El ser humano en la filosofía contemporánea

Descartes y el ser humano como voluntad y libertad

Su propuesta está compuesta por un nuevo dualismo. Aquí el ser humano es la suma de dos sustancias distintas e independientes entre sí, res cogitans(pensamiento) y res extensa(cuerpo). Este dualismo presenta una serie de inconvenientes. Descartes defiende un mecanicismo que dice que el mundo es explicable mediante leyes y no finalidades. Lo explicable por leyes es determinable y por lo tanto no posee libertad pero contradice con el ser humano que es libre. El alma al ser inmaterial no está definida por los parámetros del determinismo. El cuerpo funciona como una máquina bajo el mecanicismo. La res cogitans y la extensa son sustancias distintas e independientes. Descartes se fijó en su interacción como el dolor físico en el cuerpo y luego sientes esté en el alma. La solución cartesiana resulta poco satisfactoria , por esto Descartes recurre a la filosofía para solucionarlo. El alma se encuentra en la glándula pineal pero esto es insuficiente. Situar el alma en el cuerpo es una incoherencia y tampoco explica el proceso de la interacción. “Yo pienso, entonces yo existo“ es la fórmula original cartesiana, aquí el yo como expresión de lo auténtico del ser humano y para Descartes es entendimiento y voluntad. La característica de la voluntad es la libertad que resulta ser posible por su inmaterialidad de la sustancia pensante y también es una noción innata. La libertad hace posible que el ser humano pueda alcanzar su perfección.

El empirismo y la identidad personal: Locke y Hume

En 1690, filósofo empirista inglés John Locke publicó su Ensayo sobre el entendimiento humano, con una nueva manera de enfocar el problema de la identidad personal sobre que es una persona y que hace que siga siendo. Locke lo separa: primero define al ser humano como persona y luego extrae los elementos necesarios para posibilitar que nos reconozcamos. Persona ser pensante inteligente, que tiene la razón y la reflexión, y que puede auto reconocerse como una cosa pensante en diferentes tiempos y lugares. Este reconocimiento de la propia identidad es posible gracias a la autoconciencia anclada en la memoria. Nuestra identidad queda asociada en la memoria experiencial , que guarda todo lo experimentado y vivido. La memoria es necesaria para saber quiénes somos. Su idea tiene inconvenientes como, el olvido que haría que fuese un trabajo constante acordarte de los recuerdos. No obstante, su propuesta tendrá sentido epistemológicamente. Lo experimentado, nos constituye de manera propia y no una esencia, al modo griego o medieval. Con David Hume la visión antropológica empirista y su propuesta epistemológica, alcanzará la mayor radicalidad. Hume negará toda posibilidad de una identidad humana. Su propuesta: Sobre la realidad, se puede afirmar que tenemos impresiones e ideas, pero no se corresponden con la realidad. La realidad no puede ser fundamentada. Sobre Dios, no se puede afirmar su existencia, pues Dios no es cognoscible. Sobre la noción del yo, se puede afirmar lo mismo: no podemos dar razón de él, pues no tenemos ninguna impresión de esta. No existe un yo como sustancia distinta a las percepciones. Hume dice que esa conciencia de un yo unitario es consecuencia de la memoria. La respuesta de Hume de el yo viene de la memoria es, que la memoria nos hace ver que poseemos identidad, pero no la produce. También Hume despoja al ser humano de cualquier característica distintiva.

Kant y el ser humano como fin en sí mismo

Kant, afirmó la imposibilidad de la metafísica como ciencia: no es posible conocimiento alguno de Dios, ni del yo , temáticas tradicionales de dicha rama filosófica. Esos límites del conocimiento no coinciden con los límites de la realidad pero dicho acceso queda abierto desde la racionalidad práctica. El conocimiento no puede aportarnos sobre esas tres realidades, podrá hacerlo la racionalidad práctica, la moral. Esta disposición moral nos constituye a todos como personas. Y ser persona implica que el ser humano es un fin en sí mismo. Esto significa que posee un valor absoluto, con independencia de cualquier circunstancia. Utilizar a las personas significa convertirlas en medios, instrumentalizadas, y esto, según Kant, supone negarles su dignidad. El ser humano no tiene precio; en eso consiste su dignidad.

