Pensamiento Filosófico: Crítica y Transformación en Nietzsche y Marx

El Pensamiento de Nietzsche

El pensamiento de Nietzsche constituye una crítica radical a la cultura occidental, especialmente a la tradición filosófica que arranca con Sócrates y Platón. Aunque su filosofía pasa por varias etapas, en conjunto, propone una nueva interpretación del mundo, la verdad y el ser humano, en oposición a los valores tradicionales. En su primer periodo, Nietzsche analiza la cultura griega a través del enfrentamiento entre lo apolíneo (la razón, el orden) y lo dionisíaco (la vida, el caos). Considera que la tragedia griega expresaba la armonía entre estas dos fuerzas, mostrando una aceptación estética y valiente del sufrimiento y del destino. Sin embargo, con Sócrates y Platón, triunfa el racionalismo, que impone la razón sobre la vida y marca el inicio de una decadencia cultural.

Para Nietzsche, Sócrates introduce el ideal del “hombre teórico”, subordinando la vida a la virtud y a la verdad racional. Platón, por su parte, comete el gran error de inventar un mundo de Ideas inmateriales, despreciando el mundo sensible, que es el único real según Nietzsche. Esta dualidad entre el mundo verdadero y el aparente será heredada por el cristianismo y la filosofía posterior, reforzando una visión negativa de la vida terrenal.

La moral tradicional, enraizada en el judeocristianismo y el platonismo, es una moral antinatural porque va contra los instintos vitales. Nietzsche sostiene que el conocimiento racional no capta la verdadera realidad, sino que crea conceptos útiles para la convivencia, pero arbitrarios. La verdad, entonces, no es objetiva: es una ficción útil, una metáfora convertida en concepto. Por tanto, la vida solo puede ser comprendida a través del arte y la intuición, no por la razón.

Nietzsche también critica la ciencia moderna, que reduce la realidad a cifras y cantidades, ignorando la riqueza del devenir y de la diferencia. La metafísica occidental, con su idea de realidades inmutables, también desprecia la vida, que es cambio y multiplicidad. Frente a esto, Nietzsche afirma que solo existe el devenir vital captado por los sentidos, y rechaza cualquier idea de eternidad, sustancia o trascendencia, incluidas las promesas del cristianismo.

Su diagnóstico de la cultura occidental la define como nihilista, por haber negado la vida en favor de valores supremos y ficticios. La pérdida de esos valores lleva a un nihilismo pasivo, en el que se sufre por la falta de sentido. Nietzsche propone un nihilismo activo: destruir los antiguos valores y crear otros nuevos que afirmen la vida. La muerte de Dios simboliza el rechazo de todo valor superior a la vida, permitiendo el surgimiento de una nueva forma de vivir basada en la voluntad de poder, es decir, en el impulso a crecer, afirmarse y superarse.

Esta voluntad de poder se refleja en la idea del eterno retorno: debemos amar la vida de tal forma que queramos vivirla una y otra vez, incluso con su dolor. Así nace el amor fati, el amor al destino, que implica aceptar todo lo que ocurre con alegría y valentía. En este marco, Nietzsche niega la existencia de un yo permanente y propone que el ser humano es una pluralidad de instantes vitales, una suma de perspectivas en constante cambio.

El ideal humano nietzscheano es el superhombre, que supera la condición humana actual. Representa al individuo que acepta la muerte de Dios, crea nuevos valores, y vive con la inocencia del niño, más allá del bien y del mal. Este proceso implica tres transformaciones: el espíritu del camello (que carga con la moral tradicional) se convierte en león (que destruye esos valores), y luego en niño (que crea otros nuevos). El superhombre afirma la vida tal como es, sin buscar consuelo en otros mundos.

Nietzsche analiza también el origen de los valores morales: la moral de señores, que afirmaba la vida y la fuerza, fue sustituida por la moral de esclavos, basada en el resentimiento y la negación de la vida. El cristianismo es el máximo ejemplo de esta inversión, al valorar la humildad, el sacrificio y la compasión. Frente a ello, Nietzsche propone una transvaloración de todos los valores: una nueva moral que afirme la vida y la creatividad.

En cuanto a la política, Nietzsche critica tanto al Estado como a la democracia, que ve como formas de control de los débiles sobre los fuertes. Considera que el Estado limita la libertad del individuo creador, y también rechaza el igualitarismo del socialismo. No obstante, su pensamiento no se alinea con el anarquismo ni con el nacionalsocialismo, y se opone a los nacionalismos, incluido el alemán.

