LA metafísica

1. LAS GRANDES CUESTIONES DE LA METAFÍSICA OCCIDENTAL

¿Te has preguntado alguna vez si es real la realidad?
. La metafísica es la rama de la filosofía que se planea preguntas acerca de la realidad.

Desde los comienzos de la filosofía en Grecia, los pensadores advirtieron sobre la gran diferencia que existe entre lo que las cosas parecen y lo que realmente son. En su investigación, los filósofos presocráticos trataron de encontrar el fundamento que explicase lo que existe. Ellos estaban convencidos de que la enorme variedad de cosas que nos rodean no podía ser la realidad última. Según creían, todo lo que hay tiene que provenir de algún principio más sencillo. Confiaban en que usando la razón podrían descubrir cuál era la verdadera raíz de la que todo estaba hecho. Los presocráticos denominar arjé al principio del que procede todo lo que existe. El arjé era para estos pensadores el inicio y el fundamento común de todo lo que vemos, la esencia. Para ellos esta realidad primordial era lo primero que había existido, pero además era el origen a partid el cual se había desarrollado todas las demás cosas que hay a nuestro alrededor.

Estos primeros pensadores no lograron ponerse de acuerdo sobre cuál era el verdadero arjé que daba razón de todo lo que existe. Sin embargo, todos ellos estaban de acuerdo en una cosa. La verdadera realidad no es lo que percibimos con los sentidos, con su multiplicidad y su cambio. Lo que es de verdad real tiene que ser algún tipo de principio más sencillo, al que solo podemos llegar mediante la razón. Esta distinción entre apariencia y realidad, presente en el nacimiento de la filosofía griega, ha seguido orientado el pensamiento desde entonces. Así, desde los presocráticos la metafísica siempre ha procurado investigar qué es lo que verdaderamente existe.


LA METAFÍSICA A TRAVÉS DE LA HISTORIA

Hemos afirmado que la metafísica se plantea preguntas acerca de la realidad. Sin embargo, la orientación concreta de esta rama de la filosofía ha experimentado importantes cambios a lo largo del tiempo. En cada etapa histórica, la metafísica se ha preocupado de un determinado tipo de cuestiones relacionadas con el problema de lo real.

En la antigua Grecia, el pensamiento racional comenzó por preguntarse cuál es el arjé o principio primordial del que todo proviene. Se caracteriza por el problema cosmológico. Los presocráticos pretenden conocer el principio de todas las cosas; cómo surge y se genera el universo.
Son los filósofos físicos o naturales: jonios, pitagóricos, eléatas y pluralistas.

La primitiva filosofía jonia se halla representada por tres hombres: Tales (uno de los Siete Sabios de Grecia, según la tradición), Anaximandro y AnaxíMenes, todos ellos de Mileto que, en aquella época, era la más rica y poderosa de las ciudades jonias. Los milesios fueron los filósofos que de modo original y radical respondieron a la pregunta

¿de qué está hecho el mundo?. Tales afirmó que el agua o «lo húmedo» era el primer principio o materia primordial del mundo; Anaximandro consideró que todas las cosas estaban hechas de un sustrato material que denominó ápeiron (lo «indefinido» o «ilimitado»); mientras que AnaxíMenes postuló el «aire» como el elemento del que surge toda la realidad.

La decadencia de Jonia comenzó con su conquista por los persas en 546 y la vida intelectual griega se trasladó a las brillantes y prósperas ciudades de la Magna Grecia, Italia Meridional y Sicilia. Las escuelas itálica, pitagórica y eleática constituyen el segundo estadio importante en la historia de la especulación presocrática. Los pitagóricos se interesaron más por la forma o estructura del mundo e intentaron adoptar principios explicativos como el número.

El siglo V a.C. Se inicia con dos figuras antagónicas: Heráclito y Parménides. Heráclito afirmaba que todo se encuentra en movimiento y el Logos era la causa del orden. Por otro lado y como consecuencia de sus planteamientos lógicos, Parménides llegó a negar la realidad de todo cambio y a afirmar la existencia de lo Uno, eterno e inmóvil. Los filósofos «armonistas» (Empédocles, Anaxágoras y atomistas: Leucipo y Demócrito) pretendieron reconciliar la filosofía del ser de Parménides con la filosofía del devenir de Heráclito. Dichos filósofos también fueron denominados «pluralistas», ya que ante la imposibilidad de explicar con un solo principio la formación de la variedad del universo, pretendieron resolver el problema estableciendo una pluralidad en lo que se refiere a los elementos que constituyen el cosmos.


