La Epistemología de Descartes: Fundamentos y Legado del Racionalismo
El Conocimiento en la Edad Media: Precedentes del Racionalismo
Durante la Edad Media, el conocimiento se consideraba principalmente desde un punto de vista empírico. Esta concepción rechazaba la existencia de las ideas innatas en la mente, concibiendo la mente como una tabla rasa en la que las ideas se formaban a través de la información captada por los sentidos.
La Concepción Aristotélica del Conocimiento
Siguiendo la línea de Aristóteles, se distinguían dos tipos de conocimiento:
- Conocimiento sensible: Es lo que el ser humano capta a través de los sentidos. Posteriormente, gracias a la imaginación, se forma una imagen de la realidad en la mente, denominada por Tomás de Aquino como fantasma.
- Conocimiento abstracto: Donde el entendimiento ejecuta dos operaciones:
- La abstracción, realizada por el entendimiento agente, que toma aspectos comunes a una diversidad de objetos.
- La formación de conceptos universales a partir de la información obtenida por el entendimiento agente, proceso del que se encarga el entendimiento pasivo.
Esto implicaba que el ser humano solo podía conocer la realidad sensible, y que la divinidad quedaba fuera del ámbito de los sentidos, aunque se podía tener un conocimiento indirecto de Dios.
El Racionalismo Cartesiano: Un Nuevo Paradigma en el Siglo XVII
Sin embargo, en el siglo XVII, mediante el desarrollo de las ciencias, nace de la mano de Descartes el racionalismo, que tiene como referente el modelo matemático y considera la existencia de ideas innatas.
Características Fundamentales del Racionalismo Cartesiano
El racionalismo cartesiano se caracteriza por:
- La importancia del valor de la razón como única fuente válida de conocimiento acerca de la realidad.
- La concepción del mundo subjetivista, donde la actividad pensante del sujeto se considera el dato incuestionable, es decir, el punto de partida de cualquier proceso de conocimiento.
- Una perspectiva idealista, donde el conocimiento tiene como objeto las ideas, que son representaciones de la realidad.
- La búsqueda de un nuevo método, característica fundamental de la filosofía en los inicios de la modernidad, que tomará como modelo las matemáticas.
La preocupación por la búsqueda de un nuevo método será la pieza fundamental del planteamiento epistemológico de Descartes.
La Duda Metódica: Camino hacia la Certeza
Para ello, Descartes utilizará la duda metódica, que posee las siguientes características:
- Es universal y radical.
- Es metódica, personal y constructiva.
- Es teorética, de modo que solo debe actuar al nivel de la reflexión filosófica.
Naturaleza y Justificación de la Duda
Para justificar la duda, Descartes recurre a:
- El engaño de los sentidos.
- La imposibilidad de distinguir la vigilia del sueño.
- La hipótesis de un genio maligno que nos engaña y nos hace equivocarnos en nuestros propios razonamientos.
El «Cogito, Ergo Sum» como Primera Verdad
Sin embargo, esta duda le proporcionará una primera certeza de la que no es posible dudar: la existencia de un sujeto que piensa y duda. Descartes consideraba el pensamiento como algo similar a cualquier actividad consciente. Si el cogito es fruto de una intuición y no de una deducción, lo único que consigue al afirmar su existencia es afirmar la existencia de una cosa que piensa, siendo objeto de duda incluso la existencia del propio cuerpo, definido en la célebre frase «cogito, ergo sum» (pienso, luego existo).
Intuición y Deducción: Pilares del Conocimiento Cartesiano
Descartes definió la intuición como el instinto natural que permite conocer un concepto con total claridad (idea que se presenta a la mente sin ningún obstáculo) y distinción (idea que se puede diferenciar y separar de otras). Por otro lado, la deducción consiste en la cadena de conexiones necesarias que se establece a partir de intuiciones.
A partir de ahí, el cogito se convierte en un criterio de verdad, de forma que aceptará como verdadero aquello que se le presente en la mente con la misma claridad y distinción. Para ello, se apoyará en el pensamiento para demostrar la realidad, donde encuentra las ideas que tiene que demostrar que correspondan a una realidad. Estas dos características (claridad y distinción) son las cualidades de la evidencia racional y constituyen la primera regla del método.
El Método Cartesiano: Reglas para la Búsqueda de la Verdad
El método cartesiano es un conjunto de reglas que permiten distinguir lo verdadero de lo falso. Sus ventajas son que permite evitar el error y descubrir nuevas verdades. Es diferente al método silogístico aristotélico utilizado por la escolástica.
Las Cuatro Reglas del Método
El método está formado por cuatro reglas fundamentales:
- Evidencia racional: Es el criterio de verdad, basado en la confianza plena en la razón humana. La evidencia se caracteriza por la claridad y la distinción. Las condiciones para alcanzar la evidencia (la cual solo se da en la intuición) son evitar la precipitación y la prevención. También implica un nuevo concepto de verdad: la verdad como criterio interno al propio pensamiento (claridad, distinción y transparencia).
- Análisis (o División): Consiste en descomponer las ideas complejas en sus elementos más simples (ideas innatas), que pueden ser aprehendidos por intuición.
- Síntesis (o Orden): Consiste en reconstruir el conocimiento, obteniendo una idea a partir de otras, estableciendo conexiones necesarias de lo simple a lo complejo mediante la deducción.
- Enumeración y Revisión: Consiste en revisar el proceso completo para asegurar que no se ha omitido nada y que la cadena de razonamientos es correcta.
Descartes expone estas ideas en sus obras fundamentales: Discurso del método y Reglas para la dirección del espíritu.
Influencia y Legado del Pensamiento Cartesiano
El proyecto de unificación de todas las ciencias de Descartes suponía la elaboración de un método único y universal sobre las bases racionalistas de su planteamiento epistemológico. Su concepción metafísica influenciará en el siglo XVII a otros racionalistas como Malebranche, Spinoza y Leibniz. También influirá en el idealismo alemán, desde Kant hasta Hegel, y en la filosofía contemporánea.