Nietzsche Desvelado: Vitalismo, Voluntad de Poder y el Superhombre

El Vitalismo en Nietzsche: La Exaltación de la Vida

Friedrich Nietzsche se alinea claramente con la corriente filosófica surgida en el siglo XIX, cuyo eje central es la exaltación de la vida. Critica aquellas doctrinas (platonismo, marxismo, cristianismo, etc.) que eliminan los factores que realmente caracterizan la existencia. Para Nietzsche, la vida es acción, dinamismo espontáneo y frescura; debe ser comprendida así, no en un sistema que la ahogue y la desfigure. Debemos asumir la vida tal y como es, en toda su plenitud.

La Voluntad de Poder: Más Allá de la Mera Existencia

Nietzsche tomó el concepto de «voluntad» de Arthur Schopenhauer, quien sostenía que el mundo está constituido por seres que se esfuerzan por asentar su propia existencia, incluso a costa del bienestar de otros individuos. Para Schopenhauer, la voluntad de vivir es una fuerza que ciega y esclaviza, de la cual el ser humano puede escapar mediante la renuncia a ella (es decir, la renuncia a los placeres del mundo).

Sin embargo, Nietzsche no identifica su «voluntad de poder» con la «voluntad de vivir» de Schopenhauer. Considera que lo que está vivo no se conforma solo con vivir, sino que aspira a más, a la potencia. Tampoco es una mera voluntad de alcanzar el poder, sino que debe entenderse como la expresión de que el ser humano es un ser abierto al futuro, que anhela nuevas experiencias continuamente. El ser humano construye su futuro trayendo a la actualidad lo que antes era mera posibilidad, lo que todavía no es.

En eso consiste el crear: dar «vida» a lo que no la tenía. En Nietzsche, la «voluntad de poder» equivale a la «voluntad afirmativa de crear». El ser humano, al crearse a sí mismo, crea.

Por tanto, para Nietzsche, la voluntad de poder significa voluntad de dominio, de poderío, de fortaleza, de impulso vital y de pasión. No es simplemente la lucha por la existencia en la que solo sobreviven los más fuertes, sino la exaltación de la fuerza, la agresividad y el dominio de los nobles y los más capacitados.

El Superhombre (Übermensch): La Transformación del Espíritu

El hombre, tal como lo concibe Nietzsche, es un ser miserable que menosprecia el cuerpo y los instintos vitales. Además, es el único animal que todavía no está terminado; se encuentra a medio camino entre la bestia y el superhombre. Ante esta encrucijada, existen dos caminos: retroceder hacia la animalidad primitiva o alcanzar la «superhumanidad». Para que el hombre llegue a ser el superhombre, debe superar la moral cristiana y ‘expulsar’ a Dios de su vida.

Las Tres Transformaciones del Espíritu

Nietzsche describe las tres transformaciones del espíritu:

  • El Camello: Representa al espíritu que soporta todas las cargas que se le imponen y, con su andar cansino, cruza el desierto con tranquilidad y sin queja alguna. Una y otra vez se inclina ante su amo; todo lo aguanta. Este espíritu simboliza al hombre cristiano: se inclina ante su dios, acata sus mandamientos y las normas que le imponen. Ha asumido el «tú debes» y encuentra placer en el sometimiento. Todos los hombres con este espíritu tienen en común que dicen «sí» a lo que viene de fuera.
  • El León: Este espíritu se transforma en el león, que no soporta que nadie le toque ni mucho menos inclinarse ante nadie para ser cargado. Simboliza al ser humano que se libera de sus cargas morales y sociales y vive en torno al «Yo quiero». Se ha liberado del yugo, pero aún no es consciente de su potencial creador. Este es el animal que dice «no».
  • El Niño: Finalmente, el espíritu se transforma en el niño, que representa al ser libre que no lucha contra nada, sino que disfruta de su propia existencia y es capaz de crear.

El Proyecto del Superhombre

La metáfora del niño nos conduce al superhombre, entendiéndolo desde el original alemán Übermensch (suprahombre). Con ello, llegamos al proyecto de futuro de Nietzsche: más que una realidad ya dada, es un proyecto posible, pues el superhombre es un creador de valores que, a su vez, se crea a sí mismo.

El superhombre representa la superación del hombre, que consiste en que el individuo, a diferencia del pasado, en soledad y sin más instrumentos que su lucha, su nobleza y el dominio de sí mismo, camina creando su destino.

Su actitud es aceptar y asumir la realidad tal y como se presenta, diciendo «sí» a cuanto ocurre de manera inevitable y poniendo todo su esfuerzo en embellecer el dolor y las dificultades.

El superhombre desea vivir en la tierra intensamente y sin refugiarse en ningún dios. Persigue la afirmación de la vida, el placer, la victoria, la pasión y el éxito. Ama el poder y el prestigio, pero todo ello en la tierra, sin buscar un más allá.

En definitiva, el superhombre es un ideal de superación al cual Nietzsche encomienda la tarea de la transmutación de todos los valores. Esto implica derribar los valores morales existentes (considerados decadentes), no para sustituirlos por otros nuevos impuestos por la sociedad, sino para dejar abierto el camino y que cada individuo se convierta en el creador de sí mismo.

La liberación que alcanza es una liberación individual que consiste en alcanzar el sentimiento de potencia. Sin embargo, Nietzsche señala que no todos son capaces de esta liberación y que, por ello, hacen bien en quedarse junto al rebaño, «balando» los valores compartidos.

Esta liberación se propone como una opción que cada cual ha de tomar según sus fuerzas; no es un modelo a imitar para todos los hombres.

Nietzsche afirma que solo los espíritus libres serán capaces de llevar a cabo esta conquista vital.

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