La Concepción Aristotélica del Alma
Para Aristóteles, el ser humano está compuesto de materia y forma, como cualquier otra sustancia: la materia es el cuerpo y la forma, el alma. El alma es el principio de vida, la forma sustancial del cuerpo, de modo que si esta faltara, sobrevendría la muerte. Como señala Aristóteles: «Es el alma la que mantiene, la que hace posible la unidad con el cuerpo, la que asegura su consistencia. Cuando ella se va, el cuerpo se disipa y se corrompe» (De Anima, 411b). El alma es «la entelequia primera de un cuerpo naturalmente organizado» (De Anima, 442b 5-6). El término «entelequia» se refiere a la perfección, lo acabado, lo que ha llegado a su fin o meta (telos).
Pero, dado que el alma es el principio de vida, Aristóteles entiende que todos los seres vivos (no inertes) tienen alma. Sin embargo, no debemos entender que el alma se divida en tres partes, como ocurría en Platón, sino que se trata sencillamente de funciones diversas que van del grado más bajo al más alto. A continuación, se presenta un esquema de estas funciones:
Funciones del Alma según Aristóteles
La Vegetativa
Es la propia de las plantas (aunque presente también en los animales y en el ser humano). Es la causa de todos los movimientos que tienen como fin las funciones de nutrición, crecimiento o desarrollo y reproducción.
La Sensitiva
Es la propia de los animales, en los que, además de las tres funciones vegetativas, se encuentra la capacidad para tener sensaciones (sensibilidad). El alma sensitiva es el principio del conocimiento sensitivo (sentidos externos e internos), del apetito (deseo) que sigue a ese conocimiento y de la facultad locomotiva (movimiento).
La Racional
Es exclusiva del ser humano. En De Anima (414a), Aristóteles señala que el alma es «aquello por lo que vivimos, sentimos y entendemos». Así pues, siendo única, el alma humana ejerce las funciones (o potencias) de la vida vegetativa, de la vida sensitiva y sus exclusivas funciones intelectivas: entendimiento y voluntad.
Jerarquía de los Seres en la Metafísica Aristotélica
- Primero están los seres inmateriales e inmóviles: el Primer Motor y los motores inmóviles de las esferas.
- Luego, los seres materiales pero incorruptibles y eternos: el primer cielo, las esferas de los astros y los astros, todos ellos compuestos de éter.
- Por último, los seres corruptibles, compuestos de los cuatro elementos.
El Conocimiento en Aristóteles
Nos centraremos ahora en la potencia o facultad cognoscitiva: el conocimiento puede ser sensible o intelectual. En efecto, al principio de su obra Metafísica, Aristóteles afirma que “Todos los hombres tienden por naturaleza a saber”. Asegura que tanto los seres humanos como los animales tenemos la capacidad de tener sensaciones (a esta capacidad la llamaremos de aquí en adelante “sensibilidad”) e incluso una memoria que nos permite aprender de nuestras experiencias.
Pero nos distinguimos de los animales en otros modos de saber superiores, más complejos. La «experiencia» (empeiría), es decir, el conocimiento que se adquiere de forma personal y que no puede enseñarse, es el primero de los saberes de orden superior.
La «técnica» o «arte» es el segundo, y tiene relación con el saber hacer (esculturas, poesías, mesas, curas, etc.); además, se puede enseñar. Sin embargo, afirma el Estagirita, solo podemos conocer plenamente cuando sabemos qué son las cosas, cuáles son sus causas y principios. Este tipo de saber es la «sabiduría» (sophía), integrada por dos momentos: ciencia y entendimiento.
La ciencia (episteme) es un saber demostrativo sobre las causas; en cambio, el saber sobre los principios no se puede demostrar, sino que estos se captan de modo intuitivo gracias al entendimiento (nous). Tales principios pueden ser:
- Particulares o válidos para una sola ciencia. Por ejemplo, el que afirma que «todos los ángulos rectos son iguales entre sí», que es un principio válido para la geometría. A los principios propios de cada ciencia los llama tesis. Estas últimas se dividen a su vez en:
- Postulados (o hipótesis): tesis que sostienen algo acerca de la realidad de su objeto (por ejemplo: que existe o que no existe).
- Definiciones: tesis que nos dicen lo que algo es, pero sin sostener nada acerca de su realidad efectiva.
- Generales o válidos para todas las ciencias o saberes. Por ejemplo, el «principio de no contradicción«, que afirma que no es posible que enunciados contrarios sean verdaderos al mismo tiempo. A los principios generales, es decir, válidos para todas las ciencias o para varias de ellas, Aristóteles los denomina axiomas.
Aristóteles distingue varios grados dentro del conocimiento intelectual: arte, prudencia, ciencia y entendimiento. En su libro VI de Ética a Nicómaco, clasifica las ciencias y saberes propios del ser humano según sean ciencias puras (que llamaremos ciencias) o saberes (no propiamente ciencias).