Descartes: Racionalismo, método y dualismo

Descartes: El Fundamento del Racionalismo

René Descartes, figura clave del Racionalismo, enfatizó la importancia de la razón humana para alcanzar la certeza en el conocimiento. Este enfoque lo llevó a rechazar el conocimiento empírico, postulando que el mundo es comprensible a través de la razón, constituido por materia y movimiento (Mecanicismo), dimensiones cuantificables mediante las Matemáticas. Para Descartes, el hombre se reduce a su parte pensante, la razón, origen de la seguridad y punto de partida de su existencia; el resto de la realidad se deduce a partir de ella. El Racionalismo, también conocido como «filosofía continental», tuvo en Leibniz, Pascal y Spinoza a sus principales representantes.

El Método Cartesiano: Hacia la Certeza

Descartes buscó construir un sistema de proposiciones verdaderas basado en principios indudables, tomando como modelo las matemáticas: una ciencia que, a través de la razón, progresa de verdades evidentes a verdades deducidas. Su objetivo era comprender el universo de manera matemática, con certeza y seguridad, unificando el conocimiento humano de su época. Para Descartes, todo dentro de este sistema sería verdadero, y lo que quedara fuera, falso. Este objetivo requería comprender el funcionamiento de la razón, basado en dos operaciones:

  • Intuición: Luz natural que permite conocer algo de manera «clara y distinta».
  • Deducción: Establecimiento de conexiones entre conceptos verdaderos.

Pero estas operaciones no bastan; se necesita un método (reglas que garantizan el uso correcto de las operaciones mentales):

  • Evidencia: Solo aceptar conocimientos «claros y distintos», sin obstáculos y diferenciados de otros.
  • Análisis: Descomponer los conocimientos en partes simples para detectar errores. Aquí surge la duda metódica: cuestionar radicalmente todo conocimiento previamente considerado seguro. Esta duda, constructiva y provisional, busca la verdad. Es necesaria porque los sentidos engañan, no distinguimos sueño de realidad, y podría existir un genio maligno que nos engañe.
  • Síntesis: Recomponer el concepto inductivamente, de lo simple a lo complejo.
  • Enumeración: Revisión global final para asegurar el conocimiento.

La Sustancia: Lo que Puede Conocerse

Descartes define la sustancia como «aquello que no necesita de otra cosa para existir». Toda sustancia tiene atributos esenciales y modos secundarios. Existen dos tipos de sustancias:

  • Finitas: El hombre.
  • Infinita: Dios.

Res Cogitans y Res Extensa: El Dualismo Cartesiano

La Res cogitans o sustancia pensante (atributo) es la primera verdad alcanzada por el método. No podemos dudar de nuestra existencia porque pensamos: «Cogito, ergo sum«, pienso, luego existo. Por otro lado, está la Res extensa o sustancia extensa (atributo): la extensión como capacidad de ocupar un lugar en el espacio. Esta sustancia se compone de cualidades primarias tratadas matemáticamente. El mundo extenso es materia y movimiento (Descartes es mecanicista). La materia se mueve por inercia, tendiendo a moverse en línea recta y conservar el movimiento. Ambas son sustancias finitas. El hombre, como sustancia pensante y extensa (alma y cuerpo), es dualista. El problema es explicar la relación entre sustancias tan diferentes, ya que, si son independientes, ¿cómo se comunican? Descartes rechaza el Solipsismo y soluciona el problema con la glándula pineal, que produce espíritus animales, intermediarios entre alma y materia.

La Existencia de Dios: Garantía de la Verdad

Dios es la única sustancia infinita, una idea innata. Descartes demuestra su existencia con un argumento similar al de San Anselmo: si comprendemos términos como perfección e infinito, pero no podemos aplicarlos a ninguna realidad sensible o racional, debe existir alguien con esas características que los haya puesto en nosotros. Además, la perfección divina incluye veracidad y bondad, garantizando la veracidad de las otras dos sustancias.

Moral Provisional y Libertad Humana

El alma humana se caracteriza por el deseo, la voluntad y la libertad. El error surge al elegir lo no evidente o dejarnos llevar por las pasiones. Para evitar el error, Descartes crea una moral provisional, aplicando la duda metódica a la ética. Mientras buscaba una moral definitiva (que no completó), se basó en cuatro reglas:

  1. Obedecer las costumbres y tradiciones aceptadas y moderadas.
  2. Ser coherente con las opiniones adoptadas.
  3. Controlarse a sí mismo antes de controlar el mundo.
  4. Revisar las ocupaciones para elegir la mejor (para Descartes, la filosofía).

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