San Agustín: Filosofía Medieval y Problemas Fundamentales

Problema del conocimiento

Uno de los problemas de la filosofía cristiana y antigua medieval es la relación entre la razón y la fe, ya que el cristianismo se basa en unas verdades relevadas para poder alcanzar la salvación. La razón es la fuente natural de conocimiento para el ser humano y produce la filosofía, mientras que la fe es la fuente de conocimiento sobrenatural y produce la teología relevada por la autoridad de libros sagrados. La razón y la fe colaboran en la única verdad que existe: el cristianismo. A la verdad se puede acceder por dos caminos, la razón y la fe, estas no solo son compatibles, sino que son también la verdadera religión y filosofía. La fe ilumina a la razón (cree para comprender) y la razón se vale de la fe (comprende para creer). La verdadera fe del cristianismo no se debe limitar a la fe ciega del ignorante. San Agustín había simpatizado en su juventud con la tesis del escepticismo, pero después consideró fundamental la crítica del mismo. Un hombre está seguro de que existe porque está vivo, existimos y sabemos que existimos por la experiencia interior y la autoconciencia, lo que nos diferencia de los animales. La conciencia es un proceso de interiorización que lleva al hombre más allá de sí mismo. El conocimiento tiene tres etapas: el conocimiento sensible, el conocimiento racional inferior y el conocimiento racional superior. San Agustín adopta la tesis neoplatónica que sitúa las ideas en la mente de Dios, ya que son eternas e inmutables y así solo pueden estar en la inteligencia divina de Dios. San Agustín niega que el acceso a la verdad se produzca a través del recuerdo, sino que tiene que ser a través de la iluminación que solo se puede conceder mediante esa iluminación que Dios da.

Problema de Dios

Dios no solo aspira a la verdad, sino que también consiste en la visión para alcanzar el bien en otra vida. Para esto es necesario la gracia divina. San Agustín propone tres argumentos: Argumento cosmológico, argumento basado en el consenso y argumento epistemológico. La creación del mundo es el resultado de un acto libre de Dios. San Agustín sostiene el ejemplarismo: las esencias de todas las cosas creadas tanto la mente de Dios como ejemplares como las creadas. En el momento original que irían apareciendo poco a poco, esto emplea las razones seminales, que son unas especies de semillas que Dios depositó y que esto daba lugar a la aparición de nuevos seres que se irían desarrollando.

Problema del hombre, antropología y moral libre albedrío

En la estructura jerárquica de la creación, Dios, los ángeles y el ser humano, el ángel es el espíritu puro y el ser humano es un compuesto de cuerpo y alma. El alma lleva a cabo tres funciones: la memoria, el entendimiento y la voluntad. El alma es una sustancia espiritual e inmortal. El hombre se caracteriza por una actitud de búsqueda constante para superarse. El fin último del ser humano consiste en la salvación, que solo se podrá alcanzar en la otra vida. Al estar unida al cuerpo, el alma puede ser bien o mal. San Agustín considera que sin la ayuda de Dios, el hombre no puede hacer otra cosa que alejarse de la verdad y del amor y eso es pecar.

Problema de la política

San Agustín expone sus reflexiones en ‘La Ciudad de Dios’, una obra escrita para defender al cristianismo de la acusación de los paganos. Explica la concepción de la historia como resultado de la lucha de dos ciudades, la del bien que es la ciudad de Dios y la ciudad del mal que es la terrenal. La ciudad de Dios está basada en el predominio de los intereses espirituales, mientras que la ciudad terrenal está basada en los intereses de los hombres que se aman exclusivamente a sí mismos. San Agustín no separa la política y la religión, ya que si un Estado aspira a la justicia social debe convertirse en un Estado cristiano. La iglesia es la única comunidad perfecta superior al Estado. San Agustín admite la legitimidad del Estado para exigir al cristianismo la obediencia de leyes civiles.

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