Descartes y Hume: Filosofía y Conocimiento

El problema de Dios

Descartes utiliza tres argumentaciones para demostrar la existencia de Dios. En las dos primeras se recurre al Principio de Causalidad, como ya hizo Santo Tomás, aunque a diferencia de las vías tomistas, estas argumentaciones no toman como punto de partida la realidad sensible sino la idea de ser perfecto que encontramos en nuestro entendimiento. Esa idea no puede ser ni adventicia ni ficticia, es decir, no procede del mundo exterior ni tampoco de nuestra imaginación, debe, por tanto, ser innata.

1ª Argumentación:

Toma como punto de partida la idea innata de perfección. Yo no puedo ser la causa de la idea de perfección que encuentro en mi entendimiento, porque entre la causa productora y el efecto producido debe haber proporcionalidad, y entre yo, que soy un ser imperfecto puesto que dudo, y la idea de perfección, no hay proporcionalidad alguna. Semejante idea sólo ha podido ser puesta en mi por un ser que, efectivamente, es perfecto. Así que Dios existe.

2ª Argumentación:

Demuestra la existencia de Dios a partir de mi propia existencia ya que yo no puedo ser causa de mí mismo pues si lo fuera me hubiera dado todas esas cualidades cuyas ideas encuentro en mi pensamiento, infinitud, eternidad, omnipotencia y omnisciencia, y que en realidad me faltan. Por tanto, el hecho de mi propia existencia demuestra que Dios existe.

3ª Argumentación:

Esta tercera argumentación es una reformulación del Argumento Ontológico de San Anselmo (s. XI). En la idea de Ser Perfecto va incluida su existencia, pues de no ser así carecería de una perfección, la existencia, y no sería el Ser Perfecto.

Una vez establecida la existencia de Dios, Descartes demuestra la existencia de la realidad extramental, física y corpórea y la verdad de nuestros razonamientos matemáticos ya que, siendo Dios bueno y veraz, no puede querer engañarnos haciéndonos creer que existe el mundo cuando en realidad no existe. Por tanto, existe. Vemos cómo, Descartes, ha llegado a establecer todo lo anterior procediendo de un modo puramente racional, prescindiendo de los sentidos y valiéndose de su método. Estos son los principios que andaba buscando, para poder, a partir de ellos, reedificar el edificio del conocimiento.

El ser humano

Descartes defiende una concepción dualista del ser humano (en la misma línea que Platón, separándose con ello de Aristóteles y Tomás de Aquino).

El hombre está constituido por dos sustancias: cuerpo, (sustancia extensa) y mente (sustancia pensante); Descartes señala la prioridad de la mente y afirma que es el centro de dos facultades: el entendimiento y la voluntad libre.

Estas dos sustancias, cuerpo y mente, son independientes: la mente no necesita el cuerpo para existir. Sin embargo, no son totalmente autónomas. Hay una cierta relación entre ambas, pues la mente debe gobernar el cuerpo y el cuerpo puede influir sobre la mente. Al problema de cómo se establece la interrelación entre estas dos sustancias se le conoce como el problema de la comunicación de las sustancias. Un problema que tuvo gran importancia entre los filósofos racionalistas. La respuesta de Descartes a esta cuestión consiste en señalar que la comunicación entre ambas sustancias se produce en la Glándula Pineal situada en el cerebro.

Ética

La reforma cartesiana exigía, como hemos dicho al inicio del tema, no aceptar como verdadero más que aquello que se presente como claro y distinto. Esto supone dudar de todo. Sin embargo la duda no podemos aplicarla en nuestra vida cotidiana pues nos llevaría a la inacción, en la vida continuamente surgen dilemas y tenemos que tomar decisiones. Así pues, dado que debe actuar, Descartes establece una moral provisional. Esta serviría para poder seguir viviendo y actuando mientras no se construyese una ética de acuerdo con las reglas del método. Consta de cuatro reglas o máximas:

  1. Seguir las reglas y costumbres de mi país, escogiendo siempre las opiniones de los más moderados.
  2. Procurar ser firmes y resueltos en nuestras acciones una vez que hemos decidido actuar del modo que nos parece más adecuado.
  3. Procurar siempre dominar nuestras pasiones y deseos (que surgen del cuerpo), y acostumbrarme a creer que nada hay que esté enteramente en nuestro poder sino nuestros propios pensamientos.
  4. Aplicar la vida entera al cultivo de la razón y al conocimiento de la verdad, siguiendo el método establecido. En esta última máxima se recoge claramente el propósito cartesiano de continuar construyéndose.

Metafísica de Platón

Para Platón la ciencia existe pero los objetos de la ciencia no pueden ser identificados por las percepciones de los sentidos. Así que, debe haber un mundo de sentidos, entidades, ideas. El mundo de las ideas o la teoría de las ideas es la aceptación de cosas que nadie puede negar que exista como realidad: la justicia, la belleza o la bondad. De ahí derivan las cosas justas, buenas o bellas.

Demiurgo: El mundo sensible es el mundo que es dado a través de los sentidos es una mezcla del ser y no-ser. Según Platón el mundo sensible tiene que ser un participado. Para Platón el orden no puede ser el resultado azaroso del desorden y la inteligencia ordenador a es el Demiurgo.

