Sentido negativo de la critica segun kant

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LA FILOSOFÍA EN LA ILUSTRACIÓN

La tendencia utilitarista de la Ilustración resalta particularmente en su idea de la filosofía como método eficaz para la reorganización de la sociedad. Hay un optimismo en el poder de la razón y en la posibilidad de reestructurar la sociedad en base a principios racionales. La filosofía se centra sobre todo en moral, política y religión, abandonando, al menos en parte, las cuestiones metafísicas. Hay un rechazo de los principios teóricos de la metafísica tradicional y una orientación de la reflexión filosófica hacia el materialismo, el racionalismo y el empirismo.
El siglo XVIII representa una liberación de toda forma de autoridad en el campo del saber y de la razón (es el «sapere aude» («atrévete a pensar por ti mismo»), de Kant)
. Racionalismo y naturalismo, combinados con una conciencia del valor del ser humano, de una firme confianza en la bondad natural del hombre, y en el poder de la ciencia, dan como resultado una actitud optimista sobre el progreso de la humanidad.
En el aspecto moral, los ilustrados promueven un conjunto de virtudes: la tolerancia, la fraternidad, el cosmopolitismo, la filantropía y la igualdad. Son virtudes que se proclaman frente al despotismo ilustrado y que ejercen una considerable influencia en las costumbres, la legislación y la educación.
-Representantes:
-··Montesquieu (1689-1755. filósofo político francés. Obra: El espíritu de las leyes. Autor célebre por su propuesta de la teoría de la separación de los poderes ejecutivo, legislativo y judicial)
-·Rousseau (1712-1778. Escritor, músico y filósofo francés. Obras: El contrato social, Emilio o sobre la educación, Meditaciones de un caminante solitario, Discurso sobre el origen de las desigualdades entre los hombres)
-Voltaire (1694-1778, escritor y filósofo francés. Obras: Cándido, Tratado sobre la tolerancia, Diccionario filosófico).
-Bentham (1748-1832. Filósofo inglés fundador del utilitarismo, doctrina según la cual todo principio moral y político debe orientarse a la utilidad, centrada en conseguir el mayor bienestar posible para el mayor número de personas Obra: Introducción a los principios de la moral y la legislación).
-Kant (1724-1804. Filósofo alemán, uno de los más eminentes pensadores de la Ilustración. Principales obras: Crítica de la Razón Pura, Crítica de la Razón Práctica, Crítica del Juicio, Fundamentación de la metafísica de las costumbres, La religión dentro de los límites de la mera razón, La paz perpetua).

3. LA CIENCIA EN EL ILUSTRACIÓN


Características:
a))Confianza en el poder de la ciencia como instrumento imprescindible para descubrir las leyes que gobiernan la realidad.
b)El progreso de la humanidad está determinado por la evidencia objetiva y racional de las leyes científicas.
c)Tendencia a la unificación de las leyes científicas como medio para el conocimiento completo de la realidad.

Representantes:


Newton (1643-1727. Científico inglés. Llevó a cabo importantes investigaciones sobre la naturaleza de la luz y de la óptica, las leyes de la dinámica y la ley de gravitación universal. Obras: Principios matemáticos de la filosofía de la naturaleza, Método de fluxiones, Óptica).
-Lavoisier (1743-1794. Químico francés. Fundador de la química moderna. Descubrió que el agua es un compuesto de oxígeno e hidrógeno. Obra Tratado elemental de química).
-Galvani (1737-1798. Médico, fisiólogo y fisico italiano. Catedrático de anatomía de la Universidad de Bolonia. Estudió el efecto de las corrientes eléctricas en las contracciones musculares. Obra: Comentario sobre la incidencia de las corrientes eléctricas en el movimiento muscular).
-Volta (1745-1827. Físico italiano. Catedrático de física de la Universidad de Pavía. Inventor de la pila, precursora de la batería eléctrica. La unidad eléctrica conocida como «voltio» recibió este nombre en su honor. Obra: Sobre la fuerza de atracción de la electricidad).
-Franklin (1706-1790. Físico, inventor y político estadounidense. Descubrió que los rayos son descargas eléctricas. Inventor del pararrayos, las lentes bifocales (visión cercana en la parte inferior y lejana en la superior) y humidificadores para estufas y chimeneas. Obra: Experimentos y observaciones sobre la electricidad)
-Watt (1736-1819. Físico, inventor y matemático escocés. Contribuyó al desarrollo de la máquina de vapor. La unidad de potencia eléctrica «watio» recibió este nombre en su honor)
-Leeuwenhoeck (1632-1723) Naturalista holandés, padre de la microbiología. Identificó numerosos protozoos, bacterias y los glóbulos sanguíneos. Obra: Procedimientos de la Real Sociedad).
-Igenhousz (1730-1799. Fisiólogo, botánico y químico holandés. Descubrió la fotosíntesis. Obra: Experimentos con vegetales).
-Jenner (1749-1823. Médico inglés. Descubrió la vacuna contra la viruela. Obra: Investigaciones sobre las causas y efectos de la vacuna contra la viruela).
-Linneo (1707-1778. Botánico y zoólogo sueco. Realizó un clasificación (taxonomía) de los seres vivos en diferentes niveles jerárquicos: reinos, clases, órdenes, familias, géneros y especies. Obras: Metamorfosis de las plantas, Filosofía botánica, Sistema de la naturaleza).
-Cuvier (1769-1832. Naturalista francés. Defensor de la teoría fijista de la evolución. Promotor de la anatomía comparada y de la paleontología. Obras: Esquema elemental de la historia natural de los animales, Lecciones de anatomía comparada, Historia natural de los peces, Teoría de la Tierra).

