Kant: Metafísica, Epistemología y Ética

El problema de la realidad y el conocimiento: Metafísica y Epistemología

Según Kant, dado el antagonismo surgido entre el Racionalismo y el Empirismo es necesario hacer una crítica de la Razón y contestar definitivamente a la pregunta qué puedo conocer. Para ello, se propone hacer un análisis de la Razón Pura, de nuestra capacidad de conocer, en su obra Crítica de la Razón Pura. Para responder a esta pregunta se cuestionará primero cómo es posible la ciencia pues para Kant éste es un conocimiento seguro y a partir de él podremos establecer qué condiciones debe tener cualquier otro conocimiento que quiera también ser cierto. En cuanto a si nos dan una nueva información y extienden nuestro conocimiento los juicios pueden ser analíticos o sintéticos. Si hace falta la experiencia para conocer su verdad, los juicios serán o a priori o a posteriori. Para Kant, los juicios científicos serán los juicios sintéticos a priori, que son extensivos, dan un nuevo conocimiento, pero su verdad no depende de la experiencia y por tanto son universales y necesarios. De esta manera se da, según Kant, el giro copernicano en el conocimiento pues es el objeto el que para ser conocido debe adaptarse a las condiciones de la propia razón del sujeto. Las condiciones trascendentales que hacen posible comprender lo percibido mediante el entendimiento son los conceptos puros o categorías del entendimiento y que se deben siempre aplicar a lo percibido por la sensibilidad, a los fenómenos de la experiencia, para poder comprenderlos. Las categorías posibilitan los juicios sintéticos a priori en la física y por eso esta es universal. Por todo esto, Kant distingue entre el fenómeno, lo que percibimos y comprendemos aplicando las intuiciones puras y las categorías, y el noúmeno, la cosa en sí de la que no tenemos experiencia y que no puede ser conocida y solamente puede ser pensada por nuestra razón. La ciencia, el conocimiento seguro, sólo puede conocer los fenómenos pues el noúmeno es incognoscible y sólo puede ser pensado. La filosofía kantiana se llama por eso Idealismo Trascendental pues lo que conocemos no son las cosas reales, sino ideas o fenómenos construidos a partir de los elementos a priori de la razón. Finalmente, en la Dialéctica trascendental se estudia la Razón y si la Metafísica es posible como ciencia. La Razón es la capacidad de unificar los juicios del entendimiento haciendo teorías cada vez más generales. Para ello la razón pretende aplicar las categorías e intuiciones sobre objetos que no son de experiencia, directamente sobre el noúmeno, y por lo tanto su conocimiento es ilegítimo y lleva siempre a contradicciones. Sin embargo, es una tendencia propia de la Razón la búsqueda de un saber incondicionado y por ello no puede dejar de preguntarse por estos problemas. Las ideas metafísicas de Dios, alma y mundo como totalidad expresan el ideal de la razón, el conocimiento absoluto que es inalcanzable, pero por el cual es posible el progreso en el conocimiento científico.

El problema de la moral: Ética

Kant trata el tema de la moral respondiendo a las preguntas qué debo hacer en su obra Crítica de la Razón Práctica. Según Kant, la ética debe fundamentarse en la idea de deber que está en la conciencia o razón de los hombres de forma a priori y universal. La realización del deber por el puro deber, por respeto a la propia razón, supone la buena voluntad. Así, el bien moral, la virtud, es cumplir el deber por respeto al mismo. La exigencia de obrar moralmente, por deber, se expresa en el imperativo categórico, que establece la forma de la máxima que guía la acción moral, siendo universal y determinado por la razón a priori. De esta forma, para cumplir el deber debemos aplicar el imperativo categórico. Cumpliendo el imperativo categórico, según Kant, se conseguiría construir el Reino de los Fines, una sociedad ideal donde cada persona sería siempre tratada como un fin y no como un medio. Además, Kant afirma tres postulados de la razón práctica. El primero, y único demostrado en la práctica, es el de la libertad pues la existencia en nuestra razón de la exigencia de obrar por deber supone la libertad como algo previo para poder ser capaces de vencer nuestras inclinaciones e intereses. El segundo, y no demostrado pero siendo una exigencia de la razón, es el alma inmortal pues el cumplimiento del deber nunca acaba y por ello se debe exigir la inmortalidad del alma. Y el tercero, tampoco demostrado pero igualmente una exigencia de la razón, es la existencia de Dios pues la exigencia racional de la identificación entre la virtud y la felicidad exige su existencia para que esto sea posible.

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