Razón y Método (Epistemología)
El problema que preocupó a Descartes fue el de la fundamentación del conocimiento; quería encontrar un camino para avanzar con seguridad hasta el conocimiento verdadero. Él reconocía los muchos errores que, a lo largo de los siglos, habían sido presentados y defendidos como verdades incuestionables. Ahora bien, dado que la razón humana es una herramienta valiosa y eficaz, se preguntaba por qué puede hacer progresar a la ciencia y no a la filosofía. Su respuesta fue que la ciencia tiene un método que le permite la seguridad en el conocimiento, pero a la filosofía le falta un método adecuado. Para superar esta carencia, Descartes propone un método eficaz que él ya había comprobado: el método de los geómetras. De esta forma, introduce el método matemático en la filosofía para dotar a la razón humana de un criterio de verdad definitivo.
La Duda Metódica
Según Descartes, lo más sensato es cuestionarse absolutamente todos los conocimientos anteriores e ir a la búsqueda de verdades indudables. Así establece su famosa duda metódica, que consiste en rechazar todo conocimiento que ofrezca una duda, aunque sea mínima. Su duda metódica se fundamenta en las siguientes razones:
- La incertidumbre de los datos sensoriales: los sentidos nos han engañado muchas veces a lo largo de la historia; por ello, Descartes duda de todos los datos que proporcionan los sentidos.
- Los errores de razonamiento: el ser humano los comete a menudo. Una buena parte del saber tradicional escolástico se fundamenta en la razón y en su poder discursivo, pero en la época de Descartes este saber es confuso e incierto; por lo tanto, es válido dudar de todos los razonamientos que se han tenido por demostrativos.
- La dificultad para distinguir el sueño de la vigilia: es la duda de si los pensamientos podrían ser como los sueños, simples ilusiones. Se fundamenta en que al despertar es cuando nos damos cuenta de que hemos soñado, pero no mientras lo estamos haciendo. Por eso, según Descartes, existe la posibilidad de que los pensamientos en estado de vigilia sean sueños que no reconocemos como tales.
- La hipótesis del genio maligno: Descartes supone la existencia de un genio maligno que lleva a considerar como evidentes cosas que no lo son.
El Método Cartesiano
En 1637, Descartes establece las cuatro reglas fundamentales de su método en el Discurso del Método. Estas son: la evidencia, el análisis, la síntesis y la enumeración. Descartes había estudiado lógica, matemáticas, geometría y el álgebra. Cuando las examinó, se dio cuenta de que sirven para explicar otras cosas ya sabidas o para aprenderlas; sin embargo, mezclados con ellos, había otros preceptos nocivos o superfluos, y que separarlos era casi tan difícil como sacar una Diana. El análisis de los antiguos y el álgebra de los modernos se refieren a materias muy abstractas. El primero está en considerar las figuras, que no pueden ejercitar el entendimiento sin cansar la mente. Por lo cual, pensó que había que buscar otro método que reuniese las ventajas de esos tres, excluyendo sus defectos. Consideró que las cuatro reglas siguientes serían suficientes:
- El primero, no admitir como verdadera cosa alguna, como no supiese con evidencia que lo es; es decir, evitar cuidadosamente la precipitación y la prevención, y no comprender en mis juicios nada más que lo que se presentase tan clara y distintamente a mi espíritu, que no hubiese ninguna ocasión de ponerlo en duda.
- El segundo, dividir cada una de las dificultades que examinare en cuantas partes fuere posible y en cuantas requiriese su mejor solución.
- El tercero, conducir ordenadamente mis pensamientos, empezando por los objetos más simples y más fáciles de conocer, para ir ascendiendo poco a poco, gradualmente, hasta el conocimiento de los más compuestos, e incluso suponiendo un orden entre los que no se preceden naturalmente.
- Y el último, hacer en todo unos recuentos tan integrales y unas revisiones tan generales, que llegase a estar seguro de no omitir nada.
La Primera Verdad: El Cogito
Así pues, nada parece escapar de la duda metódica; pero la duda es un paso que se da para encontrar verdades indudables (¿escepticismo?). Esta duda se autosupera: cuando dudamos, pensamos, y la acción de pensar implica la existencia de un ser que piensa. Esto es la teoría del cogito, ergo sum (pienso, luego existo) y será la primera verdad incuestionable a la que accede Descartes. Es una intuición: nada puede hacer dudar de ella, es evidente, clara y distinta. En el cogito, ergo sum se cumplen dos funciones:
- Justifica la existencia de un yo pensante (alma) diferenciado del cuerpo, ya que este se concibe a través de los sentidos y está bajo la duda metódica.
