1. ¿Qué es la Filosofía Política?
La Filosofía Política estudia las cuestiones fundamentales sobre el poder, el gobierno, la justicia, la libertad y la organización de la sociedad. Su objetivo es analizar las relaciones humanas en el ámbito social y político y proponer teorías para organizarlas de forma más justa.
2. El Estado Ideal de Platón
2.1. Contexto Histórico
En el siglo V a.C., tras las Guerras Médicas, Atenas se convirtió en la cabeza de la poderosa Liga de Delos y en el centro de la vida comercial y cultural de Grecia. El predominio de la aristocracia fue sustituido por un régimen democrático en el cual los ciudadanos podían hacer oír su voz en el ágora e intervenir en los debates públicos.
Sin embargo, a finales del siglo V a.C., empezaron a surgir fuerzas que se oponían al dominio de Atenas. Así, Esparta finalmente inició un conflicto bélico con Atenas que dio lugar a la Guerra del Peloponeso.
Atenas terminó siendo derrotada y los partidarios del régimen aristocrático culparon a la democracia. Esparta instituyó un gobierno en Atenas a cargo de treinta aristócratas atenienses, el denominado Gobierno de los Treinta Tiranos. Este gobierno apenas duró un año y una revuelta reinstaló la democracia, pero nunca se volvió al esplendor de antaño, entrando en un periodo de decadencia donde se cometieron injusticias no menores a las del Gobierno de los Treinta Tiranos.
Finalmente, la nueva democracia terminó condenando a muerte a su maestro Sócrates, lo que llevó a Platón a desengañarse definitivamente de la política de su época y a convencerse de que ninguna ciudad de su tiempo estaba bien gobernada.
Este descontento lo llevó a tratar de diseñar un Estado ideal que se concretaría en su obra La República. Así, la principal motivación intelectual de Platón proviene de las injusticias que percibió en la política de su tiempo.
2.2. La República de Platón
El objetivo principal de La República consistirá en diseñar un modelo ideal de Estado-Ciudad (polis). Para ello, Platón buscará una definición de Justicia capaz de servir como base sólida sobre la cual construir su régimen político. Este régimen debe organizarse, según este autor, de tal forma que en él existan tres estamentos sociales:
- Productores: Campesinos, artesanos y comerciantes. Garantizan la economía y el sustento material de la ciudad.
- Guardianes: Defienden la ciudad y mantienen el orden. Se les educa en la fortaleza y la disciplina.
- Gobernantes: Se encargan de tomar decisiones basadas en la verdad y el conocimiento.
Platón argumenta que la justicia en la ciudad se logra cuando cada clase o estamento realiza la función que le es propia sin interferir en las funciones de las otras clases. Estas funciones vienen determinadas, según este autor, por la parte del alma que predomina en cada clase y la virtud correspondiente a dicha parte del alma. Así:
- En los Productores predomina la parte apetitiva del alma, siendo su virtud propia la templanza.
- En los Guardianes predomina la parte irascible del alma, siendo su virtud propia la valentía.
- En los Gobernantes predomina la parte racional del alma, siendo su virtud propia la sabiduría o prudencia.
De esta forma, Platón defiende una estricta división del trabajo: cada persona debe dedicarse a aquello para lo cual está naturalmente más dotada. Además, defenderá suprimir la propiedad privada entre los Guardianes y los Gobernantes para evitar el egoísmo y la corrupción, y garantizar que trabajen por el bien común.
Para lograr este orden político, Platón diseñará un rígido sistema educativo donde solo los mejores podrán ir ascendiendo en la escala social.
La última etapa educativa, necesaria para llegar al nivel de Gobernante, consistirá en el estudio de la Filosofía. En este punto, Platón está influenciado por su intelectualismo moral, según el cual, solo quien conoce lo recto actuará con rectitud. Así, conectando con su teoría metafísica de las Ideas, solo los filósofos pueden llegar al conocimiento de la Idea de Bien y de la verdadera realidad. De esta forma, Platón llega a su teoría del Filósofo-Rey: son los filósofos quienes deben gobernar la ciudad.
3. La Política Aristotélica
3.1. Contexto Histórico
Aristóteles nace en torno al año 384 a.C. en Estagira de Tracia. Siendo joven, viajará a Atenas para cursar estudios en la Academia, siendo así discípulo de Platón. En Atenas encontrará una democracia tardía y en crisis que terminará llegando a su fin para dejar paso al Imperio Macedónico de Alejandro Magno, de quien Aristóteles será maestro por encargo de su padre, Filipo de Macedonia. A su vuelta a Atenas, tras el ascenso de Alejandro a emperador, fundará la escuela El Liceo.
