Concepto de educación

JUSTIFICACIÓN DEL LIBRO VII DE LA REPÚBLICA DE PLATÓN

El tema del texto no puede entenderse sin una justificación ontológica, epistemológica, antropológica y ético-política de la filosofía platónica.

Platón dividíó la realidad en dos mundos: el Mundo de las Ideas (real) y el Mundo Sensible (aparente). Platón llamó Ideas o Formas a las esencias objetivas de los seres, a los universales subsistentes, a los modelos de la realidad sensible y a la forma única de lo múltiple. Por ello son identificadas con lo Uno. Estas Ideas existen en un mundo trascendente que le es propio. Las cosas sensibles son copias o participaciones de las realidades universales.

El Mundo Sensible (interior de la caverna) está sujeto al devenir, en él nada es eterno ya que ha sido generado y, por lo tanto, debe su ser a otro. Es un mundo desordenado, compuesto e imperfecto. Es el mundo que percibimos por los sentidos, por eso, de él, sólo podemos tener opiniones mudables, relativas, subjetivas y particulares (Dóxa). Podemos distinguir dos grados o niveles: uno inferior (la ignorancia que tienen los prisioneros del mito que, arrastrados por sus pasiones y sentidos, viven en un mundo deapariencias, sofismas, prejuicios y supersticiones), que es Eikasía (conjetura o imaginación) que aporta sombras, imágenes o reflejos de la realidad sensible (eikones); y un grado superior, que es el de la creencia verdadera o Pistis (conocimiento del preso liberado dentro de la caverna) que nos proporciona la percepción de los seres naturales y artificiales, Dsoa.

Por su parte, el Mundo de las Ideas o inteligible (exterior de la caverna) constituye la auténtica realidad, el ser en sí de las cosas, las esencias inmutables de todo lo que hay. A este mundo sólo podemos acceder a través de la razón, o parte racional del alma.
Platón, que a nivel antropológico es dualista, distingue en el ser humano el cuerpo (perteneciente al mundo de los sentidos y, por tanto, material, finito y mutable, de él proceden los deseos y pasiones irracionales y las falsas creencias, prejuicios y supersticiones), del alma (esencia del ser humano, inmaterial, inmortal) que preexiste a su uníón con el cuerpo.
El alma tiene una naturaleza tripartita: Concupiscible, o apetitiva, (se deja arrastrar por las necesidades y los sentidos corporales), Irascible, o voluntad (media entre el apetito y la razón), Racional (la que sabe lo que hay que hacer). La justicia en el alma se consigue haciendo que cada parte cumpla con su virtud correspondiente: cuando la apetitiva sea moderada, la irascible, fuerte y valiente y la racional, prudente y sabia. Antes de unirse al cuerpo, el alma ha habitado en el mundo de las ideas, donde ha contemplado todas las esencias de la realidad pero, al caer en el cuerpo, queda atrapada como en una cárcel y olvida todo lo conocido. Conocer será recordar lo que el alma ya había contemplado y que olvidó al caer en el cuerpo.

El Mundo de las Ideas es el aquel hacia el cual todas las cosas tienden, ya que este mundo es inmutable, eterno, independiente, simple y perfecto… 


De él obtenemos el verdadero conocimiento racional o Epistéme, es decir, un conocimiento necesario, objetivo, absoluto y universal. Este conocimiento tiene dos grados: Dianoia o razonamiento demostrativo-deductivo (tiene por objeto los entes matemáticos o particulares inteligibles y parte de hipótesis y se dirige hacia una conclusión) y Noésis o razonamiento intuitivo o filosófico (tiene por objeto los primeros principios o ideas y para llegar a ellos utiliza la dialéctica). En La República, Platón jerarquiza las Ideas dotando de mayor superioridad a la Idea de Justicia y de Belleza, pero por encima de todas, a la Idea del Bien (el sol en el mito de la caverna). Haciendo una analogía entre el sol y el Bien, nos dice que esta Idea suprema es el principio unificador y comprensivo del orden de las esencias, último principio hacia el que todas las cosas tienden, ya que el Bien es la Perfección misma. No es Ser en el sentido en que son las demás ideas, sino que es superior al ser, ya que mientras las ideas son bienes, lo son por semejanza con el Bien, de modo que deben su ser al Bien: Principio Ontológico. Pero el Bien también nos permite discernir, conocer las demás ideas, por esto también es considerado Principio Epistemológico. Como Principio Ético, el Bien consiste en el desarrollo auténtico del ser humano como ser racional. Como Principio Político, el Bien es lo que le corresponderá saber al gobernante-filósofo, ya que éste tendrá que esforzarse por moderar su vida y la de los demás. Por eso el conocimiento del Bien no sólo es teórico, sino también práctico: al conocer el orden y la finalidad de las cosas, el sabio es el que estará capacitado para plasmar ese orden en la sociedad y hacer una comunidad más justa y feliz.

