Racionalidad Práctica: Ética y Política
Los saberes prácticos son aquellos que están orientados a la vida buena y a la realización de la felicidad individual y comunitaria. La ética o el gobierno de sí mismo, la economía o el gobierno de la casa o de la familia, y la política o el gobierno de la polis son saberes prácticos. De este modo es como Aristóteles se refería a lo que siglos después Kant definió como uso práctico de la razón. Cuando hacemos un uso práctico de la razón, obtenemos principios cuyo objetivo es dirigir la conducta en el ámbito de la ética y en el de la política.
- La racionalidad ética recoge las tres funciones principales de la ética: aclarar qué es lo moral, fundamentar la moralidad y aplicar las dos funciones anteriores a las distintas facetas de la vida social.
- La racionalidad política representa una racionalidad práctica propia de la acción humana. Los seres humanos somos, por naturaleza, seres políticos, pues necesitamos de las demás personas y solo a través de nuestra relación con ellas podemos realizarnos.
A pesar de esta diferenciación, los valores y las normas morales no existen al margen de los individuos y de las sociedades históricas. Por ello, tampoco están separadas de la organización política de dichas sociedades. Efectivamente, valores morales como la libertad, la justicia, la igualdad, la seguridad, etc., son, en su dimensión social, ideales de convivencia.
Así, la política es, o debe ser, el conjunto de acciones, medios o instrumentos (las instituciones, los ciudadanos, etc.) que una sociedad utiliza para conseguir sus ideales.
Ética y política, de hecho, deberían estar estrechamente unidas. En la Grecia clásica, por ejemplo, se utilizaba el término idiotés para referirse a aquella persona individualista y egoísta, preocupada solo por su interés personal. Como contrapartida, se usaba el término polités para designar al miembro activo de la polis como ciudadano de pleno derecho. (Cabe recordar que el concepto de ciudadano era distinto del actual).
A partir de la Modernidad, comienza a darse una separación entre lo público y lo privado. El aumento del poder del Estado (que la filosofía política concibe como el marco que debe posibilitar la realización del ser humano) lo va a separar cada vez más de la sociedad civil. Por este motivo, la relación entre la ética y la política se vuelve más problemática.
Concepto y Objeto de la Filosofía Política
En la actualidad, se establece la distinción entre:
- Ciencia política: Su tarea consiste en describir, explicar y predecir los fenómenos políticos.
- Filosofía política: Su objetivo es fundamentar racionalmente cómo debe ser el Estado para que sea justo, es decir, las condiciones que debe reunir para que pueda considerarse legítimo.
La racionalidad política supone obrar desde la consideración del sujeto como portador de derechos que, con su participación y toma de decisiones mediante deliberaciones, pretende influir en lo social. La ética debe tener presencia en la política porque, en el ejercicio de esta, debemos ir más allá del punto de vista individual y tratar de situarnos en un lugar común. Este encuentro se consigue mediante la creación de instituciones.
La política, orientada por la ética, afecta principalmente al Estado o a la organización social. En este sentido, la política estaría constituida por las normas de acción que permiten la convivencia y cooperación social, además de coordinar las acciones individuales para fomentar el bienestar general. Además, la política afecta también al comportamiento del político, en su calidad de gobernante o legislador, pues es responsable, en última instancia, del bienestar y la seguridad de todos los ciudadanos.
La política en la actualidad es entendida como el proceso y actividad orientada a la toma de decisiones de un grupo de personas que procuran obtener el poder con vistas a un fin: servir los intereses generales de los ciudadanos a quienes representan.
Concepciones Filosóficas del Estado a lo Largo de la Historia
La Concepción Organicista: Antigüedad y Edad Media
En ambas épocas se tiene una concepción organicista del Estado. El Estado se entiende como algo más importante que el individuo. Sus tesis fundamentales son:
- El ser humano es un ser social por naturaleza. Necesita vivir con otros para poder sobrevivir y desarrollar sus capacidades.
- La ética conduce a la política. El ser humano solo puede alcanzar la felicidad (ética) y, por tanto, el desarrollo de sus capacidades, con la ayuda de la sociedad (política).
- El Estado tiene un carácter ético. Su objetivo es lograr el bien de la comunidad: la felicidad de los ciudadanos. Este bien común es superior a los intereses egoístas de los individuos.
- El Estado es anterior y superior al individuo. Cada persona debe someterse al Estado y cumplir las funciones que le corresponden. El objetivo es lograr la perfecta organización del todo.
- El Estado es un todo orgánico y los individuos son sus partes (se recurre a la imagen del cuerpo de un ser vivo, en el que cada órgano debe realizar su función para que el organismo viva).
- Estas tesis se pueden encontrar en Platón y Aristóteles.
