Introducción al Pensamiento Medieval

La filosofía medieval ha sido considerada con frecuencia una etapa menor porque se entendía que estaba subordinada a la teología y, por ello, no podía ser una filosofía autónoma. Sin embargo, con una mirada más amplia se aprecia cómo muchos pensadores medievales, aunque cristianos y teólogos, distinguieron progresivamente entre filosofía y teología, esforzándose por conciliar **razón y fe**.

La filosofía cristiana medieval se conoce como **Escolástica**, aunque también existieron escolásticas judía y árabe. Sus rasgos principales fueron:

• La escolástica asumió como forma literaria los comentarios a la Biblia y obras de Aristóteles.
• El problema de la escolástica era llevar al hombre a la comprensión de la **verdad revelada** y, por esto mismo, la naturaleza de la escolástica se halla en su función docente: ayudar a entender la verdad de la fe.
• El recurso constante a la **autoridad**, apoyándose en la tradición religiosa más que en la investigación autónoma.

Por tanto, durante la Edad Media la filosofía es un medio para llegar a la verdad ya dada por la revelación, de modo que el principal problema de la filosofía en este periodo es el de articular la **relación entre la razón y la fe**.

Patrística (Siglos I–VIII d.C.)

La **Patrística** es la primera etapa del pensamiento cristiano. Los Padres de la Iglesia fundamentaron el dogma y defendieron la fe frente al paganismo y las herejías, intentando unir la fe con la filosofía, sobre todo la de **Platón**.

San Agustín de Hipona (354–430)

El principal representante es **San Agustín de Hipona** (354–430), influenciado por el **neoplatonismo** y el cristianismo.

Aportes Fundamentales de San Agustín

• Relación entre Fe y Razón: Afirmó que la razón humana es limitada y necesita de la fe para alcanzar la verdad.
• Conocimiento: Inspirado en Platón, sostiene que la verdad no está en el mundo sensible, cambiante e imperfecto, sino en la **interioridad del alma**, donde el hombre encuentra a Dios por la **iluminación divina**.
• Historia: En su obra Las dos ciudades (donde por primera vez se lleva a cabo una filosofía de la historia), explica el sentido de la historia, desde la creación del mundo hasta el juicio final, y propone una visión **lineal y guiada por la providencia divina**, frente a la idea cíclica de los griegos. La historia es una lucha entre la ciudad de Dios (los que aman a Dios) y la ciudad terrena (los que se aman a sí mismos). El mal procede de las decisiones humanas, no de Dios; solo la conversión personal conduce a la salvación.

Escolástica (Siglos VIII–XIV d.C.)

La **Escolástica** buscó armonizar la fe con la razón, apoyándose en la filosofía grecolatina, especialmente en **Aristóteles**. Su método se basaba en la lógica y el razonamiento para explicar las verdades de la fe.

San Anselmo de Canterbury (1033–1109)

Fue uno de sus iniciadores. Defendió que la fe impulsa a la razón (**_fides quaerens intellectum_**) y formuló el **argumento ontológico**, una demostración *a priori* de la existencia de Dios.

Estructura del Argumento Ontológico

1. Enunciado del problema: El ateo dice “no hay Dios”.
2. Punto de partida de la argumentación: Incluso el ateo entiende la idea de un ser “del que nada mayor puede pensarse”.
3. Primer paso: Ese ser existe al menos en la mente.
4. Segundo paso: Si existiera solo en el pensamiento, podría imaginarse uno más perfecto que existiera también en la realidad.
5. Conclusión: Por tanto, el ser más perfecto (Dios) debe existir realmente.

El argumento fue criticado por Gaunilón, Santo Tomás, Locke y Kant, pero defendido por Descartes, Leibniz y Hegel. En conjunto, la Escolástica intentó demostrar que la fe y la razón no se oponen, sino que se complementan.

Hildegard von Bingen (1098–1179)

**Hildegard von Bingen** (1098–1179) fue una mística, filósofa, escritora, compositora y abadesa alemana, considerada una de las primeras pensadoras relevantes del cristianismo medieval. Aunque durante siglos fue ignorada por ser mujer, su obra marca el inicio de la **mística alemana** y refleja una profunda unión entre Dios, el ser humano y el cosmos.