TEMA 5. INTRODUCCIÓN A LA TEORÍA DEL CONOCIMIENTO DE KANT


1. Introducción.
La filosofía kantiana implica una nueva concepción del conocimiento según la cual los elementos formales (es decir, la forma o el modo como conocemos) y los elementos materiales (es decir, el mundo, los objetos, la realidad, que podemos conocer a través de los sentidos) del conocimiento han de colaborar para que éste pueda darse, superando, de este modo, las limitaciones del empirismo y del racionalismo.
Si la necesidad y universalidad de nuestros conocimientos no puede proceder sólo de la experiencia, el conocimiento no podrá explicarse como una adecuación del sujeto a los objetos, tal como habían supuesto las reflexiones de los filósofos hasta entonces. Por el contrario, hemos de suponer que son los objetos quienes tienen que adecuarse a nuestro conocimiento. En esta inversión del papel que juegan el sujeto y el objeto en el conocimiento radica la llamada «revolución copernicana» de Kant. El entendimiento no es una facultad pasiva, que se limite a recoger los datos procedentes de los objetos, sino que es pura actividad, configuradora de la realidad.
Kant denomina idealismo trascendental a su sistema filosófico. Esta modalidad de idealismo consiste en la afirmación de que sólo es posible el conocimiento si el sujeto tiene unas condiciones previas, anteriores, a la experiencia que hacen posible percibir. Esto es lo que significa «trascendental»: lo referente al modo de conocer los objetos, es decir, lo que el sujeto pone en las cosas (es decir, el entender lo que percibimos) en el acto de conocerlas.
2.

Análisis de la teoría del conocimiento en la Crítica de la Razón Pura

Kant en su obra
Crítica de la Razón Pura estudia los elementos a priori que intervienen en el conocimiento. Se denomina «crítica» porque estudia las condiciones de posibilidad del conocimiento y porque quiere prevenir de un uso inadecuado de estos elementos a priori (corno veremos en el apartado Dialéctica Trascendental).
Kant plantea el análisis del conocimiento en dos pasos: lo primero que hay que preguntar es si es posible el conocimiento, y después, qué condiciones intervienen en él y cuáles son los elementos del conocer.
Para dar respuesta a estas cuestiones, estructura su obra es tres grandes apartados:

Estética Trascendental

Kant utiliza el término «estética» en su sentido etimológico (del griego «aisthesis»= sensación o intuición. El término «intuición» es equivalente a «sensación») y no en el sentido de análsis o reflexión sobre la belleza. Se trata, pues, del estudio de las sensaciones, es decir, de nuestra capacidad de conocer el mundo a través de lo que percibimos por medio de los sentidos
A diferencia de lo que habían afirmado los racionalistas y los empiristas, quienes concebían una sola fuente de conocimiento, la razón o la experiencia, respectivamente, para Kant el conocimiento es el resultado de la colaboración entre ambas: por la sensibilidad recibimos los objetos, por el entendimiento los pensamos (y, por supuesto, los entendemos).