- Se convierte en un principio modélico. Así, todo lo que sea evidente, claro y distinto será aceptado como verdad.
Metafísica Cartesiana
Para Descartes, sustancia es una realidad que existe de tal manera que no necesita de ninguna otra realidad para existir. A través de su método, Descartes distinguió las tres sustancias que componen lo que es real: el yo pensante, Dios y el mundo.
El Yo Pensante (Res Cogitans)
Es una sustancia que piensa, una res cogitans, un alma. Descartes concluye que puedo dudar de la existencia de mi cuerpo y de lo que me rodea, porque tengo información a través de los sentidos, que no son fiables; pero no puedo dudar de la existencia de mis pensamientos, de mis ideas, de mi subjetividad, que es el conjunto de pensamientos que fluyen en mi yo. Y estas distintas ideas que piensa el yo son ordenadas por Descartes del siguiente modo:
- Adventicias o adquiridas: son las ideas que provienen de fuera, de la experiencia sensible. Estas ideas pueden resultar fácilmente erróneas, ya que muchas veces tenemos diferentes ideas sobre un mismo objeto.
- Facticias o artificiales: son las ideas que inventamos o fabricamos arbitrariamente nosotros mismos. Por ejemplo, la idea de un animal mitológico como el centauro.
- Innatas o naturales: son las que no provienen de la percepción de objetos exteriores ni han sido fabricadas por nosotros.
Dios: La Sustancia Infinita y Garante del Conocimiento
Descartes considera que el yo pensante no es perfecto, pero poseemos la idea de perfección. Si tenemos conciencia de nuestra naturaleza imperfecta es porque sabemos en qué consiste una naturaleza perfecta y la comparamos con ella. Así, la idea de perfección innata en nosotros es la idea de un ser perfecto: es la idea de Dios. Esta idea, según Descartes, no puede provenir de nosotros, seres imperfectos; por lo tanto, tiene que haber sido una realidad divina la que la ha hecho surgir en nuestras mentes.
La demostración de la existencia de Dios es una pieza fundamental en la metafísica cartesiana. Dios es la realidad que permite superar mi subjetividad. Es una sustancia perfecta que no puede permitir que mis ideas claras y distintas sean un engaño. Así, Descartes da un paso más: Dios se convierte en garantía del conocimiento.
Otro razonamiento, admitido por Descartes para demostrar la existencia de Dios, pero no original de él, es el Argumento Ontológico de San Anselmo, según el cual en la idea de perfección debe estar contenida irremediablemente la idea de existencia.
Es posible esquematizar lo anterior aplicando forma lógica al razonamiento:
- Dios es algo mayor que lo cual nada puede pensarse.
- Cuando el insensato oye esta expresión, entiende lo que oye, y lo que entiende está en su entendimiento, aun cuando no entienda que ese algo mayor que lo cual nada puede pensarse exista.
- El insensato debe admitir que lo que oye y entiende está en el entendimiento. Empero, además, ha de estar en la realidad.
- Si sólo estuviese en el entendimiento aquello de que no puede pensarse nada mayor, no sería lo mayor que puede pensarse, pues le faltaría para ello ser real.
- Si aquello mayor que lo cual no puede pensarse nada está en el entendimiento únicamente, aquello mismo mayor que lo cual nada puede ser pensado será algo mayor que lo cual es posible pensar algo.
- Por lo tanto, debe existir, tanto en el entendimiento como en la realidad, algo mayor que lo cual nada puede pensarse, y este algo es precisamente Dios.
El Mundo (Res Extensa)
Si tenemos una idea clara y distinta de nuestro cuerpo extenso y existe un Dios perfecto y veraz, este Dios, que nos ha creado racionales, no puede permitir que nos engañemos cuando hacemos un uso adecuado de la razón.
Así, además de la sustancia pensante, existe otro tipo de sustancia finita y creada: la de los cuerpos, que tiene un atributo fundamental, la extensión. La materia o res extensa constituye la tercera sustancia de la metafísica cartesiana. Estas tres sustancias se diferencian del siguiente modo:
- Dios: sustancia perfecta e infinita con una razón también perfecta.
- Yo pensante: sustancia imperfecta dotada de razón.
- Materia: sustancia imperfecta con cualidades primarias y secundarias.
Cualidades Primarias y Secundarias de los Cuerpos
Descartes distingue las cualidades primarias como las únicas medibles y tratables científicamente (magnitud, figura, movimiento, etc.) y las cualidades secundarias, que según él se encuentran en el pensamiento de forma tan oscura y confusa que hasta ignoramos si son verdaderas o falsas (colores, sonidos, olores, sabores, etc.).