Tema
Podemos articular el tema en cuatro cuestiones fundamentales, cuyo tratamiento se expone a continuación:
A) Análisis Introductorio sobre el Conocimiento
En la filosofía de Hume, la experiencia sensible constituye el origen y legitimidad de nuestro conocimiento, de ahí que se encuentre entre los autores más representativos del empirismo británico. Por consiguiente, el conocimiento humano tiene un carácter limitado, pues el ser humano conoce a partir de la experiencia y no puede pretender ir más allá de esta fuente (anulación de lo suprasensible). Precisamente la experiencia es el criterio para separar el conocimiento verdadero, bien fundado, del conocimiento falso, que será aquel que trasciende a la experiencia, en los propios términos de Hume, a percepciones inmediatas. De este modo, su pensamiento es esencialmente epistemológico, participando Hume de modo directo en el espíritu de la época, en el interés por los asuntos epistemológicos.
B) Impresiones e Ideas
Hume interpreta la realidad como dato de nuestra experiencia, quedando mediatizada, por consiguiente, por nuestros sentidos. El autor construye su sistema filosófico desde la conciencia, por lo que encontramos aquí una relación con la tradición racionalista. El material, el contenido de nuestra mente son las percepciones (ver, oír)…
Las percepciones se dividen en impresiones e ideas.
Las impresiones tienen que ver con la percepción que nos presenta inmediatamente del modo actual un objeto, un deseo o una emoción. Hume diferencia entre:
- Impresiones externas o de sensación: en relación con la información inmediata de nuestros sentidos acerca de los objetos concretos, colores, olores… (por ejemplo, en relación con la mesa en la que escribo).
- Impresiones internas o de reflexión: que son aquellas en que el sujeto se siente a sí mismo, tienen que ver con deseos, así como las mismas emociones.
Por ejemplo, la idea de un fuego que me quema puede sobrecogernos. Las ideas, por su parte, son representaciones, imágenes mentales, procedentes de impresiones, de nuestra percepción inmediata acerca de las cosas. Se trata de copias debilitadas de las impresiones en nuestra mente, pues las impresiones, la percepción inmediata de un objeto externo o de un deseo o sentimiento, tiene siempre un mayor grado de fuerza o vivacidad respecto a las ideas que reflexionamos sobre un objeto o sentimiento que no está presente de modo actual. Las ideas auténticas provienen siempre de impresiones, de la experiencia; por tanto, las impresiones son previas a las ideas. Un niño no se podrá representar mentalmente el color rojo, desde el punto de vista empirista, si nunca ha visto un objeto rojo.
Además, para Hume, tanto las impresiones como las ideas pueden ser simples o complejas. Las impresiones simples no admiten separación y dan lugar a ideas simples. De este modo, la impresión del simple color rojo dará lugar a la idea simple de rojo. Sin embargo, las impresiones complejas sí admiten separación o distinción y dan lugar a ideas complejas, por ejemplo, la visión de una ciudad nevada tendrá como consecuencia una idea compleja (árboles, casas, hombres que pasean).
C) El Principio de Copia
Si realmente todas nuestras ideas se correspondiesen con impresiones, distinguiéndose en el grado de vivacidad, el problema del conocimiento queda resuelto. En cambio, Hume se da cuenta de que no hay siempre una correspondencia entre impresiones complejas e ideas complejas. Podemos imaginarnos una ciudad con suelos de oro aunque nunca la hayamos visto; por tanto, tengo una idea que no se corresponde con ninguna impresión. En definitiva, la imaginación humana crea ideas complejas sin ningún referente real. De ahí la relación del principio de copia en Hume, según el cual, solo admitiremos como ideas válidas aquellas imágenes mentales que tengan su origen en impresiones previas a la experiencia (ideas de árbol, de alegría). Como consecuencia, ello implica una dura crítica al innatismo racionalista: no hay contenidos, ideas innatas que posea el entendimiento desde siempre y que el mismo Descartes había considerado como evidentes, intuidas por la mente con claridad y distinción. Y es que para Hume nuestra razón tiene unos límites muy estrechos marcados por los sentidos: las ideas legítimamente verdaderas son aquellas que tengan su origen en aquella fuente. Este criterio discrimina igualmente aquellas ideas que poseemos y que son simples creaciones humanas de nuestra imaginación, resultando ser claramente falsas (idea de caballo con alas).
D) Tipos de Conocimiento
Hume se refiere a tres principios de asociación de ideas:
- Semejanza: tendemos a asociar aquellas ideas que tienen un estrecho parecido entre sí (una tipografía hace pensar en la persona fotografiada).
- Contigüidad: tendemos a agrupar aquellas ideas cuyas impresiones ocurrieron cercanas en espacio y tiempo (la idea de una clase con la del pasillo de entrada).
- Causalidad: es inevitable pensar ideas entre las que establecemos nexos causales (el humo nos conduce a pensar en el fuego).
Acorde con esta clasificación, consideramos dos tipos de conocimiento:
- Relaciones entre ideas: organizadas según el principio de semejanza. Podemos aludir inmediatamente a los conocimientos válidos universalmente de la matemática.
- Conocimiento de hechos: en relación con los principios de contigüidad espacio-temporal y de causalidad. La justificación es empírica, se encuentra en la experiencia, en los sentidos. Podemos aludir directamente a los enunciados de las ciencias naturales.
