Nietzsche: Crítica Filosófica, Vitalismo y la Voluntad de Poder

Contexto Histórico de Friedrich Nietzsche

Friedrich Nietzsche (1844-1900) vivió en una época burguesa marcada por el período revolucionario de la Revolución Francesa. La primera mitad del siglo XIX vio a Europa construir una sociedad a su gusto, mientras que la segunda mitad estuvo dominada por los nacionalismos.

Nietzsche desarrolló una profunda crítica a la cultura occidental, abarcando la ciencia, la religión, la moral y la filosofía. Su pensamiento se divide en tres períodos:

  • Juventud: Influenciado por Schopenhauer y Wagner, y dedicado al estudio de los presocráticos.
  • Distanciamiento: Un período de alejamiento de sus ideas iniciales, caracterizado por un espíritu ilustrado.
  • Madurez: Culmina con obras como Así habló Zaratustra.

A mediados del siglo XIX, se produjeron importantes transformaciones industriales y una revolución social. Nietzsche reinterpretó la historia y la cultura occidental con una cierta añoranza por valores perdidos. Su filosofía representa una ruptura con lo establecido, manifestada desde un talante elitista y diletante. Renuncia a vivir de acuerdo con los valores dominantes, buscando experiencias nuevas que lo hagan sentirse vivo y diferente al resto, con un afán de provocar. Para él, la vida debe ser una obra de arte, una idea compartida por figuras como Oscar Wilde.

Nietzsche amaba el arte por su capacidad de ser contradictorio. Su relación con la música de Wagner es un ejemplo: inicialmente la admiró, pero luego pasó a despreciarla cuando Wagner comenzó a seguir la corriente de la sociedad.

Contexto Filosófico del Siglo XIX

El siglo XIX se caracterizó por una reacción en contra de los ideales racionales. El romanticismo reivindicó un nuevo concepto de la existencia, dando paso a corrientes irracionalistas que sostenían que lo humano escapa a la lógica abstracta.

El materialismo de Marx se nutrió de la situación social de la época, cuestionando el papel alienante de las estructuras sociales. Por otro lado, el positivismo se presentaba como la única respuesta válida, llevando a una época de soberbia científica donde los científicos creían ser capaces de explicar incluso los misterios del ser humano.

El vitalismo se opuso al positivismo, priorizando la vida. Nietzsche sería el exponente más radical de esta corriente. Su pensamiento se nutre de varias fuentes:

  1. Filosofía griega: Aunque rechaza gran parte del pensamiento clásico, se inspira en la tensión entre lo apolíneo y lo dionisíaco, reconociendo la contradicción inherente a la vida.
  2. Debate abierto: Se posiciona frente a la lectura ilustrada, progresista y positivista de Kant, y la visión pesimista de Schopenhauer, quien sostenía que la actividad humana dependía de la voluntad.
  3. Pensamiento evolucionista de Darwin: Incorpora elementos de la teoría de la evolución.

Exposición de la Temática Central del Texto

Nietzsche muestra una actitud despectiva hacia la filosofía anterior, con la excepción de Heráclito. Argumenta que la filosofía desconfía del mundo cambiante e inventa «conceptos momia«.

El pensamiento de la cultura occidental, según Nietzsche, refleja una profunda desconfianza y resentimiento frente a la vida. Este error fundamental, a su juicio, comienza con la obra de Sócrates y Platón, quienes postularon la perfección en un mundo de las ideas (eterno, inmutable), un concepto que posteriormente fue copiado por el cristianismo.

La moral, en particular, es considerada por Nietzsche como la obra maestra de la «metafísica del verdugo«, donde los impulsos reales del hombre han sido denigrados y sustituidos por aspectos más débiles y sumisos.

Justificación y Conceptos Clave de la Filosofía Nietzscheana

Para Nietzsche, la vida concreta es la vida del cuerpo, cambiante y atada a la tierra. Esta es la manifestación de la «voluntad de poder«, que impulsa al individuo a crear sus propios valores y a seguir un camino ascendente. Critica a los filósofos por querer huir del mundo de la vida, por miedo al riesgo que implica.

La filosofía tradicional, según él, ha construido un mundo que contradice el mundo vital de los sentidos. Para Nietzsche, la vida es un proceso continuo de generación y destrucción; todo lo real está en constante contradicción.

El concepto de nihilismo es central en su pensamiento. Nietzsche distingue entre un nihilismo pasivo y un nihilismo activo. El nihilista activo es aquel que quiere crear desde la nada sus propios valores, siendo esta la manifestación más pura de la «voluntad de poder«.

Denuncia el error de la actitud filosófica que infravalora el testimonio de los sentidos, declarando falso su mundo. Para Nietzsche, la única verdad es aquella que no se empeña en serlo a costa de sí misma, es decir, la verdad inherente a la vida y sus contradicciones.

La destrucción de la vida se asocia con el concepto de Dios, donde residen todas las fuerzas creadoras, dejando para el hombre lo pequeño y miserable. Por eso, para Nietzsche, Dios debe morir para que nazca el «superhombre«, el creador de su propia vida.

La «muerte de Dios» abrirá una nueva vida o aurora, permitiendo olvidar los valores que hacen creer al hombre que la vida es creación suya. Sin embargo, no seremos plenamente conscientes de este acto porque seguiremos buscando un sentido a la vida. La propuesta de Nietzsche es apostar por amar incondicionalmente el carácter temporal y contradictorio de la existencia.

Nietzsche y Platón: Un Contraste Filosófico

La filosofía de Nietzsche se caracteriza por una profunda oposición hacia Platón. Nietzsche critica a Platón por devaluar este mundo sensible mediante la creación de otro mundo más verdadero y perfecto: el Mundo de las Ideas.

Platón postulaba la posibilidad de un conocimiento verdadero (episteme), apoyado en verdades absolutas que hacen necesaria la existencia de ideas inmutables, ya que lo cambiante es solo opinión. Esta tesis se plantea en base a la Teoría de las Ideas y asienta toda su filosofía.

El objetivo de Platón era encontrar, tras las apariencias múltiples, una verdad absoluta y escapar del relativismo de los sofistas. Para él, el mundo de las esencias eternas es invisible a la vista pero accesible mediante la razón. Cada idea es eterna, inmutable y no son conceptos materiales ni elaboradas por la mente, sino propias de las cosas sensibles.

La Teoría de las Ideas es abstracta y, según Platón, conduce al verdadero conocimiento (episteme). Postula la existencia de dos mundos:

  1. El Mundo de las Ideas (el verdadero, perfecto e inmutable).
  2. El mundo sensible (un reflejo imperfecto del primero).

Este dualismo se utiliza para construir los valores morales y realizar la interpretación del mundo (cosmos). Nietzsche ve en esto los síntomas de una «tela de araña» que la filosofía fue tejiendo a partir de la teoría de Platón.

Para Nietzsche, la perspectiva debe ser la inversa: solo así se podrá borrar esta idea. Su filosofía se opone radicalmente a la larga tradición metafísica de la filosofía occidental, que, a su juicio, se inició con Platón.

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