Pensamiento de Santo Tomás de Aquino
El Problema de Dios
Santo Tomás de Aquino defiende que la existencia de Dios puede demostrarse racionalmente a partir de la experiencia del mundo. Aunque cree en la fe, sostiene que la razón humana también puede llegar a conocer a Dios. Por eso propone sus famosas cinco vías, que son argumentos para demostrar la existencia de Dios a partir del movimiento, las causas, el orden del mundo y la existencia misma.
Para él, todo lo que existe tiene una causa, y no puede haber una cadena infinita de causas. Por eso, debe existir una causa primera que no depende de nada: Dios. Además, observa que todo lo que se mueve necesita algo que lo mueva, y así concluye que debe haber un primer motor inmóvil.
También afirma que los seres del mundo son imperfectos, pero que podemos reconocer esa imperfección porque existe una medida de perfección absoluta, que es Dios. Dios es, por tanto, el ser necesario, eterno, perfecto y causa de todo lo demás.
Santo Tomás une la fe con la razón. Cree que algunas verdades sobre Dios se pueden conocer por la razón, pero otras, como la Trinidad o la Encarnación, solo se conocen por la revelación y la fe.
El Problema de la Sociedad o la Política
Santo Tomás de Aquino aborda la política desde una perspectiva moral y natural. Según él, el ser humano es un animal social por naturaleza y, por lo tanto, necesita vivir en comunidad. La sociedad y el gobierno son necesarios para el bien común y el orden, ya que permiten a las personas alcanzar su plena realización.
Para Santo Tomás, el estado debe ser un reflejo del orden natural creado por Dios. La autoridad política, por tanto, tiene un origen divino, y los gobernantes deben actuar con justicia, buscando siempre el bienestar de sus súbditos. La ley debe ser acorde con la ley natural, que es la ley moral escrita en el corazón de cada ser humano.
El bien común es el objetivo principal del poder político, y la justicia es la virtud central que debe guiar la acción de los gobernantes. Santo Tomás también subraya que la autoridad política no es absoluta; está limitada por las leyes de Dios y debe respetar los derechos naturales de los individuos.
En su visión, el gobierno debe ser monárquico o aristocrático, pero siempre orientado hacia el servicio del bien común. Además, defiende que, en última instancia, la ley natural es la más importante, ya que está por encima de cualquier legislación humana.
En resumen, Santo Tomás considera que la política debe estar dirigida por principios morales y naturales, siempre con el fin de procurar la justicia y el bien común, y bajo la guía de la autoridad legítima que proviene de Dios.
El Problema de la Realidad y el Conocimiento
Santo Tomás de Aquino parte de una visión realista: el mundo existe independientemente del pensamiento humano, y es posible conocerlo. El ser humano tiene la capacidad de conocer la realidad a través de los sentidos y de la razón, ya que el conocimiento comienza por la experiencia.
Sigue la filosofía de Aristóteles, afirmando que el alma humana conoce primero por los sentidos y luego por la abstracción, que es la capacidad de la razón para captar las ideas generales a partir de lo particular. Así, podemos conocer la esencia de las cosas, no solo su apariencia.
Para Tomás, el ser humano está compuesto por cuerpo y alma, y su conocimiento se basa en esa unión. La realidad no es una ilusión ni algo que solo depende del pensamiento. Existe realmente y puede ser entendida porque fue creada con orden por Dios.
Dios es el fundamento último de la realidad y del conocimiento. Todo lo que existe participa del ser de Dios, que es el ser supremo. La razón humana puede conocer muchas cosas por sí misma, pero necesita la fe para alcanzar verdades más altas.
Santo Tomás defiende que la razón y la fe no se contradicen, sino que se complementan, porque ambas provienen de Dios.
Pensamiento de San Agustín
El Problema del Ser Humano
San Agustín considera que el ser humano está marcado por una profunda división interna. En su obra Las Confesiones, expresa cómo, aunque desea hacer el bien, se ve arrastrado por el pecado. Esta lucha interna se debe a la caída del hombre que, según Agustín, tiene su origen en el pecado original cometido por Adán y Eva. Desde ese momento, el ser humano ha perdido la gracia divina y vive con una naturaleza caída.
Para San Agustín, el ser humano es libre, pero su libertad está profundamente influenciada por el pecado. Esta libertad, sin la gracia de Dios, lo lleva a tomar decisiones equivocadas y a sufrir las consecuencias de la separación de Dios. El ser humano está en una constante búsqueda de Dios, pero la concupiscencia o inclinación al mal lo aleja de su verdadera naturaleza.
La salvación solo se alcanza por la gracia divina, que es lo único que puede sanar esta división interna y restaurar al ser humano a su propósito original. El ser humano necesita de Dios para encontrar la verdadera paz y el orden interior.
En resumen, el ser humano, para San Agustín, está marcado por el pecado, dividido internamente, y solo a través de la gracia divina puede alcanzar la salvación y la reconciliación con Dios.
El Problema de la Moral
San Agustín ve la moral como un camino hacia Dios. Según él, la verdadera moralidad no se basa solo en cumplir con leyes externas, sino en una relación íntima con Dios. El ser humano está llamado a vivir según la voluntad divina, ya que la moral verdadera se encuentra en el amor a Dios y al prójimo.
La moralidad humana está profundamente afectada por el pecado original, que corrompe los deseos y decisiones del ser humano. El hombre, sin la gracia de Dios, tiende al mal y a la desordenada búsqueda de placeres mundanos. Por eso, la verdadera moral solo puede alcanzarse con la ayuda divina, que fortalece la voluntad humana y le da la capacidad de vivir conforme a la ley de Dios.
San Agustín también defiende que la moral está relacionada con el concepto de la ciudad de Dios y la ciudad terrenal. La ciudad de Dios representa la comunidad de aquellos que viven en la verdad y en el amor de Dios, mientras que la ciudad terrenal es la comunidad que se guía por intereses y deseos humanos alejados de Dios.
En resumen, la moral en San Agustín no se trata solo de reglas externas, sino de vivir de acuerdo a la gracia divina, buscar el amor a Dios y al prójimo, y vivir según la voluntad de Dios para alcanzar la salvación.
Pensamiento de Descartes
El Problema de Dios
Para Descartes, la existencia de Dios es fundamental para poder confiar en el conocimiento humano. Después de dudar de todo, incluso de los sentidos y del cuerpo, Descartes busca una verdad firme y encuentra una primera certeza: “Pienso, luego existo”.
A partir de ahí, busca reconstruir el conocimiento, y para ello necesita demostrar que Dios existe y no engaña.
Descartes sostiene que la idea de un ser perfecto no puede venir de algo imperfecto como el ser humano. Por eso, concluye que esa idea solo pudo haber sido puesta en nuestra mente por un ser realmente perfecto: Dios. Esto se conoce como el argumento ontológico.
Además, si Dios es perfecto, no puede ser engañador. Gracias a esto, Descartes puede confiar en que lo que percibe con claridad y distinción es verdadero. Dios garantiza que la razón humana, bien usada, puede llegar al conocimiento cierto.
En resumen, para Descartes, Dios es el fundamento de la verdad, el garante del conocimiento y la clave para salir de la duda radical. Sin Dios, la razón humana quedaría atrapada en la inseguridad y el error.