La revolución científica y su influencia en la Filosofía Moderna

La revolución científica y su influencia en la Filosofía Moderna

El pensamiento de Descartes (1596-1650), al que se tiene por el padre de la Filosofía Moderna, gira en torno a tres ejes fundamentales:

  • El pensamiento escolástico: Descartes afirma que la escolástica está mal fundada y carece de método. Descartes no aceptará la dependencia de la filosofía respecto a la Fe; Filosofía y Ciencia deben ser autónomas.
  • Recuperación del pensamiento escéptico del Renacimiento: Descartes recoge el escepticismo de Montaigne para hacer de él un recurso metodológico para no tomar por verdadero aquello contrario a la razón.
  • El desarrollo de la Ciencia Moderna: La revolución científica se trasladará a Descartes bajo dos visiones:
  1. La concepción mecanicista de la Naturaleza: El Universo es una máquina que se reduce en último término a materia en movimiento. Se prescinden de las causas finales. En Descartes el papel de Dios se limita a impulsar el primer movimiento.
  2. Matematización de la Naturaleza: Todo lo cualitativo es traducible a números y extensión.

El giro hacia la Gnoseología y la Subjetividad

El proyecto cartesiano pretende fundamentar un conocimiento para que podamos construir el edificio de las ciencias sobre él. Descartes forma en una sola, a la que se denominará “Mathesis universalis”. Para llegar a unas primeras verdades, hemos de encontrar un criterio y para hallarlo hemos de elaborar un nuevo método.

Descartes diagnostica que la Filosofía no avanza. La Ciencia Moderna servirá de constatación para Descartes en cuanto que ha avanzado de forma segura en el conocimiento de la Naturaleza. Y este éxito se lo debe a su nuevo método, el hipotético-deductivo. Por esta razón Descartes iniciará la Filosofía Moderna planteándose cómo hacer de la Filosofía una Ciencia.

Si en la Antigüedad y en el Medievo la primacía estaba situada en la pregunta por la Physis y la pregunta por Dios respectivamente, en la Modernidad la cuestión se traslada a la subjetividad. La Metafísica y la Ontología ceden el paso a la Gnoseología, encontraremos las dos posturas de la Filosofía Moderna, a saber, Racionalismo vs Empirismo.

El debate racionalismo / empirismo

Las tres tesis fundamentales del Racionalismo son:

  1. La Razón es la única fuente de conocimiento válido.
  2. Las ideas que proporcionan un conocimiento válido.
  3. La matemática se convierte en modelo del saber científico.

Frente a estas tesis Racionalistas, el empirismo afirma:

  1. La experiencia es el origen y la única fuente de conocimiento válido.
  2. Todas las ideas de nuestro conocimiento son adquiridas a través de los sentidos y su valor de verdad depende de la experiencia (a posteriori).
  3. Las ciencias de la Naturaleza, especialmente la Física son el modelo del saber.

El método cartesiano

Descartes define al método como el conjunto de reglas fáciles y ciertas que hace imposible, para el que las aplique con exactitud, tomar lo falso por verdadero.

Estas son sus cuatro reglas:

  1. Regla de la Evidencia: no aceptar como verdadero aquello que no se presente como claro y distinto a un espíritu atento. Claridad y distinción equivale a la evidencia se relaciona con la intuición ya que se trata de una evidencia intuitiva: una visión racional.
  2. Regla del Análisis: consiste en dividir los problemas complejos en partes más sencillas.
  3. Regla de la Síntesis: consiste en ordenar y reconstruir desde lo sencillo hacia una unidad integradora del problema.
  4. Regla de la Enumeración: consiste en la revisión general del proceso para asegurarnos la no omisión de ningún paso o la comisión de un error.

Se trata, pues, de un método intuitivo-deductivo cuanto entran en juego las dos facultades de la razón:

  1. La intuición: una especie de “luz natural” por la que la razón capta de forma inmediata y sin posibilidad de error las ideas simples que surgen de la razón misma.
  2. La deducción: capacidad de la razón para establecer conexiones lógicas o entre ideas simples ya conocidas para llegar a la verdad no conocida de otras ideas.

La duda

La primera regla del método, la evidencia, exige no tomar por verdadera ninguna idea que no se presente con claridad y distinción. La filosofía de Descartes también es una Filosofía de la Cautela en cuanto que afirma que hay que eliminar todo aquello de lo que se pueda dudar. La duda tendrá las siguientes características:

  1. Metódica: la duda es una exigencia del método ya que es un momento crítico que discrimina lo que se presenta con evidencia de lo que no. No es una duda escéptica o de llegada que renuncia al conocimiento, sino que es un punto de partida metodológico o camino que aspira al conocimiento cierto y seguro.
  2. Universal: debe afectar a todos los conocimientos y certezas que afirmamos poseer.
  3. Hiperbólica: es una duda que ha de ser radical o exagerada.
  4. Teorética: afecta a los conocimientos pero no se extiende sobre la vida práctica pues nos impediría toda conducta.