La metafísica en la época medieval estuvo muy marcada por la difusión del cristianismo. En ésta época las preguntas acerca de Dios tuvieron una importancia destacada: ¿Es posible demostrar racionalmente la existencia de Dios? ¿Qué relación debe haber entre las creencias de la fe y las verdades racionales? ¿Cómo es posible que Dios permita el mal, si es todopoderoso e infinitamente bueno? Para elaborar su pensamiento, los autores cristianos no solo se basaron en las Sagradas Escrituras, sino que también se inspiraron en las idea de los grandes filósofos griegos. En el siglo V, Agustín de Hipona logró sintetizar la metafísica de Platón con el cristianismo, su pensamiento se convirtió de esto modo en la interpretación filosófica más importante durante los primeros siglos de la Edad Media. Más tarde, en el Siglo XIII, Tomás de Aquino elaboró una nueva síntesis filosófica a partir del pensamiento de Aristóteles y los dogmas cristianos. La filosofía tomista tuvo una enrome influencia y con el tiempo se convirtió en la doctrina oficial de la Iglesia católica.

En la filosofía moderna volvieron a surgir las preguntas metafísicas orientadas a descubrir en qué consiste verdaderamente la realidad ¿Qué es lo que de verdad existe? ¿Cuál es la diferencia entre la materia y el pensamiento? Los filósofos modernos también se plantearon interesantes preguntas acerca de otros temas como la causalidad i la libertad. ¿Está justificado creer que existen causas que producen efectos? ¿Existe verdaderamente la verdad o solo es una ilusión? También en esta época aparecieron los primeros cuestionamientos acerca de la metafísica. Kant, por ejemplo, afirmó que las preguntas metafísicas estaban más allá de lo que la razón humana podía conocer. Sin embargo, existe en los seres humanos una tendencia inevitable a plantearse ese tipo de preguntas, aunque no seamos capaces de conocer las respuestas.

El extraordinario avance de las ciencias en la época contemporánea ha contribuido a agravar la crisis de la metafísica clásica. El espectacular progreso de las ciencias parecía capaz de ofrecer respuestas certeras y fiables para muchos interrogantes. Frente a los continuos avances científico-técnicos, los filósofos continuaban enzarzados en eternas discusiones sin ser capaces de llegar a ningún acuerdo. ¿No sería mejor confiar en la ciencia y prescindir de la filosofía? Sin embargo, a partir de las críticas recibidas, la metafísica ha contado con importantes figuras en la época contemporánea. En el Siglo XX, el filósofo alemán Martín Heidegger plantó de nuevo la antigua pregunta por el ser con la que comenzó la filosofía en Grecia. Jean-Paúl Sartre, en Francia, afirmó que la realidad última está íntimamente ligada a la existencia humana, fundando así la filosofía existencialista. En España, José Ortega y Gasset propuso una metafísica basada en la vida humana como realidad radicad, y Xavier Zubiri hizo importantes contribuciones al estudio de la realidad.


EL UNIVERSO Y LAS DIFERENTES FORMAS DE ENTENDERLO

La filosofía de la naturaleza es la reflexión filosófica acerca del mundo natural o físico. La naturaleza siempre ha sido motivo de admiración y de reflexión. ; de hecho, a los primeros filósofos, anteriores a Sócrates, se les suele agrupar bajo la denominación de “físicos” o también “cosmólogos”, pues su investigación fundamental se dirige a la naturaleza. Estos pensadores concebían la naturaleza como un sistema ordenado, un cosmos, cuyas leyes pretendían descubrir, y no como un caos (desorden). La filosofía de la naturaleza se pregunta por el origen, el desarrollo y el futuro del universo y también por su realidad, es decir, investiga en qué consiste, de dónde proviene y hacia dónde evoluciona el universo.

