El Problema del Hombre y la Razón Vital: Un Análisis de la Filosofía de Ortega y Gasset

El problema moral

La vida es el aspecto más significativo de la realidad. El pensamiento se da en dos momentos. La vida de la que habla Ortega no es la biológica, sino que tiene que cumplir determinadas condiciones que la distinguen de una consideración biológica (es la vida de quien tiene capacidad para dar cuenta de ella, la vida personal de cada ser humano). El pensamiento es lo que nos capacita para comprender la vida y sus circunstancias, dando sentido, y no se considera como algo opuesto o ajeno a la vida. Vivir es saberse y comprenderse porque la vida es encontrarse, enterarse de lo que nos rodea. Por eso la vida es mi vida y la tengo que vivir yo. Por otra parte, vivir es encontrarse en el mundo (físico, de los valores; el mundo y yo somos indispensables, en esto consiste la superación de la filosofía antigua y moderna). El mundo que vivimos no lo hemos elegido, Ortega dice que la vida es siempre imprevista al menos en sus líneas radicales. Por eso la vida no la tenemos ya hecha, es un constante decidir y esta circunstancia nos ofrece un margen de posibilidades (como circunstancia de encontrarse en la vida sin remedio y tener que elegir, la vida es libertad pero debe ser auténtica y el esfuerzo que conecta con la libertad es criterio para diferenciar al hombre de la minoría selecta). La elección nos marca el futuro y nuestro ser consiste en lo que va a ser y así la vida también es futurición y es el conjunto de nuestros afanes lo que determina o nos dirige.

El problema del hombre

Con la obra Meditaciones del Quijote, Ortega entra en el perspectivismo (“Yo soy yo y mis circunstancias, y si no las salvo a ellas no me salvo a mí”). Dice que la vida del hombre consiste en una serie de elementos que constituyen sus circunstancias. Estos rasgos tienen diferentes características: lo que constituye la circunstancia del sujeto junto con las particulares que permiten dotar de sentido a su entorno. El método que siguió Ortega consiste en comenzar por estas circunstancias más próximas al sujeto para considerar después las más alejadas y que se expresan en los problemas tradicionales de la filosofía. Cuando se hace el presente, el yo y la circunstancia o mundo es la vida como realidad radical. El mundo o circunstancia y el yo no son realidades independientes, sino que el yo no puede darse sin las circunstancias y estas mismas no se entienden sin el yo. Con esto llegamos a la afirmación de una razón vital, al raciovitalismo: se trata de una razón histórica y personal que afirma la vida. El ser humano está constituido por una irrenunciable dimensión histórica: lo que el ser humano determina su presente y tiene herencia recibida del pasado, es decir, el conjunto de creencias y esquemas mentales, sentimientos, valores… de las distintas épocas que hacen posible la biografía y la elaboración de las teorías de las generaciones. Por todo esto, la razón histórica puede dar cuenta del ser humano en su totalidad, yendo más allá de la razón física. La dimensión del hombre es inseparable del circunstancialismo, lo que conduce a la relación entre vida e historia. La naturaleza del hombre es inmutable.

El problema del conocimiento

Cada hombre y vida apunta un punto de vista sobre la realidad y esta siempre es aceptada desde las circunstancias del yo. Cada circunstancia supone una peculiar perspectiva en la que cada hombre se encuentra y cada una es distinta e insustituible. Eso a Ortega le aleja del racionalismo, el relativismo y el escepticismo objetivo y subjetivo. Se puede afirmar que la realidad es perspectiva, tiene un carácter múltiple y cambiante. Ortega distingue varios tipos de creencias (religiosas, científicas, filosóficas y relativas). Las creencias son ideas que están en el ambiente, pertenecen a la época o generación que nos toca vivir, se reciben por herencia. Su importancia es capital (las ideas se tienen, las creencias se viven). Ortega señala el tema de nuestro tiempo: consiste en la superación de la modernidad, caracterizada por la subjetividad del racionalismo y del idealismo. El racionalismo se opone al relativismo, mientras que el idealismo se opone a la era antigua. La superación de la modernidad conduce a la afirmación de una razón vital, al raciovitalismo, que es una razón histórica y personal que afirma la vida, tiene en cuenta las creencias que nos permiten situarnos con sentido en el mundo. Para Ortega, la realidad radical solo puede captarse adecuadamente mediante la razón vital y la histórica.

La sociedad política

Ortega habla sobre la enfermedad que pasa Europa, en que las masas que han emergido al primer plano. Eso se debe a la revolución industrial, que ocasionó el aumento de vitalidad media en términos económicos. Habla sobre el hombre europeo, que no tiene valores. El hombre-masa está caracterizado por el hermetismo respecto a la cultura (el capricho, el gusto por la violencia y el primitivismo) son factores que constituyen la forma de ser del hombre. Para Ortega, Europa se configura en dos elementos: el estado y la nación.

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