La Crítica de Nietzsche a la Metafísica Occidental
Apolíneo y Dionisíaco: El Juego Trágico de la Existencia
La “tragedia” griega identifica dos fuerzas en combate que no pueden existir la una sin la otra. Es el mundo como un juego trágico entre lo apolíneo (representa el orden, la luz, el límite, la racionalidad, el principio de individuación) y lo dionisíaco (símbolo del flujo profundo, de la vida misma, de los instintos, que rompe las barreras y refleja la unidad primordial de todo por encima del principio de individuación). La racionalidad socrático-platónica priorizó lo apolíneo, un estado decadente, lejos de la realidad, racional, teórico y contra la vida.
La Inversión de la Ontología Tradicional
La metafísica tradicional inventa la realidad fija, inmutable (mundo de las Ideas) para escapar a la caducidad y dar a su existencia un significado infinito. Para Nietzsche solo hay devenir. Solo existe lo experimentable por los sentidos, inestable, nuestro mundo físico espaciotemporal. Platón y Sócrates acaban con la visión presocrática del mundo, más real. Su metafísica es el mundo al revés. No hay que partir de conceptos sino de intuiciones de lo sensible, que es real y cambiante.
Nietzsche rechaza la oposición entre “mundo verdadero” y “mundo aparente” e invierte esa ontología. Lo que hasta el momento se consideraba apariencia (lo sensible, lo temporal, lo que fluye en el devenir) es ahora lo real para Nietzsche, y lo que se creía el verdadero ser (lo intemporal, lo eterno, Dios), es pura invención. La cultura occidental, al rechazar el cambio, ha negado la vida. Para Nietzsche, los filósofos están guiados por prejuicios morales presentados como conocimiento puro. Su verdad tiene que ver con sus valores y su subjetividad.
La Verdad Subjetiva y la Crítica al Concepto
Para el “filósofo del futuro”, la verdad es subjetiva: afirmará su verdad sin ser dogmático. La metafísica platónico-cristiana relaciona una realidad inmutable con un conocimiento y una verdad inmutables: el conocimiento conceptual. Para Nietzsche, el concepto no sirve para conocer la realidad tal como es; solo tiene un valor representativo. Lo real está en continuo cambio. No puede dejarse representar por algo fijo como el concepto.
El concepto es solo una metáfora de la realidad. Los filósofos lo han olvidado y han pretendido encontrar en él la “esencia” de las cosas más allá de lo físico. Las palabras son “metáforas gastadas” creadas por el hombre. Como la realidad cambia, la verdad cambia. Nietzsche propone el lenguaje de la imaginación, porque respeta la pluralidad de formas y el dinamismo de la realidad. Es el lenguaje del arte, la vida y la belleza. Nos lleva a una nueva concepción de la verdad. Frente al hombre conceptual,
Nietzsche contrapone el hombre intuitivo, quien gracias al arte puede comprender la vida mejor que el científico. La razón, incapaz de captar la vida, es el recurso de los infelices. La sociedad surge de la voluntad de imposición de las creencias y valores de algunos grupos sociales sobre los demás, como lo único válido para describir la realidad. Crean una “verdad” sobre la que se fundamentan la ciencia y el conocimiento. De esta “verdad” convencional, surge el contraste entre verdad y mentira.
La verdad depende entonces del uso correcto de las convenciones del lenguaje. Para Nietzsche, la “mentira” consiste en hacer creer que a través de los conceptos se capta la vida. Pero las verdades son ilusiones, metáforas gastadas. Nietzsche critica la ciencia en su matematización de lo real: lo cuantitativo no capta la cualidad de las cosas. Reducir las cualidades a cantidades es un error. Es absurdo apreciar la música según lo que de ella se puede cuantificar. Igual ocurre al aplicar el modelo matemático de la naturaleza a una realidad cambiante.
El Perspectivismo y la Ciencia
Este método se inspira en la lógica tradicional, reductora de las diferencias, que trataba el cambio como si fuera solo una apariencia y no lo real. La ciencia se alza sobre las arenas movedizas. Frente al mito de los hechos objetivos y la ciencia positiva, Nietzsche defenderá una pluralidad de interpretaciones, un perspectivismo. Diferentes perspectivas desde las que tratamos de solidificar el devenir.
Moralidad y Valores en Nietzsche
El Perspectivismo Moral y la Crítica a la Religión
El perspectivismo tiene consecuencias en la moralidad. Cuando identificamos un vínculo entre bondad y altruismo o egoísmo y maldad, para Nietzsche tal vínculo es artificial. Para él, las acciones altruistas y las egoístas son expresiones de las fuerzas que se manifiestan en las personas. Es nuestra perspectiva (cristiana) la que nos mueve a interpretar el altruismo mejor que el egoísmo. Nietzsche critica a todas las religiones. No hay verdad en ellas. Nacen de las angustias y de las necesidades.
El “santo” y el “asceta” representan el ansia de dominio, y Dios es una dimensión de la existencia humana proyectada fuera de esta por el hombre. El cristianismo inventa un transmundo ideal y desvaloriza el mundo terreno. Es “platonismo para el pueblo”, metafísica vulgar. La “muerte de Dios” es suprimir la trascendencia de esos valores humanos. El cristianismo transforma toda verdad en mentira. El “resentimiento” (típico de los sacerdotes y que surge con el judaísmo y el cristianismo) genera estos valores morales.