Todas las culturas disponen de una forma de ver o de comprender el universo. Los términos “cosmología”, “cosmogonía” y “cosmovisión” hacen referencia a esta comprensión del universo que tienen todas las culturas y que todos los seres humanos necesitamos para orientarnos en la existencia. Su significado es parecido, pero conviene distinguir entre los tres:

COSMOLOGÍA: este término de origen griego significa “tratado o estudio del orden que rige el universo”. Procede de Christian Wolff (Alemania, 1679-1754), que la entendíó como el estudio del universo en su totalidad y la consideró como una parte de la metafísica. En la actualidad se usa también para referirse a una disciplina científica muy ligada a la astronomía, a la física y a las matemáticas, que se ocupa principalmente de construir modelos del universo que sean coherente con los datos astronómicos y físicos que poseemos. En sentido filosófico, puede considerarse como equivalente a “filosofía de la naturaleza”.

COSMOGONÍA: cuando una visión del universo implica elementos míticos o aportaciones religiosas, suele hablarse de una Cosmogonía, y en cada cultura o en cada época histórica puede incluir elementos muy diferentes. El relato bíblico del Génesis explica la creación del universo en siete días, y ya lo vimos como un ejemplo de cosmogonía.

COSMOVISIÓN: aunque tiene raíces griegas, el término procede del filósofo Wilhelm Dilthey (Alemania, 1833-1911). Una cosmovisión es una interpretación coherente y sistemática del mundo, es decir, una forma de ver y comprender la realidad en su conjunto. No es solo un conjunto de hipótesis o teorías científicas, sino una determinad forma de ver el mundo propia de una cultura y época concretas. Los participantes en una determinada cosmovisión tienden a interpretar desde ella todo acontecimiento natural, pero también social, político, cultural…Etc.


2.1.LAS COSMOVISIONES CIENTÍFICAS

Desde la antigua Grecia hasta nuestros días, hemos aceptado la distinción entre el conocimiento vulgar y el conocimiento científico, y hemos adoptado cosmovisiones que tienen como centro los conocimientos científicos. Las ciencias han ido describiendo fenómenos naturales y explicándolos y ello ha contribuido a proporcionarnos cierta visión del mundo. De ahí que se pueda hablar de “cosmovisiones científicas”. Por tanto, las cosmovisiones científicas son modelos de interpretación del universo que se derivan de los conocimientos científicos disponibles en cada etapa histórica. Así:

2.1.1. Cosmovisión teleológica

Una cosmovisión es teleológica cuando considera que todos los seres que pueblan el universo, y también el universo como unidad, tienden a un fin. Todo lo que sucede es resultado de procesos que, ya desde el inicio, apuntaban al logro de determinados objetivos. Por ejemplo, el grano de trigo existe con el objetivo o con el fin de producir una espiga y perpetuar así la especie. Nada es resultado del azar.

La cosmovisión teleológica más importante se la debemos a Aristóteles (Grecia, 384-322 a.C.) Para él, el universo es finito y eterno. Está formado por ocho esferas principales concéntricas, introducidas unas dentro de las otras, y en el centro está la Tierra. Por ello afirmamos que su cosmovisión es geocéntrica. Además, el universo de Aristóteles está dividido en dos grandes regiones: el mundo supralunar y el mundo sublunar.

Pero la filosofía aristotélica no incluye cálculos sobre los movimientos y las posiciones de los planetas. Sin embargo, era evidente que los planetas parecían moverse de forma irregular y con continuas variaciones de velocidad: unas veces avanzaban en el firmamento y otras retrocedía, para luego recuperar repentinamente su avance. Precisamente por esto se los llamó “planetas”, del griego πλανήτης (‘planētēs’ «el que vaga errante». A pesar de esto y en contra de la evidencia, Aristóteles mantuvo su modelo con una Tierra en el centro rodeada de esferas perfectas.

