Filosofía de Descartes: Método, Duda y Existencia

René Descartes

Filósofo francés del siglo XVII perteneciente a la corriente racionalista. Según el racionalismo, el conocimiento de la realidad se alcanza por la razón. En la razón hay unas ideas innatas que se nos muestran como evidentes sin necesidad de demostración.

Estas ideas son el fundamento del conocimiento humano, ya que a partir de ellas, mediante demostración racional (deducción), se puede deducir el resto del conocimiento.

Contexto Histórico-Cultural y Filosófico

El contexto en el que se sitúa la obra de Descartes es el surgimiento de una nueva etapa que sustituye el teocentrismo característico de la época medieval por una concepción del mundo centrada en el hombre. Los antecedentes de esta revolución filosófica y cultural se encuentran en el Renacimiento y el Humanismo (siglos XV y XVI).

La modernidad comienza con la obra de Descartes, que introduce el concepto de sujeto, el hombre como ser pensante.

Este cambio de visión del mundo también tiene reflejo en los ámbitos social, económico y político. Esta época se caracteriza por un gran auge económico, que trajo consigo el desarrollo de la burguesía y el crecimiento de las ciudades, así como el descubrimiento de nuevos territorios. Desde el punto de vista político, surgió una nueva forma de organizar la sociedad: la nación-estado.

Todo este contexto coincide con las guerras de religión y los procesos de Reforma y Contrarreforma.

Descartes también fue un gran matemático y científico. Distinguía una sustancia corpórea independiente de cualquier otra, que puede ser objeto de la nueva ciencia, basada en la experiencia y en la traducción de las observaciones al lenguaje matemático.

Es ineludible hacer referencia al enfrentamiento entre racionalistas y empiristas.

¿Qué Pretende Descartes?

Descartes pretende construir el edificio completo del conocimiento a partir de unos cimientos totalmente firmes, él solo y con un método estricto.

Pretende construir este edificio completo inspirándose en el método axiomático de las matemáticas: a partir de unos principios evidentes (los cimientos), deducir el resto del conocimiento (el edificio completo).

Los cimientos deben ser firmes, es decir, los principios fundamentales deben ser absolutamente ciertos, sin ninguna duda.

De esta labor se encargará él solo; por lo tanto, no le sirven los conocimientos adquiridos a través de otros (el ‘edificio heredado’).

Sino que él mismo tendrá que descubrirlos y demostrarlos. Como argumento para ello, considera que las obras realizadas por un solo hombre resultan más perfectas y coherentes que las que realizan varios.

Su planteamiento es radical: derribar y levantar de nuevo. Según él, esto solo lo pueden hacer quienes reúnen ciertas cualidades para ello, y solo se debe hacer en el plano teórico del conocimiento.

¿Cómo lo Lleva a Cabo?

Para realizar esta enorme labor, Descartes se dedicó a investigar y formarse en diversas disciplinas, principalmente las matemáticas, y una vez que se consideró maduro para ello, lo llevó a cabo aplicando un método estricto. Redujo al mínimo las reglas de este método, pero su aplicación debía ser estricta.

Las cuatro reglas o preceptos de su método son:

  • 1. De la evidencia: no admitir ningún principio que no sea absolutamente evidente, totalmente seguro (indudable, del que no quepa la menor duda).
  • 2. Análisis: dividir los problemas en distintas partes para poder analizarlos mejor.
  • 3. Síntesis: ir de lo más simple a lo más complejo.
  • 4. Enumeración: repasar los pasos que se han dado para asegurarse de no haberse saltado nada.

Para poner en práctica la primera regla de la evidencia, se plantea la duda metódica, que consiste en dudar de todo lo dudable, hasta alcanzar algo absolutamente indudable.

La duda metódica es teórica y no escéptica; solo se la plantea a nivel del conocimiento teórico. No es una duda práctica o moral que le lleve a replantearse sus valores o sus costumbres. La duda no sirve para mostrar que el conocimiento es imposible (escepticismo), sino, por el contrario, para encontrar el verdadero conocimiento. Para Descartes, el conocimiento es verdadero y absoluto, el mismo para todos los seres racionales.

