La Minoría de Edad y el Espíritu de la Ilustración
La minoría de edad significa la incapacidad de servirse de la propia inteligencia sin la guía de otro. Uno mismo es culpable de esta minoría de edad cuando su causa no reside en la carencia de inteligencia, sino en la falta de decisión y valor para servirse por sí mismo de ella sin la guía de otro. «¡Atrévete a pensar!» Este es el lema de la Ilustración, según Immanuel Kant en su obra ¿Qué es la Ilustración?
Empatía y Razón en la Ética
La empatía puede entenderse como una captación sentimental de la realidad o experiencia de otras personas. Consiste en ponerse en el lugar del otro, en sentir con el otro. Los seres humanos nos vemos afectados, algo se nos remueve espontáneamente, ante la observación del sufrimiento ajeno. Este estado emocional promueve en la persona que experimenta empatía una respuesta, una intervención o una acción que busca ayudar a quien sufre.
Tradicionalmente, la razón se ha considerado la herramienta principal en ética, una postura defendida por Kant. Sin embargo, es polémica la cuestión de si la ética debe girar en torno a la razón o a la empatía. Para Hume, la razón, entendida como capacidad intelectual para efectuar concatenaciones y transiciones, es incapaz de realizar una elección y, por lo tanto, no puede producir un juicio de valor respecto de una acción o situación concreta.
Posturas Fundamentales sobre Razón y Sentimiento en la Ética
- Intelectualismo: Postura que afirma que la razón es la herramienta fundamental para elaborar juicios éticos. Posición defendida por filósofos como Sócrates, Platón y Kant.
- Emotivismo Moral: Afirma que los juicios morales no se basan en la razón, sino en los sentimientos, especialmente en la empatía, considerado el sentimiento moral más importante. David Hume es uno de los máximos representantes del emotivismo.
- Síntesis de Intelectualismo y Emotivismo Moral: Propone que la reflexión ética debe considerar tanto la razón como la empatía.
Teorías Éticas
Éticas Materiales y Formales
La tarea de la ética material consiste en encontrar un contenido ético concreto. La ética debe concretar cuál es el bien a alcanzar y qué debemos hacer para acceder a dicho bien. Así, la ética debe tener un contenido concreto, consistente en una serie de normas que nos señalan qué es preciso hacer para alcanzar lo establecido como el bien o lo bueno (la felicidad, por ejemplo). Las teorías éticas de Aristóteles y John Stuart Mill siguen estos parámetros y son consideradas éticas materiales. A la pregunta «¿Qué debo hacer?», desde la perspectiva de una ética material, se respondería afirmando: «Debo hacer esto porque esto es lo bueno».
Otros, sin embargo, creen que la ética no debe proponernos ningún contenido material concreto; es decir, no debe concretar ni bienes ni normas, ya que hacerlo significaría limitar la libertad del individuo. Esto significa que la ética no debe concretar qué debemos hacer, sino cómo debemos hacerlo. Solo puede aspirar a decirnos cuál es la forma que deben tener las normas que nosotros mismos elijamos de acuerdo con nuestros propios fines. Kant y Habermas son buenos ejemplos de esta visión, ya que propusieron éticas formales que carecen de contenido específico. A la pregunta «¿Qué debo hacer?», desde la perspectiva de una ética formal, se respondería afirmando: «Debo actuar de acuerdo con una norma que cumpla unos requisitos formales».
Éticas Materiales Destacadas: El Eudemonismo de Aristóteles y el Utilitarismo
El Eudemonismo de Aristóteles
En su ética, Aristóteles sostiene que el bien supremo al que podemos aspirar las personas es la felicidad. Es cierto que los seres humanos se esfuerzan por conseguir otras metas, como la riqueza, la fama o el poder. Pero Aristóteles nos recuerda que ninguna de estas aspiraciones es una finalidad en sí misma. Nadie desea ser rico únicamente para acumular oro; la riqueza es un medio que puede proporcionarnos ventajas y oportunidades. Y lo mismo sucede con la fama o el poder, ya que no los deseamos por sí mismos, sino únicamente como instrumentos para conseguir una serie de beneficios.
Según Aristóteles, lo que las personas verdaderamente anhelan es ser felices. Si lo logramos, habremos alcanzado el bien supremo al que podemos aspirar. La felicidad no es un medio, sino una meta. La felicidad se consigue viviendo como un sabio: dedicación al conocimiento, a descubrir la verdad y a actuar conforme a las virtudes (ser justo, ser generoso, ser prudente, amigo de sus amigos, etc.).
El Utilitarismo
Defiende que el bien es la felicidad o el placer. Por ello, para los utilitaristas, las acciones y normas deben ser juzgadas de acuerdo con el principio de utilidad o de máxima felicidad, ya que valoran las acciones como medios para alcanzar un fin (felicidad o placer). Una acción es buena cuando sus consecuencias son útiles (nos acercan al bien, la felicidad o el placer) y es mala cuando sus consecuencias no lo son (nos alejan del bien, la felicidad o el placer). Cabe aclarar que cuando un utilitarista afirma que el fin de toda acción correcta es la felicidad, no entiende por felicidad el interés o placer personal, sino el máximo provecho para el mayor número de personas.