Monografía acerca de la moral social monista

Descartes:


I. EL CONOCIMIENTO:


La filosofía de Descartes tiene como condición histórica la emergencia de la física matemática, nacida en el s. XVII con Galileo. Proporciona un conocimiento cierto acerca de lo real, pues lo físico es comprendido como lo cuantificable, lo sujeto a reglas matemáticas, las cuales proporcionan certeza, a diferencia de la experiencia o inducción. 

El razonamiento inductivo consiste en una generalización a partir de un número  finito de casos, pero de un número finito de casos no cabe deducir con certeza que en el futuro no se  me dé un caso contrario, por lo que la inducción o experiencia no proporciona conocimiento cierto. 

Descartes va a inaugurar la filosofía moderna y fundarla en este ideal de certeza. Va a ser el padre del Racionalismo moderno, que consiste en el pensamiento de que el solo proceder de la razón hace posible conocer todo lo real, sin recurrir a la experiencia, con certeza, tal y como sucede en las matemáticas. Este Racionalismo ha sido inspirado por la física matemática. 

El conocimiento debe aspirar a una “ciencia universal” (de la totalidad), que sería una “ciencia única”, a partir de verdades simples y elementales de las que se deducirían el resto de modo racional.

Para lograr esta ciencia única y universal es preciso un método. El método es el conjunto de reglas por las que la razón excluye el error y por las que se aumenta siempre nuestro conocimiento sin desgaste inútil de esfuerzo.  Para conocer, lo importante no es tener un gran ingenio, sino aplicar bien la razón, el buen uso de ésta, según sus reglas,  es decir, el método. Las reglas del método son cuatro: 

1)La de la evidencia: No tomar nada por verdadero que no sea evidente

2)La del análisis: reducir aquello que se quiere conocer a elementos más simples. Descartes los llamará intuiciones. Intuición es: aquello que la mente capta inmediatamente como evidente, porque es lo más simple. 

Es decir, la intuición es: lo más simple, pues no se conoce a partir de otra cosa; y aquello que la mente capta inmediatamente qué es sin error y que distingue del resto de cosas. En contraste con lo complejo, que la mente no sabe inmediatamente qué es y acerca de lo cual cabe confundirse.

3)La de la síntesis: que deduce de modo necesario a partir de los objetos más simples (las intuiciones)

4)La de la enumeración: hacer enumeraciones tan completas que estemos seguros de no haber omitido nada en nuestro proceso de conocimiento.

II. EL SER HUMANO:


La concepción del ser humano en Descartes es dualista. El ser humano en Descartes es cuerpo y pensamiento. El hombre como res cogitans no está sujeto al mecanicismo físico, propio de la res extensa, es libre.

El yo como sustancia pensante consiste en dos facultades o modos del pensamiento: el entendimiento y la voluntad; La voluntad es libre y la libertad no consiste en la mera indiferencia entre varias opciones, sino en elegir lo que es propuesto como bueno y verdadero por el entendimiento.

El dualismo plantea el problema de la relación entre la mente y el cuerpo: cómo las afecciones del cuerpo pueden producir ideas en la mente y cómo las ideas de la mente pueden producir acciones del cuerpo. Para resolver este problema, Descartes propuso la existencia de un punto en el cerebro humano (la glándula pineal) donde se establecería esta comunicación.

Denomina pasiones a las percepciones o sentimientos que afectan al alma sin tener su origen en ella. Su origen se halla en las fuerzas que actúan en el cuerpo. Las pasiones tienen un carácter involuntario, puesto que no se originan en el alma. La tarea del alma en relación con las pasiones consiste en someterlas y ordenarlas conforme al dictamen de la razón.

III. LA MORAL:


Según Descartes todo el sistema de conocimiento es como un árbol cuyas raíces son la metafísica, el tronco es la física, y las ramas son las otras ciencias, que se reducen a tres principales: la medicina, la mecánica y la moral.

Descartes define la moral como el último grado de sabiduría, al presuponer el conocimiento completo de las otras ciencias. Pero dado que el sistema del conocimiento no está completo, debe adoptarse una “moral por provisión”, a fin de desenvolverse en el mundo. Estas pocas máximas se exponen en el Discurso del método y son:

1) Respetar las leyes y las costumbres del país donde se vive,

2) Permanecer firme en las resoluciones adoptadas, una vez que se han tomado, aunque carezcan de certeza

3) Tratar de vencerse a uno mismo, vencer las propias pasiones, antes que al mundo (regla de origen estoico)

4) Dedicar y orientar la vida al fin más excelente, el cultivo de la ciencia y de la razón, al que dirige todas estas reglas. 


Rousseau:


I. LA POLÍTICA:


A) NECESIDAD DEL PACTO SOCIAL:

En el Contrato social se defiende que los hombres deben establecer “un nuevo contrato social” que los acerque a su estado natural y los libere de la servidumbre y el dominio de unos sobre otros, debido al surgimiento de la propiedad privada por la que unos hombres, que carecen de propiedad deben ponerse en servidumbre de aquellos que sí son propietarios.

Este nuevo contrato es un pacto del individuo con todos los demás, por el que se genera un poder colectivo, denominado voluntad general, la cual es distinta a la suma de las voluntades individuales y que se constituye la fuente del poder político, de la soberanía.

