La Obra Cumbre de Santo Tomás de Aquino: La Suma Teológica
Santo Tomás de Aquino escribió numerosas obras teológicas y comentarios sobre las Sagradas Escrituras. La que puede considerarse la obra cumbre de Santo Tomás, una exposición amplia y bien estructurada de su pensamiento teológico y filosófico, aunque inacabada en su parte final, fue concebida por su autor como una introducción útil para los estudiantes de teología. Este tratado acerca de Dios puede considerarse una obra maestra de orden, claridad y rigor, pues en él se muestran tanto los principios metafísicos y las fuentes de su pensamiento como la capacidad arquitectónica y argumentativa del autor.
La tercera parte, que el autor no quiso o no pudo completar, es más propiamente teológica al ocuparse de Jesucristo, de la unión hipostática en él de las dos naturalezas (humana y divina), así como de los sacramentos. La Suma Teológica se divide en quaestiones y artículos. El artículo es la unidad básica del pensamiento de la Suma.
Contexto Histórico y Sociocultural del Pensamiento Tomista
Santo Tomás nació en Italia en 1224, en una época de cambio. Frente a una sociedad estamental dirigida por la nobleza y el alto clero, una jerarquía social presidida por el emperador y el Papa que establecía relaciones de vasallaje con sus súbditos y el feudalismo de la Iglesia, aparece una nueva clase de plebeyos adinerados que inicia una ascensión social. Paralelamente, surgen las órdenes mendicantes, que se encargaron de los mendigos de las ciudades, y cuyos enfrentamientos nutrieron parte de la filosofía del siglo XIII.
Además, comienzan a constituirse las distintas nacionalidades, avanza enormemente la Reconquista en España, y se produce una expansión comercial que da lugar al capitalismo financiero.
Ante la obra del autor griego (Aristóteles) surgieron tres posturas: de rechazo, por considerarla carente de trascendencia y espiritualidad; de aceptación total; y una tercera que la veía como un atentado contra el cristianismo.
El Contexto Filosófico y la Influencia Aristotélica en Santo Tomás
Hasta el siglo XIII, predominaba el pensamiento platónico en Europa, influenciado sobre todo por San Agustín. El desconocimiento de la obra de Aristóteles era prácticamente total; solo se conocían partes de la Lógica. Durante sus conquistas, los árabes tomaron contacto con los últimos reductos de la cultura griega, donde algunos intelectuales cristianos habían traducido al siríaco textos originales de filósofos griegos.
Tanto del siríaco como del griego, se tradujeron al árabe obras originales y comentarios de Aristóteles, surgiendo una especie de filosofía árabe-aristotélica con residuos platónicos. Avicena (siglo X) fue el máximo representante de este aristotelismo árabe platonizado. Averroes (siglo XII) fue el primer ejemplo de aristotelismo puro. Escribió los primeros comentarios a obras de Aristóteles sin adherencias platónicas.
A través de los árabes se despertó en Occidente la curiosidad por el aristotelismo. En el siglo XII se tradujeron directamente del griego al latín las obras de Aristóteles. Así surgió el averroísmo latino.
Las Vías de Santo Tomás para Demostrar la Existencia de Dios
El Movimiento y el Primer Motor Inmóvil
El movimiento, para Aristóteles y Santo Tomás, significa cualquier modificación de los seres, no solo un cambio de posición o lugar. Todos los seres están en potencia, es decir, poseen una posibilidad de cambiar. Por ejemplo, una semilla en acto es una semilla, pero es un árbol en potencia.
Santo Tomás toma esta evidencia como punto de partida de la primera vía racional para probar la existencia de Dios: «En este mundo algunas cosas se mueven». Luego, es necesario llegar a un Primer Motor, no movido por ningún otro, y este es Dios.
El Primer Motor, Dios, es Acto Puro. Debe ser acto para poder mover; debe ser puro, sin mezcla de potencialidad, pues mueve siendo inmóvil e inmutable.
La Causa Eficiente Primera y el Ser Necesario
Todo efecto tiene una causa, según el principio de causalidad. La cadena de causas de los seres nos lleva a una Causa Eficiente Primera.
Esta Causa es infinitamente perfecta, porque siendo la existencia misma subsistente, posee todas las perfecciones. La Causa Primera no sufre cambios por ser Acto Puro. Es no subordinada e incausada, pues no puede ser causada por otra; de lo contrario, no sería la primera, ni podría ser absolutamente independiente en el actuar y en el causar.
El Ser Necesario es el ser que no puede no existir, porque tiene en sí la razón absoluta de su existencia. Al contener en su propia esencia su existencia, sería absurdo que no existiera. Por lo tanto, la existencia de lo contingente implica forzosamente la existencia de su causa.
El Ser Perfectísimo y la Inteligencia Ordenadora
La jerarquización de los seres vendrá dada por su mayor o menor simplicidad, es decir, por su mayor o menor cercanía al puro Ser de Dios. La creación supone una separación infinita entre Dios y las criaturas. Solo Dios, como Acto Puro, es el puro existir. Solo la Inteligencia puede ser causa del orden, de la organización de los seres en vista de un fin.
Los seres que carecen de conocimiento no pueden orientarse a sus respectivos fines sin que haya una Inteligencia que los dirija. Solo la Inteligencia conoce la razón de ser de las cosas. La Inteligencia Ordenadora tiene que ser la suma Inteligencia, dado que el orden del universo supone un Ser que posea la ciencia de todos los seres y sus propiedades. Esta Inteligencia no puede haber sido creada, porque sería como cualquier otro ser existente y no ordenaría, sino que sería ordenada por otra Inteligencia.
Objeciones a la Existencia de Dios: El Problema del Mal
La existencia de Dios es evidente en sí misma, pero no es evidente para nosotros. Ni las diversas culturas tienen la misma idea de Dios ni los miembros de la misma cultura poseen la misma idea de Dios. Es necesario demostrarla mediante cosas que sean evidentes para nosotros.
No podemos partir de la idea de Dios, ya que eso es precisamente lo que se intenta conocer.
La primera objeción a la existencia de Dios se basa en la existencia del mal: «Si existiese Dios, que es el bien absoluto, no existiría ningún mal. Por lo tanto, Dios no existe».
La segunda objeción se basa en que no es necesario recurrir a Dios para explicar el mundo o la naturaleza humana.
Dios creó un mundo perfecto en su totalidad; por lo tanto, el mal en el mundo no proviene de Él. El mal forma parte del plan del universo de Dios y es conocido en parte por nosotros.