3.2. El Zoon Politikón
La obra fundamental de Aristóteles en la materia de Filosofía Política será La Política. En esta obra definirá al ser humano como un animal político o social (zoon politikón). Con esto quiere significar que los seres humanos son sociables por naturaleza y necesitan vivir en comunidad para alcanzar su plenitud y su felicidad. La polis (Ciudad-Estado) es, según el autor estagirita, el contexto social ideal para que el ser humano pueda desarrollarse.
Así, el Estado surge de la necesidad de satisfacer las necesidades básicas del ser humano y su finalidad será la de permitir una vida buena y justa para sus ciudadanos. Por tanto, Aristóteles defiende que la felicidad y la virtud se logran mediante la participación activa en la vida política, diferenciándose de su maestro Platón, quien defendía un régimen autoritario donde el poder se concentraba en un estamento social: los Gobernantes.
3.3. Formas de Gobierno
Aristóteles clasifica los sistemas de gobierno en tres formas buenas y sus respectivas degeneraciones, basándose en quién gobierna y con qué fin. Así, las formas buenas son aquellas que buscan el Bien Común, mientras que sus degeneraciones buscarán el beneficio particular:
- Monarquía (Gobierno de Uno): El poder reside en un solo individuo que gobierna en beneficio de todos. Su degeneración es la Tiranía, donde el monarca gobierna en su propio beneficio.
- Aristocracia (Gobierno de los Mejores): El poder está en manos de una élite educada que gobierna pensando en el Bien Común. Su degeneración es la Oligarquía, donde el poder está en manos de unos pocos ricos que gobiernan en su propio interés.
- República o Democracia (Gobierno de Muchos): Es una forma mixta de gobierno que toma elementos de la monarquía y la aristocracia. Su degeneración es la Demagogia, que Aristóteles entiende como el gobierno de la masa en interés propio, sin consideración por el bien común.
4. El Realismo Político de Maquiavelo
El Príncipe (1531), obra clave de la teoría política. Maquiavelo inaugura una visión realista de la política, separándola de la moral tradicional. A diferencia de filósofos anteriores que imaginaban repúblicas ideales, Maquiavelo analiza “la verdad efectiva de las cosas”: cómo actúan realmente los gobernantes y qué deben hacer para mantener el poder.
Según Maquiavelo, el fin principal del gobernante debe ser conservar el poder y la estabilidad del Estado. La política se juzga por sus resultados (éxito en mantener el orden) más que por la bondad de los medios empleados. Por ello, un príncipe debe aprender a no ser siempre bueno: es deseable ser virtuoso, pero estar listo para actuar con astucia o crueldad cuando sea necesario. Maquiavelo aconseja que es mejor para un gobernante ser temido que amado, si no puede ser ambas cosas, porque el temor es un sentimiento más seguro para mantener la obediencia que el amor.
De esta forma, Maquiavelo separa explícitamente la moral privada de la moral pública. Acciones que serían inmorales para una persona común (engaño, violencia) pueden ser necesarias e incluso justificables para un gobernante que busca el bien del Estado (por ejemplo, eliminar conspiradores, engañar enemigos). Así, introduce la idea de que la ética y la política deben tratarse como dos esferas de acción independientes. Para Maquiavelo, el poder no es un derecho divino ni algo limitado por normas morales, sino una técnica o arte que el gobernante debe dominar.
5. Teorías del Contrato Social
Las teorías del contrato social surgieron en la Europa moderna (siglos XVII–XVIII) para explicar el origen legítimo de la sociedad y el Estado como resultado de un acuerdo entre individuos. Estos filósofos imaginan un estado de naturaleza (la situación de los seres humanos antes de formar sociedades y gobiernos) y plantean que, para salir de él, los individuos consensuan un contrato que da origen a la autoridad política a cambio de ciertos beneficios (seguridad, orden, protección de derechos, etc.).
Los principales exponentes son Thomas Hobbes, John Locke y Jean-Jacques Rousseau, cada uno con visiones distintas sobre la naturaleza humana, el alcance del poder estatal y las condiciones del pacto.
