Libertad como necesidad

La eudaimonía como bien supremo


El concepto inicial de la ética aristotélica es el de bien, expresado como el fin hacia el que todas las cosas tienden en su desarrolloEste carácter pragmático queda expuesto cuando comprobamos la preocupación por la felicidad humana (eudaimonía). La primera tarea que emprende en este campo es la definición del concepto mismo de felicidad, y para ello, nada mejor que analizar a fondo todo aquello que hace felices a los seres humanos, es decir, aquello que por sí solo hace deseable la vida y no necesita de ninguna otra cosa.

(ética estoica) El Logos universal

La base teórica de la ética estoica reside en su afirmación de que todo en la naturaleza está sujeto a una ley (logos) universal. Nada puede escapar a la necesidad de la naturaleza. Como el orden universal es justo, la aceptación del destino se convierte en la actitud debida. El hombre virtuoso es el que no se rebela contra el destino, el que acepta tranquilamente lo que le pasa porque comprende que estaba determinado a pasar.
Libertad y ataraxia ¿en qué queda la libertad humana? En conciencia de la necesidad, la cual tiene un rendimiento práctico: aquella imperturbabilidad. Conocer el orden necesario del mundo y ser parte consciente del mismo.Al hombre sólo le queda una única posibilidad de libertad, que no es otra que la de colaborar, es decir, la actitud de vivir en conformidad con la naturaleza La virtud la finalidad del hombre es vivir en conformidad con la naturaleza. Esto es lo razonable, y la virtud consiste en atenerse a esto, y esto nos proporciona armónía y felicidad. Todo lo demás es indiferente. La apatía como ideal ideal es la apatía, que consiste en la liberación de las cosas que puedan afectarnos: placer, aversión, deseo y miedo. Esto se consigue usando la razón (logos). El Cosmopolitismo Los estoicos consideran un dictado de la razón el vivir en sociedad y participar en los asuntos públicos. Todos los hombres tienen una naturaleza común, que es la razón. De ahí que sólo deba haber una ley para todos los hombres y que todos ellos tengan una sola patria. El hombre (el sabio) no es ciudadano de este o aquel Estado particular, sino del mundo.Las virtudes y el ethos La virtud estaría basada en ciertas cualidades intrínsecas del sujeto y ciertas disposiciones de su alma para comportarse de un modo excelente; Así, el ejercicio y el hábito (ethos) es el camino a través del cual Aristóteles propone la construcción moral del ser humano, ya que éste no nace inmediatamente virtuoso ni se hace como tal a partir de recibir una educación exclusivamente teórica. La virtud de la justicia, por ejemplo, se adquiere mediante la comprensión de su concepto y mediante su práctica continuada.Las virtudes intelectuales y las virtudes morales El desarrollo de los hábitos virtuosos parte de una decisión y elección voluntaria del sujeto entre aquellas conductas que conviene ejercitar. Pero toda elección supone deliberación previa, y la deliberación es una actividad intelectual del ser humano.

Por ello encontramos en la Ética a Nicómaco la distinción que hace Aristóteles entre dos tipos de virtudes: las virtudes intelectuales (dianoéticas) y las virtudes morales (éticas).

Las virtudes intelectuales (dianoéticas)

Son las que se encuentran en la esfera intelectual y
que corresponden a la propia racionalidad del ser humano. Estas virtudes son definidas como excelencias del entendimiento. Son virtudes intelectuales la sabiduría práctica y la sabiduría teórica: la primera consiste en la capacidad para deliberar correctamente acerca de las cosas buenas para nosotros; la segunda es el conocimiento orientado a los seres más elevados.Como el objeto o fin a que se dirige un saber determina, según el estagirita, su rango, la sabiduría teórica sería la superior. También la vida contemplativa, dedicada al estudio de esos objetos, es la que da mayor felicidad. Pero a menudo la vida contemplativa es muy elevada para seres tan limitados como nosotros. La sabiduría práctica es, por tanto, más importante, y también lo es el ejercicio de las virtudes morales para conseguir la felicidad que está a nuestro alcance.

Las virtudes morales (éticas)

Son precisamente las que pueden adquirirse a través de la práctica conveniente. Quedan definidas como excelencias del carácter y tienen su origen y desarrollo en el hábito moral, esto es, en la repetición de las buenas acciones. Algunas de estas virtudes son, para Aristóteles, la fortaleza, el valor y, sobre todas las demás, la justicia.
Kant da por supuesta la existencia de una conciencia moral ordinaria, pone como ejemplo de ello los sacrificios de sus padres para que él estudiase. La tarea de Kant no es buscar una base moral, sino averiguar cual debe ser el carácter de nuestros conceptos y preceptos morales para que la moralidad sea posible tal como es.

La buena voluntad

Kant emprende el examen de esta cuestión a partir de la afirmación inicial de que no hay nada incondicionalmente bueno excepto la buena voluntad.
La atención se centra desde el comienzo en la voluntad del agente, en sus móviles o intenciones y no en las consecuencias que se derivan de su
acción. Ahora bien, ¿qué móviles o intenciones hacen buena a la buena voluntad?  

El deber

El único móvil de la buena voluntad es el cumplimiento de su deber por el amor al cumplimiento de su deber. Una voluntad puede no llegar ser buena porque cumple con el deber no sólo en virtud de móviles egoístas, como en el caso del comerciante que pesa correctamente la mercancía para conservar la clientela, sino también porque lo cumpla en virtud de móviles altruistas, pues, estos, surgen por inclinación y pertenecen a nuestra determinada naturaleza física y psicológica, y no podemos elegir entre nuestras inclinaciones; lo que podemos hacer es elegir entre nuestras inclinaciones y nuestro deber. De esta manera Kant distingue entre obrar conforme al deber, legalidad, y obrar por el deber, moralidad.

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