La coherencia entre los principios del conocimiento, los instrumentos del conocimiento y el resultado de conocimiento del proceso de conocimiento

Tanto los filósofos racionalistas como los empiristas vivieron durante los siglos XVII
y XVIII, pero mientras los primeros eran del continente europeo, los segundos de las islas británicas. En el ámbito religioso, Inglaterra no se vio involucrada en la guerra de los Treinta Años pero no fue ajena a la división religiosa propiciada por la Iglesia anglicana. Respecto a los asuntos económicos, también se difundieron en Inglaterra las ideas mercantilistas. Y pese a la crisis económica del Siglo XVII, Inglaterra logró desarrollar su industria y su dominio en el comercio marítimo hasta colocarse a la cabeza de Europa. La política inglesa estuvo marcada por las tensiones entre los monarcas y el Parlamento. Lo cual derivó en la primera revolución o Guerra Civil en 1640, que terminó con la derrota y ejecución del monarca Carlos I y la subida al poder de Oliver Cromwell. Tras la muerte de éste y la restauración de la monarquía se produjo la segunda revolución, la gloriosa, que concluyó con la coronación de Guillermo de Orange como rey de Inglaterra. John Locke publicó dos tratados de filosofía política, en los que defendía la legitimidad del nuevo monarca y el parlamentarismo frente al poder absoluto.
Los pensadores empiristas coinciden en el tiempo con los racionalistas, lo que les permite establecer contacto con ellos y sus ideas y contribuir al nacimiento y desarrollo de la filosofía moderna.


El Empirismo tuvo clara vigencia en algunas filosofías del Siglo XX. Es el caso del
positivismo lógico del Círculo de Viena, que establece el principio de verificación empírica como regla para discriminar las proposiciones científicas de las que no lo son. La filosofía analítica nos recuerda los minuciosos análisis del conocimiento realizados por los empiristas Popper convino con Hume en no aceptar el método inductivo como totalmente fiable para el desarrollo de las ciencias, ya que los hechos futuros pueden desmentir las hipótesis científicas. De este modo, los enunciados científicos sólo poseerían una certeza provisional.


Nacíó en Wrington, Inglaterra en 1632. Estudió en Oxford, fue preceptor de casas
nobles y realizó varias estancias en Francia, donde conocíó la filosofía racionalista. Entre sus obras destacan Ensayo sobre el entendimiento humano y Dos tratados sobre el gobierno civil. Murió en Oates en 1704.

Se interésó por la filosofía de Descartes, aunque pretendíó corregirla mediante la
negación de ideas innatas y la tesis de que todo conocimiento tiene su origen en la experiencia.
Berkeley y Hume llevaron el principio empirista hasta sus últimas consecuencias.
Su liberalismo político fue recogido por los teóricos de la Ilustración, particularmente por Montesquieu. Locke ya había anticipado la necesidad de separar los poderes del Estado antes de que aquel los dividiera en tres. La teoría política de Locke influyó en la inspiración de las revoluciones americana y francesa de finales del Siglo XVIII.


En su obra Dos tratados sobre el gobierno civil refutó el derecho divino de los reyes,
criticó el absolutismo entendido por Hobbes y expuso sus ideas sobre el arte de gobernar. Al igual que Hobbes, no admitíó que el hombre fuera un ‘animal político’ y concibió un estado de naturaleza en el que todos los hombres eran iguales y libres. Existe una ley natural, que consiste en la recta razón. Esta prescribe el reconocimiento de la libertad de los demás y prohíbe perjudicarles.
El Estado es el resultado de un contrato o pacto social, porque es posible que no todos respeten la ley natural y la transgredan. Por tanto, el Estado nace de la exclusiva voluntad del hombre, que se suman para formar una unidad artificial. Los individuos otorgan poder a la comunidad civil que garantiza los derechos naturales de los ciudadanos. El monarca debe someterse a la ley, por tanto, el poder ejecutivo y legislativo tienen que estar separados. Si el monarca o el Parlamento no respondiesen a los fines encomendados por el pueblo, este tendría derecho a cambiarlos, por la fuerza si fuera preciso. Esto significa que el poder político pertenece a los individuos y estos pueden reasumirlo en todo momento para evitar abusos.
Además Locke abordó el tema de la tolerancia y defendíó la libertad de pensamiento y la libertad religiosa. El Estado no debe intervenir en asuntos éticos o religiosos.
Locke tuvo una enorme influencia en el pensamiento político de la Ilustración por su insistencia en la división de poderes, en la libertad del individuo frente al Estado y por su defensa de los derechos naturales fundamentales. Sus ideas liberales inspiraron las grandes revoluciones de finales del Siglo XVIII y los sistemas democráticos posteriores.