  1. El Demiurgo actúa sobre una materia eterna y caótica, que es un principio de imperfección.
  2. La función del Demiurgo es la de plasmar las esencias o ideas en la materia lo más perfectamente posible. Platón explica el origen del universo en su libro el Timeo. En él, relata que hay una semejanza entre la explicación del origen del universo y la explicación cristiana de la obra creada por Dios. Pero hay una diferencia fundamental, y es que el Demiurgo no crea sino que ordena, por lo que no es creador sino ordenador.
  1. Conocimiento de los objetos sensibles provenientes de los sentidos: Es un conocimiento de segundo orden, un auténtico conocimiento. Dos grados tienes:
  1. Imaginación: Es el conocimiento de las ficciones en general.
  2. Creencia: Es el conocimiento de las cosas sensibles directamente perceptibles y constituyen copias defectuosas de la Ideas.

B) Conocimiento intelectual o conocimiento mediante la razón: Consta también de 2 grados:

  1. Razón demostrativa: Su Objetivos son las entidades matemáticas y su método deductivo. Define conceptos de manera precisa, se establecen verdades o axiomas que no se demuestran y se obtienen conclusiones.
  2. Razón intuitiva: Encima de este tipo de saber Platón coloca el saber dialéctico ejercido por la inteligencia, qué es propiamente el saber filosófico o conocimiento de Ideas. También el filósofo hipótesis pero para elevarse de unas a otras como si fueran peldaños, buscando no una cómo decisión sino como principio que las funde, que, al dar razón de ellas, se destruyen su carácter hipotético. El dialéctico va relacionado con las Ideas para llevar a un principio no hipotético que, sin ayuda de los sentidos, mediante una “versión intelectual”, mantiene las ideas en una relación jerárquica entre sí, la cual es a su vez una creencia especial: la dialéctica.

    Antropología:

    Dualismo ontológico: Sí la concepción platónica del mundo es dualista también lo es su concepción del hombre, partiendo dicha concepción en cuerpo y alma. Platón considera que el alma es la esencia del ser humano, tiene su origen en el mundo de las ideas y su función específica es el conocimiento. En cambio, el cuerpo es un estorbo para el alma, la resta con sus pasiones y apetitos empiece la contemplación de las Ideas. Platón dice en el Fedón que la filosofía es una preparación para la muerte, de que la muerte no es si no no la separación del cuerpo con el alma: la muerte es la liberación del cuerpo que permitirá al alma contemplar las ideas.

    1. El alma es simple, inmortal y de naturaleza divina.
    2. La unión del alma con el cuerpo no es un estado esencial del alma, ya que dichas almas tienen su propio mundo, el de las Ideas y su actividad más propia es la contemplación de éstas. La tarea fundamental del alma será purificarse.
    3. Respecto al destino del alma en el Fedón y la República acepta la tesis pitagórica de las sucesivas reencarnaciones del alma.

    Por lo que se puede decir que el cuerpo es la cárcel del alma.

    Psicología racional: Platón desarrolla una psicología racional con claras funciones éticas.

    Platón parte de la experiencia humana común, según la cual se dan conflictos internos en nuestra mente. Este es el conflicto que se produce entre razón y apetitos. A estas dos partes se le añade una tercera, el ánimo; una pugna entre el apetito y la razón. Por tanto Platón establece una división tripartita del alma:

    1. Alma racional: Se corresponde con la razón y su función es el conocimiento. Es inmortal de naturaleza “divina”.
    2. Alma irascible: Es fuente de pasiones nobles como el coraje, el valor o la fuerza de voluntad. Su nobleza radica disposición a ponerse de lado de la razón.
    3. Alma apetitiva: Es la sede de los deseos y apetitos instintivos que no sabe distinguir entre placeres “buenos” y placeres “malos”.

    El conocimiento

    El objetivo de la filosofía de Hume fue establecer el origen y los límites del conocimiento humano. Para este filósofo todo conocimiento debe fundamentarse en la experiencia si no quiere caer en el error. En el análisis que hace del conocimiento, Hume llama percepciones a todos los contenidos de la mente. Las percepciones pueden ser de dos tipos:

    Impresiones: son los datos de los sentidos, sensaciones y emociones. Las impresiones se caracterizan por ser inmediatas, vivaces e intensas. Ideas: son las representaciones mentales de las impresiones, son, por tanto, mediatas, débiles y poco vivaces. Las ideas pueden ser simples y complejas. Las simples corresponden a impresiones, las complejas se forman por asociación de otras ideas debido a la memoria y la imaginación.

    Las combinaciones que el entendimiento humano lleva a cabo para formar ideas complejas a partir de ideas simples, no son arbitrarias sino que obedecen a unas leyes de asociación en virtud de las cuales unas ideas nos hacen pensar inmediatamente en otras. Esas leyes explican, por tanto, el modo como el ser humano organiza sus ideas y debe quedar claro que esa organización procede de nuestra propia estructura mental y no de la realidad.

