Introducción a la Metafísica Cartesiana
Este texto pertenece a la parte cuarta de la obra autobiográfica de Descartes, Discurso del Método, en la que aplica la metafísica para demostrar la realidad y mantener un **dualismo ontológico**. Antes de justificar la existencia de Dios, Descartes define el término **sustancia** como «una cosa que existe por sí misma y que no necesita de otra para existir».
Las Tres Sustancias Cartesianas
Descartes postula la existencia de tres **sustancias** principales:
- La realidad material
- La realidad mental
- La realidad divina
Res Extensa: La Sustancia Material
A la realidad material la denomina **Res Extensa**, la cual está compuesta por un conjunto de cuerpos que forman el mundo físico.
Res Cogitans: La Sustancia Pensante
A la segunda la llama **Res Cogitans**. Está compuesta por un conjunto de ideas que constituyen el alma o espíritu, poseen el atributo del **pensamiento** y adoptan modos como el sentir, el deseo o el imaginar.
Res Infinita: La Sustancia Divina
A la última la denomina **Res Infinita**, e identifica a Dios como un ser que posee todas las cualidades en un grado absoluto e infinito. Es el Dios que me ha creado a mí, una realidad que piensa ideas y que tiene experiencia sensible de un mundo externo.
El Método Cartesiano y la Duda
Según Descartes, su **método** analiza todas las ideas hasta encontrar una que sea tan lógica que no podamos dudar de ella. Una vez encontrada esta idea, debemos observar qué características presenta, las cuales serán adoptadas como **criterios de certeza**. Con este criterio, podemos obtener un resultado del análisis de la estructura de la realidad.
Descartes utiliza la **duda** como instrumento para encontrar esa idea, una **duda metódica** que forma parte del proceso y que nos permite conocer verdades seguras. Todo aquello que no supere esta prueba no puede formar parte del **fundamento del saber**.
El Cogito: La Primera Verdad Evidente
Según Descartes, la primera verdad evidente que descubre es que existe, que es porque es pensante: «Pienso, luego existo» (Cogito, ergo sum).
Demostración de la Existencia de Dios
Hasta este punto, Descartes solo ha demostrado la existencia del **sujeto pensante**, pero no la de los cuerpos ni la de Dios. Esto es lo que abordará a continuación. Cierto de su propia existencia, Descartes procederá a demostrar la verdad del segundo fundamento, **Dios**, mediante tres argumentos: dos **causales** y el tercero **ontológico**.
Argumento Causal de la Idea de Perfección
Si yo, puesto que dudo, soy imperfecto, y en mí tengo la idea de **perfección**, esta no puede provenir de mí, pues lo perfecto no puede surgir de lo imperfecto, sino de un ser perfecto que está fuera de mí, que no soy yo. Este ser perfecto que implanta en mí la idea de perfección es **Dios**.
Argumento Causal de la Causa del Ser
La demostración de la existencia de Dios emprendida por Descartes se basa en el hecho de que todos tenemos en nuestra mente la idea de un **ser infinito**. Esta idea no puede provenir de nosotros, porque lo más perfecto no puede surgir de lo menos perfecto, ni tampoco de la nada. La idea de un ser infinito y perfecto solo puede proceder de un ser que contenga todas las **perfecciones**. Es más, la idea de lo **infinito** ha tenido que ser anterior y más clara que la de lo **finito**.
A esta reflexión hay que añadir que si yo hubiera existido solo y con independencia de cualquier otro ser superior a mí, tendría que poseer todas las **perfecciones** que se le atribuyen a Dios y, por consiguiente, ser **infinito, eterno, inmutable, omnisciente y todopoderoso**. Como no lo soy, el ser que me ha creado y del que dependo es **Dios**. Descartes atribuye a la naturaleza de Dios todas las perfecciones y le niega las imperfecciones. Dios no puede ser de naturaleza corporal, pues esta no constituye ninguna perfección, sino más bien al contrario: la dualidad de naturaleza pensante y corporal es un defecto. Al igual que la sustancia pensante, la **sustancia corporal** también depende de Dios.
Argumento Ontológico de San Anselmo
En segundo lugar, refuerza su teísmo con el **argumento ontológico de San Anselmo**: si podemos pensar en un ser infinitamente perfecto, es lógicamente imposible que no exista, ya que le faltaría la **perfección de la existencia**. Es decir, es imposible que Dios no exista.
La Justificación de Dios en la Ontología Cartesiana
Descartes trata de justificar la existencia de Dios. El texto se localiza dentro de la **ontología cartesiana**, en el momento en que define la deducción lógica de la realidad, mediante el descubrimiento de una segunda realidad diferente al yo: la idea de Dios como **sustancia infinita, eterna, perfecta, omnisciente y omnipotente**, que me ha creado a mí mismo y a todas las demás cosas que existen.
En primer lugar, el yo se compara con esta **sustancia infinita**, y se sabe imperfecto y finito y, por tanto, incapaz de haberla originado. Su causa no puede ser otra que un ser cuya **perfección** sea infinita.
Descartes utiliza solo las **ideas claras y distintas** que nos aporta la razón, como las ideas matemáticas.
El Papel de Dios en el Sistema Cartesiano
Existe una última realidad: la **sustancia extensa** (**Res Extensa**), el mundo que percibo a mi alrededor y que ocupa espacio.
Dios se convierte así en un elemento clave de su **sistema filosófico**, garantizando tanto la existencia del mundo (**realismo**) como la validez de la ciencia como **conocimiento verdadero y objetivo** (**dogmatismo**).