Filosofía de Descartes: Método, Metafísica y Dualismo. Ética de Kant

Descartes

1. Biografía

Este filósofo y científico francés, conocido también como Cartesius, nació en La Haye, Turena, en 1596. Estudió en el colegio de los jesuitas de La Flèche, en el que se seguía la filosofía escolástica. Filósofo, matemático y hombre de ciencia, su obra tuvo gran repercusión en la filosofía y en las matemáticas, ya que aplicó el álgebra a la geometría. La reina Cristina de Suecia, que deseaba recibir clases de filosofía, lo llamó a Estocolmo, y la dureza de este clima ocasionó su muerte en 1650. Entre sus obras destacan el Discurso del método, las Meditaciones metafísicas y Las pasiones del alma.

Teoría del Conocimiento

Punto de Partida

Quiere reconstruir las bases del conocimiento sobre fundamentos completamente nuevos.

Critica, por ello, a la filosofía escolástica que le habían enseñado en el colegio; no sirve para alcanzar la verdad. El saber es uno porque la razón es única, o sea, funciona igual en todos los hombres; la filosofía es la base.

Se trata de rehacer el nuevo sistema del saber partiendo de verdades absolutamente seguras, basadas en la razón.

El Proyecto Cartesiano

Descartes pretende la unificación de las ciencias porque es un solo espíritu quien ha de abarcarlas, y la unificación implica la existencia de un único método común a todas ellas.

Su objetivo es unificar las ciencias en un saber único universal, la mathesis universalis. Es necesario:

  1. Formular un método.
  2. Formular unas normas de moral provisionales.
  3. Desarrollar las diferentes ciencias aplicando dicho método, desde la metafísica, por la física y las demás ciencias.

El Método

Descartes está considerado el fundador de la filosofía moderna, como también de la ciencia moderna. Rechaza el argumento de autoridad como fuente de certeza.

Plantea encontrar un método absolutamente seguro y de validez universal, aplicable a todos los saberes.

Este método consiste en un conjunto de reglas ciertas y fáciles que nos permitirá no tomar lo falso como verdadero, y con él podremos descubrir todas las verdades de las que la razón humana es capaz de descubrir. Esto supone un orden.

El método se fija en las matemáticas porque poseen carácter de necesidad y universalidad. Para Descartes, solo la razón es capaz de llegar a la verdad.

Las dos cosas que hace la razón para llegar al conocimiento son la intuición y la deducción, las cuales dan lugar a cuatro reglas del método que anuncia en el Discurso del método: regla de evidencia, análisis, síntesis y enumeración.

El modelo metodológico consiste en partir de verdades por intuición y, a partir de ellas, sacar nuevas verdades no evidentes por deducción.

Las Cuatro Reglas

Los silogismos no sirven para descubrir nuevas verdades, sino para explicar las ya conocidas.

  1. Regla de evidencia: No admitir como verdadera alguna cosa, como no supiese con evidencia que lo es… y no comprender nada más que lo que se presente tan claro que no hubiese ocasión de ponerlo en duda.
  2. Regla de análisis: Dividir las ideas complejas en elementos más simples que puedan captar por intuición.
  3. Regla de síntesis: Ordenar mis pensamientos gradualmente, de los más simples hasta el conocimiento de los más compuestos.
  4. Regla de enumeración y conocimiento: Hacer enumeraciones tan completas que no omitas nada.

Claridad y Distinción

Son los caracteres fundamentales de una idea evidente. Se entiende como claridad la presencia de un conocimiento con tanta fuerza que solo queda asentir. La distinción: una idea es distinta cuando no puede confundirse con otra.

Intuición

Es un concepto de la mente pura. Se captan las naturalezas simples conocidas en ideas claras y distintas.

Deducción

De una cosa de la que tenemos un conocimiento cierto se sacan consecuencias que se deducen necesariamente. Sacar verdades no evidentes a partir de verdades evidentes.

Naturaleza Simple

Son los últimos elementos a los que llega el proceso de análisis. Con el análisis se llega a la intuición de esas naturalezas simples.