Impresiones e ideas
Para Hume sólo podemos conocer nuestras percepciones, que son los hechos de conciencia que experimentamos y no las cosas exteriores tal como son en sí mismas. Son de dos géneros:
– impresiones: percepciones intensas, fuertes y vivaces
– ideas: percepciones menos intensas, copias o derivaciones de impresiones,
producidas por la imaginación y la memoria
Las impresiones tienen su origen en la sensación o en la reflexión:
– de sensación: percepciones que aparecen en la mente y que no provienen de ninguna anterior (colores)
– de reflexión: percepciones que se forman en el entendimiento a partir de impresiones de sensación o, más habitualmente, a partir de ideas (agrado al pasear)
Los principios de asociación de ideas
Tanto las impresiones como las ideas pueden ser simples o complejas:
– impresiones simples: no admiten distinción ni separación y dan lugar a ideas simples.
La percepción de blanco de una pared es una impresión simple y su recuerdo es una
idea simple.
– impresiones complejas: están formadas por un conjunto de impresiones simples, la
percepción de una habitación presenta diversas paredes blancas. Las ideas complejas se siguen de impresiones complejas, como el pensamiento sobre una habitación.


La combinación de ideas es fruto de la imaginación, que puede agrupar ideas de dos
formas:
– natural: siguiendo unas reglas de asociación que imponen una cierta regularidad
(árbol)
– arbitraria: sin ningún orden establecido (unicornio)
Cuando la imaginación actúa naturalmente se rige por tres principios para la asociación de ideas: semejanza, contigüidad y la relación causa
Efecto. Nuestra imaginación por ejemplo, obtendría la idea compleja de árbol de acuerdo con las leyes de la asociación:
– la idea de árbol aglutina una serie de propiedades solo comunes a ella y que las distingue de otras ideas complejas
– después, esa idea de árbol, presentaría una estructura espacio temporal
– y finalmente, se relaciona la idea de árbol con el origen de las hojas las flores y los
frutos
El descubrimiento de los principios automáticos de asociación son su gran aportación a la teoría del conocimiento. Las leyes del pensamiento quedaban así identificadas con las leyes de la psicología, por lo que este modo de abordar el problema del conocimiento se ha denominado psicologismos.


Tipos de juicios

 Siguiendo sus numerosas clasificaciones, Hume también distinguíó entre dos tipos de juicios en nuestro conocimiento:
– relaciones de ideas: proposiciones cuya verdad se alcanza necesariamente mediante la razón, sin recurrir a la experiencia. Estos juicios son propios de las ciencias formales o exactas (aritmética o geometría). Las relaciones de ideas son verdaderas en un sentido formal, aunque no exista nada que lo confirme (los lados de un triángulo).
– cuestiones de hecho:
Enunciados cuya verdad no se obtiene a través de un simple razonamiento, sino a través de la observación directa o la memoria. Las ciencias que utilizan este tipo de juicios son las ciencias naturales o físicas, que se basan en la inducción y en la relación causa-efecto. Hume entiende que la verdad de las cuestiones de hecho es solo probable: su contraria es inteligible y no implica contradicción.