La duda metódica la lleva a cabo en tres niveles:

  • 1. Dudar de los conocimientos que provienen de los sentidos, porque estos a veces nos engañan.
  • 2. Dudar de las verdades matemáticas, ya que puede haber error humano.
  • 3. Dudar de los estados de vigilia, puesto que a veces los sueños son tan vívidos que parecen reales y a veces parece que nos despertamos dentro del sueño.

¿A Qué Conclusión Llega?

Cuando había dudado de todo y creía que no había nada que fuese indudable, se dio cuenta de que hay algo de lo que no puede dudar: que está dudando, es decir, pensando.

«Pienso, luego existo» (Cogito ergo sum)

De lo único que puede estar totalmente seguro es de que existe como un ser pensante (res cogitans; sustancia pensante), pero no de la existencia de su cuerpo ni de la realidad externa (res extensa; sustancia material o corporal).

De lo otro que puede estar seguro es de las ideas que piensa, pero solo como ideas dentro de su mente. Así se mete en la ‘cueva de la mente’ e inaugura el idealismo.

De lo único que puede estar seguro es de su existencia como un ser pensante y de las ideas que piensa como ideas dentro de su mente, pero no tiene ninguna seguridad ni de la existencia de su cuerpo, ni de la realidad externa, fuera de su mente.

Descartes distingue en el hombre dos sustancias (dualismo): la sustancia pensante (res cogitans), que es libre, se corresponde con el yo o alma, y no necesita al cuerpo para existir. Y la res extensa o sustancia corpórea, que está sometida a las leyes mecánicas de la naturaleza (determinada).

La res extensa o sustancia corpórea, necesita del alma para existir, por lo tanto, la res cogitans es más sustancia que la res extensa.

Para Descartes, sustancia es aquello que no necesita de otra cosa para existir. En sentido estricto, solo sería sustancia Dios (res infinita). De Dios depende la existencia de todo, pero él no depende de nada.

Descartes analiza su principio inmutable «Pienso, luego existo» y encuentra que es un principio evidente, porque se presenta a la razón de modo claro y distinto.

Claro quiere decir que se muestra de modo evidente. Distinto quiere decir que no se deriva de otra cosa. De aquí extrae Descartes su criterio de verdad: son verdaderos aquellos principios o ideas que se muestran claros y distintos a la razón.

El Papel de Dios

Descartes se ha metido en la ‘cueva de la mente’, es decir, solo está seguro de que piensa y de sus ideas, pero no de su cuerpo ni de la realidad exterior.

Para salir de la ‘cueva de la mente’ hacia la realidad exterior, utilizará a Dios.

En primer lugar, ‘demostrará’ con argumentos racionales (considerados poco convincentes por muchos) la existencia de Dios. Entre los varios argumentos que utiliza, hay dos que aparecen en el texto:

  • 1. Argumento de la perfección (o argumento gnoseológico): Yo, que no soy un ser perfecto (entre otras cosas porque dudo), tengo la idea de un ser perfecto. Esta idea no puede provenir de mí (imperfecto), sino que tiene que provenir de un ser que sea perfecto, es decir, de Dios. Por lo tanto, Dios existe.
  • 2. Argumento ontológico: Este argumento ya fue utilizado por San Anselmo (s. XI) y criticado por Santo Tomás de Aquino (s. XIII) y posteriormente por Kant (s. XVIII). Este argumento no es válido puesto que da un salto ilegítimo de la esencia (idea, definición) a la existencia. Todos tenemos la idea de un ser absolutamente perfecto que reúne todas las perfecciones en su mayor grado. Una de las perfecciones es la de la existencia (es más perfecto lo que existe, que lo que no existe). Por lo tanto, este ser perfecto tiene que existir, y es Dios.

Una vez demostrada la existencia de Dios y considerando que entre sus perfecciones está la infinita bondad, Dios le asegura a Descartes que son verdaderas las ideas que él tiene claras y distintas y que se corresponden con una realidad exterior que existe.

Comparación con Platón

Ambos consideran que el hombre está compuesto de cuerpo y alma. Para Platón, el cuerpo pertenece al mundo sensible, pero lo más importante para él es el alma, ya que proviene del mundo de las Ideas y solo importa lo que venga de ese mundo. Para Descartes, el cuerpo es extensión (res extensa) y el alma es pensamiento (res cogitans). Para este último, el alma informa de todo el cuerpo, pero tiene su principal sede en el cerebro.

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