Hoy en día, muchas ideas de Nietzsche siguen teniendo vigencia. La religión ha perdido influencia, y muchos viven en una especie de nihilismo, sin valores firmes. Aunque se rechazan los valores tradicionales, tampoco se han creado otros nuevos, lo que genera confusión. El consumismo y el capitalismo han reemplazado a las antiguas ideologías, pero en lugar de liberar al individuo, lo someten a nuevas normas externas, transformándolo nuevamente en camello.

El Pensamiento de Nietzsche (Repetido)

El pensamiento de Nietzsche constituye una crítica radical a la cultura occidental, especialmente a la tradición filosófica que arranca con Sócrates y Platón. Aunque su filosofía pasa por varias etapas, en conjunto, propone una nueva interpretación del mundo, la verdad y el ser humano, en oposición a los valores tradicionales. En su primer periodo, Nietzsche analiza la cultura griega a través del enfrentamiento entre lo apolíneo (la razón, el orden) y lo dionisíaco (la vida, el caos). Considera que la tragedia griega expresaba la armonía entre estas dos fuerzas, mostrando una aceptación estética y valiente del sufrimiento y del destino. Sin embargo, con Sócrates y Platón, triunfa el racionalismo, que impone la razón sobre la vida y marca el inicio de una decadencia cultural.

Para Nietzsche, Sócrates introduce el ideal del “hombre teórico”, subordinando la vida a la virtud y a la verdad racional. Platón, por su parte, comete el gran error de inventar un mundo de Ideas inmateriales, despreciando el mundo sensible, que es el único real según Nietzsche. Esta dualidad entre el mundo verdadero y el aparente será heredada por el cristianismo y la filosofía posterior, reforzando una visión negativa de la vida terrenal.

La moral tradicional, enraizada en el judeocristianismo y el platonismo, es una moral antinatural porque va contra los instintos vitales. Nietzsche sostiene que el conocimiento racional no capta la verdadera realidad, sino que crea conceptos útiles para la convivencia, pero arbitrarios. La verdad, entonces, no es objetiva: es una ficción útil, una metáfora convertida en concepto. Por tanto, la vida solo puede ser comprendida a través del arte y la intuición, no por la razón.

Nietzsche también critica la ciencia moderna, que reduce la realidad a cifras y cantidades, ignorando la riqueza del devenir y de la diferencia. La metafísica occidental, con su idea de realidades inmutables, también desprecia la vida, que es cambio y multiplicidad. Frente a esto, Nietzsche afirma que solo existe el devenir vital captado por los sentidos, y rechaza cualquier idea de eternidad, sustancia o trascendencia, incluidas las promesas del cristianismo.

Su diagnóstico de la cultura occidental la define como nihilista, por haber negado la vida en favor de valores supremos y ficticios. La pérdida de esos valores lleva a un nihilismo pasivo, en el que se sufre por la falta de sentido. Nietzsche propone un nihilismo activo: destruir los antiguos valores y crear otros nuevos que afirmen la vida. La muerte de Dios simboliza el rechazo de todo valor superior a la vida, permitiendo el surgimiento de una nueva forma de vivir basada en la voluntad de poder, es decir, en el impulso a crecer, afirmarse y superarse.

Esta voluntad de poder se refleja en la idea del eterno retorno: debemos amar la vida de tal forma que queramos vivirla una y otra vez, incluso con su dolor. Así nace el amor fati, el amor al destino, que implica aceptar todo lo que ocurre con alegría y valentía. En este marco, Nietzsche niega la existencia de un yo permanente y propone que el ser humano es una pluralidad de instantes vitales, una suma de perspectivas en constante cambio.

El ideal humano nietzscheano es el superhombre, que supera la condición humana actual. Representa al individuo que acepta la muerte de Dios, crea nuevos valores, y vive con la inocencia del niño, más allá del bien y del mal. Este proceso implica tres transformaciones: el espíritu del camello (que carga con la moral tradicional) se convierte en león (que destruye esos valores), y luego en niño (que crea otros nuevos). El superhombre afirma la vida tal como es, sin buscar consuelo en otros mundos.

Nietzsche analiza también el origen de los valores morales: la moral de señores, que afirmaba la vida y la fuerza, fue sustituida por la moral de esclavos, basada en el resentimiento y la negación de la vida. El cristianismo es el máximo ejemplo de esta inversión, al valorar la humildad, el sacrificio y la compasión. Frente a ello, Nietzsche propone una transvaloración de todos los valores: una nueva moral que afirme la vida y la creatividad.