Metafísica

La Duda Metódica

Una vez formulado el método universal, lo quiere aplicar para la construcción de todo el saber, empezando por la metafísica, ya que de ella toman las demás su fundamento. En primer lugar, necesita partir de una verdad evidente de la que deducir todo el sistema filosófico. Descartes decidió recurrir a la duda para ver si hay algo que resiste a toda duda, es decir, que se muestre como una verdad indubitable. La duda cartesiana se caracteriza por ser:

  • Metódica: se trata de una duda como procedimiento.
  • Teórica: solo afecta al ámbito del conocimiento.
  • Universal: pone en duda todos los conocimientos.

Se duda de la fiabilidad de los sentidos, de la imposibilidad de distinguir el sueño de la vigilia. Con ello, dudamos hasta de que haya mundo. Se duda de la propia capacidad de nuestra inteligencia. Descartes rechaza la idea de que Dios, que es infinitamente bueno, nos pueda engañar, por lo que sustituye la hipótesis del Dios engañador por la de un genio maligno que nos obliga a errar pensando que estamos en lo cierto.

La Certeza Fundamental: “Cogito Ergo Sum”

En el proceso de duda, sin embargo, Descartes se da cuenta de que hay algo de lo que no puede dudar, aun dudando de todo: de que duda y piensa, aunque todo de lo que duda y piensa pudiera ser falso. Para poder pensar en algo es evidente que él, Descartes, existe. Así llega a la primera verdad o principio de su filosofía: “pienso, luego existo”. El “pienso, luego existo” no es una deducción, sino una intuición.

Es un principio inmutable, del que no se puede dudar, absolutamente verdadero.

Con el cogito, Descartes encuentra el principio de certeza: todo lo que se me presente con la claridad y distinción del “pienso, luego existo” será verdadero.

Las Ideas

Una vez que ha demostrado la existencia del yo o alma, Descartes analiza el material que encuentra en ella: las ideas. Llama ideas a todo objeto del pensamiento. Para él, además, el pensamiento no versa directamente sobre las cosas, sino sobre las ideas.

Distingue dos aspectos en las ideas: en cuanto formas del pensamiento, las ideas son todas iguales; de su existencia, además, no hay duda porque se perciben inmediatamente, pero en cuanto a su contenido representativo, en cuanto al grado de realidad fuera de la mente que les corresponde, son diferentes.

Distingue tres clases de ideas: innatas, que encuentro en mí, o sea, que provienen de la propia razón; adventicias, que parecen proceder de la experiencia externa; y facticias o construidas por mí mismo. Las más importantes para Descartes son las innatas, entre las que encuentra la idea de Dios. La próxima tarea de Descartes será, por ello, demostrar la existencia de Dios a partir de la idea que posee del mismo.

La Existencia de Dios

1ª Prueba: La idea de Dios es la idea de una sustancia infinita, eterna, inmutable, etc. Es imposible que yo sea la causa de tal idea.

Tal idea de sustancia infinita no me la he podido producir yo, que soy solo una sustancia pensante finita; la idea de una sustancia infinita debo haberla recibido de una sustancia infinita. Y, por tanto, Dios existe.

Objeción: La idea de Dios en mi mente no es una idea infinita, con lo cual ya no se exige una causa infinita de su producción en mi mente.

2ª Prueba: Si yo me hubiera hecho a mí mismo, conociendo la idea de perfección como conozco, me hubiera dotado de todas las perfecciones que concibo en la idea de Dios. Es claro que no me he hecho a mí mismo, sino que me ha hecho un ser superior: Dios.

3ª Prueba: Es una variante del argumento de Anselmo de Canterbury: la idea de Dios implica su existencia, como la idea de triángulo implica tener 180 grados.

Demostrada la existencia de Dios, rechaza la hipótesis del genio maligno. Ahora ya sabe que Dios existe y que es perfecto. Dios se convierte así en el garante de la verdad.

La Existencia de Cosas Corpóreas y el Modo de Conocerlas

¿De dónde proceden las ideas de cosas corpóreas que tengo en mi mente? Descartes maneja tres hipótesis:

  1. Las produzco yo mismo.
  2. Vienen de Dios o alguna sustancia más noble que los cuerpos.
  3. De los cuerpos mismos.

Acepta que son los cuerpos los que producen las ideas de los cuerpos.

Yo no puedo ser quien las produzca, pues solo soy una cosa que piensa y, además, se presentan en mí aun en contra de mi voluntad.