Resumen
De la lectura del fragmento, podemos desprender las siguientes tesis fundamentales:
Hume mantiene que nuestras percepciones de la mente (contenidos que encontramos) se pueden clasificar en dos especies, a saber, por un lado las impresiones, que guardan relación con la experiencia (externa o interna) y por otro lado las ideas o pensamientos que tienen su origen en aquellas percepciones inmediatas y actuales. Además, para Hume, en las impresiones siempre tiene lugar un mayor grado de fuerza y vivacidad respecto a las ideas que, en los mismos términos del autor, son copias debilitadas de ellas, donde ni siquiera aparece el objeto en sus cualidades físicamente o experimentamos necesariamente en persona aquel sentimiento que nos reproducimos. Por consiguiente, en el grado de intensidad se distinguen estos dos elementos fundamentales de la reflexión humeana del conocimiento.
Nociones Clave
El presente fragmento se encuentra ubicado en la obra Investigación sobre el entendimiento humano, concretamente en la segunda sección, a saber, «Sobre el origen de las ideas». En alusión directa al texto, Hume parte de un análisis de la mente, de sus contenidos o percepciones (ideas de los sentidos, deseos, imaginaciones…) dividiéndolas en dos tipos:
- En primer lugar, lo que denomina filosóficamente impresiones, más allá de su significado habitual, para aludir a la percepción inmediata de modo actual ya sea del objeto a nivel de sus cualidades (impresiones sensibles) ya sea de un deseo o emoción interna (impresiones de la reflexión).
- En segundo lugar, Hume se refiere también en el texto a las ideas, que han de concebirse como imágenes mentales que tienen su origen en las impresiones, en la experiencia propiamente externa o interna.
Un ejemplo simbólico en relación con el fragmento, objeto de análisis, reside en que un niño no se puede representar el color rojo si jamás ha tenido la impresión correspondiente, la percepción sensible inmediata de dicha cualidad. Es importante, indagando en nuestra comprensión lectora, manifestar la concepción humeana presente, a saber, que las ideas son copias debilitadas de las impresiones, pues es evidente que en la percepción inmediata del objeto (forma, color, olor) por los sentidos, o de un sentimiento, en este caso en relación a nuestra experiencia interna, siempre tendrá lugar un mayor grado de fuerza y vivacidad respecto a los pensamientos, a nuestras imágenes de las cosas, en la propia terminología del autor, más endebles. Así, por ejemplo, cuando nos representamos un paisaje, el verdor que lo caracteriza no aparece internamente ni mucho menos con el grado de intensidad y realidad con que se daba en la impresión sensible, pues los sentidos no presentaban inmediatamente, en persona, dicha cualidad en toda su fuerza (ni siquiera aparece el paisaje en la idea físicamente). Otro ejemplo aclaratorio de esta idea presente en el fragmento del autor consiste en que, en la percepción inmediata de un sentimiento de dolor de cabeza (impresión de reflexión), experimentamos el mencionado sentimiento de modo directo en toda su fuerza, respecto al pensamiento correspondiente, ya debilitado, pues de hecho ni siquiera siento necesariamente dicho dolor físico.
Contextualización
El texto pertenece a la sección segunda «Sobre el origen de las ideas» de su obra Investigación sobre el entendimiento humano, escrita en 1748 y está dividida en 12 secciones. Tanto esta obra como la Investigación sobre los principios de la moral, gozaron del reconocimiento público y son producto de las revisiones que hizo el autor de su obra Tratado de la naturaleza humana. Veamos la evolución del autor para comprender mejor cómo se interrelacionan estas obras. Se podría dividir la trayectoria del pensamiento de Hume en estas tres etapas:
- El Newton de la moral: Con su primera obra, el Tratado de la naturaleza humana, Hume aspiraba a convertirse en el Newton de la ciencia moral. Su convicción de que todas las ciencias se basaban en la concepción del ser humano, le llevan a escribir este tratado tratando de aplicar en el ser humano mismo el método newtoniano (experimental). No debe olvidarse que en el siglo XVIII se produjo una auténtica ebullición del pensamiento científico y su forma de analizar la realidad se convierte en el modelo de referencia. A partir de presupuestos empiristas, Hume planteará diversas leyes y experimentos, con el objetivo último de arrojar luz de una vez por todas sobre la tan controvertida naturaleza humana. Descubre los principios de semejanza, contigüidad y causalidad como mecanismos de asociación de ideas por la mente.
- Fracaso del proyecto inicial: Tratado: Hume se da cuenta de las dificultades de su proyecto. La metodología newtoniana no se muestra tan efectiva cuando se trata de estudiar la naturaleza humana. En su siguiente obra, la Investigación sobre el entendimiento humano, renuncia a su proyecto inicial: ni estudia la naturaleza humana ni intenta recuperar la metodología de la física. Predominará en él, en cierta forma, este escepticismo y todas las tesis empíricas que desarrollará en este periodo son la consecuencia de todas las dificultades encontradas para llevar a cabo el estudio científico de la naturaleza humana. Por ello, consciente de las limitaciones del conocimiento, Hume trata de marcar claramente cuáles son esas fronteras infranqueables (nuestras impresiones) vienen a ser una explicación de los motivos del fracaso de su anterior proyecto. Expone además las principales tesis empíricas: el conocimiento se funda en la experiencia y se produce para criticar el innatismo racionalista. Por último, destacar que esta obra impactó a Kant y en ella se basó para elaborar su Crítica de la razón pura. En general, el escepticismo domina todo este periodo. Por otra parte, en su obra Investigación sobre los principios de la moral sostiene la imposibilidad de que la razón pueda dictar las normas de comportamiento porque esta es esclava de las pasiones.
- Reflexión sobre temas ilustrados: Alejado de sus intenciones iniciales, Hume centra su atención en temas típicamente ilustrados: la política, la religión… En todos ellos adoptará un método descriptivo e histórico, sin embargo, en ningún momento el tono crítico y escéptico. Destacamos la obra Historia natural de la religión donde explica cómo la religión tiene un origen psicológico en los sentimientos de temor y miedo a lo desconocido.