Explorando las Corrientes del Conocimiento: Escepticismo, Dogmatismo y Criticismo Kantiano

El Escepticismo: La Cautela Filosófica

El fundamento de la actitud escéptica es la cautela, la circunspección. El escepticismo, como doctrina filosófica, tiene dos aspectos:

  • Desde el punto de vista teórico, el escepticismo es una doctrina del conocimiento según la cual no hay ningún saber firme, ni puede encontrarse nunca ninguna opción absolutamente segura.
  • Desde el punto de vista práctico, el escepticismo es una actitud que se encuentra en la negativa a adherirse a ninguna opinión determinada.

Según el escepticismo, el sujeto no puede aprehender el objeto, o la aprehensión se realiza únicamente en forma relativa o cambiante. Los escépticos de todos los tiempos han señalado que si hubiese conocimiento seguro no habría cambios en el contenido del conocimiento; pero esto, evidentemente, no sucede.

En ocasiones se ha dicho que el escepticismo es imposible, que se anula a sí mismo. En efecto, si se afirma que ninguna proposición es verdadera, hay que admitir que existe por lo menos una proposición que es verdadera, es decir, la proposición de que ninguna proposición es verdadera, razón por la cual esta última proposición se convierte en falsa. En esto radicaría la refutación del escepticismo por sí mismo.

Pero las cosas no son tan sencillas. En primer lugar, los escépticos más radicales, tal es el caso de Pirrón, no afirman ninguna proposición; sencillamente se abstienen de afirmar cualquier enunciado. En segundo lugar, aun cuando el escéptico dijera: “ninguna proposición es verdadera”, este enunciado no puede referirse a sí mismo bajo pena de confundir distintos niveles de lenguaje.

La fuente fundamental para el estudio del escepticismo antiguo es Sexto Empírico. Sexto aplica el nombre ‘escepticismo’ en toda su pureza no al que declara que es imposible llegar a la verdad, sino a los que se abstienen. Como buen escéptico, el mismo Sexto señala la provisionalidad de sus acciones.

La orientación escéptica se llama también:

  • Investigativa: por la acción de investigar y de indagar.
  • Suspensiva: por el estado de ánimo que nace después de la investigación sobre el objeto de la indagación.
  • Dubitativa: sea por el dudar de todo e investigar, como dicen algunos, sea por la hesitación a dar o negar el asentimiento.
  • Pirroniana: por haber llegado Pirrón al escepticismo de modo más pleno y manifiesto que los antecesores.

El Dogmatismo: La Afirmación de la Verdad

Dogmáticos son los que creen haber hallado la verdad y menciona entre otros a Aristóteles, Epicuro y los estoicos.

Ferrater Mora dice que el vocablo “dogma” significó primitivamente “opinión”. Se trataba de una opinión filosófica, esto es, de algo que se refería a los principios. Por eso el término “dogmático” significó “relativo a una doctrina” o “fundado en principios”.

Dicho de ese modo, “dogmático” se opone a “escéptico” en la medida en que, mientras los escépticos examinan todas las cosas hasta el infinito, los dogmáticos creen haber encontrado uno o más principios verdaderos y sobre las bases de los mismos constituyen un sistema filosófico. Así, “dogmatismo” significa lisa y llanamente “no escepticismo”. Si consideramos de este modo el término “dogmatismo”, son filósofos dogmáticos todos aquellos que han elaborado un sistema filosófico o abordado y resuelto a su manera alguna cuestión filosófica, es decir, los que creen haber hallado al menos una verdad.

Definiciones de Dogmatismo

Otra definición del término “dogmatismo”: según la misma, dogmatismo es la adhesión ciega a un sistema filosófico, sin considerar la posibilidad de que el mismo esté equivocado. Un ejemplo aclara lo que queremos decir. Se cuenta que cuando Galileo, en el siglo XVII, merced al telescopio, descubrió los satélites de Júpiter, invitó a un aristotélico a que verificara por sí mismo el descubrimiento, mirando a través del anteojo. El invitado contestó que Aristóteles había dicho que Júpiter no tenía satélites y que, por lo tanto, nada tenía que observar por el telescopio. Cuando esto acontece, la filosofía degenera en ciego fanatismo; es una ideología, tomada esta expresión en su peor sentido, como visión parcializadora, creída y no fundamentada en un examen.

Otro significado del término “dogmatismo”, emparentado con el anterior, pero que poca relación tiene con la filosofía, es entender por dogmatismo la actitud de quien, sin haber reflexionado sobre el conocimiento, da por supuesto que el mismo es posible y sin limitación alguna. En este sentido, el dogmatismo no considera que el objeto le es dado al sujeto a través de la imagen, y por lo tanto no piensa en la posibilidad de que la imagen y el objeto no coincidan.

En una cuarta acepción se entiende por “dogmatismo” la confianza absoluta en una facultad determinada de conocimiento, principalmente la razón. Es en este sentido que lo emplea Kant, filósofo alemán del siglo XVIII, quien llama “dogmáticos” a Wolff y otros filósofos racionalistas que examinaban las cosas sin someter a crítica la capacidad de la razón para conocer lo absoluto; es decir, estos filósofos hacían un uso dogmático de la razón al no someter a crítica el propio poder de la razón.