Dios resultaría ser falaz si me enviara esas ideas, directamente por sí mismo, o indirectamente por medio de alguna otra criatura más noble que los cuerpos, pues no me ha dado ninguna facultad para conocer que eso es así.

Descartes ha demostrado que existen cosas corpóreas, pero ¿son tal como las percibimos?

Lo único que cabe afirmar que está en los cuerpos es lo que percibimos en ellos con claridad y distinción, es decir, aquello que es objeto de la geometría especulativa, esto es, la extensión, figura y movimiento.

El sonido, la luz, el color, etc., no son percibidos de forma clara y distinta y no existen en los cuerpos, sino en el sujeto.

Descartes asume la distinción de Galileo entre cualidades primarias o matematizables y secundarias o subjetivas.

El conocimiento del mundo queda limitado a las ideas claras y distintas de extensión, movimiento y figura.

A las sensaciones les asigna un papel práctico: están destinadas a orientarnos en nuestro comportamiento vital.

Las Tres Sustancias, los Atributos y los Modos

Descartes entiende por sustancia aquella cosa que existe de tal forma que no necesita de otra para existir. Ahora bien, en sentido estricto, el único ser que puede subsistir por sí mismo es Dios.

No concluye, de ahí, que haya solo una sustancia, pues distingue, además, dos sustancias creadas: la res cogitans o sustancia pensante y la res extensa o sustancia extensa. Estas, aunque necesitan de Dios para existir, no necesitan de otros seres creados para existir.

Ambas son independientes o autónomas entre sí.

De esta distinción tan radical entre materia y pensamiento arrancan todas las corrientes posteriores de la filosofía moderna.

Res Cogitans

Es el yo o alma, una de las tres sustancias que distingue Descartes. Su atributo esencial es el pensamiento y sus modos la imaginación y el sentimiento.

Res Extensa

Es la cosa o sustancia extensa, los cuerpos. El atributo esencial de la res extensa es la extensión y los modos son la figura y el movimiento. De los cuerpos, solo las cualidades primarias son objetivas.

Atributos

Nosotros no percibimos las sustancias como tales, sino que las conocemos por sus atributos. Entre ellos, la extensión es el atributo esencial de la sustancia extensa, y el pensamiento es el atributo esencial del yo o sustancia pensante.

Modos

Son modificaciones variables de la sustancia y necesitan de esta para existir; la figura y el movimiento son modos de la sustancia extensa, y la imaginación y el sentimiento lo son de la sustancia pensante.

Teoría Antropológica

El Alma y el Cuerpo

Defiende un dualismo de las dos sustancias.

La autonomía del alma respecto al cuerpo implica la inmortalidad del alma y la libertad del hombre. El alma, en cuanto sustancia pensante, queda excluida del mecanicismo y de la necesidad de los cuerpos.

Es consciente de la interacción real entre ambas. ¿Cómo conciliar este hecho si alma y cuerpo son autónomas? La interacción cuerpo-alma tendría lugar a través de la glándula pineal, situada en la parte central del cerebro. Con ello, el problema simplemente se traslada, porque no dice cómo es posible esa interacción.

Esta concepción del ser humano le plantea a Descartes dos problemas: las relaciones mente-cuerpo y la libertad humana.

A diferencia de todos los demás seres, el hombre es aquel en el que se encuentran a la vez dos sustancias radicalmente distintas entre sí, la res cogitans y la res extensa. Es una especie de punto de encuentro entre dos mundos. El alma es pensamiento, pero no vida, y su separación del cuerpo no provoca la muerte, que está determinada por causas fisiológicas. Se trata de dos realidades que nada tienen en común.

A pesar de todo, la experiencia nos da testimonio de una constante interferencia entre ambas vertientes, como se deduce del hecho de que nuestros actos voluntarios mueven el cuerpo, y las sensaciones afectan al alma.

Descartes escribe el Tratado del hombre, en el que se intenta brindar una explicación de los procesos físicos y orgánicos, en una especie de audaz anticipación de la fisiología moderna. Se trata de una especie de modelo o de hipótesis, que sirve para explicar nuestra realidad biológica, y que presta una especial atención a la circulación de la sangre, a la respiración y al movimiento de los espíritus animales.