En el pacto social todos renuncian al derecho que tienen sobre sí mismos en favor de un poder colectivo, superior al individuo, denominado voluntad general. Ese poder debe ser superior al individuo para asegurar que ningún hombre o grupo de hombres dominen sobre otros. Por ello, la enajenación del individuo debe ser total a fin de que ese poder sea superior en fuerza a cada uno.

Ahora bien, el problema es cómo en esa enajenación el hombre sigue siendo libre: la respuesta está en el propio contrato social.

B) CÓMO FUNCIONA EL PACTO SOCIAL:

Aunque todos mediante el contrato social renuncian al poder que tienen sobre sí mismos en favor de un poder colectivo, el pacto se da de tal modo que el hombre permanece tan libre como antes y dándose a todos no se da a nadie (no se somete a nadie en particular) y recupera uno la propia independencia y libertad. Ser libre es obedecerse a sí mismo, por tanto, en su sometimiento a la voluntad general el hombre sólo debe obedecerse a sí mismo, a su propio interés.

¿Cómo es posible? Porque el contrato exige una igualdad absoluta, se renuncia al poder que se tiene sobre sí mismo, a condición de que todos los demás hagan lo mismo. Por tanto el contrato al obligar a todos por igual, implica que nadie tiene interés en la renuncia de su propia independencia y libertad, ni en establecer cláusulas de dominio en el contrato que se le aplicarían también a sí mismo.

La enajenación de los derechos sobre sí mismo tiene que ser total para que el pacto asegure la libertad de todos. Sólo un poder superior al de cualquier individuo puede garantizar que ningún hombre particular someta a otro. Si la enajenación no es total, se hace inútil el pacto, pues no podría constituirse un poder colectivo tan superior en fuerza al individuo como para asegurar la libertad e independencia de cada uno, recayendo en la situación de dominio de unos hombres sobre otros que se quería evitar. Al hacer el pacto social, el hombre pasa a formar parte de ese poder colectivo, llamado “voluntad general”, en calidad de legislador, con lo que el hombre se recupera a sí mismo esta vez como soberano. La libertad residirá, por tanto, en la sumisión a la voluntad general. La voluntad del individuo y la voluntad general coinciden, son la misma, por ello el hombre que se somete a la voluntad general es libre, pues al someterse asegura su libertad, y sólo se obedece a sí mismo.

C) CarácterÍSTICAS DE PODER POLÍTICO:

Según Rousseau el contrato social tiene por efecto inmediato la aparición de un nuevo cuerpo, que es la comunidad, con ello se entra en estado civil.

Este nuevo cuerpo colectivo está pensado con categorías personales: es un «yo común» que tiene su vida propia y, consiguientemente, su voluntad. Esta voluntad común, la llamada voluntad general, es distinta de la voluntad de cada individuo en particular y distinta también de la simple suma de todas las voluntades particulares, pues es superior a ellas. La voluntad general es racional y por tanto justa, en ella la soberanía es indivisible e inalienable. La voluntad general es una facultad propia del cuerpo colectivo, consistente en el deseo colectivo, permanente y racional de realizar todo lo que vaya en interés de la comunidad. Y esto es así porque debe expresar su voluntad a través de leyes aplicables a todos por igual. Su voluntad de este modo está orientada al el bien común, razón de ser de dicho cuerpo colectivo. Y el bien común es asegurar la libertad e independencia de unos con respectos de otros. Esa soberanía consistente en elaborar leyes justas es Indivisible e inalienable:

1) Es “indivisible”, no caben en ella intereses particulares, lo que comportaría que unos hombres manifestaran intereses particulares y dominaran a otros. Si un individuo o grupo de individuos desobedeciera a la voluntad general y se separara de ella, esta, obligaría a esos individuos con todo el peso de su fuerza superior, y con ello solo se les obligaría a ser libre, porque solo en la voluntad general se garantiza la libertad, que ningún hombre someta a otro.

2) Es inalienable: Al efectuar el pacto todos se recuperan a sí mismos como miembros de la soberanía, pasan a formar parte, de modo indivisible, de la voluntad general. Rousseau es en esto muy contundente: la soberanía no se delega, no se a cede a otro, sino que son los mismos los que mandan que los que obedecen, todos son ciudadanos y soberanos a la vez. Al obedecer la ley, el ciudadano es libre, gana no sólo una libertad exterior, la independencia de cualquier otro hombre, no verse sometido a la voluntad de otro hombre, sino una libertad interior y moral, de no verse sometido al capricho del propio deseo, tan poco como al ajeno. En el estado civil, al formar parte como legislador de la voluntad general, el hombre adquiere una nueva libertad moral, la de darse leyes en calidad de legislador, y someterse a ellas, y no meramente a las leyes físicas de la naturaleza, como en estado natural.

Dado que todos forman parte de la soberanía, es decir, legislan, se plantea el problema de la elección equivocada, por parte de los ciudadanos. Todos los hombres, sostiene Rousseau, desean lo que es bueno, pero no siempre aciertan acerca de ello. Rousseau defenderá la necesidad de la figura del legislador universal, el cual tiene capacidad para proponer leyes. Éste siempre estará en la recta razón acerca del bien común, y en caso de que el pueblo difiera, él tratará de convencerle, apelando al temor de Dios si es necesario.

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