tiene un valor de cambio real (que se mide en dinero y viene determinado por el tiempo necesario para producir la mercancía), y un valor de cambio de mercado (el valor en dinero del producto en el mercado, que depende de la ley de la oferta y la demanda). La diferencia entre lo que el obrero recibe por su trabajo y lo que el producto cuesta en el mercado genera un beneficio, la plusvalía, que se queda en manos del capitalista y no retorna al trabajador, que lo ha generado. La plusvalía supone una distribución desigual de la riqueza, y hace que el trabajador se sienta esclavo de sus propios productos, alienado en su trabajo.


La alienación y sus formas Marx

El concepto de alienación estaba ya en Hegel (la idea sale de sí misma y se exterioriza en la naturaleza) y en Feuerbach (alienación religiosa). En Marx, se aplica a una clase social concreta, el proletariado. El hombre se proyecta en el producto de su trabajo: cuando el trabajador considera este producto como algo ajeno a él, se produce una alienación, un distanciamiento de él mismo, una deshumanización.

Marx considera diferentes tipos de alienación, pero todas derivadas de la económica:

• Alienación económica. El trabajo no es creativo, sino forzado y repetitivo, lo que hace que el trabajador se sienta como una mercancía en manos del capitalista, y que se enfrente con la otra clase social, la burguesía.

• Alienación social y política. El resultado de lo anterior es una sociedad dividida en clases y un Estado que se convierte en un poder enemigo.

• Alienación religiosa. La religión ofrece consuelo ante esta situación, pero frena la transformación social: es «el opio del pueblo».


Explica en qué consiste la crítica a la moral de Nietzsche

Nietzsche rastrea etimológicamente los conceptos de bueno y malo, y descubre que en un principio no tenían sentido moral, sino únicamente estamental. Los aristócratas se denominaban a sí mismos buenos, y denominaban malos a los plebeyos.

Cuando los plebeyos se rebelan, movidos por el resentimiento, invierten los valores y les dan un sentido moral. Se produce la transmutación de los valores: la moral de los señores, de afirmación de la vida, de imposición de la voluntad de poder (voluntad de superación que es una fuerza vital irracional) es entonces suplantada por la moral de los esclavos, propia del hombre plebeyo, servil, que forma parte del rebaño y, puesto que no puede alcanzar los valores de los señores, crea unos valores que niegan la vida y que son producto del resentimiento. Esta moral contranatural se ha impuesto en Occidente y ha creado una civilización enemiga de la vida. Su base filosófica se encuentra en el platonismo y el cristianismo.


Explica en qué consiste la crítica a la metafísica de Nietzsche

Sócrates impuso el pensamiento lógico y racional. Platón infravaloró el mundo sensible y creó la ilusión del mundo verdadero, colocando las esencias de las cosas en un mundo aparte. Separó así la apariencia de la esencia (para Nietzsche la apariencia es lo único que existe, y los conceptos metafísicos —sustancia, causa, finalidad, cosa en sí— nos alejan de esta única realidad).

El cristianismo es un platonismo para el pueblo: coloca el sentido de la vida fuera de la vida misma. Es una moral de renuncia que convierte en valores los sentimientos del rebaño, contrarios a la vida. Surge así el ideal ascético, que consiste en la negación de la vida. Además de platonismo y cristianismo, Nietzsche considera en la historia otros dispensadores de sentido que han querido ocupar el lugar de Dios: la razón, el progreso, la historia.

En el socialismo y la democracia, que se basan en el concepto de igualdad, Nietzsche ve también los valores cristianos del rebaño: la igualdad se opone a la voluntad de poder, a la jerarquía natural propia de la vida.


Explica en qué consiste la crítica al lenguaje y a la ciencia de Nietzsche

La cultura occidental ha supuesto que el lenguaje nos permite un conocimiento objetivo sobre la realidad. El método genealógico de Nietzsche descubre que un concepto es solo una metáfora que responde a la pretensión de fijar la realidad, que es cambiante y caótica: un concepto es siempre una generalización. Cuando el concepto se hace común, por un pacto entre los individuos, entonces lo denominamos verdad, y pasamos a considerar mentira lo que se sale del pacto. Este pacto nos permite «domesticar» la realidad, y gracias a él tenemos un lenguaje que nos permite pensar y desarrollar la ciencia, pero no constituye conocimiento real. Nietzsche considera la historia de la Filosofía como un error filológico: confundir lenguaje con realidad.

Si los conceptos no nos ofrecen la verdad, entonces no hay valores absolutos. La noción de verdad de Nietzsche es perspectivista: para cada individuo la verdad es su perspectiva, lo que aumenta su voluntad de poder. Frente a la ciencia positiva de su tiempo, que reducía la verdad a hechos objetivos, Nietzsche considera que «no hay hechos, sino interpretaciones», y todas igualmente válidas.


Crítica del conocimiento de Hume

Hume lleva el empirismo hasta sus últimas consecuencias. Su objetivo es construir una ciencia única de la naturaleza humana, aunque finalmente se centrará en un análisis del conocimiento, fijando los límites de nuestras posibilidades de conocer. Distingue dos elementos en el conocimiento:

• Impresiones. Percepciones que nos llegan a través de los sentidos.

• Ideas. Proceden de las impresiones. Son representaciones de las impresiones en el pensamiento, más débiles y menos vivas que ellas.

De esta distinción proviene el criterio de verdad que Hume aplicará en adelante: una idea es verdadera si podemos señalar la impresión a la que corresponde. Las ideas se presentan en nuestro entendimiento con un cierto orden. Para explicarlo, Hume señala unas leyes de asociación de ideas: de semejanza, de contigüidad y de causalidad.

El entendimiento tiene a su alcance dos tipos de conocimiento («la horquilla de Hume»):

• Conocimiento de relaciones entre ideas. Podemos establecer relaciones entre las ideas sin recurrir a la experiencia. Estas relaciones se expresan en proposiciones universales y necesarias.

• Conocimiento de hechos (factual). Se refiere a las cuestiones de hecho y necesita ser comprobado en la experiencia. Las verdades fácticas son solo probables y se basan en razonamientos causales.

Si nuestro conocimiento de hechos está limitado a las impresiones, solo podemos tener conocimiento del presente y del pasado. Sin embargo, contamos con que determinados hechos se producirán. Esta certeza se basa en una inferencia causal: hemos observado que dos hechos concretos se dan siempre de manera contigua, y hemos concebido que están unidos por una relación causa-efecto que entendemos como una conexión necesaria. Hume aplica el criterio de verdad al concepto de conexión necesaria, que no se sostiene, porque no podemos señalar la impresión a la que corresponde. La explicación es que la costumbre (el hábito) ha generado en nosotros una creencia, que es necesaria para la vida, útil como el instinto animal, pero que no es conocimiento científico. Hume está dispuesto a admitir la creencia —la inferencia causal— siempre que se de entre dos impresiones. Esto le lleva a la crítica de los conceptos metafísicos.

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