No fue hasta el siglo II d.C. Cuando Ptolomeo (astrónomo de Egipto que probablemente trabajó en la biblioteca de Alejandría) trató de relacionar la perfección lógica del modelo aristotélico con los hechos observables. Con este fin, desarrolló un modelo astronómico que incluía cálculos precisos de las posiciones y velocidades de los astros en el firmamento. El resultado de sus investigaciones quedó recogido en su libro “Almagesto”. En él aparece el catálogo estelar más completo de la Antigüedad y su teoría matemática de los movimientos del Sol, la Luna y los planetas.

La forma aristotélica de entender la teleología del universo es reinterpretada en la Edad Media por parte de diversos pensadores, que la incorporan a la visión religiosa del judaísmo (Maimónides, Córdoba, 1135-1204), del islam (Averroes, Córdoba, 1126-1198) y del cristianismo (Santo Tomás, Italia, 1225-1274). La finalidad última de todo lo que hay es Dios, entendido como un agente externo al mundo, que lo ha creado de tal modo que no solo tiende a su propia perfección, sino también a la plenitud definitiva que se alcanzará al final de los tiempos, y esto, en cualquiera de las religiones. Por ello, se entiende que el ser humano no está solo en el universo, más aún, ocupa un lugar muy especial pues de todos los seres creado, es el único del que se dice que Dios lo creó a su imagen y semejanza.


2.1.2. Cosmovisión mecanicista

En esta cosmovisión se considera la naturaleza como una máquina cuyo comportamiento estaría regido por un pequeño número de leyes sencillas e inmutables. Esta visión del mundo está íntimamente relacionada con la aparición de la ciencia moderna a partid de los siglos XV y XVI; se consolida a lo largo del XVII, alcanza su punto álgido en el Siglo XVII, con la figura de Isaac Newton (Reino Unido, 1643-1727) y empieza a ser cuestionada en el XIX.

Esta etapa de la historia de la ciencia se caracteriza por una nueva forma de mirar la naturaleza: la mera observación y la razón no bastan, ahora se incorporan la experimentación y la matematización para tratar de explicar cómo es y cómo funciona el universo. Por ejemplo, Nícolás Copérnico (Polonia, 1473-1543) propone un cambio revolucionario al considerar que el Sol, y no la Tierra, es el centro del universo. Esta teoría, que ya había sido propuesta por Aristarco de Samos (Grecia, 310 a.C.-230 a.C.), pero no tuvo éxito en su época, es defendida ahora por astrónomos como Johannes Kepler (Alemania, 1571-1630) y Galileo Galilei (Italia, 1564-1642), a pesar de que contradice nuestra percepción cotidiana, lo que percibimos a simple vista es que el Sol gira alrededor de nosotros y no percibimos el movimiento de la Tierra.

El llamado “giro copernicano” supone un cambio radical en la concepción del universo y también en la del ser humano: dado que la Tierra ya no es el centro del universo, el ser humano, tampoco. Esto introduce una dosis de inseguridad vital que conecta con la llamada “crisis del Barroco”: una época en la que muchas convicciones tradiciones son cuestionadas.

Por su parte, Newton ofrece una teoría física capaz de explicar, al mismo tiempo, los fenómenos celestes y los terrestres. Expone su teoría en un libro titulado Principios matemáticos de la filosofía natural, donde el espacio y el tiempo son sistemas de referencia absolutos. Las leyes de la mecánica newtoniana son aceptadas a partir de entonces como la mejor explicación del movimiento de los cuerpos.

Esta confianza en la cosmovisión mecanicista ha conducido a algunos científicos y filósofos a defender una visión reduccionista del universo, porque se está dando por supuesto que los métodos que son adecuados para explicar los fenómenos físicos son también válidos para explicar todos los demás aspectos de la realidad, el cuerpo humano, per ejemplo también puede ser explicado como una máquina, o cualquier otro cuerpo animal.


LA COSMOVISIÓN CONTEMPORÁNEA: EL PARADIGMA DE LA COMPLEJIDAD

Desde finales del Siglo XIX comienzan a aparecer fenómenos y teorías que cuestiona algunos aspectos del mecanicismo. Es este contexto aparecen dos importantes teorías que van a dar lugar al nacimiento del nuevo paradigma: la teoría de la relatividad y la mecánica cuántica. Así mismo, en el nuevo paradigma científico interviene también, desde la biología, la teoría de la evolución, que Charles Darwin (Reino Unido, 1809-1882) propone en su obra El origen de las especies. La aparición y desarrollo de los seres vivos se considera ahora como un episodio más dentro de otro proceso evolutivo mucho más amplio; el que comenzó con el Big Bang.