EL SER HUMANO EN LA FILOSOFÍA CONTEMPORÁNEA

La filosofía contemporánea quedó marcada por la propuesta filosófica de Hegel. Su obra significó el intento de una comprensión racional de toda la realidad, superando a la kantiana .La filosofía contemporánea se caracteriza por una desconfianza hacia la razón como instrumento para explicar la realidad en su conjunto y sus posibles manifestaciones. Karl Marx , Friedrich Nietzsche y Sigmund Freud tendrán importancia en este tema. Los tres, pese a sus diferencias, serán considerados filósofos de la sospecha en 1965, con el objeto de evidenciar lo que tienen en común: desenmascarar la falsedad de los valores ilustrados de racionalidad y verdad. Kierkegaard es considerado el precursor del existencialismo. Su propuesta filosófica supone una reacción contra la filosofía hegeliana al considerar que ésta anula la singularidad del ser humano. En el siglo xx Jean-Paul Sartre destacó representando el existencialismo, él considerará esencial repensar al ser humano desde su propia individualidad.

Marx y el ser humano en la colectividad

Marx encamina el cambio del mundo hacia una transformación revolucionaria que trae la sociedad comunista. La primera etapa consistía en destapar y neutralizar todas las alienaciones de la producción capitalista que esclavizan al ser humano.

Tres alienación: religiosa, económica e ideológica. religiosa: La religión proyecta al ser humano hacia un «más allá» que lo aleja de la verdadera realidad en la que se desenvuelve su vida, el «más acá». económica: el trabajo define al ser humano, su esencia. Trabajar es producir, transformar la naturaleza. En esa transformación, el ser humano se expresa. El trabajo humaniza la naturaleza. El capitalismo devalúa el trabajo del proletariado porque su trabajo pasa a manos de los propietarios de la producción, la burguesía. También, cambia el resultado a mercancía y a está puede obtener mayores beneficios. ideológica: Marx entiende por ideología todo aquello que es producto de la conciencia. Estas construcciones son un reflejo de las condiciones de vida del ser humano. Por esto, las ideologías son formaciones nebulosas, fruto de mentes condicionadas por su situación social. La sociedad comunista liberará al ser humano de dichas alineaciones al no haber opresores ni oprimidos. El Estado garantiza la propiedad colectiva de los medios de producción. En la sociedad comunista, la individualidad queda al servicio del bien de la colectividad.

Nietzsche, el superhombre y la voluntad de poder

Frente al superhombre, contrapone Nietzsche a ese hombre sometido a la moral de esclavos, a la voluntad de verdad y a la negación de la vida terrenal. Este hombre es un ser miserable, un ser a medio hacer entre la bestia y el superhombre. Esa posibilidad de transformarse en superhombre es, para Nietzsche, la única característica reseñable de ese hombre dominado por el resentimiento.

La voluntad de poder

Esta es la metáfora utilizada por Nietzsche para comprender el mundo, la realidad y al ser humano. La realidad es voluntad de poder. Quitando a Dios toda explicación metafísica y racional de ella , sólo cabe concebir el mundo como un conjunto de fuerzas contradictorias y desiguales que se enfrentan entre sí para afirmarse. El mundo es caos, puro devenir. No alcanza el equilibrio. Es esta voluntad de poder la que subyace en la imposibilidad de ofrecer una verdad sobre la realidad. Solo son posibles las interpretaciones, la perspectiva. El ser humano, es un componente de esa realidad y también voluntad de poder. Sus fuerzas contradictorias y desiguales son sus instintos, sus pasiones, sus deseos, sus razones. Estas fuerzas buscan su afirmación. El ser humano por esto es un micro caos. La voluntad se despliega en una continua superación -afirmación de la vida- queriendo y aceptando todo dolor y tragedia. La voluntad de poder queda explicitada por su querer, que se exterioriza en sus ansias de vivir, en su lucha por superar los obstáculos que la vida presenta y en la que se reconoce como individualidad que busca su propia afirmación y la fidelidad a sus propios planteamientos vitales. La acción humana, regida por la voluntad de poder, crea nuevos valores con ocasión de su actividad. Es bueno todo aquello que suponga ese sí a la vida, a la superación continua y sin atisbo de debilidad alguna. La voluntad de poder se sitúa más allá del bien y del mal.