En cuanto a la política, Nietzsche critica tanto al Estado como a la democracia, que ve como formas de control de los débiles sobre los fuertes. Considera que el Estado limita la libertad del individuo creador, y también rechaza el igualitarismo del socialismo. No obstante, su pensamiento no se alinea con el anarquismo ni con el nacionalsocialismo, y se opone a los nacionalismos, incluido el alemán.

Hoy en día, muchas ideas de Nietzsche siguen teniendo vigencia. La religión ha perdido influencia, y muchos viven en una especie de nihilismo, sin valores firmes. Aunque se rechazan los valores tradicionales, tampoco se han creado otros nuevos, lo que genera confusión. El consumismo y el capitalismo han reemplazado a las antiguas ideologías, pero en lugar de liberar al individuo, lo someten a nuevas normas externas, transformándolo nuevamente en camello.

El Pensamiento de Marx

Política: El Comunismo

Según el ideal ilustrado, Marx concibe su propuesta política como un intento de emancipación y liberación del ser humano de la cosificación, alineación y deshumanización a la que le somete el modo de producción capitalista. Debido a las contradicciones internas que encuentra en el capitalismo, será inevitable, acorde al movimiento dialéctico de la historia, y siempre que el proletariado actúe, el advenimiento del comunismo. Recordemos que Marx no solo tenía un objetivo teórico con su filosofía, sino que esencialmente su pensamiento estuvo motivado por un interés práctico: fundamentar y alentar los movimientos obreros para dar lugar a una sociedad más justa, sin propiedad privada ni antagonismos de clase. Con la abolición de las clases sociales se alcanzará el fin de la historia, porque dejarán de existir las contradicciones que es el motor del cambio histórico, según Marx. La sociedad sin clases es la sociedad comunista. Para llegar a ella, hay que pasar dos fases:

  • La revolución: La primera fase se origina con la acción revolucionaria del proletariado, que intervendrá en el devenir histórico acelerando la caída de la sociedad capitalista. Para que ocurra, es necesario que el proletariado deba adquirir la conciencia de clase. El movimiento obrero debe organizarse políticamente y luchar de forma colectiva. Dicha lucha obrera debe ser a nivel internacional. La revolución proletaria es una revolución política, pero sobre todo social, ya que su fin es abolir la sociedad clasista. Con su triunfo, los medios de producción se colectivizan y comienza la dictadura del proletariado.
  • La dictadura del proletariado: Cuando la propiedad privada capitalista se ha abolido, comienza la fase socialista de la revolución. En esta fase, el poder político lo ostentan los obreros y campesinos, quienes establecen una dictadura sobre las antiguas clases explotadoras. El Estado socialista es provisional, y todas las personas trabajan, y los bienes se reparten según las necesidades de cada persona. En el fin de la historia ya surge la sociedad comunista, donde la propiedad es común. Las clases sociales quedan abolidas, y el Estado desaparece. Al eliminarse los antagonismos de clase, los seres humanos vuelven a establecer entre sí relaciones de amistad y solidaridad.

Ontología

Dialéctica

Marx y Engels asumen de la dialéctica de Hegel la idea de que la realidad histórica está en movimiento y que la ley por la que podemos comprender ese devenir. Los tres momentos de la dialéctica propuestos por Hegel son la idea, la negación de la idea y la negación de la negación de la idea. Frente a Hegel, el motor de la historia y uno de los objetivos de su materialismo dialéctico será invertir la dialéctica hegeliana; no son las ideas las que determinan la materia, sino que son las condiciones materiales en las que vive el ser humano y los modos de producción en cada momento histórico lo que determina las ideas. Al idealismo de Hegel, Marx y Engels oponen el materialismo: todo elemento y actividades espirituales están impregnados de materia. La naturaleza es previa al espíritu.

Materialismo Dialéctico

Aunque no se sabe con exactitud si fue Engels o Marx quien acuñó el materialismo dialéctico, en la actualidad se apunta a que es una creación conjunta. Inspirándose en la teoría de Charles Darwin, Engels consiguió que los cambios recurrentes que se observaban en la materia seguían una serie de leyes dialécticas:

  • Ley de la unidad y lucha de contrarios: Todas las existencias tienen un carácter de unidad cambiante. Esta unidad se considera temporal, expresado por la lucha y el conflicto continuo.
  • Ley de la transformación de la cantidad en cualidad y viceversa: Los cambios que se producen en la naturaleza no son solo cuantitativos, sino que son cualitativos. El cambio cualitativo conlleva una fase de desarrollo.
  • Ley de negación de la negación: La serie de cambios cuantitativos y cualitativos es infinita; cada fase de desarrollo se considera como una síntesis que resuelve las contradicciones.