5.1. El Estado Absolutista de Hobbes
Hobbes escribe Leviatán (1651) en el contexto de la Guerra Civil inglesa, una época de caos político. Concibe un estado de naturaleza violento, donde todos los seres humanos tienen derecho a todo, lo que los lleva a una situación de “guerra de todos contra todos” por desconfianza mutua. Para escapar de esa anarquía, los individuos acuerdan renunciar a su derecho natural de usar la fuerza y se lo entregan a una autoridad soberana capaz de imponer la paz. Ese soberano, representado metafóricamente como el monstruo bíblico Leviatán, concentra todo el poder para evitar el retorno al caos. Hobbes defiende así una monarquía absoluta o un Estado fuerte.
5.2. El Parlamentarismo de Locke
Locke, tras la Revolución Gloriosa inglesa, expone su teoría en Dos tratados sobre el gobierno civil (1690). Imagina un estado de naturaleza más pacífico que Hobbes, caracterizado por libertad e igualdad naturales bajo la ley divina, donde las personas poseen derechos inalienables otorgados por Dios.
Sin embargo, como en la práctica pueden surgir conflictos (por ejemplo, disputas sobre propiedad o agresiones), los individuos acuerdan formar una sociedad civil con un gobierno imparcial que actúe como juez. El contrato social de Locke establece que el Estado debe proteger los derechos naturales fundamentales –vida, libertad, igualdad y propiedad– y a cambio los ciudadanos le delegan su poder de hacer justicia por mano propia.
A diferencia de Hobbes, Locke defiende un gobierno limitado: la soberanía reside en el pueblo, que la delega en autoridades que funcionan con un sistema de separación de poderes (Parlamento, monarca) para evitar el despotismo. Si el gobernante viola los derechos o no cumple el contrato, el pueblo tiene derecho de rebelión.
5.3. La Democracia de Rousseau
Rousseau, en El contrato social (1762), escribe en pleno siglo de la Ilustración, cuando en Francia imperaba la monarquía absoluta. Él cuestiona el orden social de su tiempo y propone que la autoridad legítima no proviene de la fuerza ni de la divinidad, sino de un pacto voluntario entre ciudadanos.
Para Rousseau, en el estado de naturaleza, el ser humano era libre e inocente, pero la vida en sociedad introdujo la propiedad privada y con ella las desigualdades y la corrupción. De esta forma, para Rousseau, el ser humano es bueno por naturaleza: es la sociedad quien lo corrompe.
El contrato social, según Rousseau, implica que cada individuo entrega todos sus derechos a la comunidad y acepta la “voluntad general” como expresión de la soberanía popular. Es decir, la soberanía reside en el pueblo y se manifiesta en la voluntad general, que busca el bien común por encima de los intereses particulares.
Esto da lugar a un Estado legítimo basado en la democracia directa o participación colectiva. Aunque el individuo “renuncia” a su libertad natural al someterse a la voluntad general, en realidad gana la libertad civil, porque ahora obedece solo a las leyes que él (como parte del pueblo) se ha dado a sí mismo.
6. Materialismo Histórico de Marx
Karl Marx (1818–1883) desarrolló, junto a Friedrich Engels, la teoría del materialismo histórico, una forma revolucionaria de entender la historia y la sociedad. Marx vivió durante la Revolución Industrial en Europa, una época marcada por el surgimiento del capitalismo industrial, la burguesía y el proletariado urbano, con enormes desigualdades sociales.
En este contexto, Marx nos presenta su noción del materialismo histórico. Podemos distinguir las siguientes ideas principales:
- El modo de producción de la vida material condiciona el proceso de la vida social, política y espiritual.
- No es la conciencia del ser humano lo que determina su ser, sino su ser social lo que determina su conciencia.
- Al llegar a una determinada fase de desarrollo, las fuerzas productivas de la sociedad chocan con las relaciones de producción, lo que abre una época de revolución social.
- Al cambiar la base económica, se revoluciona toda la superestructura erigida sobre ella.
Marx considerará, al igual que Hegel, que existe una racionalidad que mueve o impulsa el progreso histórico. Sin embargo, entenderá esta noción hegeliana desde una perspectiva materialista: el motor detrás de esa racionalidad de la historia es material o económico. En pocas palabras, el materialismo histórico sostiene que son las condiciones materiales –principalmente económicas– las que determinan en última instancia el desarrollo de la historia humana, más que las ideas o la voluntad divina.
De esta forma, lo que Marx denominó la infraestructura (la base material o sistema económico de una sociedad), determina la superestructura (sistema de pensamiento de una sociedad).
