La Búsqueda de la Verdad en René Descartes
René Descartes emprende una revisión exhaustiva de todos los conocimientos y creencias adquiridos a lo largo de su vida, considerando que no todos se caracterizan por la verdad. Su objetivo es encontrar un método riguroso para discernir la validez de estas creencias. Para ello, establece una serie de reglas fundamentales que este método debe cumplir.
Las Reglas del Método Cartesiano
Descartes propone cuatro reglas esenciales para alcanzar el conocimiento verdadero:
- Regla de la Evidencia (Prevención o Prudencia): No aceptar como verdadero nada que no se presente a su entendimiento de forma clara y distinta, evitando la precipitación y la prevención.
- Regla del Análisis: Descomponer cada dificultad o problema en tantas partes como sea posible y necesario para su mejor resolución.
- Regla de la Síntesis: Conducir ordenadamente los pensamientos, comenzando por los objetos más simples y fáciles de conocer, para ascender gradualmente hasta el conocimiento de los más complejos.
- Regla de la Enumeración y Revisión: Realizar recuentos tan completos y revisiones tan generales que se asegure no haber omitido nada.
La Duda Metódica: El Camino hacia la Certeza
Descartes descubre que el método más eficaz para cribar sus conocimientos es la Duda Metódica. Consiste en aceptar como verdadero solo aquel conocimiento que sea capaz de resistir los tres motivos de duda principales:
- El engaño de los sentidos: Al igual que Platón, Descartes considera que la información percibida por los sentidos puede ser engañosa y, por lo tanto, no es una fuente fiable de verdad.
- La imposibilidad de distinguir entre sueño y vigilia: En ocasiones, la experiencia onírica puede ser tan vívida que resulta indistinguible de la realidad, lo que siembra la duda sobre la certeza de nuestras percepciones.
- La hipótesis del Genio Maligno: La posibilidad de que exista un ser todopoderoso y engañador que nos induzca a error incluso en los razonamientos más evidentes de las ciencias formales. Descartes se pregunta: «¿Y si estoy mal hecho?»
El Primer Principio: El Cogito
Una vez aplicada la duda metódica como proceso para seleccionar lo claro y lo distinto, Descartes encuentra el primer principio indudable sobre el que sustentará todo su sistema filosófico: el «Cogito».
Se trata de la intuición fundamental de que, al dudar, no se puede negar la propia existencia como pensamiento. Es obvio que si dudo, estoy pensando; por lo tanto, existo como pensamiento. Esta verdad se percibe de manera clara y directa por el entendimiento: «Pienso, luego existo» (Cogito, ergo sum).
Del Solipsismo a la Sustancia Pensante
En este punto, Descartes se encuentra en una situación de solipsismo, encerrado en la certeza de su propia existencia como pensamiento. Para salir de este círculo, recurre al principio de sustancia, el cual afirma que toda actividad radica en una sustancia. Así, Descartes puede afirmar que existe no solo como pensamiento, sino como un ser que piensa, una sustancia pensante.
Tipos de Ideas en Descartes
Descartes determina que al pensar, pensamos ideas, y distingue tres tipos principales:
- Ideas Adventicias: Aquellas que provienen del mundo exterior, como las percepciones sensoriales.
- Ideas Facticias: Las que elabora nuestra mente a partir de la combinación o modificación de las ideas adventicias, como un centauro o una sirena.
- Ideas Innatas: Las que se hallan en la mente desde siempre, no derivadas de la experiencia. En este grupo, Descartes señala la existencia de la idea de pensamiento y, crucialmente, la idea de la perfección.
La Justificación de la Existencia de Dios
Al encontrar la idea de perfección, Descartes se percata de que esta no puede provenir de sí mismo, ya que lo menos perfecto no puede ser la causa de lo más perfecto. De este modo, determina que la causa de la idea de perfección debe ser un ser omnipotente, omnisciente y dotado de todas las perfecciones posibles; por lo tanto, un ser perfecto: Dios. Así, Descartes justifica la existencia de Dios como causa de la idea de perfección (argumento de la causalidad de la idea de Dios).
Además de la prueba de causalidad, para demostrar la existencia de Dios, Descartes recurre al argumento ontológico de San Anselmo. Este argumento afirma que al negar la existencia de Dios, estamos dando realidad a aquello que negamos. Es decir, al decir «Dios no existe», estamos afirmando implícitamente la existencia de Dios, aunque intentemos negarla, ya que la existencia es una perfección inherente a un ser perfecto.
La Existencia del Mundo Extramental
Hasta este momento, Descartes, que había partido de la negación de todo, ha llegado a la existencia del yo pensante y de Dios. Sin embargo, aún le falta la justificación de la existencia del mundo extramental, de donde proceden las ideas adventicias.
Para ello, Descartes recurre de nuevo a Dios. En su infinita bondad y veracidad, Dios se convierte en la garantía de que a nuestras ideas sobre este mundo les corresponde una realidad que las justifique, ya que un Dios perfecto no nos engañaría.
Las Tres Sustancias Cartesianas
Por tanto, Descartes distingue tres sustancias principales, aunque con matices respecto a la definición estricta de sustancia (aquello que no necesita de otra cosa para existir, lo cual solo aplicaría plenamente a Dios):
- Sustancia Pensante (Res Cogitans): El alma o la mente, cuya esencia es el pensamiento.
- Sustancia Infinita (Res Infinita): Dios, el ser perfecto y creador, causa de todo lo demás.
- Sustancia Extensa (Res Extensa): El mundo material, cuya esencia es la extensión en el espacio.