El Vitalismo en la Filosofía del Siglo XIX: De Ortega y Gasset a Nietzsche

En la segunda mitad del siglo XIX, importantes filósofos desarrollaron su pensamiento a partir de la reflexión sobre la vida. A esta corriente se le denomina Vitalismo, en la que se suelen distinguir la vida en sentido biológico y la vida en sentido biográfico e histórico.

En el sentido biográfico e histórico, la vida se concibe como un conjunto de experiencias humanas en el tiempo, tanto a nivel personal como en su dimensión social o histórica. Esta perspectiva es central, por ejemplo, en la filosofía de Ortega y Gasset.

El Vitalismo se erige como una doctrina contraria al racionalismo. Sus conceptos más importantes incluyen la temporalidad, la historia, la vivencia, los instintos, la irracionalidad, la subjetividad, la perspectiva, el valor de lo individual, la muerte y la finitud, entre otros.

La Radicalidad Vitalista de Friedrich Nietzsche

La filosofía de Friedrich Nietzsche representa el intento más radical de elevar la vida a la categoría de lo absoluto. Para él, la vida se entiende en su dimensión biológica, instintiva, irracional, como un proceso constante de creación y destrucción, y como el ámbito ineludible de la alegría y del dolor.

La Feroz Crítica de Nietzsche a la Cultura Occidental

El pensamiento de Nietzsche puede interpretarse como una crítica feroz a toda la cultura occidental, a la vez que una propuesta constructiva a través de su vitalismo. Su crítica se dirige a los pilares fundamentales de Occidente:

• Una crítica a la moral, distinguiendo entre la “moral de esclavos” y la “moral de señores”.
• Una crítica a la religión, a la que considera fruto del miedo y del rechazo de este mundo terrenal.
• Una crítica a la filosofía occidental, por haber buscado respuestas en un “más allá” trascendente, como en la filosofía platónica o kantiana.
• Una crítica a la ciencia, porque aspira únicamente a lo inmutable y a negar el devenir.
• Una crítica al lenguaje, por su carácter metafísico que nos induce a creer en conceptos como Dios o la sustancia, olvidándonos de lo concreto y lo vital.

La Propuesta Vitalista: Afirmación de la Vida

Tras esta demolición de los pilares de la cultura occidental, Nietzsche propone una filosofía vitalista. Su imperativo es afirmar y amar esta vida, la única que existe, con su finitud, individualidad, cambio y contradicción. Una vida que, junto con el placer, la plenitud y la salud, acoge también el sufrimiento, la vulgaridad, la monotonía, la enfermedad y la muerte.

Conceptos Clave en la Filosofía de Nietzsche

Los grandes temas de su filosofía son el Nihilismo, la Voluntad de Poder, el Superhombre y la hipótesis del Eterno Retorno.

1. Nihilismo y la «Muerte de Dios»

   La expresión “Dios ha muerto” (Gott ist tot) es mucho más que una mera afirmación de ateísmo; es una metáfora que anuncia el fin de las verdades absolutas y de las ideas inmutables que, hasta entonces, habían guiado la vida humana. El Nihilismo, según Nietzsche, surge tras esta “muerte de Dios”, refiriéndose a una época en la que los valores tradicionales han perdido su validez, y aquello en lo que el ser humano había depositado su confianza se derrumba. El individuo se encuentra, entonces, solo, ante una etapa de vacío y desorientación.

   Nietzsche distingue dos facetas del nihilismo: una negativa, marcada por la pérdida de los valores trascendentes; y una positiva, que emerge como una oportunidad para adoptar una posición creadora e innovadora, revalorizando la existencia terrenal.

2. La Voluntad de Poder

   La Voluntad de Poder (Wille zur Macht) no es simplemente la voluntad de dominio, sino la expresión del devenir y de la potencia vital. Para Nietzsche, la vida es una energía inquieta que crea y destruye formas constantemente. Esta voluntad no se reduce a la ley del más fuerte, sino que es el poder inherente a los creadores, a aquellos que afirman la vida en su totalidad. Se opone, por tanto, a cualquier voluntad de igualdad o de negación de la jerarquía natural de la vida.

   La Voluntad de Poder representa la experiencia cumbre de la autonomía humana. Solo a través de su aceptación y afirmación, el ser humano podrá superar la mediocridad y la debilidad, trascender la “enfermedad de espíritu” y dar paso al hombre del mañana, al Superhombre.

3. El Superhombre (Übermensch)

   El concepto de Superhombre (o Übermensch) no alude a una raza superior, sino a un tipo de ser humano que, tras haber atravesado el nihilismo, asume la vida tal y como es de forma alegre y jovial. Es el individuo que dice “sí” a la vida en su totalidad y afirma el sentido de su existencia en la Tierra, sin buscar consuelo ni significado en un “más allá” trascendente.

   El Superhombre es capaz de guiarse por sí mismo, rechazando normas impuestas y saliéndose del “rebaño” o la masa. El ser humano auténtico será aquel que acepte tanto las victorias como las derrotas, que sepa vivir el riesgo y que abrace el juego con seriedad, tal como lo hace un niño. Este “hombre del mañana” nace cuando se ha superado al “hombre-camello” (símbolo de la obediencia y la carga moral), encontrando su mejor imagen en la inocencia y creatividad del niño, y su forma de vida en el juego y el riesgo.

   Es un ser que vive el tiempo de una manera diferente, no con un sentido lineal, sino como un continuo volver y retornar: el tiempo del Eterno Retorno, en el que cada momento adquiere un valor infinito.

4. El Eterno Retorno

   El Eterno Retorno de lo Mismo es la hipótesis de la infinita repetición de todo lo existente. Esta idea se vincula con la visión cíclica del tiempo de los pensadores griegos presocráticos, que fue posteriormente sustituida por la visión lineal del judaísmo y el cristianismo. Para Nietzsche, el mundo está dominado por una voluntad de afirmarse y repetirse. Aceptar el Eterno Retorno implica una radical afirmación de la vida en su totalidad, abrazando el destino enigmático del mundo, la muerte y, sobre todo, la vida misma.