Freud y lo inconsciente

Sigmund Freud concibe al ser humano como un entramado de estructuras psíquicas que lo determinan y lo dejan en una situación de inseguridad. Analiza fenómenos psíquicos de la mente y distingue tres elementos: el ello, el yo y él superó.

Ello, Constituye la parte instintiva de la mente humana. Freud denomina «pulsiones» a este conjunto de instintos primarios. Estos impulsos son inconscientes y, por tanto, irracionales . El ello está busca todo aquello que le otorga deleite.

Yo, Surge de la racionalización que la vida en sociedad nos obliga a realizar sobre ese «principio de placer». Produce el rechazo absoluto de los demás. En el yo actúa el «principio de realidad», mediante el cual el hombre se adapta a las convenciones sociales, contrarias a los verdaderos deseos del ello. Aparecen así los «mecanismos de defensa» de manera inconsciente, elabora el propio «yo» para sublimar las pulsiones.

Superyó, Interiorización de esa sublimación, la apropiación de todas esas normas sociales y morales que configuran la vida en sociedad. Esta interiorización se torna inconsciente al tratar de ser aceptado por los demás, anula sus pulsiones hasta tal punto que estas parecen haberse ocultado de manera definitiva.

Freud nos ofrece la imagen de un ser humano desvalido e incapaz de conocerse a sí mismo, pues su dimensión pulsional queda aprisionada por el «principio de realidad» y por las imposiciones sociales y morales. La verdadera dimensión de lo humano queda escondida bajo lo inconsciente.

El existencialismo de Sartre

El punto de partida de la propuesta existencialista de Sartre reside en afirmar que la existencia precede a la esencia.

Ningún ser superior ni Dios otorga al ser humano esencia alguna. La existencia humana no queda sujeta a la realización de una supuesta esencia. Lo que el ser humano sea dependerá de su modo de existir.

Según Sartre: significa que el hombre empieza por existir, surge en el mundo y que después se define. El hombre no es definible porque empieza por no ser nada. Sólo será después y será tal como se haya hecho.

No hay naturaleza porque no hay Dios para concebirla. El hombre es el único que no solo es tal como él se concibe, sino tal como él se quiere y como se concibe después de la existencia; el hombre no es otra cosa que lo que él se hace.

Condenados a ser libres

El ser humano no está prefijado por ninguna esencia. El ser humano no posee una naturaleza que lo determine, es libre para elegir lo que quiera ser, es libre para la realización de su propio proyecto.

El existencialismo es un humanismo porque el ser humano es el legislador de su propia existencia. Sin embargo, esa misma libertad se torna paradójica porque el ser humano no puede elegir no ser libre. Por este motivo, esa libertad se experimenta como angustia .Uno solo es el responsable de sus propias decisiones, actos y de la creación de sus propios valores.

Ese ser responsables de nosotros mismos nos convierte en responsables de todos los demás.

Huir de esa doble responsabilidad implica, en terminología sartreana, «actuar de mala fe». Esa angustia va acompañada de desesperación, dado que la realización de ese proyecto personal puede verse abocado al fracaso ante infinidad de realidades que escapan al control del propio individuo.

No obstante, esta consideración sartriana no adquiere un sentido negativo. Estamos condenados a ser libres, pero esta condena, lejos de llevarnos a un quietismo sin sentido, nos impulsa a la acción, porque nuestra tarea, nuestro proyecto, exige nuestras decisiones. La condena de la libertad no supone determinismo alguno.

Existencialismo. surge como una toma de consciencia del valor que la vida individual posee. Ese valor se lo otorga el tiempo, y por tanto la esencia del ser humano se consigue viviendo la existencia individual.

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