    Esas las leyes son:

    1. Ley de semejanza: tendemos a asociar ideas semejantes en algún aspecto.

    2. Ley de contigüidad espacio-temporal: tendemos a asociar ideas contiguas en el espacio o en el tiempo.

    3. Ley de causalidad: tendemos a establecer una relación causa efecto entre ideas contiguas espaciotemporalmente.

    Según lo que acabamos de decir, todo conocimiento es una impresión (un dato de la experiencia) o es la representación mental de una impresión (una idea). Esto significa que el origen último de todos nuestros conocimientos está en la experiencia y, por tanto, no existen ideas innatas.

    Esto significa también que el criterio de verdad para saber si una idea es o no verdadera consiste en averiguar si en el origen de esa idea hay o no alguna impresión que la origine. Si no la hay, habrá que concluir que estamos ante una ficción de la mente que el entendimiento ha producido merced a su capacidad de formar ideas nuevas por asociación de otras.

    Con el criterio de verdad que acabamos de describir Hume hace una dura crítica a las cuatro ideas básicas de la filosofía racionalista (A,B,C,D) y de la ciencia siguiendo siempre la misma estrategia: preguntar qué impresión está en el origen de la idea en cuestión, si no hay ninguna podemos pensar que tal idea es una ficción de la mente.

    A) Empezamos con la crítica a la idea de substancia extensa o materia. Si buscamos la impresión concreta de la que deriva la idea de substancia material no la encontraremos, lo único que encontraremos será un conjunto de impresiones pero no ese sustrato que llamamos materia cuya existencia es imposible demostrar.

    B) Crítica a la idea de substancia pensante o yo: Si buscamos la impresión concreta de la que procede la idea del «yo» no la encontraremos. Todo lo que captamos empíricamente de nosotros mismos es una sucesión de estados psíquicos (sensaciones, emociones, sentimientos, deseos, estados de ánimo…) que se suceden unos a otros. La idea del «yo» surge al asociar con la imaginación y la memoria todo ese flujo de estados psíquicos unificándolos en un supuesto sustrato, al que llamamos «yo», pero que exista realmente el «yo» no es demostrable, y mucho menos puede fundamentarse todo el conocimiento humano en una idea semejante como hizo Descartes.

    C) Crítica a la idea de substancia infinita o Dios: Puesto que no puede señalarse la impresión de la que deriva esta idea, hemos de concluir que la existencia de Dios no es demostrable racionalmente.

    D) Crítica al concepto de causa. La causa es un concepto clave en la historia de la filosofía y de la ciencia, pues las leyes científicas establecen una conexión causal necesaria, que se cumple siempre y en todos los casos, entre fenómenos (dado el fenómeno A al que llamamos causa, necesariamente le seguirá el fenómeno B al que llamamos efecto). Hume busca la impresión de la que procede nuestra idea de conexión necesaria y nos dice que si nos atenemos exclusivamente a los datos empíricos lo único que podemos decir es que dos fenómenos se han sucedido hasta hoy. Somos nosotros los que llevados por la costumbre de ver en sucesión espacio temporal estos dos fenómenos terminamos por creer y suponer que en el futuro se seguirán sucediendo. Pero dado que es sólo una suposición debemos concluir que las leyes causales son sólo probables y que por tanto, las leyes científicas tienen un valor hipotético, siempre están sujetas a revisión y la ciencia debe asumir una actitud de permanente investigación.

    Para concluir digamos que las ideas de materia, yo, Dios y causa son meras creencias, pero creencias fundamentales para los seres humanos sin las cuales no podríamos desarrollar nuestras actividades cotidianas. Al tiempo vemos cómo el pensamiento de Hume desemboca en el escepticismo que niega la posibilidad de un conocimiento objetivo y seguro de la realidad.

    Una vez establecidos los elementos del conocimiento, Hume distingue dos tipos de conocimiento que puede alcanzar el entendimiento humano:

    1) el conocimiento de relaciones entre ideas y

    2) el conocimiento sobre cuestiones de hecho.

      

    Las relaciones de ideas corresponden a lo que llamamos ciencias  formales, matemáticas y lógica, que operan sobre contenidos ideales  expresados mediante símbolos sin hacer referencia a cosas  materiales que existan realmente. La validez de una proposición  matemática depende de su coherencia con respecto al resto de  proposiciones matemáticas pero no de la experiencia, puesto que en  ella no se afirman hechos sino relaciones entre entidades ideales. Son  llamadas ciencias exactas porque proporcionan un conocimiento  cierto basado en la intuición y la deducción.  

    Las cuestiones de hecho corresponden con lo que llamamos ciencias  empíricas (física, química, biología, medicina, sociología), ciencias  cuya verdad depende de la experiencia. Aquí ya no cabe un  conocimiento puramente racional, basado en la intuición y la  deducción sino que debemos basarnos en la experiencia. En este tipo  de ciencias no podemos alcanzar el grado de certeza que en las  anteriores. La razón es que las ciencias empíricas buscan relaciones  causales entre fenómenos y Hume, en su crítica de la idea de causa,  ha demostrado que nuestras inferencias causales son sólo probables. 

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