La Genealogía de la Moral: Señores y Esclavos
Nietzsche, con su método “genealógico”, analiza de dónde vienen los valores morales, conceptos de bien y mal, y entiende que el origen de la moral está en el giro que sufren los valores con Sócrates y Platón. Antes de ellos, la “virtud” equivalía a la fuerza; después de ellos, “virtud” será renuncia a los placeres, a las pasiones y el único bien será la sabiduría, la ciencia. Nietzsche distingue dos tipos básicos de moral en conflicto:
- Moral de señores: que nace de los estados de alma elevados; es creadora, implanta valores, es activa y propia del Superhombre, atea y que ama la “muerte de Dios”; es el fuerte.
- Moral de esclavos: que nace en el instinto de venganza contra toda forma de vida superior, pretende la igualdad de todos los hombres. No crea valores, es pasiva. Una forma de servidumbre religiosa. Es el esclavo, el débil. La historia de la cultura occidental es la del ascenso de los valores plebeyos (moral de esclavos) que culminan en momentos como la Revolución Francesa.
La conciencia moral es el resultado de la inhibición de los instintos. La crueldad forma parte de nuestra esencia, pero la moral la ha domesticado y reprimido.
Antropología Nietzscheana: La Muerte de Dios y el Superhombre
Dios ha sido la brújula del hombre occidental. Pero este ha ido matando a Dios sin darse cuenta, expulsándolo de su pensamiento y su cultura, sustituyéndolo por ideas como progreso o razón. Ha sustituido ese monoteísmo cristiano y esa metafísica dogmática por otros “dioses” y verdades, como la Ilustración.
El Nihilismo y sus Fases
La “muerte de Dios” debe suponer la muerte de todos los valores absolutos. En su lugar, aparecerá el Superhombre, creador de nuevos valores. Sin brújula y sin valores, tras la muerte de Dios, surge un proceso al que Nietzsche llama el NIHILISMO:
- Nihilismo negativo: El triunfo del pesimismo. Tras la destrucción de los valores vigentes (los cristianos), surge un momento de duda, de desorientación y de pérdida de sentido.
- Nihilismo pasivo-reactivo: Momento de reflexión, de distanciamiento de la tradición platónico-cristiana.
- Nihilismo positivo: Una actitud vital positiva. Hay que acometer la transvaloración de los antiguos valores. Al descubrir la ausencia de sentido, surge un nuevo sentido que brota de la presencia del devenir y que no tiene que justificarse fuera de sí en dioses o metafísicas tradicionales. Es valorar la vida desde el instinto y la voluntad de poder, no desde la razón.
La “muerte de Dios” abre dos posibilidades al ser humano:
- Un empobrecimiento del hombre con un ateísmo superficial y un desenfreno moral: “el último hombre”.
- La proyección consciente de nuevos ideales creados por el nuevo ser creador: “el Superhombre”, que conoce la “muerte de Dios” y renuncia a los sueños ultramundanos, volviendo a la tierra.
El Superhombre: Creador de Nuevos Valores
El Superhombre es el filósofo del futuro, manifestación de la vida. Hay que preparar su llegada destruyendo los valores existentes. El Superhombre comprenderá la esencia de la vida (la voluntad de poder) y aceptará el “eterno retorno”. Es “espíritu libre”, que desenmascara lo oculto tras los “ideales” de la religión, la metafísica y la moral.
Es superior y autónomo. Dictará los nuevos valores e invertirá los existentes. El hombre es un ser domesticado, una cuerda tendida entre el animal y el Superhombre. Para alcanzar este estadio, el espíritu del hombre debe sufrir una triple metamorfosis:
- El Camello: el espíritu se convierte en camello que transporta la carga de los valores y se inclina ante la omnipotencia de Dios y la ley moral.
- El León: el camello se convierte en león, que lucha contra la moral, destruyendo los valores establecidos y preparando la llegada del Superhombre.
- El Niño: el león se convierte en niño, Superhombre creador de nuevos valores como en un juego, desde la auténtica inocencia y libertad de prejuicios y acciones.
La Voluntad de Poder: Impulso Vital y Creación
La “Voluntad de poder” es la fuerza vital creativa que impulsa a los seres a superarse, a afirmarse y a expandir su potencial. Un impulso hacia la intensificación de la vida, aunque eso implique riesgo o destrucción. Es la energía que mueve al artista a crear, al científico a descubrir, al filósofo a cuestionar y al ser humano a trascender sus propios límites.
Los sistemas morales, las religiones y las instituciones son expresiones de fuerzas que buscan imponerse. Y lo han hecho reprimiendo la creatividad y la autenticidad, glorificando la sumisión y el sacrificio. Para Nietzsche, no se trata de dominar (voluntad de dominio) a los demás, sino superarse a uno mismo (voluntad de poder) creando sus propios valores y dando sentido a su existencia. Esta es la esencia de la vida: lucha, creación y afirmación constante abarcando pasado, presente y futuro.