Aristóteles: Clasificación de las Ciencias y Saberes
Aristóteles distingue diferentes tipos de ciencias o saberes, clasificándolos según su propósito:
- Ciencias Teóricas: Buscan el saber por sí mismo, como la Metafísica, la Física y las Matemáticas.
- Ciencias Prácticas: Buscan el saber para aplicarlo a la acción del hombre, como la Ética y la Política.
- Ciencias Productivas: Buscan el saber con vistas a un hacer, a producir objetos, como el Arte, la Retórica y la Poética.
La Metafísica o Filosofía Primera
En su obra fundamental, la Metafísica, uno de los libros más influyentes de la historia occidental, Aristóteles parte de la idea de que “todos los hombres por naturaleza desean saber”. La Metafísica es la ciencia suprema, pues se trata del saber por el saber en estado puro, lo más propio del hombre. Aunque sea la más “inútil” en términos prácticos, Aristóteles afirma: “Todas las demás ciencias serán más necesarias para el hombre, pero no habrá ninguna superior a la metafísica”.
El Ser como Verdadero y la Lógica
Uno de los aspectos del ser que aborda la Metafísica es el Ser como Verdadero, aquel tipo de ser característico de la mente humana, de la razón, que es capaz de hacer juicios acerca de la realidad. Este estudio corresponde a la Lógica.
La Metafísica como Teología y el Motor Inmóvil
La Metafísica también es llamada por Aristóteles Teología, pues al final todo se mueve hacia el Motor Inmóvil: Dios, que es acto puro.
En resumen, ¿qué tenemos que conocer? El Ser, que es la sustancia, con su materia y su forma, y sus accidentes, que posee acto y potencia. Además, podemos hacer juicios científicos sobre ello mediante la lógica. ¿Cómo lo conocemos? Mediante la Causalidad y los Primeros Principios de la Lógica (el de Identidad, el de no-contradicción, etc.).
La Filosofía Segunda: Epistemología y Hilemorfismo
La causa final es aquello para lo que está hecha la cosa. Captamos la sustancia tal cual es mediante el conocimiento sensible: el individuo concreto, con su materia y su forma. Pero el conocimiento válido es el de la sustancia segunda: la esencia o forma. Por ejemplo, vemos tres perros: vemos tres individuos, tres sustancias, pero el conocimiento es conocer su definición: son perros, comparten este concepto que es universal, aparte de las diferencias accidentales. Este es el conocimiento intelectual, que consta de dos partes: el intelecto paciente recibe la imagen, pero el intelecto agente abstrae la forma y obtiene el concepto, que es con lo que trabaja la ciencia.
El Problema del Conocimiento en Aristóteles
El enfoque aristotélico del conocimiento no tiene nada que ver con la reminiscencia de Platón. Para Aristóteles, el hombre nace sin conocimiento alguno; lo obtiene a partir de la experiencia, partiendo de los sentidos, del conocimiento sensible.
Una vez que obtenemos este conocimiento, empezamos a hacer juicios acerca de los hechos del mundo, y esto solo lo puede hacer el único animal que tiene logos: el hombre. Solo el hombre puede juzgar mediante la Lógica, de modo que la Verdad y la Falsedad dependen de la capacidad de juzgar del hombre y de su forma de conocer. La forma es el alma y, a diferencia de lo que decía Platón, pertenece a este mundo, pues tiene que estar unida a la materia para existir: esto es el hilemorfismo.
Tipos de Alma y la Búsqueda de la Felicidad
Pero no solo el hombre tiene alma, también el resto de los seres vivos. Existen tres tipos de alma:
- Alma Vegetativa: Desempeña funciones como la alimentación y la reproducción.
- Alma Sensitiva: Permite la percepción, el movimiento y el deseo (compartida con los animales).
- Alma Racional: Exclusiva del ser humano, permite el pensamiento, el juicio y la deliberación.
El fin último del hombre es la felicidad (eudaimonía). Y, como hemos visto, lo más peculiar del hombre es su alma racional; por lo tanto, el conocimiento será fundamental para ser feliz. Sin embargo, Aristóteles también reconoce que, si bien es deseable disponer de dinero y placeres, no podemos depender exclusivamente de ellos. Hay que recordar que el hombre disfruta de los placeres, pues comparte el alma sensitiva con los animales; no es solo razón.
Ética Aristotélica: La Virtud y la Prudencia
Para Aristóteles, la Virtud (areté) consiste en cumplir una función de la mejor manera posible. Y el buen hombre es aquel que saca el máximo provecho de su condición de hombre.
La prudencia (phrónesis) es imprescindible para la ética, pues es la capacidad de escoger los mejores medios para alcanzar un fin y donde se establece el famoso término medio (ni cobarde ni temerario, sino valiente). La prudencia solo puede adquirirse mediante la experiencia, pues depende del contexto y el momento. Como dice él mismo: “Cualquiera puede enfadarse, eso es algo muy sencillo. Pero enfadarse con la persona adecuada, en el grado exacto, en el momento oportuno, con el propósito justo y del modo correcto, eso, ciertamente, no es tan sencillo”.
Así, para ser amables o generosos, hay que tener siempre en cuenta la situación, por lo que se necesita experiencia, toda una vida. Esto permite forjar un carácter que nos haga ser felices. No se puede vivir toda la vida siendo cobarde o estando enfadado; hay que poner en práctica las capacidades que como hombres tenemos, aunque cueste.
Política Aristotélica: El Hombre como Animal Político y la Justicia
Solo se puede ser feliz en un estado justo que permita la suficiente libertad para actuar a sus ciudadanos. Además, la política está en nuestra naturaleza, pues “el hombre es un animal político” (zóon politikon): solo se es hombre en sociedad, con otros individuos con logos con los que compartir la vida. De otra forma seríamos animales, pero ya hemos visto que no solo somos eso. Una polis injusta va contra la esencia del hombre.
Así, la vida en comunidad garantiza:
- La subsistencia individual: Al proporcionar los recursos básicos.
- El desarrollo de las capacidades humanas: Para alcanzar la felicidad.
Además, la polis ha de asegurar la justicia, pues solo ella puede garantizarla por encima de los deseos de los particulares, de la siguiente forma:
- Justicia Correctiva: Dar la misma parte a todos, o los mismos derechos, para que puedan llevar una buena vida.
- Justicia Distributiva: A cada cual según sus méritos; el que más bien haga a la ciudad ha de ser recompensado, lo cual es justo.