Esto significa que el motor de la historia está determinado por la lucha de clases: en cada época histórica, la sociedad se divide en clases sociales con intereses antagónicos (opresores y oprimidos), donde el conflicto entre las clases sociales es el motor de los cambios históricos. De esta forma, la clase social que controla los medios de producción, controla el sistema de creencias de la sociedad en su conjunto. Este fenómeno es lo que Marx denominó ideología.
Ideología: Conjunto de ideas (filosóficas, religiosas, jurídicas, culturales) que justifican y mantienen el orden social existente al presentarlo como algo natural, justo o inevitable. Detrás de las ideologías están los intereses de la clase dominante.
Otra noción fundamental en la filosofía de Marx es el concepto de alienación.
Marx nos hablará de la alienación del proletariado como resultado de la dependencia de este de la clase capitalista y del hecho de que la fuerza del trabajo se intercambie por un salario. El dueño del capital paga el valor de la fuerza del trabajo (salario), pero se queda con el valor rendido por esa fuerza de trabajo. El sistema capitalista funciona sobre la base de que el segundo sea siempre mayor que el primero. A ese incremento de valor es a lo que se llama plusvalía.
En este sistema, el obrero se convierte en una mercancía en manos del capital. La teoría de la alienación describe cómo el obrero se ve extrañado o ajeno al producto de su trabajo, a su propia actividad, a sí mismo y a sus semejantes. En una fábrica capitalista, el trabajador produce objetos (p. ej., una mesa, un automóvil) que no le pertenecen y sobre los cuales no decide; repite tareas monótonas en las que no realiza libremente su esencia creativa; y compite con otros trabajadores en lugar de colaborar humanamente.
Esta situación solo se solucionaría, según Marx, mediante la lucha de clases que dé lugar al comunismo y elimine la propiedad privada. Marx predijo que el proletariado industrial, creciendo en número y organización, tomaría conciencia de clase y haría la revolución socialista para abolir la propiedad privada de los medios de producción. Tras una etapa socialista de transición (donde el Estado administraría la economía en favor de la mayoría), se llegaría al comunismo, una sociedad sin clases ni propiedad privada, con abundancia material, donde el Estado mismo se extinguiría al no haber ya conflicto de clases.
7. Teoría de la Justicia de Rawls
El filósofo estadounidense John Rawls (1921–2002) revitalizó la filosofía política con su obra Teoría de la justicia (1971). Rawls propone una concepción de la justicia como equidad, formulada mediante un experimento mental de contrato social moderno. Su punto de partida es preguntarse: ¿qué principios de justicia acordaríamos racionalmente para regir la estructura básica de la sociedad si nos reuniéramos en una posición completamente justa e imparcial?
Para imaginar esa situación imparcial, Rawls describe la “posición original”: una hipotética situación de negociación donde individuos racionales deciden los principios de justicia tras un “velo de ignorancia” que les impide saber quiénes serán en la sociedad real. Es decir, en la posición original no sabes tu sexo, raza, clase social, talento, religión. Bajo ese velo de ignorancia, cualquier acuerdo alcanzado sería equitativo, porque nadie puede privilegiar a una categoría particular (ya que podrías resultar perteneciendo a cualquiera).
Rawls argumenta que los individuos, en esas condiciones de incertidumbre pero buscando maximizar sus beneficios, convergerían lógicamente en dos principios de justicia básicos que aseguren una sociedad justa para todos. Dichos principios, en formulación simplificada, son:
- Principio de igualdad de libertades básicas: Garantizar las libertades fundamentales (libertad de expresión, de conciencia, derecho al voto, libertades personales, propiedad personal, integridad, etc.) por igual a todos los ciudadanos.
- Principio de diferencia y de igualdad de oportunidades: las desigualdades socioeconómicas (diferencias de riqueza, ingreso, poder, etc. entre ciudadanos) deben organizarse de modo que:
- Regla del maximin o principio de diferencia, que permite desigualdades solo si mejoran la posición de quienes están peor.
- Debe haber igualdad equitativa de oportunidades: todos deben tener la misma posibilidad de aspirar a los cargos más remunerados o de influencia.