Las condiciones que hacen posible que podamos percibir y comprender lo que percibimos son el espacio y el tiempo, que Kant los define como «formas a priori de la sensibilidad»:
– formas: la forma o el modo como conocemos.
– a priori: condiciones que ya poseemos y que hacen posible comprender lo percibido.
– de la sensibilidad: capacidad de recibir impresiones del exterior a través de los sentidos. Se trata de una facultad meramente receptiva, pasiva.
En los objetos que nos representamos como exteriores a nosotros, como una «mesa» o una «casa», por ejemplo, podemos prescindir de cualquier representación sensible (tamaño, forma, color, etc.), pero no podemos prescindir de representárnoslo como algo en el espacio. De modo similar, por lo que respecta a la intuición de los estados internos del sujeto podemos prescindir de todas sus características excepto de representárnoslos en relaciones de tiempo. ¿Qué son, pues, el espacio y el tiempo? El espacio no puede ser una cosa, ya que las cosas existen en el espacio; si lo consideramos como una cosa tendríamos que concebir otro espacio que lo contuviese, y así indefinidamente, lo que resulta absurdo. El espacio tampoco puede ser un concepto empírico (extraído de la experiencia), dado que para representarme un objeto debo presuponer de antemano el espacio; por lo tanto, el espacio no puede proceder de la experiencia, sino que la precede necesariamente. Si no procede de la experiencia ha de ser una representación a priori, independiente, pues, de la experiencia.
Tampoco puede ser un concepto discursivo, ya que es único: no hay una multiplicidad de espacios que puedan ser representados mediante un concepto, del mismo modo que representamos la multiplicidad de «mesas» bajo el concepto «mesa». Si no es una cosa, ni un concepto empírico ni discursivo, el espacio sólo puede ser una intuición pura, una forma a priori de la sensibilidad, una condición que hace posible comprender lo percibido.
Lo mismo ocurre con el tiempo: no puede ser un concepto empírico ni discursivo, y debe preceder necesariamente a toda experiencia del sentido interno (es decir, en nuestra interioridad, ya que el tiempo es una sensación interna), por lo que ha de ser inevitablemente una intuición pura y a priori, la condición de posibilidad de todas las representaciones que se pueden dar en el sentido interno.

Analítica Trascendental

El entendimiento piensa el fenómeno. Aplica sobre las intuiciones sensibles los conceptos puros o categorías a fin de formar «juicios» (=enunciados). El entendimiento como facultad de juzgar.las intuiciones sin conceptos son ciegas y los conceptos sin intuiciones están vacíos, es decir, que los conceptos se forman únicamente mediante la unión del material sensible representado por las intuiciones y las categorías que les dan la forma, es decir, les confieren un sentido.

CONOCIMIENTO = INTUICIONES (SENSACIONES) + CONCEPTOS PUROS (CATEGORÍAS)


El conocimiento es la unión de conceptos puros (categorías) más las intuiciones (fenómenos).

Si espacio y tiempo son las condiciones que hacen posible el conocimiento de lo dado en la experiencia, el comprender lo percibido lo llevamos a cabo por medio de las categorías o conceptos puros. Son los «moldes» que permiten al entendimiento ordenar y dar significado, sentido, a lo que percibimos. Por ejemplo, comprendemos la relación de causa-efecto entre los datos de la experiencia porque disponemos del «molde» (categoría) «causalidad»; comprendemos que algo es así necesariamente porque disponemos de la categoría «necesidad»; comprendemos que algo no es en la medida en que disponemos del «molde» o categoría «negación»; comprendemos que algo está limitado porque disponemos de la categoría «limitación»; comprendemos que algo es diverso porque disponemos de la categoría «pluralidad»…
En sí mismas, las categorías no proporcionan ningún conocimiento, sino simplemente la forma («molde») a priori de todo conocimiento. Si el entendimiento limitara su acción a la producción de conceptos a partir de las categorías, sin aplicar esos conceptos a los contenidos que suministra la sensibilidad, tales conceptos estarían vacíos y no nos proporcionarían ningún conocimiento.
Pero, además, esto supone que no hay posibilidad de conocer ningún dato de la realidad si no se somete a la acción de las categorías, por lo que, del mismo modo que la sensibilidad impone al objeto las estructuras trascendentales del espacio y el tiempo, el entendimiento impone al objeto las formas trascendentales del entendimiento o categorías. En consecuencia, no podremos conocer nunca los objetos tal como son en sí mismos, es decir, como «noúmenos», sino solamente tal como se presentan a nosotros a través de esas estructuras trascendentales de la sensibilidad y del entendimiento es decir, como fenómenos. Por tanto, sólo conocemos los fenómenos, y no lo que las cosas son en sí mismas, porque es algo que sobrepasa nuestras posibilidades.
Dado que las categorías unifican en última instancia toda la diversidad de la realidad «fenoménica», no hay nada en ella que no dependa directamente de las categorías. Cuando descubrimos en la realidad una ley o una norma universal buscamos en esa realidad su causa, sin darnos cuenta de que esa regularidad se encuentra en la realidad porque la hemos puesto nosotros, al configurar la realidad a través de las categorías.

