La coherencia entre los principios del conocimiento, los instrumentos del conocimiento y el resultado de conocimiento del proceso de conocimiento

-Otra carácterística de la ciencia supone que es ENSEÑABLE y APRENDIBLE; esto supone una concepción pública de la ciencia, es decir, la ciencia ya no es una posesión exclusiva de unos pocos (el filósofo de Platón) sino que está al alcance de todos; si no hay publicidad (enseñarla, aprenderla) no hay ciencia; no en vano Aristóteles fundó la primera biblioteca.

-La ciencia posee dos métodos: la INDUCCIÓN y la DEDUCCIÓN; la inducción supone conocer una serie de hechos particulares, y elaborar a partir de ellos un principio universal. La deducción es el método inverso: se parte de un principio universal (p.E: el principio de identidad) para aplicarlo a hechos particulares.

-La última carácterística es la siguiente: saber algo es saber sus «principios», es decir, si conozco algo soy capaz de explicar y dar razones de ese conocimiento.

[La producción y la acción. Noción]


La segunda virtud dianoética (intelectual) es el arte (techné). Cuando se habla de «arte» Aristóteles se refiere a un escultor o un músico, pero también a un carpintero, constructor de barcos. No son lo mismo la PRODUCCIÓN y la ACCIÓN; no es lo mismo llevar a cabo una acción y realizar algo y que esta acción tenga un resultado o un efecto. Esto último es la producción, la cual es una actividad racional, va unida al uso de la razón (y la acción no).
-La tercera carácterística de la techné es que guarda relación con la «génesis», si la producción tiene un efecto o resultado de la misma (un producto), esto supone que producir es crear algo que no existía antes. Su origen se encuentra en la «causa eficiente», esto es, el productor o creador (este es el comienzo de la Física de Aristóteles). En esta obra, Aristóteles nos dice que existen dos tipos de cosas: los objetos NATURALES que son necesarios (son así y no pueden ser de otra manera) y los objetos ARTIFICIALES que son el resultado de la producción (del arte). Luego, TECHNÉ es PRODUCCIÓN (y no acción). Entonces, si techné es cualquier acción que produce algo que va acompañado de «razón verdadera»; puedo hacer acciones racionales (techné) sobre mí mismo, es decir, el resultado de la producción soy YO: «me produzco a mí mismo». La ética trata de esto, lo que debo saber para llegar a hacer esto último.

[Prudencia y moderación. Noción]


La tercera virtud dianoética es la prudencia. Un «hombre prudente» tiene una serie de carácterísticas:

-Es capaz de «deliberar rectamente», es decir, que reflexiona correctamente sobre todos los aspectos de una acción (como en la techné). Elabora su propio criterio que le sirve de guía para la acción.

-Deliberar sobre lo «bueno y conveniente» para uno mismo, lo que se corresponde a mi ser (a lo que soy).

– «Lo bueno y lo conveniente» no en un asunto en concreto (en decisiones concretas) sino para conseguir «vivir bien en general».

-El fin de la «deliberación» del hombre prudente es «vivir bien en general». El objetivo de Aristóteles es que cada uno alcance la «vida buena», es decir, conseguir las destrezas (prácticas) o virtudes éticas y los conocimientos (virtudes intelectuales) para que sea un virtuoso de vivir; que se me dé muy bien ser lo que soy. Si conseguimos esto, lograremos tener una «vida buena». 


-Por eso nos dice Aristóteles que la prudencia es «un modo de ser racional, verdadero y práctico». Si consigo «interiorizar» la prudencia (ser prudente es mi forma de ser) en todas mis decisiones (acciones) seré MODERADO; de nuevo el «término medio», es decir, evitaré el exceso y el defecto en todo lo que se refiere a mi existencia.

[Hasta aquí la noción]


2.2 Felicidad y vida buena

Según Aristóteles el fin que perseguimos todos es la FELICIDAD (eudaimonía), y se consigue si pongo en práctica las virtudes (tanto las éticas como las dianoéticas). Todo lo que hacemos son «fines intermedios»: para conseguir ese «fin último», es decir, esos fines «particulares» en realidad son medios para conseguir la felicidad.

Todos perseguimos la felicidad pero no todos el mismo tipo de felicidad; y este es el problema.
Existen tres «modelos», tres definiciones de felicidad:
a) El primer concepto de felicidad, la identifica con la búsqueda de la riqueza; este modelo está equivocado, porque la búsqueda de la riqueza deja necesariamente insatisfecho, porque siempre se va a desear más, y no existe el límite para ese deseo. Insatisfecho es infeliz. No es felicidad.
b) Para otros, la felicidad es la búsqueda de la fama y el honor; este es también un concepto equivocado de felicidad, porque es transitorio, fugaz. Como la juventud, la fama y el honor no duran siempre, porque la sociedad necesita una sustitución de aquellas personas que son relevantes durante un tiempo. La felicidad no puede ser momentánea; si es felicidad debe ser permanente.

c) Otras personas, nos dirán que la felicidad consiste en la búsqueda del placer (la comida, la diversión, el amor). El problema es nuestra dependencia de algo externo a nosotros, que no podemos garantizar que exista siempre.
Todo esto nos sirve para obtener una serie de criterios sobre lo que Aristóteles considera que es la felicidad. Esta para ser una felicidad auténtica, debe ser:

– Permanente;

la felicidad no es un estado de cosas, no depende de las circunstancias externas, con hechos, o con lo que acontece en el mundo. Todo esto es fugaz y azaroso. La felicidad debe ser una forma de ser, debe ser una constitución interna (y la ética tiene como objetivo lograrla).


– Colectiva,
es decir, la felicidad individual no es posible al margen de los demás; es una tarea comprometida, cada uno debe comprometerse a conseguir su propia felicidad, al fin y al cabo somos «animales políticos», sociables.
– Entonces, la felicidad depende de «hacer cosas» (acciones que llevo a cabo), pero también con «cosas que debo saber», es decir, es tanto práctica como teórica.
Ya sabemos que el objetivo de la ética es alcanzar una vida buena; la felicidad es el estado «natural» de una vida buena: Aristóteles nos dice que la vida buena es la «vida contemplativa»; por «contemplativa» no hay que entender una vida pasiva, retirada, que rechaza el mundo (al estilo de la cultura oriental). Al contrario, Aristóteles nos propone una vida ocupada en contemplar a uno mismo, es decir, conocerse a sí mismo. La vida buena, la felicidad, la voy a alcanzar cuando obtenga un saber completo acerca de mí mismo. Una cosa debo saber: estoy en potencia; poseo una serie de cualidades, de posibilidades de ser; mi objetivo es logar ponerlas en práctica. Al hacer esto, estoy desarrollándome, me estoy mostrando a mí mismo cómo es mi forma de ser.
Por eso decíamos al principio que la Ética a Nicómaco no es una obra de consejos, de orientaciones en la vida, sino las herramientas para conseguir un saber; un conocimiento que debo a fuerza de prácticas las virtudes (ser amable, justo, dedicarse a la episteme, ser prudente…). Hemos dicho así mismo, que esto es una tarea comprometida con los demás, por eso la ética va unida a la política. Para Aristóteles el único sistema político (modelo de sociedad) que permite la vida buena es la democracia, que consiste en dos conceptos:

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *