Racionalismo, empirismo y criticismo: corrientes filosóficas

5.1.1. Racionalismo y empirismo

El racionalismo, como corriente filosófica, se desarrolló en la Europa continental a partir del siglo XVI.

Tesis principales:

  • La razón es fuente y fundamento del conocimiento. Los sentidos inducen, en ocasiones, a error por lo que no pueden ser fundamento de certeza alguna.
  • La razón es capaz de alcanzar cualquier tipo de conocimiento, incluso sin necesidad de experiencia sensible alguna. En la mente, existen ideas innatas que posibilitan dicho conocimiento objetivo de la realidad.

El empirismo, como corriente filosófica, se desarrolló en Gran Bretaña a partir del siglo XV.

Tesis principales:

  • La experiencia es fuente y fundamento del conocimiento.
  • Nuestra mente es inicialmente una tabula rasa, una hoja en blanco que se va rellenando con la experiencia. No existen, pues, ideas innatas.
  • El conocimiento no puede ir más allá de los datos que nos proporcionan los sentidos (límite del conocimiento).
  • Significativa es, en este contexto, la propuesta de Hume (empirismo radical): no es posible un conocimiento objetivo de la realidad. El conocimiento solo ofrece posibilidades.

5.1.2. Criticismo

La propuesta epistemológica de Immanuel Kant (1724-1804), denominada criticismo, supondrá un intento de superación de la oposición establecida entre racionalismo y empirismo.

Frente al racionalismo, Kant sostendrá que todo conocimiento comienza con la experiencia, con los datos que nos aportan los sentidos.

Frente al empirismo, afirmará que no todo conocimiento es experiencia.

En todo proceso cognoscitivo, intervienen, por un lado, esos datos que recibimos por los sentidos y, por otro, la estructuración que de dichos datos efectúa el sujeto que conoce. Ambos elementos son necesarios en el acto de conocer.

La razón no puede conocer nada a priori. Necesita de los datos aportados por los sentidos. La evidencia racional carece de fundamento.

Los datos recibidos por los sentidos, sin más, tampoco fundamentan conocimiento alguno. La evidencia empírica resulta también insuficiente. Es necesario que, sobre dichos datos, opere el sujeto y con ocasión de ellos.

Nos encontramos ante lo que se conoce como giro copernicano- de la teoría del conocimiento. La tradición filosófica anterior consideraba que, en el proceso del conocimiento, el papel del sujeto era pasivo con respecto a esa realidad captada por los sentidos. Para Kant, es el objeto (esa realidad) el que está regido por la facultad de conocer del sujeto.

No conocemos las cosas como son en sí mismas, sino en función de esta estructuración que hace el sujeto.

No obstante, y en contraposición a las tesis de Hume, Kant sostendrá la posibilidad de obtener conocimientos objetivos. En este sentido, la propuesta kantiana es fiel reflejo del ideal ilustrado de su época. La razón, desligada de toda tutela, es la herramienta idónea para garantizar un progreso indefinido de la humanidad y gracias a las certezas que otorga el conocimiento.

Posicionamientos filosóficos con respecto al conocimiento

Dogmatismo

  • Desde el punto de vista filosófico, el dogmatismo defiende que es posible el conocimiento cierto y verdadero, objetivo y sin error. Immanuel Kant, por ejemplo, calificó de dogmática la propuesta filosófica de Descartes.
  • Desde el punto de vista vivencial, la persona dogmática es aquella que se atribuye la verdad de sus opiniones, que adapta su vida a ellas y sin admitir ninguna posibilidad de crítica.

Relativismo

  • Desde punto de vista filosófico, el relativismo niega la existencia de verdades absolutas. Tradicionalmente, se considera que la primera propuesta relativista la formuló el sofista Protágoras al afirmar que el hombre es lo medida de todas las cosas de los que son, en cuanto que son y de las que no son, en cuanto que no son.
  • Desde el punto de vista vivencial, el relativista es aquel que afirma que la verdad es relativa, pues verdad o falsedad dependen de las circunstancias en las que estas son reconocidas como tales: la cultura, la época en la que se vive, el grupo social al que se pertenece, la situación en la que uno se encuentra, etcétera.

Escepticismo

  • Desde el punto de vista filosófico, el escepticismo niega toda posibilidad de verdad, de conocimiento verdadero, en cualquier circunstancia. Esta postura filosófica surgió en la Grecia antigua y su máximo defensor fue Pindo de Elis (360-270 a.C). Los escépticos se abstienen de todo juicio, sin afirmar ni negar nada, pues, de hacerlo, caerán irremediablemente en el error.
  • Desde el punto de vista vivencial, el escéptico es aquella persona que no suele intervenir en ninguna ocasión y, en muchas ocasiones, no toma ninguna decisión: la verdad no existe y, de existir, esta no se podría conocer.

Platón: apariencia y realidad

Las propuestas antagónicas de Heráclito y Parménides pivotaban en torno al cambio-realidad y a la relevancia del papel de los sentidos y la razón como herramientas de acceso a la realidad. Platón, con su teoría de las Ideas (núcleo central de su propuesta), propone una superación de dicho antagonismo. Su teoría queda reflejada en el mito de la caverna, que concluye con una explicación del propio Platón sobre su alegoría y que sintetiza, en cierta medida, su propuesta.

Existen dos mundos: interior de la caverna y exterior a ella. El interior de la caverna representa a ese mundo que percibimos por los sentidos. A este mundo Platón lo denomina «mundo sensible». Este mundo, en definitiva, no es la auténtica realidad. El exterior de la caverna representa la auténtica realidad. A este mundo Platón lo llama «mundo de las Ideas». No es perceptible por los sentidos, sino que es cognoscible por la razón. No tomar como real el mundo que no lo es -como les ocurría a los prisioneros-requiere que el alma (parte genuina del ser humano) lleve a cabo esa ascensión (salir de la caverna) para adquirir el verdadero conocimiento. Este conocimiento culmina con el conocimiento de la idea de Bien (representada en el mito por el sol), causa de todo cuanto existe. Platón, en definitiva, propone un dualismo ontológico, pues considera que existen dos mundos con características contrapuestas: mundo de las Ideas y mundo sensible. Este dualismo supone la integración y superación de las tesis de Heráclito y Parménides con respecto a la realidad y el cambio: Las Ideas gozan de las características del Ser de Parménides. El mundo sensible queda sometido a ese devenir defendido por Heráclito. En cuanto a esa relevancia del papel de los sentidos y la razón, dicho dualismo ontológico implica un dualismo epistemológico: Las Ideas, auténtica realidad, constituyen el objeto del conocimiento; dicho conocimiento solo es alcanzable por la razón. Las cosas del mundo sensible, aquellas que nos llegan por los sentidos, no otorgan verdadero conocimiento, sino solo opinión.

En resumen, Hume aborda el problema de la existencia de Dios desde sus presupuestos epistemológicos y critica tanto los argumentos a priori como los argumentos a posteriori. Con respecto a los argumentos a priori, Hume sostiene que todo conocimiento se basa en la experiencia y, dado que no hay experiencia de Dios, su existencia no puede ser demostrada ni intuida. Además, argumenta que la no-existencia de Dios no implica una contradicción y que la mente no posee ideas innatas, por lo que la existencia de Dios no puede ser demostrada a partir de ideas inexistentes.

En cuanto a los argumentos a posteriori, Hume critica la noción de causalidad en la que se fundamentan estos argumentos. Según Hume, no hay ninguna impresión que respalde una conexión necesaria entre los efectos y sus posibles causas, por lo que utilizar la causalidad para demostrar la existencia de Dios es ilegítimo.

Sin embargo, la postura de Hume no implica ateísmo, sino más bien agnosticismo. Hume sostiene que es imposible demostrar la existencia de Dios, pero esto no implica negarla ni afirmarla lógicamente. El agnosticismo, en este sentido, se identifica con el escepticismo.

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