La filosofía platónica: realidad, conocimiento, alma y virtud

1. PROBLEMA DE LA REALIDAD Y PROBLEMA DEL CONOCIMIENTO

La doctrina central de la filosofía platónica es la teoría de las Ideas. Consiste en la afirmación de que existen realidades inmateriales, inmutables y universales. Las Ideas constituyen el Mundo Inteligible, que solo puede ser captado por la razón y se diferencia del Mundo Sensible (Mundo físico) captado por los sentidos. Platón considera el Mundo Sensible que percibimos como el resultado de la actividad ordenadora de una Inteligencia divina, el Demiurgo, que da forma o estructura a la materia caótica conforme a unos modelos eternos y perfectos (las Ideas).
Las Ideas son la causa de la existencia de las cosas sensibles que percibimos.
La Idea es el modelo imitado imperfectamente por las cosas individuales.



2. PROBLEMA ANTROPOLÓGICO (PROBLEMA DEL ALMA)

El dualismo (alma frente a cuerpo) constituye el núcleo de la doctrina platónica sobre el ser humano. Platón recoge ideas procedentes del pitagorismo: El alma es inmortal y su unión con el cuerpo es accidental y transitoria.
Como Platón explica en el Menón, el Fedón y el Fedro, nuestras almas son inmortales, pero están sujetas a un ciclo de nacimientos en cuerpos mortales (reencarnación).
En su estado desencarnado el alma tiene la oportunidad de ver las Formas (Ideas) directa y claramente. La experiencia del nacimiento y la contaminación con el cuerpo producen el olvido, pero las imperfectas aproximaciones sensibles a las Formas pueden estimular la reminiscencia de las Formas en sí mismas. Distingue tres aspectos en el alma: la razón (alma racional), el apetito (alma concupiscible) y el ánimo (alma irascible). A la razón corresponde ordenar y controlar el apetito. En el apetito residen los impulsos irracionales y los deseos motivados por las necesidades corporales. El ánimo es el valor que cumple la función de auxiliar a la razón para refrenar los apetitos, aunque una mala educación puede corromperlo y hacer que ceda a las demandas del apetito.

3. PROBLEMA DE LA VIRTUD: ÉTICA Y POLÍTICA

Según Platón, un individuo solo podría ser justo si vive en una sociedad donde reine la justicia. Por lo tanto, la Ética, que se ocupa de la virtud del individuo, es inseparable de la Política, que se ocupa de la virtud del Estado.
Platón considera que todos los regímenes políticos existentes están enfermos, particularmente la democracia, según Platón, el gobierno de una minoría de demagogos que logran ganarse el favor del pueblo a costa de halagos y engaños. La Justicia sería para Platón el equilibrio de los tres aspectos que distingue en el ser humano: la razón (alma racional), el apetito (alma concupiscible) y el ánimo (alma irascible). Corresponde a la razón gobernar, es decir, ordenarnos lo que debemos hacer, y la virtud propia del buen gobierno es la sabiduría. La virtud propia del alma concupiscible sería la moderación o templanza. Por último, la parte irascible del alma tendría como virtud propia la fortaleza o valor. Un individuo será justo cuando cada una de estas partes del alma cumpla la función que le es propia.
Según Platón, una sociedad política sería justa si todos los ciudadanos fuesen educados por el Estado con el fin de descubrir qué aptitudes poseen y asignarles la función más adecuada a dichas aptitudes. Los que predominara el apetito formarían la clase más numerosa (los productores, dedicados a las actividades económicas). Un grupo más reducido lo constituirían aquellos individuos en los que predominara el valor y la fortaleza (los guardianes auxiliares, que constituyen una especie de clase militar encargada de hacer cumplir las órdenes de los gobernantes). Por último, una minoría de guardianes destacaría por su sabiduría y su prudencia, por predominar en ellos el elemento racional del alma. Estos constituyen la clase de los verdaderos Guardianes: los gobernantes-filósofos. El Estado será justo cuando cada una de estas tres clases cumpla la función que le es propia.
La Justicia consiste en la armonía de las clases que forman el Estado.



La formación de los Guardianes (gobernantes-filósofos) comprende disciplinas como las matemáticas que sirven como preparación para la Dialéctica. En la Dialéctica platónica, una mente entrenada en las matemáticas (el orden matemático conduce al orden de los valores, porque el orden (kosmos) es en sí mismo un bien), se ocupa de las Formas (Ideas) y alcanza finalmente la auténtica fuente de su existencia e inteligibilidad: la Forma del Bien.

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