Filosofía Medieval: De San Agustín a Santo Tomás de Aquino

San Agustín: La Síntesis de la Fe y la Razón

San Agustín, uno de los padres de la Iglesia más influyentes, marcó el pensamiento occidental con su visión del mundo humano desde una síntesis de la cultura clásica y la fe cristiana. Nacido en el norte de África, se inclinó inicialmente por la filosofía helenística. En el maniqueísmo, encontró una explicación al problema del mal, entendido como una lucha entre la oscuridad y la luz.

Tras una etapa escéptica, comprendió que solo mediante la gracia de Cristo el hombre podía vencer sus pasiones y el mal. La filosofía, por tanto, solo tendría sentido desde la fe cristiana. Este fue el momento de su conversión.

La Verdad y el Lenguaje

Para San Agustín, la verdad existe y su pensamiento se centra en ella. Esta verdad se fundamenta en un argumento racional sobre el lenguaje que permite probar su existencia en nosotros. Distingue dos tipos de verdades:

  1. Verdades sensibles: Se refieren a hechos y experiencias inestables.
  2. Verdades inteligibles: Tienen su referente en las ideas y se demuestran con la razón. Dentro de estas, destacan las verdades ontológicas (eternidad, perfección, infinitud), que no tienen reflejo en el mundo sensible y son, por tanto, puramente inteligibles. Según la teología, tienen carácter divino.

Esta concepción coincide con la de Platón, quien afirmaba que las ideas provienen de un mundo inteligible. El conocimiento está sujeto a las ideas y estas a Dios.

Iluminación Divina y la Ciudad de Dios

El alma obtiene el conocimiento a través de la iluminación divina, que se sirve de los estímulos externos. Dios es la verdad absoluta.

San Agustín argumenta que la historia tiene un sentido teleológico. Un grupo de elegidos por Dios camina hacia la ciudad de Dios, donde encontrarán la recompensa eterna. En cambio, los condenados, que han puesto su amor en el mundo, en sí mismos y en los valores terrenales, serán destinados a la muerte eterna.

San Anselmo: El Argumento Ontológico

A partir del siglo XI se produce un avance en el pensamiento teológico. San Anselmo representa este momento con su famoso argumento ontológico. Su máxima, creo para comprender, pone la razón al servicio de la fe.

Para San Anselmo, hay asuntos de fe que se pueden aclarar y comprender racionalmente. Este es el caso de la existencia de Dios.

La Perfección como Prueba de Existencia

El argumento ontológico parte de la idea de que existe en nuestra mente algo por encima de lo cual no podemos pensar nada más grande. Es decir, existe en la mente un máximo pensable. San Anselmo argumenta que esta perfección debe existir también fuera de la mente, ya que, de lo contrario, no sería realmente perfecta.

En conclusión, Dios debe existir tanto en el entendimiento como en la realidad, como un objeto más perfecto que cualquier otro que se pueda pensar.

Santo Tomás de Aquino: La Razón al Servicio de la Fe

Santo Tomás de Aquino utiliza el aristotelismo como base de su pensamiento, lo que le permitió refutar las ideas averroístas.

El Ser Ilimitado y los Seres Finitos

Tomás de Aquino parte de la idea aristotélica de que el Ser, como globalidad de todo lo que existe, tiene varias maneras de manifestarse. Hay que distinguir entre:

  • Ser ilimitado: Existencia pura y simple, que sería el conjunto de todo lo que existe.
  • Seres finitos: Constituidos por una parte del Ser. En ellos, el Ser está delimitado por la esencia propia de cada uno.

Este Ser ilimitado, creado por Dios, no debe confundirse con Dios mismo, que es infinito. Dios crea la existencia en general, y dentro de ella, las esencias producen los límites de los seres finitos.

Las Cinco Vías y el Conocimiento Analógico

El Ser ilimitado tiene cualidades similares a Dios, lo que nos permite conocer algo de Él mediante el conocimiento analógico. Este proceso inductivo, basado en la experiencia inmediata y a posteriori, sigue la tendencia empirista de Aristóteles.

Desde la observación del mundo sensible, se puede llegar a demostrar la existencia de Dios. Así lo desarrolla en las famosas cinco vías: el movimiento, la causalidad, la contingencia, la perfección y la finalidad.

Un ejemplo es la segunda vía, la de la causalidad: en la naturaleza se producen efectos que tienen su razón de ser en una causa anterior, y esta causa es a su vez efecto de otra, y así sucesivamente. Esta cadena no puede ser infinita, debe tener una primera causa incausada, que es Dios.

Razón y Fe: Dos Caminos hacia la Verdad

Para Santo Tomás, razón y fe se unen en la relación entre el Ser ilimitado y Dios, y en el conocimiento analógico. Razón y fe son dos caminos que convergen en una única verdad.

No hay una doble verdad para la teología y la filosofía, sino una verdad racional y una verdad revelada, que pertenecen a ámbitos diferentes. La filosofía está sujeta a la razón, mientras que la teología se sustenta en la revelación, que debe aceptarse aunque no se entienda completamente.

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