La Réplica Aristotélica al Escepticismo

Según Aristóteles, hay un principio fundamental que es el de no contradicción, al que llama “el más cierto de todos”, y que enuncia que es imposible que el mismo atributo pertenezca y no pertenezca al mismo sujeto en un mismo tiempo y en la misma relación.

La réplica aristotélica contra el escepticismo es durísima. Más adelante llama al escepticismo: “doctrina horrible que condena al pensamiento a no tener jamás un juicio definido”. En otro párrafo aborda las dificultades planteadas por los escépticos sobre la sensación y da una tajante respuesta a los argumentos empleados por el escepticismo.

El Racionalismo: Descartes y la Duda Metódica

La tendencia racionalista tiene antecedentes desde la antigüedad, sobre todo en Parménides y Platón, pero el racionalismo cartesiano constituye el ejemplo por excelencia. La idea intelectualista aristotélica del conocimiento va a ser cuestionada, ya que, desde la perspectiva de los hombres de la época, no han logrado llegar a la verdad. El derrumbe de la concepción medieval del mundo siembra la duda; esta se constituye en el sentimiento predominante de la época. Se desconfía de la posibilidad del conocimiento. En la época cartesiana se ha desmoronado ya el sistema aristotélico, dogmatizado en el peor sentido de la palabra por la Edad Media. El escepticismo cunde. Descartes lo adopta, pero para transformarlo en método. La duda se transforma en método y por eso se dice que Descartes ha practicado la duda metódica.

Nada indubitable encuentra en el conocimiento sensible. Los sentidos lo han engañado en múltiples ocasiones y no es prudente fiarse de quien nos ha engañado alguna vez.

Descartes retoma los argumentos usados ya por los escépticos en la antigüedad. Pero estos argumentos contra los sentidos no son válidos contra las verdades matemáticas: esté despierto o dormido, el cuadrado tiene cuatro lados y dos más tres son cinco. Contra este tipo de verdades es que va a emplear el argumento de un Dios engañador.

Frente a la hipótesis del genio maligno, parece que es imposible encontrar el conocimiento fundamental que busca; pero, precisamente en este momento, realiza Descartes el descubrimiento fundamental: puede dudar de todo, pero no puede dudar de que duda; y si duda, piensa; y si piensa, existe. Ni siquiera el genio maligno lo puede engañar a este respecto, pues si el genio lo engaña, él existe.

Afirma que si dice: “yo soy, yo existo”, es necesariamente verdadera mientras la está pronunciando o mientras la concibe su espíritu.

El Empirismo: David Hume y la Experiencia

David Hume considera que la experiencia constituye el origen psicológico de nuestros conocimientos; es a través de nuestros sentidos que conocemos. También la experiencia es el fundamento del conocimiento. No considera que se pueda conocer la existencia de ninguna realidad más allá de la experiencia, con lo cual propende a un escepticismo en materia de metafísica: no aceptará pruebas de la existencia de Dios, ni de ninguna supuesta realidad que no sea cognoscible por la experiencia.

Todas las percepciones del espíritu humano se reducen a dos clases distintas: impresiones e ideas. La diferencia entre ellas reside en el grado de fuerza y vivacidad con que afectan al espíritu y penetran en nuestro pensamiento o conciencia.

  • Impresiones: Aquellas percepciones que penetran con mayor fuerza y violencia, como por ejemplo pasiones, sensaciones y emociones, en tanto aparecen por primera vez en el alma.
  • Ideas: Imágenes débiles de aquellas en el pensamiento y en el razonamiento, tales como, por ejemplo, todas las percepciones provocadas por la presente exposición, excepto aquellas que se originan en la vista y el tacto y el placer o fastidio inmediato que pueda ocasionarnos.

Existe otra división que se extiende tanto a nuestras impresiones como a nuestras ideas. Hay percepciones simples y percepciones complejas.

  • Simples (percepciones o impresiones e ideas): Son las que no admiten distinción o separación.
  • Complejas (percepciones o impresiones e ideas): Pueden distinguirse partes. Aunque un color, un sabor y un olor se encuentren unidos en una manzana, es fácil percatarse de que no son lo mismo, sino que se pueden al menos distinguirlas unas de otras.

Las ideas entonces parecen ser el reflejo de las impresiones, de modo que todas las percepciones del espíritu son dobles y aparecen tanto como impresiones cuanto como ideas.