Fases de la Duda

La aplicación de la duda pasa por tres fases en las que se irá radicalizando:

  1. Duda de las cualidades de los cuerpos materiales: los sentidos nos llevan a engaño sobre las cualidades de las cosas en ocasiones. Se cuestiona el testimonio de nuestros sentidos.
  2. Duda de la existencia de los cuerpos materiales y del mundo: cabe dudar de que las cosas sean como las percibimos. Descartes afirma la imposibilidad de distinguir entre la vigilia y el sueño, por lo que la existencia misma de las cosas y del mundo entra en cuestionamiento.
  3. Duda de las verdades matemáticas y lógicas: parecería que las dudas anteriores no afectaran a las verdades lógicas ni matemáticas, sin embargo Descartes nos propone la hipótesis del Genio Maligno. Un espíritu que haga que el entendimiento humano crea captar la verdad cuando no hace sino caer en el error.

El cogito como primera certeza

La duda radical semeja abocarnos a un escepticismo sin salida: Descartes no encuentra ningún conocimiento cierto, pero, halla, finalmente, una verdad absoluta, de la que no se puede dudar: en cuanto que dudo, soy una cosa que piensa.

El acto de dudar es incuestionable, porque la duda misma es un proceso del pensamiento, salvando así la hipótesis del Genio maligno. Mi existencia, en cuanto cosa pensante está exenta de toda duda y error: cogito ergo sum. El cogito cartesiano no sólo es el punto de apoyo o la primera verdad indubitable, sino que además es el prototipo de toda verdad y certeza. El cogito es resultado de una intuición evidente. De aquí se extraerá el criterio de verdad o certeza: todo cuanto se perciba con igual evidencia será tomado por verdadero. Pero ese sujeto que piensa, que duda, lo es en cuanto cosa pensante -res cogitans-. Todas las ideas, en cuanto pensamiento de una cosa pensante, existen, pero no podemos afirmar que existan fuera de mi mente, en un mundo físico o que existan otros “yo”.

Las ideas y sus clases

El cogito como primera verdad implica por lo tanto un problema: el solipsismo. A Descartes no le queda otro camino que deducirla desde el cogito: partimos de una cosa pensante y los contenidos que piensa esa cosa, es decir, las ideas. Puesto que la verdad o falsedad de las cosas se predica de las ideas, Descartes analiza qué tipos de ideas tenemos para hallar una salida al solipsismo. Distingue tres tipos:

  1. Ideas adventicias: son aquellas que parecen provenir de nuestra experiencia externa.
  2. Ideas facticias: aquellas ideas que construye la mente a partir de otras ideas.
  3. Ideas innatas: son aquellas ideas que el pensamiento posee por sí mismo y no proceden de la experiencia.

Las ideas adventicias dependen de la experiencia y las ficticias de la imaginación, no podemos garantizar su veracidad. Ahora bien, las ideas innatas han de tener su causa en el propio cogito o en algo diferente de él. Y como Descartes encuentra en sí mismo la idea innata de Dios, entendida como ser infinito, deduce su existencia.

La demostración de la existencia de Dios

La demostración de la idea de Dios se realiza a partir de unos argumentos:

  1. Se aplica el principio de causalidad a la idea de Dios: la idea de Dios, como suma perfección no puede tener su causa en mí, pues soy finito e imperfecto.
  2. Argumento ontológico de San Anselmo: Dios debe existir ya que la idea de perfección no puede excluir la existencia.

Dios, además de existir, ha de ser bondadoso y por lo tanto no puede llevarme a engaño cuando pienso en la existencia del mundo exterior. Dios como fundamento ontológico de lo existente. Gassendi criticará que Descartes caerá en un argumento circular.

Las tres substancias

Quedan así demostradas la existencia de las tres substancias cartesianas que conformarán, finalmente, toda la metafísica de Descartes:

  1. Sustancia infinita o Dios. Su atributo es la infinitud.
  2. Sustancia pensante o res cogitans. Su atributo es el pensamiento.
  3. Sustancia extensa o res extensa. Su atributo es la extensión.

Por sustancia entiende Descartes aquello que existe de tal modo que no necesita de ninguna cosa para existir. Esta definición, Descartes la aplica a la res extensa y a la res cogitans por ser independientes entre sí.

En la metafísica cartesiana todo lo que existe en el mundo – salvo el alma humana – es sustancia extensa. Que se compone: materia y movimiento. Todo fenómeno físico es interpretable mecánicamente. El mundo como una gran máquina, al margen de toda causa finalista, que fue puesta en marcha inicialmente por Dios.

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