Platón: La Justicia en la Polis
Platón es uno de los primeros pensadores que pone de manifiesto la necesaria relación entre ética y política. En su obra La República, justifica la ética de las costumbres humanas y la justicia de la organización social. Tanto la ética como la justicia dependen del conocimiento del Bien (recordemos el intelectualismo moral de Sócrates). Esta será la tarea del Estado: la educación de los ciudadanos. Mediante la educación en la virtud se conseguirá la felicidad y la justicia en la polis. La justicia es la unidad del individuo y del Estado, es decir, el acuerdo del individuo y de la sociedad. La justicia se alcanza cuando cada individuo cumple la tarea que le es propia.
Aristóteles: La Felicidad y el Bien Común
Aristóteles identifica el bien supremo del ser humano con la felicidad. El objetivo que debe perseguir la ética es alcanzar dicha felicidad, pero ¿cómo? La felicidad se logra viviendo en la polis. La polis está por encima del individuo, ya que este por sí solo no puede perfeccionarse. El ser humano tiende por naturaleza a vivir en, por y para la polis, es decir, para el Estado, y el objetivo último de la política es el bien común y la felicidad común. En su obra Ética a Nicómaco afirma que el saber más importante para alcanzar una vida feliz es la política.
Estas tesis se mantienen básicamente iguales durante la Edad Media, aunque todo estará supeditado al poder de la Iglesia y su implicación en la política. Recordemos cómo el poder de los gobernantes procedía directamente de Dios.
Tomás de Aquino: Ley Natural y Bien Común
Para Tomás de Aquino (1224-1274), la sociedad es el estado natural de la vida del ser humano. El ser humano es, por naturaleza, un ser social nacido para vivir en comunidad con otras personas. El Estado ha de procurar el bien común, para lo cual debe legislar de acuerdo con la ley natural. La ley natural es una norma a la que todo ser humano debe estar sujeto, ya que contiene solo los deberes que se derivan de la misma naturaleza humana. Las leyes contrarias a la ley natural —como, por ejemplo, las contrarias al bien común o las dictadas por egoísmo— no obligan en conciencia. Las leyes contrarias a la ley divina (la dada por Dios) deben rechazarse y no es lícito obedecerlas. En conclusión, la legislación civil depende de la religiosa.
La Época Moderna: Individualismo y Contractualismo
A partir del siglo XVII, el contexto histórico cambia:
- El papel de la razón es cada vez más destacado.
- El pluralismo religioso se ha consolidado.
- La separación entre Iglesia y Estado es cada vez más importante.
Estas circunstancias llevan a la separación entre ética y política y a que se busquen nuevas relaciones entre el Estado y el individuo. (Como precursor de esta separación en la Edad Media, cabe mencionar a Maquiavelo).
Las ideas principales que defienden la mayoría de los filósofos modernos son:
- Se parte de una nueva concepción del ser humano, en la que se afirma que este es un ser social por convención, no por naturaleza.
- Se destaca la importancia de la libertad intelectual y moral del individuo, que determina sus propias normas morales (desde la razón) y la forma de conseguir la felicidad.
- Se distingue entre la ética, que rige el comportamiento de los individuos según las normas de su conciencia, y el Derecho, que regula el comportamiento externo de las personas según normas impuestas por una autoridad externa. El Derecho es el conjunto de normas que determinan los fines, la organización y los límites del Estado, así como las obligaciones y derechos de los ciudadanos.
- Se mantiene una concepción individualista del Estado: los intereses del individuo están por encima de los intereses colectivos.
- El Estado debe someterse al Derecho, que es la garantía de su organización y funcionamiento.
Es en esta época cuando aparecen las denominadas teorías contractualistas clásicas, que abrirían el camino para el establecimiento de formas de gobierno liberales y democráticas.
Estas teorías tienen como punto de partida la idea de un hipotético «estado de naturaleza» en el que los individuos vivían sin pertenecer a una sociedad organizada y disfrutaban de los derechos concedidos por la naturaleza.
A partir de un momento determinado, los individuos sienten la necesidad de proteger sus derechos naturales, es decir, deciden por su propio beneficio formar parte de la sociedad. Con este fin, crean un Estado cuyas funciones y estructura están reguladas por un contrato social aceptado por todos. En este contrato se fijaría el Derecho (el conjunto de normas que determinan los fines, la organización y los límites del Estado, así como las obligaciones y derechos de los ciudadanos).
En función de las características que cada autor le atribuya al contrato social, surgen los distintos sistemas políticos. Así, por ejemplo, Hobbes defenderá el absolutismo; Locke, el liberalismo; y Rousseau, la democracia.
En la mayoría de estos autores se mantiene la idea de que si el Estado no cumple con las expectativas de los ciudadanos, estos podrán romper el contrato social y, en algunos casos, volver a constituir un nuevo contrato.
La Filosofía Política en la Actualidad: Neocontractualismo
Durante el siglo XX aparecen las denominadas teorías neocontractualistas que ya no pretenden determinar el origen del Estado (si este es natural o convencional), sino que tratan de establecer qué condiciones se necesitan para hablar de un Estado justo o de la legitimidad de un Estado.
Partiendo del contractualismo kantiano, intentan definir los principios éticos que deben regir la sociedad y a los que debe someterse un Estado justo.
Entre los autores neocontractualistas destacan Rawls, Apel y Habermas.