Materialismo Histórico

A diferencia del materialismo clásico de Demócrito y del materialismo mecanicista, Marx quiso ir más allá de la idea de que todo es materia y aplicó el materialismo a la interpretación de la historia, dando lugar al materialismo histórico. Las condiciones materiales de los seres humanos lo obligan a transformar la naturaleza por medio del trabajo. Ese proceso lo lleva a estar en contacto con otros seres humanos, lo que lo convierte además en un ser social. El trabajo y las necesidades materiales determinan a los seres humanos y son la realidad humana fundamental sobre la cual se producirán otras realidades. El trabajo implica una relación económica, y como el trabajo es el motor del cambio histórico, entonces las relaciones económicas son el motor de la historia. Las condiciones materiales de la existencia humana y de las relaciones de producción son las que funcionan como guía y motor de la historia.

Esta idea de que la base o estructura material organiza la formación social, Marx la expresa en la diferenciación entre estructura económica o superestructura:

  • La estructura económica: Es la base real desde la que se constituye la formación social y las ideas.
  • Las relaciones de producción: Son las relaciones que se establecen entre el productor y los medios de producción y las relaciones de propiedad con respecto al producto de su trabajo.
  • Las fuerzas productivas: Hace referencia a los agentes que realizan el trabajo para producir cosas. En un momento determinado de la historia, están subordinadas a las relaciones de producción.

Superestructura

La superestructura está condicionada por la infraestructura y es el conjunto de ideas, valores e imágenes que configuran la conciencia en un momento concreto de la historia. La superestructura funciona como ideología, que es entendida por Marx como falsa conciencia. La ideología representa los intereses de la clase dominante.

La Lucha de Clases

Según Marx, en la historia se observan divisiones de la sociedad en clases. El motor de la historia es la lucha de clases entre dos grupos antagónicos: quienes son propietarios de los medios de producción y quienes venden su fuerza de trabajo para sobrevivir. De la oposición y de las contradicciones de la infraestructura económica surge la transformación histórica, siempre y cuando los seres humanos intervengan con su actuación en el proceso. La lucha de clases presenta la idea de una historia de la humanidad en la que grupos antagónicos luchan entre sí por el poder y el control de los medios de producción. La sociedad burguesa no ha eliminado los antagonismos de clase, y las dos clases antagónicas que se enfrentan son la burguesía, que posee los medios de producción como el dinero, y puede comprar la fuerza de trabajo del proletariado. El proletariado carece de propiedades y de medios de producción. Solamente dispone de su fuerza de trabajo que debe vender para poder subsistir.

Análisis y Crítica de la Sociedad Capitalista

El Concepto de Mercancía

Marx comienza su análisis del capitalismo por aquello que más caracteriza al modo de producción capitalista: las mercancías. Las mercancías no son creadas con el fin de satisfacer una necesidad humana, sino para ser intercambiadas en el mercado y producir plusvalor. A diferencia de los objetos, la mercancía posee un doble valor:

  • Un valor de uso: Ya que las mercancías son cualitativamente diferentes. El valor de uso de una mercancía apunta a la utilidad que tiene, a la capacidad de satisfacer necesidades humanas concretas; y aunque la mercancía posee un valor de uso, este es solo accidental, aunque es necesario para que la mercancía se venda en el mercado.
  • También tiene un valor de cambio: Que anula en la mercancía toda diferencia cualitativa, porque su diferencia es meramente cuantitativa; su finalidad es ser cambiada por dinero con el fin de adquirir beneficio con la venta. El valor se determinará por el trabajo socialmente necesario que se necesita para producir una mercancía.

El Fetichismo de la Mercancía

Hasta Marx, los economistas se fijaban en los precios de la mercancía en el mercado, y habían determinado que la ley de oferta y demanda marcaba el valor y producía beneficios. Marx ve esta afirmación como un fetichismo de la mercancía, un deslumbramiento por la mercancía que oculta la verdadera razón por la que aparece el beneficio. Por esta razón, entiende la economía clásica como una herramienta de la ideología burguesa que tiene como fin perpetuar la explotación.