La justicia y la felicidad son los objetivos que debe alcanzar el estado ideal que Platón diseña en La República. Platón no cesó en el modo de meditar sobre el modo de mejorar la vida política.

Platón piensa que sólo la pólis será justa si sus ciudadanos lo son. Por ello establece en el Estado Ideal una correlación entre alma y estado. Platón considera que la sociedad ha de estar dividida en tres clases sociales dependiendo del carácter de cada individuo (parte del alma que predomine). Aquellos en los que predomine la parte apetitiva o concupiscible del alma deberán dedicarse a tareas productivas (Productores); en los que predomine el ánimo o parte irascible, se deben dedicar a la función de guarda y defensa (Guardianes); en los que en su carácter predomine la racionalidad, estarán más preparados para gobernar (Gobernantes). Al igual que el alma, el estado será justo cuando los gobernantes sean prudentes (sabios), los guardianes fuertes y valientes y los productores moderados, es decir, cuando cada uno cumpla con lo que le corresponde. Pero como en cada individuo se hallan presentes, en mayor o menor medida, las tres partes del alma, puede que el elemento apetitivo se subleve. Para evitar la corrupción de los hombres y evitar que políticos incompetentes gobiernen dejándose llevar por sus intereses particulares, el Estado ha de contar con los medios oportunos, y el más eficaz es la Educación, como se ve en el texto. Por esto la educación tiene que estar en manos del estado, y ser igual para hombres y mujeres.


En La República expone Platón un modelo educativo que ha de desarrollarse en dos etapas: la primera, para la formación de los guardianes (gimnasia, para desarrollar el cuerpo, y música, para modelar el carácter e imprimir creencias firmes y rectas; la segunda etapa será la de la formación de los futuros gobernantes. El gobernante ideal deberá formarse durante años en el estudio racional. Este saber es el más elevado (Epistéme) ya que nos da conocimiento de lo inteligible, es decir, de lo absoluto, lo objetivo lo universal e infalible. El ascenso a este tipo de saber es difícil y exige un entrenamiento intelectual. Este entrenamiento lo encomienda a las matemáticas. Los que superen este estadio pasarán a estudiar Dialéctica o Filosofía. El gobernante-filósofo deberá conocer las ideas y, por último, la Idea del Bien: dialéctica ascendente. La dialéctica descendente es el camino de vuelta que ha de seguir aquél que la ha ascendido (prisionero liberado), para enseñar a los demás cómo hay que vivir (regreso a la caverna del liberado) y plasmar el orden que ha contemplado para hacer una comunidad justa y feliz.

1. CONTEXTO CULTURAL Y FILOSÓFICO

Platón nace en Atenas en el 427 a. C. Y muere en el 347, con 81 años, de modo que su vida transcurre entre los siglos V y IV a. C.