8. Autoras Feministas
8.1. Clara Campoamor (1888-1972) y Victoria Kent (1891-1987) – Feminismo español y derechos civiles
En España, a inicios del siglo XX, Clara Campoamor y Victoria Kent se destacaron como pioneras en la lucha filosófica y política por los derechos de las mujeres. Ambas, juristas y diputadas durante la Segunda República, debatieron apasionadamente sobre el sufragio femenino. Campoamor defendió tenazmente el voto para las mujeres, mientras que Kent –aunque también feminista– proponía aplazarlo por motivos estratégicos (temía que mujeres poco instruidas votaran influenciadas por posiciones conservadoras). Finalmente, gracias a Campoamor (y a pesar de la oposición de Kent), en 1931 las Cortes españolas aprobaron el sufragio universal femenino. Este logro supuso un hito histórico en España y se debió en gran medida a la convicción filosófica de Campoamor sobre la igualdad cívica: ella sostenía que la democracia no podía excluir a la mitad de la población.
8.2. Simone de Beauvoir (1908-1986) – El segundo sexo
Simone de Beauvoir, filósofa existencialista francesa, es una figura central del feminismo filosófico de la segunda ola. En El segundo sexo (1949), Beauvoir analiza la condición de la mujer y concluye con una frase paradigmática: “Una no nace, sino que se convierte en mujer”. Con ello plantea que la femineidad no es una esencia natural, sino una construcción cultural y social. Beauvoir examina cómo a lo largo de la historia la mujer ha sido definida como el “Otro” en relación al varón (el sujeto universal), lo que ha justificado su subordinación. Su enfoque, influido por el existencialismo, sostiene que la mujer debe forjar su propia identidad libre de las imposiciones patriarcales. Beauvoir, en definitiva, aportó la base teórica para entender la opresión de las mujeres no como destino biológico, sino como resultado de estructuras sociales, y abogó por su liberación existencial y política.
8.3. Judith Butler (1956-) – Performatividad de género
Judith Butler, filósofa norteamericana, es referente de la teoría feminista posestructuralista y queer. En su influyente obra El género en disputa (1990), Butler introduce el concepto de performatividad del género. Sostiene que ser hombre o mujer no es algo dado por la biología, sino un acto repetido: las personas “aprenden a comportarse de maneras específicas para encajar en la sociedad”, de modo que lo que entendemos por “ser mujer” o “ser hombre” es en realidad una actuación social constante. Por ejemplo, gestos, maneras de hablar, vestir y actuar conforman la performatividad que hace parecer que hay una identidad de género esencial, cuando en verdad es performada siguiendo expectativas sociales. Butler argumenta que no existe una identidad de género previa al acto: el género es lo que se hace, no lo que se es. Al desmantelar la noción de sexo/género como binario natural, abrió paso a políticas más inclusivas para identidades transgénero y no binarias.
9. Hannah Arendt: Totalitarismo
Hannah Arendt analiza el totalitarismo como una forma nueva y extrema de dominación política que surgió en el siglo XX, ejemplificada por los regímenes del Nazismo (Alemania) y el Estalinismo (URSS).
A diferencia de dictaduras tradicionales o tiranías, que buscan simplemente el poder mediante la fuerza, el totalitarismo aspira a un control total de la sociedad –tanto pública como privadamente– impregnando todas las capas y esferas de la sociedad.
Características clave del totalitarismo: Los regímenes totalitarios comparten una serie de rasgos que los diferencian de otras formas autoritarias:
- Ideología única y omnipresente: Una ideología oficial omniabarcante pretende explicar y dirigir todos los aspectos de la vida (por ejemplo, la supremacía racial en el nazismo o la lucha de clases en el estalinismo).
- Partido único y líder carismático: Existe un solo partido político que monopoliza el poder, generalmente dirigido por un líder que encarna la ideología.
- Terror y policía secreta: El terror es el instrumento central de gobierno. No se limita a reprimir opositores puntuales (como haría una dictadura convencional), sino que busca infundir miedo permanente en toda la población. La policía secreta vigila y elimina a cualquiera percibido como “enemigo” real o potencial, generando una atmósfera de sospecha constante.
- Masa atomizada: El totalitarismo necesita aislar a los individuos, destruyendo lazos sociales independientes (familia, asociaciones, religiones) y convirtiendo a las personas en miembros intercambiables de una masa uniforme.
- Propaganda y realidad ficticia: A través de la propaganda omnipresente, el régimen moldea la realidad percibida: impone verdades oficiales y mentiras sistemáticas hasta que la distinción entre verdad y falsedad pierde sentido. Toda información es controlada (prensa, educación, arte) para reforzar la ideología, logrando que las masas vivan en una especie de realidad paralela diseñada por el poder.