Marx y Nietzsche: Pilares de la Filosofía Moderna y su Crítica a la Sociedad y la Moral

Karl Marx: Pensamiento y Crítica Social

Marx, filósofo del siglo XIX, se preocupa por la realidad social que vive. Su filosofía no está orientada al saber teórico, sino al práctico. En sus famosas “Tesis sobre Feuerbach”, Marx critica que los filósofos hayan interpretado de diversos modos la realidad, pero no la hayan transformado. El filósofo vive en una sociedad capitalista, donde se produce una gran desigualdad entre los propietarios de los medios de producción y el proletariado.

La Sociedad Capitalista y el Materialismo Histórico

Para transformar estas desigualdades, Marx propone un análisis de la historia basándose en las relaciones de producción, determinadas a su vez por los modos de producción de cada época. La obra de Marx es el resultado de una triple influencia:

  • El socialismo utópico: del que toma la idea de la lucha de clases y la revolución socialista.
  • La economía política inglesa: de Adam Smith y David Ricardo, de quienes toma las técnicas de análisis económico.
  • La filosofía alemana de su época: la concepción materialista de Feuerbach y la importancia de la historia y la dialéctica de Hegel.

El pensamiento de estos dos últimos filósofos llevará a Marx a generar el concepto de “materialismo histórico”, una explicación de la historia basada en las relaciones económicas de producción. Según el filósofo, el materialismo de Feuerbach es incompleto sin la historia de Hegel, y viceversa. Además, echa en cara a la filosofía alemana el no analizar la importancia de lo material.

Marx denomina “estructura” a la economía, y esta determina la “superestructura”, que identifica con la ideología. Es decir, para el filósofo, quien domine la economía será dueño de la ideología. En su época, el poder económico lo poseen los capitalistas, y esto hace que se genere el pensamiento de que la posesión del poder material es legítima.

Según Marx, tanto la estructura como la superestructura están alienadas. La alienación es la pérdida de la propia identidad, y se debe a que la ideología no es más que una falsa creencia que no nos permite ver cómo es realmente la realidad.

Existen tres clases de alienación:

  • Alienación económica: el obrero no es dueño de su actividad y es una mercancía más.
  • Alienación ideológica: el trabajador cree que es legítima la apropiación de la plusvalía por parte del capitalista.
  • Alienación religiosa: la religión es el opio del pueblo y contribuye a que el obrero no despierte de la realidad. La justifica haciendo creer que Dios nos recompensará en el más allá y nos hace esperar la justicia divina en otra vida.

Finalmente, como objetivo de Marx no es otro que transformar la realidad que vive, el filósofo propone una revolución socialista que se basa en la lucha de clases para que el obrero despierte y se enfrente a ella. Este nuevo Estado será el comunismo, que defiende la abolición de la propiedad privada de los medios de producción y una sociedad completamente atea. Para que se lleve a cabo, el proletariado debe tener conciencia de clase y deben unirse en un solo partido obrero internacional.

Antropología Marxista: El Ser Humano y la Alienación

Marx defiende que el ser humano es actividad y trabajo, un ser activo. A través del trabajo, el ser humano es capaz de transformar la naturaleza buscando los bienes que necesita para subsistir. El problema al que se enfrenta el filósofo es la alienación de la clase obrera, tanto económica (el trabajador no es dueño de su trabajo, sino una mercancía más), ideológica (se cree que el beneficio del capitalista es legítimo), como religiosa (la religión es el opio del pueblo y nos hace esperar la justicia divina en otra vida).

La alienación consiste en la pérdida de la propia identidad, y esto se debe a que la ideología no es más que una falsa creencia que no nos permite ver cómo es realmente la realidad.

Para que esto termine, el ser humano está llamado a cambiar. Para ello, Marx propone una revolución socialista basada en la lucha de clases para que el obrero se despierte y se enfrente a ella. Este nuevo Estado será el comunismo, el cual defiende la abolición de la propiedad privada de los medios de producción y una sociedad completamente atea.

Por último, desde el punto de vista religioso, es importante saber que Marx es ateo, y a partir de ahí elabora toda su filosofía. Parte de la crítica de Feuerbach a la religión (el ser humano crea a Dios como un ser superior y se rebaja a él, rindiendo culto a algo que él mismo ha creado) para establecer su propio concepto de alienación, considerándola el “opio del pueblo”. Marx es el primer filósofo que considera que Dios es un lastre para el ser humano; sin embargo, no pretende demostrar que no existe, simplemente es un principio del cual parte.

La Crítica Marxista a la Religión: El Opio del Pueblo

Marx parte de un punto de vista completamente ateo, ya que para él la experiencia religiosa no es una experiencia de algo realmente existente; no existe Dios ni una dimensión humana hacia lo trascendente. Sin embargo, el filósofo no pretende demostrar que ese Dios no existe, simplemente es un principio del cual parte.

Si queremos buscar en su filosofía una crítica a la religión, la encontramos más bien en su idea de la religión como alienación, la cual establece a raíz de la crítica a la religión mantenida por Feuerbach (la religión es una invención de los seres humanos).