El tema del dualismo cartesiano y del posible contacto entre la res cogitans y res extensa queda profundizado, posteriormente, a través del tratado Les passions de l’âme, si bien adquiere preocupaciones y giros de carácter ético. Este ensayo consta de tres partes: el primer grupo son las pasiones fisiológicas, va desde la admiración hasta la cólera, donde la sensación impone su ley al sujeto que la padece. Luego, está el grupo de las pasiones que llamamos propiamente psicológicas, en las que se da la unión del alma y del cuerpo, como el deseo, la esperanza, el temor. Finalmente, existe una tercera categoría: las pasiones que llamamos morales, aquellas que se relacionan con el libre arbitrio, en nosotros y en los demás. Estas llevan de un modo demasiado manifiesto el sello del alma como para ser explicadas a través de la máquina (del cuerpo); son las que afirman y realizan en la conducta del hombre su carácter de animal espiritual.

Si el problema es: Estando como está el mundo físico determinado por fuerzas y leyes mecánicas, y siendo el actuar humano un actuar realizado necesariamente a través del cuerpo (realidad física en un mundo determinista), ¿cómo sostener que el comportamiento del ser humano es libre?

Para Descartes, la capacidad que tiene el ser humano para dudar presupone la libertad. Si no fuera libre nuestro pensamiento de dudar, esta duda no se produciría. En la medida en que nuestro espíritu puede incidir en nuestra conducta, puesto que en el pensamiento se da la libertad, somos dueños de nuestras acciones y responsables de las mismas.

Ética de Kant

5.1. Éticas Materiales y Ética Formal

En general, las soluciones al problema ético dadas por las filosofías precedentes a Kant cifraban el objetivo de la acción humana en la felicidad.

Todas estas éticas se caracterizan, según Kant, por ser:

  1. Éticas a posteriori: pues establecen los bienes que hemos de perseguir, así como los medios que hemos de utilizar para lograrlos, a partir de la experiencia.
  2. Éticas egoístas: pues los que actúan siguiendo sus indicaciones lo hacen por el interés de lograr su felicidad.
  3. Éticas que formulan mandatos hipotéticos: es decir, condicionales.
  4. Éticas heterónomas: sus criterios morales no están dados por el propio sujeto, sino por sustancias ajenas al sujeto.

Frente a estas éticas materiales, Kant propone la ética formal, es decir, una ética que no establezca un bien concreto a perseguir, sino el modelo en que debemos actuar.

La ética ha de ser para Kant:

  1. A priori: los datos morales no pueden derivarse de la experiencia, sino de la razón.
  2. Desinteresada: la actuación moral no ha de realizarse en vistas a ninguna felicidad particular.
  3. Ha de formular imperativos categóricos: es decir, mandatos morales válidos.
  4. Ha de ser autónoma.

5.2. El “Ser” y el “Deber Ser”

Hay que distinguir entre lo que es y lo que debe ser. No podemos decir qué es lo bueno y lo malo teniendo en cuenta lo que sucede, sino lo que debería suceder. Así se puede elaborar una ética universal válida para todos.

Lo que está bien o mal no puede establecerse en razón de lo que sucede a posteriori, sino que hemos de establecerlo en vistas a lo que debería suceder a priori.

El deber ha de cumplirse por sí mismo. Nunca hay que actuar por los beneficios que podamos obtener de nuestra acción.

Para Kant, la moralidad de las acciones tiene que ver con la intención del que actúa, con su buena voluntad. El cumplimiento del deber lo único que asegura es la dignidad del que así actúa.

5.3. El “Imperativo Categórico”

El actuar por deber, para Kant, el criterio que establece cuál es el deber ha de ser un criterio universal, válido para todos, independientemente de los intereses particulares. El imperativo categórico manda actuar de un modo determinado e incondicionado. Esto manda lo que es bueno para toda la humanidad y no solo para unos pocos; esto hace ver a los demás como personas y no como objetos.

El suicidio y mentir no serían morales.

Kant considera que todos estamos capacitados para determinar de manera racional cuál es el deber, aunque su actuación no sea conforme al deber.

5.5. La Restauración del Racionalismo en la Ética Kantiana

Kant logra restablecer el racionalismo ético frente al emotivismo moral de Hume.

  1. No es el sentimiento, sino la razón a priori, independientemente de toda experiencia.
  2. Los mandatos morales concretos no están dados, solo el formalismo que el sujeto ha de aplicar.
  3. La moral tiene carácter universal.
  4. La moral ha de tener un carácter necesario.

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