No hay que perder de vista que cada cosmovisión científica trata de responder a las preguntas por el origen, composición, evolución y sentido del universo, y, por ello, busca responder, en último término, a la pregunta filosófica sobre el puesto del ser humano en el universo, puesto que somos nosotros los únicos capacitados para preguntarnos por todo ello.


LA PREGUNTA POR EL SER HUMANO

Uno de los problemas fundamentales de la filosofía ha sido y sigue siendo “el problema del hombre”. Ese problema consiste básicamente en establecer si la especie humana cuenta o no con alguna propiedad exclusiva que la distinga del resto de las especies animales y si cumple alguna función especial en el mundo.

3.1.EL ORIGEN DE LA PREGUNTA POR EL SER HUMANO: PERÍODO ANTROPOLÓGICO

Con la filosofía griega se inicia un largo proceso de reflexión racional acerca del sentido y significado del ser humano. Este inicio tiene lugar en el siglo V a.C., se denomina “periodo antropológico”, y se marca en función de dos consideraciones:

a. El intento de Sócrates por definir de modo objetivo lo humano, y algunas de sus preocupaciones, como “lo bueno” o “lo justo.”

b. La posición subjetivista de los sofistas para quienes “el hombre es la medida de todas las cosas”.

Pese a esas diferencias, existe un deseo de autoconocerse. Esta “autognosis” es, sin duda, el motor de cualquier especulación o de cualquier intento de explicación antropológica.

3.2.EL SER HUMANO COMO SER INTERMEDIO. DE PLATÓN A TOMÁS DE AQUINO

De Platón a Tomás de Aquino, un periodo de la filosofía extensísimo que abarca del siglo IV a. C. Al Siglo XIII, existen sin duda perspectivas distintas. Pese a sus diferencias, podemos encontrar elementos comunes básicos. En primer lugar, ese ser se sitúa entre lo divino y lo animal. Bajo este punto de vista, el ser humanos es un ser intermedio, pues está, a la vez, escindido y compuesto por dos realidades: el soplo divino del alma y la pesada carga del cuerpo material. En segundo lugar, se considera que el cuerpo está o debe estar subordinado al alma.

3.3. EL FINALISMO Y LA SOCIABILIDAD ARISTOTÉLICOS

Por su parte, Aristóteles inicia la comprensión del ser humano desde sus estudios de física. Su teoría arranca de una perspectiva naturalista, así el alma es la forma del cuerpo, y por ello, el alma es un principio de vida. A la hora de definir al ser humano, nuestro filósofo sostendrá que hay un tipo de alma específico para él, el alma racional. El razonamiento y el lenguaje son carácterísticas propias del alma racional. A pesar de las diferencias que existen entre los diferentes autores y las diferentes épocas, lo que es idéntico es la consideración sobre la supremacía de la razón frente a las pasiones.

3.4.EL INDIVIDUALISMO EN LAS FILOSOFÍAS HELENÍSTICAS

Tras Aristóteles, la percepción del ser humano cambia con las filosofías helenísticas, un amplio periodo que abarca de siglo III a.C. Al siglo II d.C. En la base de esta nueva concepción están cuatro hechos históricos fundamentales: la debacle del modelo político ateniense, el fugaz Imperio macedonio, el renovado contacto con las tradiciones culturales de Oriente y la revalorización teórica del atomismo de Demócrito y Leucipo (afirmaban que el universo estaba formado por átomos).

La preocupación teórica sobre qué es el hombre deja paso a la cuestión ética de cómo debemos vivir.

3.5.EL “YO” EN EL CRISTIANISMO

La reflexión filosófica de la época medieval no procede de una evolución interna del pensamiento griego. Existe un elemento absolutamente novedoso, que marca una brusca ruptura con la filosofía anterior. Ese elemento es la introducción de la creencia fundamental en un Dios personal, salvador y resucitado. Se erige, así, un sistema de pensamiento absolutamente teocéntrico.

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