1. Las Reglas del Método Cartesiano
Las reglas del método son una serie de preceptos ciertos y fáciles, diseñados para evitar tomar lo falso por verdadero y alcanzar un conocimiento gradual.
- La primera regla es la evidencia. Solo se aceptará como verdadero aquello que sea evidente (claro y distinto). Claro es aquello que se presenta de forma inmediata a la mente, y distinto es aquello que está perfectamente separado de todo lo demás, sin partes confusas. Con esta regla se busca una verdad indudable, sobre la cual construir el edificio del conocimiento.
- La segunda regla es el análisis. Consiste en dividir cada dificultad examinada en tantas partes como sea posible y necesario para resolverla mejor. Estos elementos indivisibles, las ‘naturalezas simples’, son captados por la intuición.
- La tercera regla es la síntesis. Implica conducir ordenadamente los pensamientos, comenzando por los objetos más simples y fáciles de conocer, para ascender gradualmente hasta el conocimiento de los más compuestos, empleando la deducción.
- La cuarta regla es la enumeración y revisión. Consiste en hacer en todo enumeraciones tan completas y revisiones tan generales que se esté seguro de no omitir nada, garantizando la validez del proceso.
2. El Cogito y el Desafío del Solipsismo
Tras aplicar los niveles de la duda metódica, Descartes encuentra una verdad indudable: Cogito, ergo sum (‘Pienso, luego existo’).
Al dudar, estoy pensando; aunque todo lo que piense sea falso, es indudablemente cierto que yo, que pienso, existo.
La primera verdad hallada es el yo pensante (res cogitans) como primera realidad en el orden del conocimiento.
El cogito cumple con la regla de la evidencia, pues se presenta con claridad y distinción. Es una intuición de una naturaleza simple (el yo pensante), cumpliendo así con el espíritu de la segunda regla (análisis). Servirá como criterio de verdad: todo lo que se perciba con igual claridad y distinción será considerado verdadero.
Esto plantea el problema del solipsismo: la aparente dificultad de demostrar algo más allá de la propia conciencia. Para superar esto, Descartes debe deducir, partiendo del cogito, la existencia de una realidad extramental y reconstruir el edificio del conocimiento (aplicando la síntesis, la tercera regla).
Para ello, analizará los contenidos del pensamiento: las ideas.
3. Demostraciones Cartesianas de la Existencia de Dios
Descartes ofrece tres argumentos principales para demostrar la existencia de Dios:
- Argumento ontológico (basado en San Anselmo): Al analizar la idea de Dios como un ser sumamente perfecto, se concluye que debe poseer todas las perfecciones. Dado que la existencia es una perfección, Dios necesariamente existe.
- Argumento gnoseológico o de la causalidad de la idea de Dios (inspirado en San Agustín): Poseemos en nuestra mente la idea de un ser perfecto (Dios). Toda idea debe tener una causa real con al menos tanta perfección como la realidad representada en la idea. Yo, como ser imperfecto, no puedo ser la causa de la idea de un ser perfecto. Por lo tanto, debe existir un ser perfecto que haya puesto esa idea en mí: Dios.
- Argumento de la causalidad del yo (con ecos de Santo Tomás): Yo, que soy un ser imperfecto pero poseo la idea de perfección, existo. No soy la causa de mi propia existencia, pues si lo fuera, me habría dado todas las perfecciones que concibo. Por lo tanto, debo haber sido creado por un ser que posee esas perfecciones: Dios.
Una vez demostrada la existencia de Dios como ser sumamente perfecto, se deduce que no puede ser engañador (pues el engaño es una imperfección). Por lo tanto, Dios garantiza la veracidad de nuestras ideas claras y distintas, incluyendo aquellas que parecen provenir de un mundo externo material. Dios se convierte así en el garante de la existencia del mundo exterior.
Así, se evidencia que el cogito por sí solo es insuficiente para fundamentar la existencia de una realidad extramental; se requiere la demostración de la existencia de Dios.
4. Fundamentos de la Ciencia Cartesiana
La filosofía cartesiana implica un cambio radical en la concepción de la ciencia, marcando el inicio de la ciencia moderna.
La ciencia anterior, de base aristotélica, era:
- Cualitativa: Basada en cualidades y esencias.
- Teleológica: Explicaba los fenómenos en función de su finalidad (telos), derivada de la esencia de la sustancia.
- Organicista: Tomaba como modelo la estructura y funcionamiento de los seres vivos.
En contraste, la ciencia moderna propuesta por Descartes es:
- Cuantitativa: Se centra en lo medible y matematizable.
- Basada en la causalidad eficiente: Explica el movimiento por el choque entre cuerpos materiales (extensión).
- Mecanicista: Concibe el universo como una gran máquina, similar a un reloj, donde el movimiento se transmite mecánicamente. Este funcionamiento no es aleatorio, sino que está regido por leyes matemáticas precisas y universales, garantizando el orden. Dios es el creador de la materia (res extensa), el movimiento inicial y las leyes físicas que lo gobiernan.
5. El Dualismo Antropológico en Descartes
El dualismo antropológico cartesiano es una consecuencia directa de su metafísica. Distingue dos tipos de sustancias creadas finitas: la res extensa (sustancia material) y la res cogitans (sustancia pensante).
El ser humano es una unión de estas dos sustancias:
- Cuerpo: Res extensa, material, sujeto a las leyes mecánicas.
- Alma: Res cogitans, inmaterial, pensante, inextensa.
El ser humano es, por tanto, la unión de dos sustancias distintas e independientes. Esta separación radical es crucial para Descartes, ya que permite salvaguardar la libertad humana. Mientras el cuerpo (res extensa) está sometido al determinismo de las leyes físicas, el alma (res cogitans), al ser de naturaleza distinta, no lo está y posee libertad.
El pensamiento (cogito) se revela así como independiente de la materia. La propia capacidad de dudar, de pensar libremente, es una manifestación de esta libertad del alma.