En el caso del cristianismo, el ser humano crea a Dios como un ser superior y se rebaja a él, rindiendo culto a algo que él mismo ha creado. Es en ese sometimiento donde se consuma la alienación, lo que supone la pérdida de sí mismo, la renuncia a su propia naturaleza en favor de la de un ser ajeno.

Esta noción de alienación, que Feuerbach restringía al ámbito religioso, Marx la extenderá a todas las esferas de la actividad humana (económica, ideológica y religiosa). La alienación religiosa consiste en la evasión de la realidad hacia un mundo trascendente e ilusorio, que sirve de refugio y esperanza para la realidad injusta en la que vivimos. El cristiano no actúa ya que tiene sus esperanzas puestas en el más allá y deja de transformar la realidad presente.

En este aspecto, Marx rechaza todas las religiones y niega toda trascendencia. Según él, Dios no existe y la religión es el “opio del pueblo”, pues tiende a adormecer la liberación del ser humano. La religión, como toda ideología, está al servicio de la clase dominante. Para eliminar la alienación, el proletariado debe sublevarse y, a través de la revolución socialista, instaurar un modo de producción nuevo, el comunismo, donde la sociedad que resurja será atea.

Contexto y Obra: «La Ideología Alemana»

Marx, filósofo del siglo XIX, escribe “La ideología alemana” junto con Engels en 1846, obra póstuma que critica el modo de entender la filosofía de las universidades alemanas de su época, especialmente a los llamados “jóvenes hegelianos”.

Friedrich Nietzsche: Crítica y Transvaloración

Nietzsche, filósofo del siglo XIX, tuvo como objetivo criticar la autosatisfacción cultural occidental por creerse conocedora de la verdad. Recibió influencias del Romanticismo (idea de genio, individualización, pasiones…) y transformó la voluntad de vivir de la que hablaba Schopenhauer en una voluntad de poder.

La Muerte de Dios y la Crítica a la Religión

Nietzsche realiza una crítica mordaz contra la religión, ya que para él, la razón y la fe son dos losas que sepultan el instinto y el devenir. La religión va unida al concepto de Dios, y Dios supone la renuncia a la vida. El origen de las religiones se encuentra en la incapacidad del ser humano de afrontar lo trágico de la realidad y, por ello, tiene la necesidad de crear otra realidad como refugio. Esto también es propio de personas que necesitan ser mandadas, aquellas con una voluntad de poder débil.

Según el filósofo, no hay necesidad de Dios, y propone ser Dios uno mismo (ateísmo).

Sin embargo, no todas las religiones tienen para Nietzsche la misma valoración. La más apreciada es la pagana, ya que es politeísta y no niega los impulsos vitales; al contrario, diviniza todos los instintos y pasiones humanas, como es el caso de los griegos.

Por otro lado, las religiones más denostadas para Nietzsche son las monoteístas (Judaísmo, Cristianismo e Islam). El monoteísmo es el monopolio de un Dios único, una doctrina rígida que solo permite un orden y que sepulta el instinto y los deseos. El filósofo dedicará más reflexión al cristianismo.

Ya sabemos que Nietzsche no confía en ninguna religión y proclama el privilegio de ser Dios uno mismo. Por ello, el ateísmo es el instinto del hombre fuerte y la religión del débil. Será con el cristianismo cuando la moral de los esclavos se manifieste de forma clara en Occidente. Para Nietzsche, el cristianismo es la religión de los débiles, los malogrados, los insatisfechos, oprimidos y mediocres de todo tipo. El odio cristiano a la vida se manifiesta en lo que denominan los tres enemigos del alma:

  • El mundo: tras el pecado original, la Tierra se convierte en un valle de lágrimas y se considera un mero tránsito hacia la otra vida. El más allá solo se alcanzará sepultando nuestros instintos.
  • El demonio: se identifica con las pasiones y la tentación. El cristiano califica de pecado todo lo que es instinto vital.
  • La carne: el cristianismo acentúa la devaluación del cuerpo de Platón por pertenecer al mundo sensible, al ser el poseedor de todos los instintos vitales.

Metafísica y Nihilismo: La Triple Metamorfosis

Nietzsche se encuadra en un momento en el que la confianza en la razón se resquebraja, ya que el progreso técnico no dio lugar al progreso moral supuesto y la Revolución Industrial derivó en una masa obrera empobrecida. Como hemos mencionado anteriormente, Nietzsche criticará a la cultura occidental y a la metafísica, ya que para él, el paso del mito al logos fue realmente el paso de un mito a otro mito.

Para realizar esta crítica, el filósofo utilizará el método genealógico. Este método consiste en remontarse a nuestros antepasados, desde filósofos como Platón y Aristóteles, pasando por el cristianismo, Hume… Y es que, Nietzsche llega a la conclusión de que en nuestros orígenes no está el afán de saber, sino el miedo. Según el autor, las personas mediocres y débiles que no son capaces de enfrentarse al caos de la realidad (la cual no se conoce, sino que se experimenta) tienen la necesidad de crear otra donde todo es equilibrado y armonioso.