El Criticismo: Immanuel Kant y la Síntesis del Conocimiento

Según Kant, el conocimiento es producto de la unión de dos elementos: una materia y una forma. Ninguno de los dos por separado constituye conocimiento. En el conocimiento sensible, la materia está dada por las sensaciones procedentes de lo que Kant llama la cosa en sí, es decir, el ser en sí independientemente del conocimiento. Pero estas sensaciones, por sí solas, no constituyen conocimiento; en efecto, colores, olores, sabores, etc., recibidos por el sujeto no son conocimiento. Hace falta la intervención del segundo elemento del conocimiento: la forma. Según Kant, la forma es doble: el espacio y el tiempo. El espacio y el tiempo son formas, moldes, “recipientes” que están en el sujeto del conocimiento y que sirven para ordenar las sensaciones procedentes de la cosa en sí. Disponiendo las sensaciones espacial y temporalmente se constituye el fenómeno, lo que aparece, que es el objeto de conocimiento. El fenómeno es el resultado de las sensaciones procedentes de la cosa en sí ordenadas por el espacio y el tiempo que están en el sujeto del conocimiento. Espacio y tiempo son llamados por Kant formas a priori de la sensibilidad, es decir, elementos independientes de la experiencia que posibilitan el conocimiento sensible. De este modo, según Kant, el espacio y el tiempo que hacen posible el conocimiento sensible, la experiencia, no son ellos mismos productos de la experiencia. Espacio y tiempo son subjetivos en el sentido de que están en el sujeto, pero no debe interpretarse que cada sujeto de conocimiento posee su propio espacio y su propio tiempo. Espacio y tiempo son los mismos para cualquier sujeto de conocimiento.

En el conocimiento inteligible, al igual que en el conocimiento sensible, hay una materia y una forma. La materia del conocimiento inteligible es el fenómeno. Este es lo dado por la inteligencia, pero por sí mismo no constituye conocimiento intelectual si no es pensado por la inteligencia. Este solo no constituye conocimiento intelectual; debe estar unido a las categorías, que constituyen el elemento formal. Las categorías son, para el conocimiento inteligible, lo que el espacio y el tiempo son para el conocimiento sensible; es decir, sirven para ordenar y organizar el conocimiento. El mundo de los objetos, constituidos por los fenómenos, es ordenado en la medida en que es pensado mediante las categorías. Por ejemplo: frente a un metal se puede juzgar: “el metal se dilata por el calor”, utilizando la categoría “causa-efecto”; pero frente al mismo metal se podría juzgar: “el metal es brillante”, utilizando las categorías de “sustancia-accidente”. Hay doce categorías que constituyen otras tantas formas de enlazar los objetos en juicios. A las categorías, Kant las llama formas a priori del entendimiento, es decir, elementos totalmente independientes de la experiencia y que son la condición de posibilidad del conocimiento intelectual. Las categorías están en el sujeto del conocimiento, es decir, son propias de cada individuo, único e irrepetible, pero son las mismas para absolutamente todos los sujetos de conocimiento. Más allá del entendimiento, la razón puede pensar, pero no puede conocer, porque el límite del conocimiento es la experiencia y la razón no la admite, ya que no hay un elemento que le sea dado. Estas categorías (y también el espacio y el tiempo) constituyen condiciones trascendentales del conocimiento, es decir, son condiciones de posibilidad del conocimiento.

Citas Clave de Kant

Immanuel Kant intentó salvar la oposición entre racionalismo y empirismo sin abandonar completamente el innatismo. Para Kant, si bien todo conocimiento comienza con la experiencia, no todo conocimiento procede de ella. Las nociones de espacio, tiempo y las categorías, siendo condición de posibilidad de la experiencia, son independientes de ella, y pueden ser investigadas con métodos a priori, dando lugar a una filosofía trascendental (de las condiciones de posibilidad de la experiencia).

“LAS INTUICIONES SIN CONCEPTOS SON CIEGAS, LOS CONCEPTOS SIN INTUICIONES SON VACÍOS”

Por “intuiciones” (o “instituciones”, como se menciona en el texto original) entiende “lo dado”, es decir, la materia, las sensaciones en el conocimiento sensible y los fenómenos en el conocimiento intelectual; por “conceptos” entiende el elemento formal: espacio y tiempo en el conocimiento sensible, las categorías en el conocimiento intelectual. Lo que la frase dice es que “lo dado” inmediatamente constituye un puro caos; así, las sensaciones solas son ciegas, caóticas; pero la contrapartida de esto es que los conceptos, es decir, las formas puras (espacio, tiempo y categorías) por sí solos nada pueden conocer.

Reflexión Personal sobre el Criticismo

Esta corriente está convencida de que es posible el conocimiento para el ser humano, acepta que puede llegar a poseer la verdad y tener conocimientos que dan certeza, pero hace indispensable justificar racionalmente la forma en que llegamos al conocimiento: es decir, cómo llegamos a él y en qué forma se nos da la realidad.

En este sentido, estoy totalmente de acuerdo con Kant y el criticismo; para mí, son sumamente importantes los fundamentos. Como bien dice la cita: “El criticismo examina todas las afirmaciones de la razón humana y no acepta nada despreocupadamente. Dondequiera, pregunta por los motivos y pide cuentas a la razón humana. Su conducta no es dogmática ni escéptica, sino reflexiva y crítica. Es un término medio entre la temeridad dogmática y la desesperación escéptica.” Soy una persona que cree que debemos tener fundamentos para sostener una idea y postura, y es por eso que, como Kant, pretendo que se me den explicaciones y busco causas, motivos, etc.

Lo que no me agradó mucho de esta corriente filosófica es que se me complicó a la hora de comprenderla del todo bien.

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