La Experiencia Mística y el Cosmos

La **experiencia mística** consiste en la visión directa de Dios, que puede manifestarse en imágenes simbólicas y culmina en el éxtasis, donde el alma se une plenamente con lo divino. Para Hildegard, la vida espiritual implica trascender el yo y comprender la armonía del universo. El ser humano ocupa un papel central en la creación y debe mantener la unidad con ella.

Tratados Principales de Hildegard

• Scivias (Conoce los caminos): presenta tres visiones sobre la relación entre Dios, el hombre y el cosmos; el mundo es una rueda sostenida por Dios y el hombre debe mantener su armonía.
• Liber vitae meritorum (Libro de la vida meritoria): analiza el combate entre virtudes y vicios, donde siempre triunfa el bien.
• Liber divinorum operum (Libro de las obras divinas): su obra más completa, donde el ser humano ocupa el centro del universo, formando parte de una creación interconectada cuyo sentido proviene de Dios.

También escribió Causae et Curae, tratado médico que muestra su interés por la **relación entre cuerpo y alma** y su saber curativo. Hildegard abordó el problema clásico de la relación entre alma y cuerpo. Sostenía que ambos se necesitan mutuamente: el alma ocupa un lugar superior, pero solo puede manifestarse plenamente unida al cuerpo. Por eso, defendía la importancia de cuidar el cuerpo y mantener la armonía entre lo físico y lo espiritual.

Tomás de Aquino (1225–1273)

En el siglo XIII, gracias a las traducciones árabes, Occidente redescubre a Aristóteles, y **Tomás de Aquino** busca armonizar el cristianismo con el aristotelismo, creando un sistema que une fe y razón.

Armonización de Fe y Razón

• Razón y fe: No se oponen, sino que se complementan. La razón natural debe ponerse al servicio de la fe; la filosofía es la “sierva de la teología”.
• Aristotelismo cristiano: Adopta conceptos como sustancia y accidentes, materia y forma, potencia y acto, y las cuatro causas, pero rechaza la idea de que el alma no sea inmortal; para él, el alma es espiritual y eterna.

Las Cinco Vías de la Existencia de Dios

A diferencia de Anselmo, que usó el argumento *a priori*, Tomás propone vías *a posteriori* basadas en la experiencia, que poseen un idéntico esquema y que solo difieren por su punto de partida (movimiento, eficiencia, contingencia, grados de perfección y finalidad). El punto de llegada siempre es Dios.

1. Movimiento: Todo lo que se mueve es movido por otro; debe existir un **Primer Motor Inmóvil**.
2. Causalidad eficiente: Todo efecto tiene una causa; debe haber una **Causa Primera**.
3. Contingencia: Las cosas pueden existir o no; debe existir un **Ser Necesario**.
4. Grados de perfección: Debe haber un **Ser absolutamente perfecto** como modelo supremo.
5. Orden o finalidad: El orden del universo indica un **Ser inteligente** que dirige todo, es decir, Dios.

Con estas vías, Tomás muestra que la existencia de Dios es compatible con la razón, aunque la fe sigue siendo necesaria para conocer plenamente a Dios.

Guillermo de Ockham (1295–1349)

**Guillermo de Ockham** (1295–1349) marca un giro decisivo dentro de la escolástica. Frente al intento tradicional de conciliar la fe cristiana con la filosofía griega, Ockham rompe esa síntesis al defender una **separación radical entre razón y fe**. Por ello no desarrolla un sistema filosófico propio, sino que actúa principalmente como un pensador crítico. Su postura permite que la filosofía se independice de la teología y se oriente hacia nuevos campos, especialmente hacia el estudio de la naturaleza, lo que impulsa el desarrollo científico en su época y anticipa rasgos de la filosofía moderna.

Principios Fundamentales de Ockham

1. Principio de economía o “navaja de Ockham”: Exige eliminar explicaciones innecesarias y optar por la más simple; influencia que llega hasta Newton.
2. Prioridad de la experiencia: Basada en el “conocimiento intuitivo”, que afirma que solo la experiencia permite afirmar la existencia de una cosa.
3. Doctrina política: Defiende una clara **separación entre la Iglesia y el Estado**, limitando el poder del Papa al ámbito espiritual y proponiendo una visión laica de la sociedad.