El problema de la inducción
Las ciencias de la naturaleza, según Hume, se asientan en la inducción, por lo que tratan de obtener juicios o leyes universales acerca del mundo físico a partir de la experiencia de un determinado número de casos. Sin embargo, para Hume el conocimiento inductivo es problemático, ya que un conocimiento basado solo en la experiencia no permite predecir el futuro con certeza, es decir, formular leyes enteramente universales. Por ello, negó la realidad del conocimiento científico como saber universal y necesario y lo redujo a la experiencia sensible.


repercusiones:Despertó a Kant de su sueño dogmático (racionalista). Kant coincidíó con el
pensamiento escocés en afirmar que todo conocimiento comienza por la experiencia, pero añadió que no termina en ella porque requiere de elementos a priori puestos por la razón. Kant pensó, como Hume, que la metafísica racionalista no tenía carácter de ciencia pero no aceptó su escepticismo, pues pretendíó que el conocimiento fuera universal y necesario.
Hume también influyó en las dos corrientes más representativas del Siglo XX: positivismo y utilitarismo. El positivismo de Comte sostuvo también que solo los hechos de la experiencia son objeto de conocimiento y que solo en ellos puede cimentarse la ciencia. También se aprecia la influencia del emotivismo moral de Hume en el utilitarismo de Stuart Mill, ya que este se asienta la diferencia moral en el sentimiento inmediato de gusto o disgusto que producen las acciones humanas.


Crítica del principio de causalidad
Hume dedicó un amplio análisis al principio de causalidad, que significó una dura crítica de los planteamientos anteriores. De hecho desde los primeros filósofos, este principio se había tomado por evidente. Hume se preguntó por la impresión de la que deriva la idea de causa, para concluir que no tenemos ninguna impresión de las causas, sino solo de algunas relaciones entre objetos. Las únicas impresiones que percibimos son una relación de contigüidad en el espacio y una relación de sucesión en el tiempo. Sin embargo, no basta para poder hablar de causalidad, porque siempre pensamos que hay una tercera reacción, que es la conexión entre la causa y el efecto. Esta idea de conexión necesaria nos incita a pensar que cuando se dan unos hechos se producen necesariamente determinados resultados.
Hume sostienen que solo tenemos impresiones directas de la contigüidad y la sucesión de los objetos pero no de su conexión necesaria. La idea de esa conexión necesaria entre causa y efecto sería obra de la imaginación, apoyada en la memoria de las experiencias pasadas. Esto hace que se produzca en nosotros una costumbre o hábito psicológico por el que invariablemente situamos a unos objetos como causa y efecto el uno del otro.


En definitiva, para Hume, el principio de causalidad tiene un valor subjetivo o psicológico, pero no ontológico: está en nuestro entendimiento pero no en las cosas. Esta crítica al principio de causalidad le llevó también a rechazar la metafísica, porque esta lo utiliza para afirmar la existencia de realidades que trascienden nuestras impresiones sensibles.Hume consideró que no podemos salir el ámbito de nuestra experiencia sensible y no podemos saber con certeza si existen cosas distintas de nuestras ideas. Esta postura se conoce como fenomenismo. Y de esta forma, el autor se vió abocado al escepticismo, si existiera una realidad que no podemos adquirir con la experiencia sensible no podemos conocerla.


Nacíó en Edimburgo, Escocia, en 1711. Pasó varios años en Francia, donde contactó
con los principales autores de la Ilustración. Viajó por diferentes ciudades de Europa, para volver finalmente a Edimburgo, donde murió en el año 1776. Sus principales obras son: Tratado sobre la naturaleza humana, Investigaciones sobre el entendimiento humano e Investigaciones sobre los principios de la moral.
Defendíó que el conocimiento científico está relacionado con la naturaleza humana y que la ciencia que se ocupa del ser humano constituye el centro y fundamento del resto de las ciencias. Se propuso estudiar al hombre partiendo de la introspección y de la observación de la vida humana. Su preocupación por el ser humano era eminentemente práctica, para descubrir los principios que regulan nuestros juicios morales. Para ello era preciso empezar por clarificar los principios que rigen nuestro conocimiento teórico.Se le considera el padre del Empirismo por aplicar sus principios a su teoría del conocimiento: todos los contenidos de nuestra mente proceden exclusivamente de la experiencia y de ella dependen.

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