Acumulación Originaria

Marx busca una explicación a la desigualdad: aquello que lleva al proletariado a ser explotado y al burgués a ser poseedor. Marx afirma que las relaciones económicas no son naturales, porque la naturaleza no se rige por el mercado, sino que, por el contrario, esta relación económica se ha creado de forma artificial a partir de una violencia histórica que ha desposeído a miles de personas y dotado de propiedad a unas pocas. Este proceso que ha generado tal desigualdad social y que es la premisa que permite el modo de producción capitalista es lo que llamará acumulación originaria en uno de sus libros. Marx explica que el proceso de acumulación originaria fue provocado en Inglaterra en un momento histórico determinado. A partir de entonces, los campesinos ya no tienen nada que comer ni que producir; solo tienen su cuerpo, y es lo que venden en el mercado: la fuerza para trabajar. Así, el campesinado feudal se transformó en el paupérrimo proletariado industrial. La privatización de las tierras es la clave de la explotación del obrero, y este es el motivo fundamental por el que Marx en su sistema político pondrá el comunismo como sociedad en la que la propiedad privada capitalista quede abolida y con ello finalice la lucha de clases.

Antropología: Concepción del Ser Humano

El Ser Humano es Actividad

Marx parte de la premisa de que no existe una esencia humana. Por el contrario, el ser humano se constituye a sí mismo mediante sus decisiones y las acciones que realizan, lo que implica que sea un ser en constante construcción y cambio. Los humanos estamos sometidos al mundo material, porque tenemos necesidades que satisfacer; pero estas necesidades no las satisfacemos de manera inmediata. Esta relación necesaria entre el ser humano y la materia, mediada por el trabajo, es lo que lleva a Marx a alejarse de las interpretaciones que han entendido al ser humano como animal racional. En su lugar, Marx afirma que el ser humano es actividad y trabajo, y el trabajo es lo que nos caracteriza como seres humanos. También nos permite realizarnos como humanos en dos sentidos: en nuestra relación con la naturaleza (lo que nos diferencia del resto animales) y al trabajar junto con otras personas nos permite realizar otra característica del ser humano: el ser un ser social.

Alineación del Ser Humano por el Trabajo

Concepto de Alineación

El término alineación puede definirse como un proceso o situación por el que el ser humano se siente ajeno y extraño a sí mismo, a aquello que le corresponde ser. Marx adopta este concepto de Hegel, cuando afirma que el espíritu se enajena, y de la definición de alineación religiosa de Feuerbach. Feuerbach sostuvo que la alineación sucede cuando el ser humano olvida que la religión es una creación suya. Marx amplía esta idea de Feuerbach a todas las dimensiones humanas, empezando por aquello que es lo más propio, y así llega a la idea de alineación económica. En su análisis del modo de producción capitalista, Marx se dio cuenta de que el trabajo asalariado no es solo un trabajo mísero, sino un trabajo alienante porque no permite al ser humano realizarse a sí mismo. En los manuscritos de 1844 describe cuatro aspectos que producen la alineación económica:

  • En relación con el producto de su trabajo;
  • En relación con la actividad productiva;
  • En relación con la naturaleza;
  • En relación con otros seres humanos.
Otras Formas de Alineación Humana

La sociedad capitalista no solo produce la alineación económica, sino que sobre ella y en estrecha relación, se alzan otras formas de alineación que conforman la superestructura. Las ideas de la superestructura alinean al obrero porque construyen en él una falsa conciencia que para Marx es sinónimo de ideología. Las otras formas de alineación son:

  • Alineación social: Que consiste en la división de las sociedades en clases: la clase dominante y la clase dominada. En este caso, el objetivo de Marx es la eliminación de todas las clases.
  • Alineación religiosa: La religión como ideología está al servicio de la clase dominante para consolar a los desposeídos de las situaciones injustas que padecen. Al respecto, Marx escribe que la religión es el opio del pueblo. No existe Dios ni ningún tipo de trascendencia. En este sentido, Marx rechaza todo tipo de religión al considerar que es un mero mecanismo de control social con el que el poder político legitima la desigualdad social.
  • Alineación política: El Estado, de acuerdo con la división de clases, se estructura en una clase política que manda y otra que obedece. Es la alianza del poder con el dinero. El Estado es una superestructura creada por el capital para dominar al trabajador. La necesidad del internacionalismo proletario.
  • Alineación jurídica y moral: Derecho y moral funcionan como una superestructura para legitimar el estado de cosas existentes. Para Marx, también en este caso, las leyes y la moral han sido creadas por la clase dominante para dominar y controlar a los más débiles económicamente. Como salida a la alineación, propondrá la colectivización de los medios de producción como nueva forma de comprender la propiedad.

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