CULTURAL. Durante el siglo V (a. C.) Atenas adquiríó la hegemonía económica, cultural y política de la Hélade; las instituciones atenienses fueron imitadas por el resto de las pólis. Atenas inventó la democracia, por la que todos los hombres libres se convirtieron en ciudadanos sin importar cuál fuera su renta u origen. El espíritu democrático también llegó a las actividades teóricas y artísticas. Se trabajó en los templos, estatuas y bajo relieves de la Acrópolis. Escribieron sus tragedias Esquilo, Sófocles y Eurípides, mientras que Herodoto y Tucídides hacían de la historia una ciencia. La filosofía y la ciencia tuvieron también un desarrollo espectacular. La carácterística fundamental del arte de la época es el clasicismo, la tendencia al orden y la medida, acompañado por una fuerte tendencia naturalista, tendencia a ser fiel a la naturaleza y de marcado carácter popular. Algo parecido ocurre en la tragedia, que es la creación artística que mejor representa a la democracia ateniense, hecha para ser representada para el pueblo. A partir del 431 a. C, por una parte, los recelos y rivalidades surgidas entre varias pólis asociadas con Atenas y, por otra, la pugna interna entre las tendencias democráticas y las oligárquicas, dieron lugar a la guerra del Peloponeso entre Atenas (democracia) y Esparta (oligarquía), venciendo ésta última imponiendo en Atenas un gobierno oligárquico de 30 tiranos que duró sólo año y medio restablecíéndose, de nuevo, la democracia. La crisis política y económica se extiende al ámbito cultural. Durante el siglo IV a. C, ya no se realizan proyectos arquitectónicos como los anteriores…


…En Literatura, sólo las comedias de Aristófanes y la obra historiográfica de Jenofonte se acercan a las grandes producciones del siglo V a. C. Praxísteles, Escopas y Lisipo introducen en escultura el «estilo bello» que rompe con los modelos clásicos. Destacan en retórica y oratoria Isócrates y Demóstenes.

FILOSÓFICO. En la formación de Platón se encuentra la influencia de los filósofos presocráticos. De Heráclito habría aprendido que el mundo de la percepción sensible es un mundo en constante devenir y que, por tanto, no puede ser el objeto, según Platón, del verdadero conocimiento. De Parménides tomará la idea de que la verdadera realidad es lo permanente y lo eterno y, por tanto, lo inmutable. El verdadero conocimiento sólo puede tratar sobre esta realidad, de la percepción sensible únicamente tendremos opiniones. En la Magna Grecia conoce la filosofía pitagórica. Del Pitagorismo recoge el dualismo antropológico (el ser humano está compuesto de dos partes diferenciadas: cuerpo y alma), la creencia en la inmortalidad del alma y la gran importancia del conocimiento matemático. Finalmente, el ateniense criticará el mecanicismo atomista y defenderá una explicación teleológica cercana a Anaxágoras.

A los 20 años empezó su trato con Sócrates y fue uno de sus más fieles discípulos. Como su maestro, Platón defiende que el conocimiento cierto sólo es posible en el ámbito conceptual. Luchará, como Sócrates, contra el relativismo de los Sofistas (no existen las verdades ni los valores absolutos, por lo tanto, sólo hay opiniones de la realidad que son particulares y subjetivas). Los Sofistas eran un conjunto de pensadores que asumieron el protagonismo en Atenas durante el siglo V. Eran profesionales de la enseñanza que se presentaban como maestros de virtud, entendida como excelencia política, de ahí que enseñaran gramática, retórica, erística y derecho; como para ellos los valores morales son relativos, el lenguaje se convierte en el medio más eficaz de persuasión. Será mejor aquél que convenza más de su opinión. Tanto las leyes políticas como las normas morales son producto de la convencíón (nómos) frente al poder absoluto de la naturaleza (physis). Platón, como su maestro Sócrates, propondrá la posibilidad de un conocimiento absoluto, universal y objetivo. Para Sócrates la verdad no es relativa, sino que existe una única verdad acerca de los conceptos morales. El método para alcanzar la definición de los valores universales es la mayéÚtica (arte de ayudar a dar a luz la verdad) que consta de varios momentos: la «ironía» (modo en que se consigue que el interlocutor caiga en contradicción y reconozca su ignorancia), el «diálogo» o dialéctica (búsqueda en común y en igualdad de condiciones de lo que se quiere definir) y la «definición» (partiendo de razonamientos inductivos, esto es, de ejemplos concretos, ir hasta lo universal). Platón tomará también de Sócrates el «Intelectualismo Moral»: identificación entre saber y virtud (sólo obrará bien quién conozca lo que es el bien, el malo es el ignorante). Del mismo modo, adquirirá de su maestro el talante filosófico de incesante investigación y búsqueda, expresado en la forma de diálogo de sus principales obras.

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