Dialéctica trascendental

Una de las cuestiones fundamentales que Kant plantea en su teoría del conocimiento es indagar sobre las posibilidades y límites de la metafísica. Este tema lo aborda, desde la perspectiva del problema del conocimiento, con la introducción del concepto de «límite» al que se asigna una operatividad esencial. La experiencia es el límite del conocimiento objetivo válido. El límite que establece la experiencia es el propio límite de lo fenoménico, es decir, de aquello que podemos captar a través de la experiencia, por medio de los sentidos. Más allá, como supuesto correlato de lo fenoménico, estaría el noúmeno o «cosa en sí» y que es inaccesible a través de la percepción. Sólo podemos hablar de experiencia posible cuando tenemos contenidos dados en la experiencia a través de los sentidos. Esto no quiere decir que, para Kant, no haya nada fuera de los fenómenos, sino más bien que aquello que queda fuera de los fenómenos no lo podemos percibir, puesto que no tienen un contenido intuitivo ni tampoco hay categorías que nos permitan su conocimiento. No hay, pues, posibilidad de conocimiento sin intuiciones sensibles (espacio y tiempo) y sin categorías.
Pero lo que está fuera del conocimiento no es lo irracional sin más. La razón en sí misma tiene una tendencia inevitable a intentar rebasar los límites de sus posibilidades, si bien sólo alcanza a postular (un postulado es algo que se presupone,


pero que no se puede demostrar) unas ideas trascendentales, cuya función es regulativa y que tienen su origen en la suprema aspiración humana a lo «incondicionado», es decir, lo que está más allá del límite de nuestras posibilidades de conocimiento
Es en la Dialéctica trascendental donde Kant analiza qué le sucede a la razón cuando intenta ir más allá de los límites del conocimiento categorial. cuando nos planteamos los problemas tradicionales de la metafísica.
La razón tiende hacia lo incondicionado, lo infinito, lo absoluto. es decir, aquello que está más allá de los límites de la experiencia. La tarea de buscar lo incondicionado viene impuesta por la necesidad lógica de dar coherencia y unidad al mundo de la experiencia. Sin embargo. esta tarea resulta imposible para el entendimiento, por el hecho de que el mundo de la experiencia está determinado por las categorías. El entendimiento se ocupa directamente de fenómenos y los unifica en juicios. La razón no se ocupa directamente de fenómenos de esa manera, sino indirectamente; es decir, la razón acepta los conceptos y los juicios del entendimiento e intenta unificarlos, sintetizarlos en un principio superior. La razón, de este modo. se ve impulsada a buscar una síntesis cada vez mayor del conocimiento, a tender cada vez más hacia lo incondicionado. lo no determinado empíricamente. Pero la razón. en sí misma, no puede afirmar que la cadena silogística del razonamiento pueda alcanzar ese «algo» incondicionado. Lo único que hace es movernos a obrar como si existiera.
Nuestro conocimiento intelectual no se limita a formular juicios. sino que también conecta unos juicios con otros. formando razonamientos. Así. la razón, que actúa de forma silogística. busca encontrar juicios cada vez más generales. capaces de explicar un mayor número de fenómenos. Las ideas no tienen una función constitutiva para el conocimiento. sino regulativa. Esto se debe a que tomamos erróneamente la idea como si fuera el nombre de un fenómeno existente que lo condiciona todo. equiparamos ideas y fenómenos. No valorar adecuadamente esta dimensión del fenómeno provoca que, al abordar las cuestiones metafísicas, la razón se vea envuelta en contradicciones y errores.
Uno de estos errores de la razón en el ámbito de la metafísica es que todos los fenómenos referidos al psiquismo. pretenden sintetizarse. unificarse, por medio de la noción de «alma». Esto da lugar a lo que Kant denomina paralogismos. El error fundamental es que esa sustancia, el alma, no puede ser objeto de conocimiento de experiencia. Cuando tomamos conciencia de nosotros mismos. lo único que obtenemos es una serie de vivencias internas que se suceden unas a otras en el tiempo, pero no encontramos suceso psíquico alguno que se pueda considerar como una realidad a la que podamos llamar «alma». Para llegar a ese concepto tendríamos que transgredir las leyes del conocimiento y salir fuera del espacio y el tiempo. lo que supondría ir más allá de las posibilidades reales de nuestro conocimiento, y esto es algo imposible.
Otro error consiste en que todos los fenómenos referidos al mundo intentan unificarse y explicarse por medio de teorías metafísicas acerca del mundo. lo que da lugar a antinomias.
Una tercera forma de error es la ilusión de la razón, que puede ilustrarse con la afirmación de la existencia de Dios. Lo que Kant considera ilusión de la razón no es propiamente la postulación de la existencia de Dios. sino las llamadas pruebas de la existencia de Dios, que a su juicio se reducen a tres: cosmológica, físico-teológica y ontológica. El error consiste en intentar explicar y unificar todos los fenómenos mediante la afirmación racional de una causa suprema (Dios) de todos esos fenómenos.


 

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