Para Nietzsche, la realidad es el devenir del caos, y no existen las ideas de la verdad, la justicia, el bien… Sino que cada uno tiene la suya; más bien, la única verdad es que estamos condenados a no conocerla. Para él, la metafísica no amplía nuestro conocimiento, pero nos permite adaptarnos a ella.

Así, Nietzsche lanzará una profecía sobre el futuro de Occidente: el nihilismo (del latín “nihil”, nada). Según el filósofo, llegará un momento en el que la cultura occidental no podrá salvarse tras haber depositado toda su confianza en una mentira y comprender que sus logos eran mitos.

Frente a este nihilismo pasivo, Nietzsche responde con un nihilismo activo. Su propuesta consiste en que el ser humano con una voluntad de poder fuerte debe destruir los viejos valores y crear otros nuevos basados en los instintos y las pasiones.

Por último, para explicar el paso del nihilismo pasivo al activo, el filósofo utiliza la metáfora de la triple metamorfosis:

  • El camello: se identifica con el ser débil, aquel que obedece y sigue los valores tradicionales.
  • El león: los fuertes están llamados a ser leones, son aquellos que perciben el cambio y deberán acabar con Dios, la razón, la democracia… Sin embargo, el león aún no es capaz de crear nuevos valores, ya que está dominado por la venganza.
  • El niño: es el último paso de la metamorfosis. Representa al ser libre que no lucha contra nada, sino que disfruta de su propia existencia. El niño nos lleva a un proyecto de futuro de Nietzsche, el “suprahumano”, aquel que es creador de valores y se caracteriza por ser ateo (solo cree en sí mismo), ama el riesgo, no se queja, no cree en la igualdad sino en la diferencia, obra desde el deseo y no desde la razón, etc.

Ética y Moral: La Voluntad de Poder

La ética de Nietzsche no tiene nada que ver con lo que hasta ahora hemos respetado como moral. Se trata de la “moral de un inmoralista” que se basa más en lo fisiológico. Es una ética natural, producto de la vida, de los instintos, y no de la razón.

Para el filósofo, el criterio que determina el bien y el mal es la voluntad de poder y vida. Esta voluntad es la energía vital que nos lleva a actuar con el fin de autoafirmarnos y de adquirir el poder sobre uno mismo. Es fuerza, ímpetu, brío. Una voluntad de poder fuerte nos llevará a una vida ascendente, llena de salud, alegría, vitalidad… Por el contrario, a aquel con una voluntad de poder débil le corresponderá una vida descendente, débil y mediocre.

Para expresar su modo de comprender la vida, Nietzsche recurre a la metáfora de la contraposición entre lo apolíneo y lo dionisiaco. Lo apolíneo se identifica con el orden, la racionalidad… Mientras que lo dionisiaco hace referencia a los impulsos, la pasión, etc. Para el filósofo, la vida se nutre de ambos, pero critica que en la cultura occidental siempre ha predominado lo apolíneo y, por ello, lo dionisiaco se debía imponer.

Ahora bien, Nietzsche diferencia dos tipos de morales:

  • La moral de señores: aspira a una constante superación personal, más que el respeto a las leyes y valores establecidos. No tiende al igualitarismo, sino a la autenticidad.
  • La moral de esclavos: la moral de los débiles, es decir, de aquellos que no se enfrentan a la vida porque es demasiado dura y sitúan la felicidad en paraísos racionales que destruyen las pasiones.

Es importante dejar claro que, según Nietzsche, no todos están llamados a tener una moral de señores.

Por último, con su famosa frase “Dios ha muerto”, Nietzsche propone matar a Dios (engloba tanto la figura religiosa como todo lo que tenga que ver con la razón) y crear nuevos valores provenientes del instinto y no de la razón.

Nietzsche y la Crítica a la Política y la Igualdad

La democracia es un cristianismo sin Dios. Mantiene los mismos valores sin necesidad de justificarlos con la idea de Dios. Sigue creyendo en unas reglas morales universales, siendo así una moral de los débiles, de la decadencia. La democracia para Nietzsche significa la no creencia en seres superiores.

El filósofo criticará la igualdad y la dignidad. Según él, la igualdad es solo un interés particular de los inferiores, ya que solo a ellos les interesa ocultarse en la masa para no mostrar sus carencias. La igualdad es el refugio de la mediocridad: el tonto gana igualándose al listo, el listo no.

Por otra parte, Nietzsche alega que la libertad y la dignidad no son ningún derecho de nacimiento, son una conquista. Solo quien merece esta dignidad, aquel que esté a la altura de las circunstancias, tiene derecho a mantenerla; a quien no la merezca, a quien prefiere obedecer (siervo), no hay que darle ninguna dignidad. El problema es entonces que la democracia atribuye la dignidad humana a todos, y para el filósofo esta solo se puede alcanzar mediante el trabajo para uno mismo, mediante la voluntad de poder.

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